Santificación



                        Santificación
Karen George


Salmo 51:7 (King James Version) - Púrgame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve

Este bello versículo ejemplifica la verdadera natura de la santificación. En la noche de la primera Pascua, el ángel de la muerte pasó por alto las casas cuyos dinteles en las puertas habían sido pintados con la sangre del cordero. El hisopo era el ramaje que como una brocha se embebía y pintaba sobre la sangre (Éxodo 12:22). Qué maravilloso es que, tanto David como nosotros, podamos rogarle: púrgame con hisopo y seré limpio. Lávame y seré más blanco que la nieve por la sangre del Verdadero Cordero de Dios.

En el Nuevo Testamento, la palabra “santificado”, hagiazo y “santificación”, hagiasmos son ambas provenientes de la palabra griega hagio, la cual se traduce “santo” en muchos y diferentes contextos. Además, la palabra griega plural y común para “santos”, hagio, es también este término griego básico para santo. La Santidad, por tanto, está en gran medida envuelta en la definición de santificación. Hagio, además, también significa “separado”, “puesto aparte”, “limpio y hecho apropiado para la presencia de Dios”. También puede significar “consagrado para Su servicio. Verdaderamente, no existe sino tan solo Uno en todo el universo que sea inherentemente Santo por naturaleza, y ese Uno es Dios.

Por Hebreos 12:29 venimos a saber que nuestro Dios es un fuego consumidor. Por Su propia naturaleza, todo aquello que no sea apropiado para Su presencia vendrá efectivamente a ser deshecho y consumido ante Su inultrapasable luz examinadora. “Dios es luz, y en Él ninguna tiniebla hay” (1ª Juan 1:5). Nosotros, siendo como somos pecadores, caídas criaturas, estábamos destituidos de la gloria de Dios. Además, tal como Hebreos 12:14 dice: Sin santidad, ningún hombre verá a Dios.

No obstante, la Biblia claramente declara que el redimido tiene la esperanza del cielo y está destinado a compartir y participar toda la eternidad con el Señor. ¿Por qué? Ciertamente por Su Sola Gracia nos reunió para hacernos partícipes en la herencia de los santos en luz (Clos.1:12). No tan solo sabemos bien las acusaciones que teníamos pendientes en el Tribunal de Dios; sino además, por Su preciosa sangre y Su obra expiatoria sobre la cruz, sabemos a la par que Él nos vistió en Su justicia. Nos hizo limpios, lavados, purificados y completamente aceptables para Su presencia. Todas las leyes y ordenanzas en la ley Mosaica concerniente a la purificación y aceptabilidad se reúnen y satisfacen por la obra de este Gran Sumo Sacerdote.

Esta obra fundamental de hacernos perfectos para Su presencia es total, plena y completamente la sola obra de Dios. Es la raíz de la santificación. La Santificación primero que nada es Su obra en nuestro respaldo, no nuestra obra. El primer grupo de versículos listados explora este aspecto fundamental de la santificación.

Además, tal como sucede con muchas doctrinas en la Biblia, tenemos la raíz, la cual es toda de Su pertenencia, de Dios; y hay también el fruto, el cual es lo poco que añadimos nosotros. Nuestro objetivo, por tanto, es “adornar la doctrina” que se nos ofrece. Debemos “operarlo” procurando que habite en nuestras vidas para que estas cosas, producidas en nuestro respaldo, sean visibles en nuestro diario vivir y testimonio. Sin embargo, este aspecto práctico de la santificación, tan solo puede esperarse que sea efectivo, a los ojos de Dios, si es que creemos que esto solo sea posible a través del poderoso lavamiento de la Palabra de Dios y nuestra íntima identificación con Cristo. Tan solo entonces podrá nuestro andar terrenal tener la esperanza de ser “un vaso de honra, santificado y apartado para uso y empleo del Maestro” (2ª Tim.2:21).
2 Timoteo 2:21 Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.

La mayor parte de lo que aprendimos sobre este tema y las principales ideas que se presentan en este estudio se deben gracias a las maravillosas enseñanzas de Charle H. Welch sobre él. Tenemos dos principales puntos de referencia para este estudio, por detrás de las propias Escrituras. Uno es el precioso artículo de Welch titulado Santificación, en el Vol.7 del Análisis Alfabético págs.221-241. El otro se halla contenido en las series gravadas, Fundamentos Cristianos, W178-179 tituladas igual: Santificación.

Ahora intentaremos exhibir las suficientes Escrituras pertinentes sobre este gran tema como para poder comprobar si es que estas cosas sean así.


La Raíz: Santificada solamente por el Dios Único.

(Hechos 26:17-18 King James Version.) Librándote a ti del pueblo, y de los Gentiles, a los cuales ahora te envío (18) para que abras sus ojos, y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satán a Dios, para que puedan recibir el perdón de los pecados, y herencia entre aquellos que son santificados por fe en Mí.

(Rom.15:15-17 K.J.V.) No obstante, hermanos, os he escrito lo más denodado posible para que, de alguna manera, se os quede impreso en la memoria, por causa de la gracia que me es dada proveniente de Dios. (16) Para que llegase a ser el ministro de Jesucristo para los Gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que la ofrenda de los Gentiles  pudiese ser acepte, siendo santificada por el Espíritu Santo. (17) Tengo, pues, de qué gloriarme a través de Jesucristo en aquellas cosas que pertenecen a Dios.

(1ª Corintios 1:1-2 K.J.V.) Pablo, llamado a ser un apóstol de Jesucristo a través de la voluntad de Dios, y Sostenes nuestro hermano. (2) A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que estén santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con todos aquellos que en todas partes confiesan sobre el nombre de Jesucristo nuestro Señor, tanto de ellos como nuestro.

(1ª Corintios 1:29-31) Para que ninguna carne se gloríe en Su presencia. (30) Pues solo a  Él se debe que estemos en Cristo Jesús, Quien de Dios es hecho para nosotros sabiduría, y justificación, y santificación, y redención: (31) Para que, según está escrito, aquel que se gloría, gloríese en el Señor. (Welch señala que la última palabra “y” es la griega “te” significando “así, tal como…Por tanto, Cristo es hecho para nosotros santificación así, tal como…redención)

(1ª Corintios 6:10-11 K.J.V.) Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los rebeldes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. (119 Y así erais algunos de vosotros: pero habéis sido lavados, santificados, justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

(Efesios 5:25-27 K.J.V) Maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó también a la iglesia, y se entregó a Sí Mismo por ella; (26) para que pudiera santificarla y limpiarla con el lavamiento de agua por la Palabra. (27) para poder presentársela a Sí Mismo una gloriosa iglesia, sin mancha alguna, ni arruga, ni nada parecido con eso; sino que fuese santa y sin mancha.

“Santa y sin mancha” “lavamiento”, “aspersión” o cualquier cosa de ese tipo: esto es lo inherente en su mayoría del tema de la santificación. Esta definición es posteriormente expandida en el siguiente versículo, en el cual se incluye un juego de palabras – “Santificados plenamente y preservados sin mancha”.

(1ª Tesal.5:23 K.J.V.) Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y yo oro a Dios para que todo vuestro espíritu y alma y cuero sea preservado sin mancha hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

(2ª Tesal.2:12-13 K.J.V.) Para que vengan a ser condenados todos aquellos que no creen a la verdad, sino que se complacen en la injusticia. (13)  Pero nosotros tenemos que dar siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos amados del Señor, porque Dios os haya elegido desde el principio para salvación a través de la santificación del Espíritu y creencia de la verdad:”

(Hebr.2:10-12 K.J.V.) Porque convenía que Aquel, por Quien son todas las cosas, y por Quien todas las cosas existen, trayendo muchos hijos a la gloria, hacer la obtención de su perfecta salvación a través de sufrimientos. (11) Pues tanto Aquel que justifica como aquellos que son justificados son todos de Uno: Por causa de eso no se avergüenza de llamarles hermanos, (12) Diciendo, Declaré Tu nombre ante mis hermanos, en el medio de la iglesia cantaré alabanzas para Ti.

Observe en este próximo versículo que estos previos sacrificios de bueyes y carneros no podían purificar la carne, sin embargo el Verdadero Sacrificio Único de Cristo purga la conciencia Tan solo este Único puede desvestir al viejo hombre.

(Hebr.9:13-14 K.J.V.) Porque si la sangre de los bueyes y de los carneros, y las cenizas de una novilla rociando al impuro, santifica para la purificación de la carne: (14) ¿Cuánto más la sangre de Cristo, que a través del Espíritu eterno ofreció Él propio sin mancha a Dios, purga vuestras conciencias de obras muertas para servir al Dios vivo?

(Hebr.10:9-10 K.J.V) Entonces dijo Él: He aquí, vengo para hacer Tu voluntad, Oh Dios. Quita lo primero, para que se pueda establecer al Segundo. (10)  Por el cual seremos santificados a través de la ofrenda del cuerpo de Jesucristo para siempre.

(Heb.10:14 K.J.V) Porque por una sola ofrenda perfeccionó para siempre a los que son santificados.

Welch señala que las palabras perfeccionó para siempre (Gr.- teleioo esen dienekes) debería literalmente traducirse perfeccionada a perpetuidad. La expresión Griega en dienekes es la manera más reforzada en la Biblia para enfatizar la eternidad. La misma expresión Griega se emplea es la negativa en Hebr.10:1 para decir que los animales sacrificados ofrecidos nunca podrían literalmente perfeccionar a perpetuidad. Sin embargo en contraste ¡la ofrenda de Cristo santifica a los creyentes en la forma más reforzada y final por toda la eternidad!

(Hebr.10:29 K.J.V) ¿O cuánto más castigo sufrirá, suponéis vosotros, que sea hallado indigno, habiendo pisoteado al Hijo de Dios, y haya considerado la sangre del pacto, en la cual fue santificado, como cosa no sagrada, y haya menospreciado al Espíritu de gracia?

(Hebr.13:11-12 K.J.V) Porque los cuerpos de aquellas bestias, cuya sangre es traída al santuario por el sumo sacerdote por el pecado, son quemados fuera del campamento. (12) Por lo cual también Jesús, para poder santificar al pueblo con Su propia sangre, sufrió fuera de la puerta.

(1ª Pedro 1:2 K.J.V) Elegidos conforme al conocimiento de antemano de Dios el Padre, a través de la santificación del Espíritu, para obediencia y aspersión de la sangre de Jesucristo: Gracia a vosotros, y paz, o sean multiplicadas.

Judas 1:1 K.J.V) Judas, el siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los santificados por Dios el Padre, y son preservados en Jesucristo, y llamados.

(1ª Juan 1:7 K.J.V) Pero si andamos en la luz, tenemos comunión uno con otro, y la sangre de Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo pecado. (Aquí el original está en el tiempo perfecto. Literalmente, pues, se lee: “la sangre de Jesucristo nos sigue limpiando de todo pecado” – pasados, presentes y futuros pecados)



Santo – “Hagios”

Esta palabra raíz aparece 231 veces en el Nuevo Testamento y generalmente se traduce “sagrado”. En la mayoría de las veces en conexión con el Espíritu Sagrado (o Santo) y Dios, sin embargo, es también la palabra común traducida “santos”. Estos son dichos pasajes, pues, que  están a menudo en conjunción con nuestra perfecta presentación a Él, y que tienen mucho peso en el tema de la santificación.

(Rom.11:18 K.J.V) Porque si la primicia (o primer fruto) es santa, la masa restante  también es santa: y si la raíz es santa, así también lo son las ramas.

(1ª Cor.3:17 K.J.V) Si algún hombre derriba el templo de Dios, al tal destruirá Dios; porque el templo de Dios es santo, el cual templo sois vosotros.

(Efesios 1:4 K.J.V) Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él en amor.

(Efesios 2:21 K.J.V) En Quien todo el edificio apropiadamente edificado crezca junto para (ser) un templo santo en el Señor.

(Efesios 5:27 K.J.V) Para poder presentaros a Sí Mismo una iglesia gloriosa, no teniendo mancha alguna, o defecto, ni nada de eso; sino que fuese santa y sin mancha.

(Colos.1:22 K.J.V) En el cuerpo de Su carne a través de muerte, para presentarte a ti santo sin mancha e irreprensible a Sus ojos

(2ª Tim.1:9 K.J.V) Quien nos salvó, y nos llamó con un santo llamamiento, no de acuerdo a nuestras obras, sino de acuerdo a Su propio propósito y gracia, que nos fueron dadas en Cristo Jesús antes que el mundo comenzase.

(Tito 3:5 K.J.V) No por obras de justicia que hayamos hecho, sino que nos salvó según Su misericordia, por el lavamiento de regeneración, y renovación del Espíritu Santo.

(Hebr.3:1 K.J.V) Por tanto, santos hermanos, partícipes del llamamiento celestial, considerad al Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;


El Fruto: Su Realización

El tema de estas Escrituras es el aspecto de la realización práctica de la santificación. Nuestra posición está garantizada, sin embargo, ¿cómo vamos a sobreedificar encima de esta doctrina? ¿Cómo vamos a “adornarla”? Es como si el Señor nos dijera: Tú ya has sido hecho santo a Mis ojos, ¡Ahora compórtate como tal!

(1ª Pedro 1:14-16 K.J.V) Como hijos obedientes, no conformándoos vosotros según los deseos pasados en vuestra ignorancia: (15) Sino que así como Aquel que os llamó es santo, así seáis también vosotros santos en todas vuestras maneras de hablar; (16) Pues está escrito: Sed santos, porque Yo soy santo.

La pregunta culminante entonces es ¿cómo santificamos nuestras vidas para Su servicio? Si santificación también significa ser consagrado y puesto aparte para uso del Maestro, precisamos las directrices dadas por Dios sobre el “cómo podemos ser más santos en nuestro andar”. (1) La respuesta aparece siendo dupla: la inmersión en Su Sagrada Palabra y (2) nuestra íntima identificación con Cristo, lo cual significa que nos consideramos muertos en nosotros propios, sepultados y resucitados con Él. Ese es ahora  nuestro enfoque: sobre los asuntos celestiales donde Cristo se halla sentado a la diestra de Dios.

Si constantemente perseguimos estas cosas de arriba antes que nada, entonces tal vez seamos más capaces de comportarnos como deberíamos en el Señor.


Lavamiento Del Agua Por la Palabra

(Juan 13:6-11 K.J.V.) Entonces se le acercó Simón Pedro: y Pedro le dijo: Señor, ¿Tú me lavas los pies? (7) Jesús le respondió y le dijo: Lo que Yo te hago tú ahora no lo entiendes, pero vendrás a saberlo más tarde. (8) Pedro le dijo: Jamás me lavarás mis pies. Jesús le respondió: Si no te lavo, tú no tienes parte conmigo. (9) Simón Pedro le dijo: Señor, no solo mis pies, sino además mis manos y mi cabeza. (10) Jesús le dijo: Aquel que está lavado (leumeno) no precisa ser limpio (nipashia) salvo solo sus pies, pues está limpio en cada rincón; y vosotros estáis limpios, aunque no todos. (11) Porque Él sabía quién iría a traicionarle, por eso dijo: No todos estáis limpios.

El pasaje previo de Juan es muy significativo en muchos aspectos. No solo se rebaja el Señor de toda la creación hasta la más baja posición del trabajo esclavo en una casa, sino que además recalca un punto importante sobre la santificación. Recuerde que la santificación envuelve el lavamiento para ser apropiado, tanto para la presencia de Dios como para Su servicio. Cuando Cristo le dijo a Pedro que quien estaba lavado ya no precisaría de nada sino de lavar solo sus pies, Él empleó dos diferentes palabras Griegas. La primera es “leumeno” que significa un baño completo. La segunda palabra que Cristo utiliza es la palabra Griega para el enjuague, “nipashia”. Según señala Welch en su Santificaciónaudio (W178-179), Cristo le está diciendo a Pedro, que, una vez que  había sido salvo, él ya había tomado su baño completo. De ahí que ya no precisase lavar las manos y cabeza de Pedro. Tanto Pedro como cada uno de los creyentes redimidos están lavados a fondo por la sangre del Salvador. Todo lo que ahora se precisa es lavar la suciedad que diariamente impregna nuestros pies, la parte que entra en contacto con el polvo o mundo pecador. Esta es la faz práctica de la santificación, la cual también reposa del todo sobre nuestra absoluta dependencia en Cristo.

¿Cómo se lleva a cabo el lavado diario? La respuesta está en el “lavamiento del agua de la Palabra”. Nuestro diario estudio de la Biblia nos limpia la suciedad del mundo de nuestros pies. Como bien sabemos, la Palabra de Dios es más cortante y aguda que una espada de dos filos, y es a través de Su Santo Escrito que conocemos a Dios. Mientras más y mejor conozcamos a Dios y le permitamos al Espíritu Santo que nos hable a través de esta Palabra, entonces más y mejor podremos serle agradables y hacer de esta faz de la santificación una realidad en nuestras vidas. Este precepto se repite tres veces en los siguientes pasajes:

(Juan 15:2-3 K.J.V) Todo ramo que en Mí no lleva fruto será cortado; y cada ramo que porte fruto, Él lo purga, para que pueda producir todavía más frutos. (3) Ahora bien, vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. (Observe que aquí la palabra “purga” es la palabra Griega “kathairo” que realmente significa “limpieza” y es de donde proviene nuestra palabra “catarsis”. Esto también se apropia al tema de la santificación).

(Juan 17:17-20 K.J.V) Santifícalos por Tu verdad: Tu palabra es verdad. (18) Así como me enviaste al mundo, así los envío Yo también en el mundo (19) Y por causa de ellos me santifico a Mí Mismo, para que ellos también puedan ser santificados a través de la verdad. (20) No oro por estos solamente, sino también por aquellos que van a creer en Mí a través de sus palabras.

(Efesios 17:17-20 K.J.V) Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo también amó a la iglesia, y se dio a Sí Mismo por ella; (26) para santificarla y limpiarla con el lavamiento de agua por la palabra, (27) para poder presentársela a Sí Mismo una gloriosa iglesia, no teniendo mancha alguna, ni arruga, ni nada parecido con eso; sino que fuese santa y sin mancha.


Desvestíos Del Viejo Hombre

Tal como señala Welch en las páginas 232 a 241, de su artículo “Santificación” en el Análisis Alfabético, nuestro aprendizaje de un andar más santo en esta vida también depende sobre nuestra habilidad desvistiéndonos de los actos del viejo hombre y el andar en novedad de vida, la cual vida nueva es nuestra a través de Cristo. Igual que ocurre con nuestra fundación, la verdadera santificación para mantenerse firme delante de Dios depende enteramente sobre nuestra identificación con Cristo, así sucede también con nuestra práctica realización de santificación. Precisamos reconocer nuestra vieja naturaleza como muerta y sepultada con Cristo, tal como además Él nos considera. Desde ahí, si realmente procuramos aquellas cosas que están arriba y vivimos buscando siempre a Cristo en nuestro andar día a día, entonces estamos listos en la buena senda para un más santo y pío andar. Por supuesto, esto es más fácil decir que hacer, y aunque siempre mantengamos el objetivo delante de nosotros, no creo que podamos aprender completamente estas cosas estando todavía en esta carne pecadora. Por eso: gemimos con angustia, deseando ser revestidos con nuestra casa que es del cielo (2ª Cor.5:2 K.J.V).

Los siguientes versículos dicen respecto directamente a esta necesidad por una íntima identificación con Cristo tanto en nuestro andar como en nuestra salvación.

(Gál.2:19-20 K.J.V) Porque por la ley soy muerto para la ley, para poder vivir para Dios. (20) Yo estoy crucificado con Cristo; y aunque viva, ya no vivo yo, sino Cristo vive en mí: y la vida que ahora vivo en la carne la vivo por la fe del Hijo de Dios, quien me amó, y se dio a Sí Mismo por mí.

(Rom.6:1-19 K.J.V) ¿Qué, pues, diremos? ¿Continuaremos en pecado, para que la gracia abunde? (2) ¡Dios no quiera! ¿Cómo entonces, nosotros los que estamos muertos al pecado, iríamos a vivir más tiempo así? O ¿no sabéis que los muchos que fuimos bautizados en Jesucristo fuimos bautizados en su muerte? (4) Así, pues, fuimos sepultados con Él por el bautismo en muerte: para que igual que Cristo fue resucitado de la muerte por la Gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. (5) Pues si fuimos plantados juntamente en la semejanza de Su muerte, para que seamos semejantes también nosotros en Su resurrección. (6) Sabiendo esto: que nuestro viejo hombre está crucificado con Él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, y en resultado ya no serviremos al pecado. (7) Pues aquel que es muerto está libre del pecado. (8) Sabiendo que Cristo, habiendo ya resucitado de los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio alguno sobre Él. (10) Pues una vez muerto, murió por los pecados una sola vez; pero una vez que vive, vive para Dios. (11) De igual modo reconoceos vosotros muertos para el pecado, pero vivos para Dios a través de Jesucristo nuestro Señor. (12) Así que no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que le obedezcáis en sus inherentes deseos. (13) Ni tampoco presentéis vuestros miembros como instrumentos de injusticia para el pecado: sino antes bien presentaros vosotros ante Dios, como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros como instrumentos de justicia para Dios. (14) Pues el pecado no tendrá dominio alguno sobre vosotros: ya que no estáis debajo de la ley, sino debajo de la gracia. (15) ¿Qué, pues, diremos: Vamos a pecar, porque no estamos debajo de la ley? ¡Dios no quiera! (16) ¿No sabéis vosotros, que, a quien quiera que os presentéis para servir en obediencia, esclavos os hacéis de quien obedecéis?; ya sea (siervo) del pecado para muerte, o (siervo) de obediencia para justicia. (17) Pero gracias a Dios que habiendo sido siervos del pecado, ahora en cambio habéis obedecido de corazón a la sana doctrina que se os ha entregado. (18) Sed libres del pecado, para que lleguéis a ser siervos de justicia. (19) Hablo a la manera de los hombres por causa de la debilidad de vuestra carne: pues así como presentasteis vuestros miembros sirviendo la impureza y de iniquidad en iniquidad; pues justo así ahora presentad vuestros miembros sirviendo a la justicia para santidad.

Observe dos principales puntos en los versículos previos de Romanos capítulo 6. Uno es el sobrecogedor tema de la servidumbre en un tiempo bajo el dominio del pecado, ahora libertos para servir al Dios vivo en novedad de vida. El otro punto dominante es el énfasis sobre la verdadera identificación o bautismo con Cristo. En los versículos 3 -10, somos considerados como estando muertos al pecado, y vivos para Cristo. Él ya lo da por hecho todo. Si tan siquiera pudiésemos hacer completamente lo mismo. La Unión con Cristo es el ingrediente esencia tanto para la vida eternal con Él en gloria como para una vida fructífera andando con Él ahora mismo.

Porque a ambos los ha santificado Él, y aquellos que son santificados son todos de Uno: por lo cual Él no se avergüenza de llamarlos hermanos (Hebr.2:11-14 K.J.V).

¡Ojalá que la gran oración de la unificación con Cristo, tanto en estos pasajes como en Juan 17 sea más y más el tesoro de nuestra vida diaria!

(Juan 17:21 K.J.V) Para que todos sean uno: Como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, para que ellos también sean uno en nosotros: para que el mundo pueda creer que Tú me enviaste.


Vivir Procurando

  Colosenses 3 enfatiza también que precisamos fijar nuestra atención (o nuestra inclinación como se diría en griego) sobre las cosas celestiales donde Cristo está entronado. Y tal como Tito 2:13 dice, deberíamos estar siempre aguardando por nuestra bendita esperanza, o como dice Welch “vivir procurando con los ojos”. Si podemos hacer eso, será mucho más fácil reconocer y considerar al viejo hábito de vida como muerto y “adornar la doctrina” con nuestro andar diario. Ciertamente estas cosas producirán a su tiempo la santificación en nuestras vidas y testimonios.

(Colos.3:1-6 K.J.V) Si, pues, habéis resucitado con Cristo, procurad las cosas de arriba, donde Cristo se sienta sobre la diestra de Dios. (2) Poned la mira en las cosas de lo alto, no sobre las cosas que estén sobre la tierra. (3) Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. (4) Cuando Cristo, Quien es vuestra vida, aparezca, entonces también vosotros apareceréis con Él en gloria. (5) Haced morir por tanto vuestros miembros que están puestos en la tierra: fornicación, impureza, deseos desordenados, mala concupiscencia, y avaricia, que es idolatría: (6) Por causa de estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.

(Tito 2:9 – 14 K.J.V) Exhorta a los siervos a ser obedientes para con sus maestros, y que le agraden en toda cosa buena; no siendo respondones; (10) no defraudando, sino mostrando en todo buena fidelidad; para que podáis adornar la doctrina de Dios nuestro Salvador en todas las cosas. (11) Enseñándonos que, negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos sobriamente, justamente, y piamente, en este mundo presente; (13) Aguardando por la tal bendita esperanza, y la aparición del gran Dios y nuestro Salvador Jesucristo; (14) Quien se dio a Sí Mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad, y purificarnos para Sí Mismo un pueblo peculiar, celoso de buenas obras.

(Como bien Welch señala, la palabra sobrio en el versículo 12 es la palabra griega Sophronos que es una derivada del término griego “soteria” generalmente traducida salvación. Por tanto, “vivir sobrio” significa sencillamente entonces ser “de una mente de salvación” Y así, por la gracia de Dios, podemos tener una mente fija en la salvación que siempre procure vivir aguardando por nuestra bendita esperanza. Al hacer así, estaremos adornando la maravillosa doctrina que está en nuestra posesión.


Vasos para honra

Si podemos  libremente procurar al Señor a través del estudio diario de la Biblia y vivir mirando siempre donde Cristo se sienta, entonces estaremos en una mejor posición para dejar de lado las cosas o asuntos que interfieran en nuestras vida con nuestra santificación y pasaremos a ser un verdadero vaso de honra para el empleo del Señor.

Yo creo que ese es el tema del siguiente versículo práctico sobre santificación.

(2ª Tim.2:20-22 K.J.V) Pero en una casa grande no tan solo hay vasos de oro y de plata, sino además de madera, y de barro; y algunos para honor, y otros para deshonor. (21) Si por tanto un hombre se purga a sí mismo de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, y apartado para uso del Maestro, y preparado para toda buena obra. (22) Huid, además, de los deseos juveniles: y seguid la justicia, fe, amor, paz, con todos aquellos que invocan al Señor salidos de un corazón puro. (Tal como Welch señala, la palabra deshonor en el versículo 20 debería haberse traducido “sin honor” o también “para uso común”).

Observe además el tema común quitando la negativa y poniendo la positiva “Huid…seguid” tanto en este versículo como en los diversos listados a seguir:

(1ª Tesal.4:2-5 K.J.V.) Porque vosotros conocéis bien los mandamientos que os di por el Señor Jesús. (3) Porque esa es la voluntad de Dios, vuestra santificación, para que podáis absteneros de fornicación. (4) Para que cada uno de vosotros supiese cómo mantener su vaso en santificación y honor; (5) No en deseos de concupiscencia, como los Gentiles que no conocen a Dios.

(1ª Pedro 3:15 K.J.V.) Antes bien santificad al Señor en vuestros corazones: y estad preparados siempre para dar una respuesta a cada hombre que os pregunte cuál sea la razón de vuestra esperanza con mansedumbre y temor.

(Rom.6:19 K.J.V.) Hablo como hombre, por causa de la debilidad de vuestra carne; pues así como presentasteis nuestros miembros sirviendo a la inmundicia y yendo de iniquidad en iniquidad; así ahora presentéis vuestros miembros sirviendo a la justicia para santidad.

(Rom.6:22 K.J.V) Pero ahora habéis sido hechos libres del pecado, y pasando a ser siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto para santidad, y al fin la vida eterna.

(Rom.12:1 K.J.V) Os ruego hermanos, por tanto, por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en un sacrificio vivo, santo, aceptable para Dios, lo cual es vuestro servicio racional (o razonable). (Una vez más, tal como Welch señala, la idea es presentar tu vida como un “hecho sagrado”: La conducta en una vía que muestre tu creencia de todo corazón sobre Cristo).

(2ª Cor.7:1 K.J.V) Teniendo por tanto estas promesas, amados hermanos, limpiémonos de toda impureza de carne y espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. (Como dice Welch: perfeccionar la santidad significa alcanzar el fin, finalizar la obra.).

(1ª Tsesal.4:7 K.J.V) Porque Dios no nos ha llamado a impureza, sino a santidad.

(2ª Pedro 3:11 K.J.V) Viendo por tanto que todas estas cosas van a ser disueltas, sepáis de qué manera debéis conduciros en toda santa conversación y piedad.

(1ª Juan 3:2-3 K.J.V) Amados, ahora somos hijos de Dios, y todavía no ha aparecido lo que vengamos a ser: pero sabemos que, cuando Él aparezca, nosotros seremos iguales que Él; pues le veremos cómo Él es. (3) Y todo aquel que tenga esta esperanza en él se purifica a sí mismo, así como Él es puro.

Debemos identificarnos con Cristo para santificación tanto en su esencial carácter como en su realización. Por Su sola gracia, ojalá que estas verdades sean más y más evidentes en nuestras vida y nuestro testimonio.

¡Gloria y alabanza sean dadas únicamente a Dios!


-----------------

                      

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Yeshua cumple con las Fiestas de Primavera

El Racimo de uvas de Escol

POR ENCIMA DE LOS CIELOS