El Apóstol De la Reconciliación Capítulos del 1 al 8
El
Apóstol
De la
Reconciliación
O
La posición dispensacional de los
Hechos
Y el Ministerio y Epístolas de
Pablo
Por
Charles H. Welch
Traducción: Juan Luis Molina
Porque si su exclusión es la
reconciliación del mundo, ¿Qué será su admisión, sino vida de entre los
muertos? (Rom.11:15)
THE BEREAN PUBLISHING TRUST 52A Wilson Street, LONDON
EC2A 2ER ENGLAND
EL APÓSTOL DE LA RECONCILIACIÓN
PREFACIO
El propósito de Dios que se despliega en las
Escrituras se va realizando y llevando a cabo de gloria en gloria, desde la gloria de una tierra redimida hasta
la gloria que está “por encima de todo”. El clímax de la revelación se alcanza
en las “epístolas en prisión” del apóstol Pablo. Dar a conocer el ministerio
del apóstol para los Gentiles, señalar su gracia y su gloria, combatir el
antagonismo de aquellos que alzan con sus voces aquel repitente y engañoso reclamo: “Volvámonos a
Pentecostés”, seguir el trillo de las alturas y profundidades de las epístolas
del misterio: este es el objetivo, de
hecho, la razón de existir, no tan solo del presente Volumen, sino además, de
toda la literatura publicada en nuestro nombre.
Así, pues, entendamos claramente lo siguiente, que
nosotros tomamos la actitud del Apóstol que dijo:
“¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? (tan solo)
servidores…no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús el Señor”
(1ª Cor.3:5; 2ª Cor.4:5).
Pablo no deja de ser sino el portavoz, el canal o
medio. Aquel que habla realmente es Cristo. Nosotros no somos adoradores de
Pablo, ni tampoco nos referimos a su doctrina como siendo Paulina. Nosotros, en cambio, “magnificamos” su oficio, sabiendo
que, si somos negligentes en cuanto al testimonio Cristiano de Pablo, en
realidad estaremos dándole la espalda y oponiéndonos al testimonio del Cristo
resucitado y ascendido.
En la
Obra presente, procuramos demostrar el lugar dispensacional
de los Hechos, así como de las más tempranas epístolas de Pablo. Este objetivo,
a su vez, proveerá por sí mismo una base para la revelación final que se le dio
a Pablo, esto es, la dispensación del
misterio, la cual se halla y está contenida en Efesios, Filipenses,
Colosenses y 2ª Timoteo.
La palabra
clave que domina este Volumen es Reconciliación.
Nosotros creemos que, una vez que se reconozca el significado dispensacional de
la reconciliación, tanto los Hechos de los Apóstoles como el ministerio de
Pablo podrán venir a a ser apreciados en su verdadera magnitud. Una vez que
somos conscientes de que nadie, sino un sincero amante de la Palabra de Dios, podrá
venir a degustar el sabor que reside en estas páginas, no haremos aquí defensa
o apología alguna por haber aprovechado la oportunidad en el capítulo de
apertura para resaltar la verdad fundamental en cuanto a la plena inspiración
de toda la Escritura.
Estamos
necesariamente en deuda para con aquellos que hayan devotado su especial
estudio en materias tales como la arqueología y la cronología; pero, por la
mayor parte de los temas en el libro, tan solo nosotros somos responsables
delante del Señor. Aprovechamos esta oportunidad para reconocer la gran ayuda
recibida de parte de los escritos de Sir W.M. Ramsey, especialmente con
respecto a la arqueología de Asia Menor, el re-descubrimiento de “Galacia”, y
la precisión y exactitud histórica de los Hechos en general. En cuanto a la
cronología, hemos consultado numerosos y muy cuidadosamente ponderados
trabajos, pero nos sentimos especialmente en deuda hacia los escritos de Mr.
C.H. Turner.
En cuanto
a la preparación y los comentarios críticos de los Manuscritos, para y a través
de la imprenta, hemos tenido la participación de varios hermanos y hermanas en
Cristo, a los cuales nos sentimos profundamente agradecidos.
Así le sea
agradable al Señor permitirnos alcanzar el objetivo de nuestro ministerio,
confiando que presentaremos de nuevo al lector
un Volumen subsecuente y posterior al actual, el cual, tratará al por
menor con las epístolas del misterio.
El presente Volumen, aunque esté completo en sí mismo, vendrá a ser
naturalmente la base o fundamento para ese posterior trabajo.
Y ahora,
encomendamos el testimonio al Señor, orando, para que pueda agradar y bendecir
a muchos que procuren en su interior no solo la “semilla para el sembrador”,
sino además, “el pan para el hambriento”.
“Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia,
refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto
la puerta de la fe a los Gentiles” (Hechos 14:27).
Ojalá que
este libro pueda guiar al lector hacia la alabanza del Señor, pues, esa “puerta
abierta”, es también la esperanza del Autor,
CHARLES H. WELCH
Rayleigh, Essex. 1923.
CONTENIDOS
Capítulo
Página
PREFACIO 2
INTRODUCCIÓN 5
ESTUDIOS PRELIMINARES
1. MUCHAS PRUEBAS INFALIBLES 7
2. LA
CRONOLOGÍA DE LOS HECHOS 18
3. CLASIFICACIÓN DE LA MATERIA 27
Restauración:
4. RESTAURACIÓN 38
Reconciliación:
5. LUCAS – EL EVANGELIO DE LA RECONCILIACIÓN 56
6. DOS MILAGROS DISPENSACIONALES 62
7. LA
DISPENSACIÓN DE LA RECONCILIACIÓN
8. GALACIA, Y LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS
9. EL APÓSTOL DE LA RECONCILIACIÓN
10. ABRAHAM Y LOS GENTILES
11. LAS EPÍSTOLAS DE LA RECONCILIACIÓN
12. LA CONCILIACIÓN PREPARADA
13. LA RECONCILIACIÓN PROCLAMADA
14. LA
EPÍSTOLA A LOS ROMANOS
1. La
Reconciliación y el fracaso de la Ley
2. La Reconciliación y la Justificación por Fe
3. La Reconciliación y la Enseñanza dispensacional
4. La Reconciliación y la Enseñanza práctica
5. La Reconciliación y el
Secreto
El Repudio
15 HECHOS 28 – LA CRISIS DISPENSACIONAL
INTRODUCCIÓN
En el Volumen titulado La Verdad Dispensacional no pudimos hacer más que dar una amplia visión de la tendencia
general de la Escritura.
En él vimos la elaboración o el desarrollo de un propósito, y
observamos que, dicho objetivo, se llevaba a cabo, hacia una conclusión o
finalización, bajo una serie de dispensaciones; y además, pudimos ver también
que, tanto “el Judío, como el Gentil,
como la Iglesia
de Dios” indicaban distinciones dispensacionales
que son de primal importancia observar y tener en cuenta.
El presente Volumen trata principalmente con la Iglesia de Dios, y con aquella sección de
Escrituras delimitada por la historia de los Hechos de los Apóstoles. Las
epístolas de Pablo que fueron escritas durante, o a seguir, a su
encarcelamiento, pertenecen a una
dispensación diferente, y dicha dispensación, no fue instituida hasta que el ministerio del periodo de los Hechos
se encerró y llegó a su fin. El estudio de estas cartas demanda un tratamiento
separado, y el presente Volumen será de mucho provecho en clarificar la vía
para su examinación, y además, para demostrar la base sobre la cual dichas
cartas están construidas.
En un Volumen anterior nos dimos por satisfechos hablando
de la “aceptación general en el orden de las epístolas de Pablo”, sin embargo,
en este Volumen actual, y en ese tal orden,
formará parte de un tema de averiguación más pormenorizado la cronología, tanto de los Hechos como de
las Epístolas. La primera parte de este Volumen pondrá de relieve materias que
sean principalmente cronológicas, geográficas y críticas. Simpatizamos
totalmente con aquellos que, habiendo degustado ya las bendiciones que fueron
prometidas antes de los tiempos y edades,
no se sienten demasiado interesados en las fechas de los Hechos; y quienes,
habiendo ya sabido que su ciudadanía se
halla en el cielo, han perdido el interés en los condados y colonias
terrenales. Sin embargo, las más altas cimas de bendición reveladas en las
epístolas del misterio, se fundamentan sobre hechos históricos llevados a cabo
y promulgados en lugares geográficos bien determinados y por personas reales,
cuyos nombres y títulos, vidas y muertes, sucedieron en los anales de la
historia secular Romana.
¡Qué doctrinas tan conmovedoras surgen de la resurrección
del Señor Jesús! Sin embargo, debemos tener siempre presente y de manera
prominente que, la resurrección, no es meramente una hermosa, conmovedora
teoría; sino un hecho que muy poco o nada tiene que ver con lo sentimental, y
es, tan inalterable, como lo pueda ser el de “William el Conquistador” en el
año 1066. Las doctrinas deducidas por los hechos pueden mudar, pero los hechos
por sí mismos permanecen inalterables. Las doctrinas así deducidas tan solo son
posibles y practicables debido a que la transacción o mutación sea un hecho
habitual de la historia. Observe por ejemplo la vía en la cual el apóstol
establece el hecho de la resurrección del Señor antes de proceder con sus
efectos - Después de citar una serie completa de testigos, continúa con una
declaración sobre el efecto que resultaría si Cristo no hubiese sido resucitado de la muerte:
1 Entonces nuestra
doctrina es vana.
2 Vuestra fe es vana.
3 Somos hallados falsos
testigos de Dios.
4 Todavía permanecéis
en vuestros pecados.
5 Aquellos que
murieron en Cristo, perecieron.
No solo precisamos de
ser conscientes en cuanto a la fundación sobre la cual reposa nuestra fe (por
no decir a las más refinadas subdivisiones dispensacionales que sean de nuestra
incumbencia más inmediata), sino además, tener siempre en mente que enfrentamos
días cuando la verdad de Dios está siendo
repudiada, adulterada, y puesta de parte, por lo cual, desde todos los
puntos de vista, nos parece deseable que hagamos un profundo examen de las
bases o fundamentos de nuestra posición. Por eso mismo, poniendo nuestra
atención en los Hechos de los Apóstoles, considerando su autoría y objetivo,
hemos resaltado la cronología de los varios acontecimientos del libro, y el
orden cronológico de las epístolas.
La importante cuestión
de la fecha de las epístolas no podría haber sido abordada sin referencia a la
geografía; de hecho, la duda surgida en cuanto a una fecha correcta y aceptable
de una epístola en particular, es el resultado de una escasa evidencia
geográfica, que hizo necesario un reajuste en la fecha final en cuanto al
tiempo. Estamos hablando de la epístola a los Gálatas, que iremos a tratar en
su lugar apropiado. Las mudanzas dispensacionales indicadas por la narrativa se
conectan con diversas naciones y territorios, todo lo cual demanda una
cuidadosa apreciación.
Cuando se hayan
llevado a cabo y observado estos estudios preliminares, estaremos en una buena
posición para considerar más de cerca las epístolas del periodo; y su doctrina, práctica, y dispensación,
podremos deducirlas mejor cuando hayamos dedicado el tiempo y la atención
necesaria a estos, por otro lado, menos interesantes estudios primarios.
EL APÓSTOL DE LA RECONCILIACIÓN
CAPÍTULO 1
MUCHAS PRUEBAS INFALIBLES
UNA CUESTIÓN DE AUTORÍA, EXACTITUD Y AUTENTICIDAD
Cuando
comenzamos a examinar los Hechos de los Apóstoles nos damos cuenta que estamos
leyendo un segundo volumen, y que el
mismo escritor ya se ha dirigido a los mismos individuos en un tratado
anterior:
“En el primer recuento que hice, oh Teófilo,
concerniente a todas las cosas que Jesús comenzó tanto a hacer como a enseñar,
hasta el día en que fue tomado al cielo” (Hechos 1:1, 2 traducción del Autor).
Tenemos en
las Escrituras inspiradas cuatro recuentos
de este tipo, los cuales nos llevan en sus relatos, al menos, hasta la
resurrección, si no mismo hasta la ascensión del Señor. El Evangelio según
Mateo no registra la ascensión, estando más en armonía con el propósito de este
libro exponer tan solo, y dejando a Cristo sobre la tierra, en posesión de
“todo el poder”. De igual modo, Juan, también cesa su registro un poco antes de
la ascensión. Esto, por tanto, hace con que nos reste, en el caso del autor, tan solo a Marcos y Lucas. Marcos registra la
ascensión, y en los versículos finales condensa de esta manera la historia de
los Hechos:
“Y ellos, saliendo, predicaron en todas
partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la
seguían” (Marcos 16:20).
El
Evangelio de Lucas también registra la ascensión; y los paralelos que pueden
observarse entre los versículos finales de Lucas y la sección que comienza los
Hechos son, tan íntimos y similares, que
el lector puede bien convencerse de que el Evangelio de Lucas y el Libro de los
Hechos sean realmente los Volúmenes 1 y 2 escritos por el mismo autor. Observe
el paralelismo que existe entre Lucas 24:36-53 y Hechos 1:1-14:
Muchas pruebas indubitables
LUCAS - “Mientras
ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo:
Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían
espíritu. Pero Él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro
corazón estos pensamientos? Mirad Mis
manos y Mis pies, que Yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no
tiene carne ni huesos, como veis que Yo tengo. Y diciendo esto les mostró
las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y
estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron
parte de un pez asado, y un panal de miel. Y
Él lo tomó, y comió delante de ellos.
HECHOS – “…a los
apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se
presentó vivo con muchas pruebas
indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días”.
(Bien podremos observar que, aquellos que
Lucas escribió de manera detallada y al por menor en su Evangelio, Hechos lo
resume de manera general. Esto mismo es lo que nosotros hacemos cuando nos
referimos a las previas correspondencias sobre un cualquier tema o sujeto).
Las palabras del Señor a Sus apóstoles
LUCAS – “Y les
dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era
necesario que se cumpliese todo lo que
está escrito de Mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento para que
comprendiesen las Escrituras.
HECHOS – “…y
hablándoles acerca del reino de Dios”.
(Observe cómo estos dos aspectos de la verdad se ponen
juntos en el último versículo de los Hechos: PREDICANDO
EL REINO DE DIOS, y enseñando
aquellos asuntos concernientes al SEÑOR JESUCRISTO – una conexión sin obstáculos, tal como las que deleitaban a Paley.
Además, el hecho de que les abriera sus
entendimientos, nos muestra que su pregunta en Hechos 1:6 era correcta y
apropiada, así como además 1:16-26).
La comisión
LUCAS - “…arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las
naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas”.
HECHOS – “…me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de
la tierra”.
El investimento
LUCAS – “…he aquí,
Yo enviaré la promesa de Mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la
ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”.
HECHOS – “…les
mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre,
la cual, les dijo, oísteis de Mí…seréis bautizados con el Espíritu Santo
(espíritu santo) dentro de no muchos días…recibiréis poder cuando haya venido
sobre vosotros el Espíritu Santo (Espíritu)”.
La ascensión
LUCAS – “Y
aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al
cielo.”
HECHOS – “Y
habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube
que le ocultó de sus ojos”.
Observe
cómo cada uno de los puntos se complementa y complementan entre sí. El
Evangelio nos dice: “Se separó de ellos”, pero no nos dice cómo; sin embargo Hechos añade la información concerniente a “la
nube”. Hechos además añade la declaración con respecto a los ángeles y a la
segunda venida del Señor.
El regreso de los apóstoles
LUCAS – “…después
de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en
el templo alabando y bendiciendo a Dios”.
HECHOS – “Entonces
volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está
cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. Y entrados, subieron al
aposento alto…todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego”.
De acuerdo
al propósito con el cual Lucas resume su escrito, los nombres de los once
apóstoles se dan de manera conjunta con las mujeres, con María la madre del
Señor, y con Sus hermanos.
Debe
observarse que los Hechos comienzan realmente con el versículo 15; siendo que
los primeros catorce versículos sean un resumen o la conclusión de la narrativa
del Evangelio. Esto tiene un peso importante sobre la Estructura del libro, que
exhibiremos posteriormente en este trabajo.
Lucas no se menciona por nombre en parte alguna de
los Hechos de los Apóstoles, pero la evidencia que hemos estado considerando
está más que confirmada y probada por el testimonio interno del propio libro. T. R. Birks, en su libro HORAE APOSTOLICAE, No 25, “La
Evidencia Interna de los Hechos de los Apóstoles”, demuestra por un
minucioso examen del tema que no otro escritor puede haber sido, sino Lucas,
quien pudiese satisfacer los requisitos o cumplimiento de todas las
condiciones. A seguir exponemos la sinopsis o resumen de su argumento. Al
lector le aconsejamos que lea todo el documento para ver todos sus pormenores.
En Hechos
16:10 el escritor del libro se asocia a sí mismo con el apóstol; y nosotros
sabemos, por el registro, que había salido con el apóstol en su viaje desde
Troas hasta Filipo; que se encontraba ausente a seguir a la salida de Pablo de
Filipo durante su doble estadía en Corinto y Éfeso; que se juntó de nuevo a él
en Filipo; y que continuó con él desde Grecia hasta Palestina durante su
encarcelamiento en Cesárea, en su viaje, y por lo menos, al comienzo de su
encarcelamiento en Roma. Ninguna de las epístolas hubo sido escrita sino hasta
después de su llegada a Corinto. Seis epístolas (1ª y 2ª Tesalonicenses,
Gálatas, 1ª y 2ª Corintios y Romanos) fueron escritas durante la ausencia del
escritor; por eso su nombre no aparece en las listas mencionadas en estas
epístolas, enunciando los compañeros de Pablo al tiempo. Cuatro de las
epístolas que se escribieron durante el aprisionamiento en Roma fueron Efesios,
Colosenses, Filemón y Filipenses; el nombre del escritor, por tanto, tendría
que aparecer probablemente en estas epístolas; de ahí, por eso, podemos deducir
que el escritor de los Hechos podría haber sido tanto Tiquico, como Timoteo,
Epafrodito, Epafras, Onésimo, Aristarco, Marcos, Jesús llamado el Justo, Lucas,
o Demas.
Timoteo, Tito y Aristarco.- Estos tres
acompañaron tanto a Pablo como al escritor tan solo desde Grecia (Hechos 20:4,
5), y por tanto tienen que ser excluidos.
Onésimo.- Que debe también ser excluido, una vez que vino a
convertirse durante el encarcelamiento de Pablo en Roma (Filemón 10).
Marcos.- Se le menciona en Hechos como habiendo sido puesto
de parte por Pablo, no queriéndole por compañero en aquel mismo viaje donde el
escritor se junta con el apóstol.
Epafrodito.- No se hallaba con el apóstol al comienzo de la
prisión de Pablo.
Epafras.- Llega a Roma solo después del inicio del
encarcelamiento.
Jesús Justo.- Siendo un Judío, queda excluido, pues el escritor de
Hechos es evidentemente un Gentil.
Demas.- Abandonó a Pablo al final de su ministerio, mientras
que Lucas permaneció fielmente a su lado; y, como la selección recae entre
Demas y Lucas, nadie puede dudar en aceptar más que clara la evidencia de que
sea Lucas, y no otro, el autor de los Hechos de los Apóstoles.
Las secciones del pronombre “nosotros”.- Las secciones de los Hechos donde el escritor se
introduce por la primera persona (plural) del pronombre “nosotros” han venido a
ser denominadas las secciones “nosotros”; y han llegado a ser exhaustivamente
examinadas y comparadas, tanto con el resto de los Hechos como con el Evangelio
de Lucas, sobre todo por Harnack. El criticismo literario bien podría darnos
una no clara evidencia en cuanto a la unidad de la autoría. Pero no sucede así.
Repetimos, una vez más, que el carácter de este volumen tan solo nos permite
hacer una sinopsis: al lector le aconsejamos que lea la traducción inglesa de
la obra de Harnack.
Las secciones
“nosotros” de los Hechos son las siguientes: Troas y Filipo.
(1) Hechos 16:10-40.
(2) Hechos 21:1-18. Tiro y Jerusalén.
(3) Hechos 27:1 a 28:16. Cesárea y
Roma.
Si se leen y se
comparan estas secciones con las demás partes, podrá observarse que se
caracterizan por sus datos exactos, dimensiones precisas de lugares, pequeños
detalles, y las características habituales de narración que ofrece un testigo
ocular. La investigación de Harnack revela que las secciones “nosotros” tienen
en común con:
El resto de los Hechos
y Lucas, pero omitidas de Mateo, Marcos y Juan….44 palabras.
Lucas, pero omitidas
del resto de los Hechos, y Mateo, Marcos y Juan…...20 palabras.
Total…………………………………………………………………………60
palabras.
Una y otra vez esta
significativa asociación entre los escritos de Lucas y el resto de los Hechos, tiene lugar con los siguientes pequeños
puntos:
“Nosotros” en común
con el resto de los Hechos y Mateo……3 palabras.
“Nosotros” en común
con Mateo solamente…………………..3 palabras.
“Nosotros” en común
con el resto de Hechos y Marcos………2 palabras.
“Nosotros” en común
con Marcos solamente…………………1 palabra.
“Nosotros” en común
con el resto de Hechos y Juan………….2 palabras.
“Nosotros” en común
con Juan solamente…………………….2 palabras
Total……………………………………………………………13 palabras
Las averiguaciones revelan que hay en total 130 palabras
o frases, en 190 lugares, que las secciones “nosotros” tienen en común al resto
de los Hechos o Lucas, o en conjunto, pero que están ausentes de los demás
Evangelios. Rackham, citando al Dr. Plummer y al Profesor Blass, dice que hay
750 palabras en los Evangelios y en los Hechos que son peculiares tan solo a
Lucas. ¿Podría el criticismo literario en cualquiera de sus vertientes producir
un tal testimonio comparable con este? De estas 750 palabras nos proponemos
examinar las 20 que están expuestas por Harnack como siendo comunes a las
secciones “nosotros” de Hechos y Lucas, que, sin embargo, se omiten del resto
de los Hechos y Evangelios.
1.
Anaphainein.- “Pensaban
que el Reino de Dios… se manifestaría inmediatamente”
(Lucas 19:11).
“Al avistar Chipre”
(Hechos 21:3).
2.
Aneuriskein.- “Hallaron a María” (Lucas 2:16).
“Y Hallados los
discípulos” (Hechos 21:4).
3.
Anaptein.- “Fuego… ya
se ha encendido” (Lucas 12:49).
“encendiendo un
fuego” (Hechos 28:2).
(Harnack aquí pone Aptein
luchnon y pur. Por mucho que
procuramos, esto no tiene referencia en los Hechos. Sin embargo, registramos
las palabras de Harnack, en caso de que posteriores averiguaciones nos
garantieran la lectura. Da como referencias: Lucas 8:16; 11:33; 15:8; 22:55;
Hechos 28:2).
4. Apospasthenai apo.- “Y Él se
apartó de ellos” (Lucas 22:41).
“arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20:30).
5. Apotinassein.- “sacudid
el polvo” (Lucas 9:5).
“Pero
él sacudiendo la víbora” (Hechos
28:5).
6. Diistemi.-`Como una hora después'
(Lucas 22:59).
`Pasando
un poco adelante' (Hechos 27:28).
7. Epimeleia y epimelomai.-`Cuidó de
él' (Lucas 10:34).
`Para
ser atendido por ellos' (R.V. margen: Recibir atención) (Hechos 27:3).
8. Epiphanein.-`Para dar luz a' (Lucas 1:79).
`No aparecieron
ni sol ni estrellas' (Hechos 27:20).
9. Euthetos.-`Mira hacia atrás, es apto' (Lucas 9:62).
Aneuthetos.-`Siendo
incómodo el puerto' (Hechos 27:12).
10. Katakolouthein.-`Las mujeres… siguieron'
(Lucas 23:55).
`Ésta,
siguiendo a Pablo' (Hechos 16:17).
11. Thrix ek tes kephales apoleitai.-`Ni un
cabello de vuestra cabeza perecerá' (Lucas 21:18).
`Pues ni
aun un cabello de la cabeza de ninguno de
vosotros perecerá' (Hechos 27:34).
12. Notos (con referencia al viento).-`El viento del sur' (Lucas 12:55; Hechos 27:13;
28:13).
13. Parabiazesthai.-`Mas ellos le obligaron
a quedarse' (Lucas 24:29).
`Y
nos obligó' (Hechos 16:15).
14. Peripiptein.-`Cayó en
manos de ladrones' (Lucas 10:30).
`Dando
(relativo a caer en) en un lugar' (Hechos 27:41).
15. Plein.-`Mientras navegaban'
(Lucas 8:23).
`Zarpar'
(Hechos 27:2,6,24).
16. Plethos
(de cosas).-`Una gran multitud'
(Lucas 5:6).
`Algunas
ramas ' (Hechos 28:3).
17. Trachus.-`Y se bajará todo monte y collado' (Lucas 3:5).
`Temiendo dar en escollos' (Hechos
27:29).
18. Me phobou (con vocativo).-`No temas, Zacarías' (Lucas 1:13).
`No
temas, Pablo' (Hechos 27:24).
La número 2 es
peculiar a Lucas. Euriskein es la que
se emplea por Mateo 27 veces; y, con las excepciones expuestas, es la palabra
que se emplea constantemente en todo el Nuevo Testamento.
La número 5.- Mientras
que Mateo 10:14 y Marcos 6:11 emplean ektinassein
para traducir la palabra original dicha por el Señor, Lucas utiliza Apotinassein; Hechos 13:51 muestra que
Lucas podría haber empleado la otra palabra.
La número 14.- Piptein, caer, se emplea en combinación
con apo, lejos; ek, fuera de; en, en; epi, sobre; Kata, debajo; para, cerca;
peri, alrededor; pros, a seguir a; sin embargo tan solo Lucas entre los escritores
evangélicos utiliza peripiptein. La
palabra significa “caer encima de alguien para atraparlo”; o “caer en una
armadilla”. ¡Cuán apropiadamente conlleva esto la idea de un hombre sorprendido
de repente y siendo rodeado! Y ¡cuán apropiado además para representar el
cuadro de un barco cayendo en un lugar donde dos mares se encuentran! Tan solo
Lucas, que se reunió con el apóstol en el puerto, Troas, y que tan gráficamente
y mismo técnicamente describe las peripecias de la nave en el memorable viaje
de Hechos 27, tan solo él, de entre todos los evangelistas, introduce la
palabra “zarpar”, “navegar”, en la narrativa del Evangelio (número 15).
Resulta extraño,
además, observar que, mientras Mateo, Marcos y Juan se contentan con citar a
Juan el Evangelista, diciendo:
“Preparad el camino
del Señor, enderezad sus sendas”,
Lucas en cambio nos dé
una cita completa del profeta añadiendo la referencia a los “lugares ásperos”.
Esto no sucede en ninguna otra parte del Nuevo Testamento. Seguir haciendo más
estudios de este tipo sería muy aborrecido para el lector, sin embargo,
nosotros sentimos la necesidad en estos días de mostrar las “pruebas
indubitables” que contienen las Escrituras en cuanto a su autenticidad y
exactitud. Lucas, en la introducción a su Evangelio, deja ver claramente que su
información proviene de dos fuentes:
(1) “Testimonio ocular”, y
(2) “De lo alto”.
“De lo alto” es la
traducción de anothem, consistente
con la que da Juan en 3:31; y Santiago en 1:17; 3:15-17. Lucas también proclama
haber recibido “un perfecto entendimiento DE LO ALTO”.
Con respecto a su
propio reclamo en cuanto a la inspiración y exactitud, observamos que la
especial característica de su Evangelio se contiene en las palabras “en, o por,
orden”. Los demás evangelistas no han ido siguiendo “por orden” sus escritos,
mientras que Lucas es el único que si lo hace así. Cuando, por tanto,
encontramos un orden de acontecimientos registrados en Mateo, y otro distinto
en Lucas, recordamos que, el orden de Lucas, es histórico, y que el orden de Mateo se encuentra así establecido
para apropiarse al propósito específico de su Evangelio. Si bien no se
encuentre repetida una tal declaración en los Hechos, nos parece justificable
creer que, a menos que se nos dijera lo contrario, el segundo volumen – escrito
por la misma persona – también deba ser (1) el del testigo ocular, (2) de lo
alto, y (3) por orden. Lucas no fue un testigo ocular de muchos de los
acontecimientos de los Hechos, particularmente de la primera mitad; sin
embargo, su narrativa no deja lugar a dudas ni al error, y es seguro que sea
tanto “inspirado” como “de lo alto”.
Consideremos los
peligros que tendría que enfrentar si fuera (1) un escritor sin inspiración, o,
peor aún, (2) un falsificador del siglo segundo. Los escenarios están
expuestos, algunos entre los Judíos y en lugares Orientales, otros en el Oeste
Europeo y en las ciudades Romanas; otros escenarios se hallaban entre las
renombradas capitales Gentiles, otros tantos en las ciudades Griegas, y otros
más en las regiones bárbaras. A través de todos
estos diversos escenarios vemos por ellos pasando y repasando al excitado y fanático
Judío; la canalla lascivia de las ciudades Griegas; los sumos sacerdotes con
sus reglas y mandamientos; centuriones Romanos, carceleros, soldados;
gobernadores y reyes; filósofos y adivinos; adoradores de imágenes y hacedores
de ídolos; todos van engrosando la multitud. Los asuntos políticos siempre en
mudanzas por sí solos serían suficientes para que tuviese que tener el máximo
de los cuidados en su narrativa. Judea, en un tiempo, era una provincia Romana
que se hallaba bajo un Procurador, y en otro tiempo es un reino independiente
bajo el mandato de Herodes. Los nombres geográficos, además, no son ciertos
hablando del mismo lugar en todo el tiempo; y sin embargo Lucas jamás comete
una equivocación siquiera. Si los gobernadores de Tesalónica se denominaban Politarchs, así es como los denomina y
registra; y el Museo Británico habla ahora acerca de la gran exactitud al
narrarlos. Del mismo modo que registra el título “Politarchs” para Tesalónica,
así habla de los Asiarchs de Éfeso,
con igual exactitud. A pesar, y en medio de todas las mudanzas introducidas por
las inconstancias de Emperadores o las demandas del Senado, Lucas nunca emplea Propretor donde y cuando Procónsul deba ser utilizado; y ha
dejado algunos de sus supuestos críticos en la vergüenza debido a sus
prematuras conjeturas y juicios en este punto y a estos respectos. Con una
inequívoca precisión ha dibujado el carácter de Herodes, de Félix, de Gallo.
Recorriendo treinta años de críticos acontecimientos, recorriendo miles de
quilómetros entre los más variados países, desde audiencias con reyes a
reuniones de mujeres en oración a la rivera de un río, el escritor de los
Hechos trazó su camino con el máximo de los cuidados y precisión, desde
Pentecostés hasta la prisión, y desde Jerusalén hasta Roma.
¿Y qué decir del carácter personal de este inspirado
escritor? Muy poco sabemos. A Pablo no se le acusa generalmente de ser un
adulador, y es evidente que cuando él escribió las palabras: “Lucas, el médico amado”, nos está dando
el más refinado carácter que pueda otorgarse proveniente de un consiervo hacia
otro. Su constancia y fidelidad son vistas en el registro final de la carrera
de Pablo. Si bien en Asia todos abandonaron a Pablo, y aunque Demas le
desamparase, bien pudo sin embargo escribir, “tan solo Lucas permanece a mi lado”.
La referencia a Lucas como médico despertó en Hobart el
deseo de iniciar un estudio exhaustivo, en el cual, llega a probarse a un grado
extremo que el autor de los Hechos sería un hombre en quien los térmicos
médicos formaban parte de su vocabulario diario: y una manera médica de
describir es la evidente manera del escritor de los Hechos. Tan importante es
este testimonio añadido, que deseamos darle un espacio en este capítulo sobre
su evidencia, antes de pasar adelante con más estudios expuestos. El volumen de
Hobart es de grandes proporciones, y debemos contentarnos con unos pocos
extractos, todos los cuales son peculiares y específicos a Lucas; es decir, no
aparecen en ningún otro sitio más en el Nuevo Testamento. Ahora bien, si el
testimonio del lenguaje sirve de algo, entonces las palabras empleadas por
Lucas deben ser términos médicos, siendo Lucas un médico. Los trabajos médicos
citados por Hobart son los mismos de Hipócrates (460-317 antes de Cristo);
Areatus (1er siglo después de Cristo); Galeno (130 – 200 después de Cristo); y
Dioscórides (1º o 2º siglo después de Cristo).
Términos Médicos peculiares a los Hechos:
Tekmerion (1:3): “prueba indubitable”.- La idea legal o comercial
se expresaría en la otra palabra disponible; pero al médico le denuncia su
elección.
Hyperoon (1:13): “el aposento alto”.- Esta palabra indica en la terminología
médica “el paladar”.
Sunchuno (2:6): “confuso”.- Galeno la emplea para
“dificultades respiratorias”. En 19:29 sunchusis
se emplea para una conmoción, una palabra que indica una “distorsión del
sistema”. Una vez más se detecta al médico por la selección de la palabra.
Epidemeo (2:10): “extranjeros”.- Nuestra palabra “epidemia”.
Apokatastasis (3:21), “restitución”.- El término médico para una completa
convalecencia o recobro de una
articulación dislocada.
Diacheirisasthe (5:30), “levantar (dando la vuelta)”.- Esta palabra
denota una “operación quirúrgica”. Lucas tenía delante por lo menos seis otras
palabras griegas que se traducen “levantar” en el Nuevo Testamento, y aparecen
desde Mateo hasta el Apocalipsis más de treinta veces. Lucas, el médico, no las tiene en cuenta, y
utiliza una que pertenece a su propio vocabulario médico.
Othone y archais (10:11):
“lienzo” y “cantos (esquinas)”.- son ambos términos de la medicina pura y
simple. Othone significa “una venda”,
y no sería natural que acudiese a la mente de una persona común. Archais, que etimológicamente
significaría “principios”, técnicamente significa “el fin de un vendaje”: aquí
se manifiesta y deja ver el médico.
Metakalein
(10:32): “haz venir”.- Cuando Lucas nos dice que Cornelio
envió llamar a Pedro, él utilizó el término profesional para “llamar a un
doctor”.
Epakroaomai
(16:25).- “oír”.- El escritor tenía una amplia gama de
palabras para escoger, sin embargo, una vez más utiliza una que es peculiar a
sí propio y su profesión. La palabra denota ¡“escuchar inclinando el oído al
cuerpo”! ¡Cuán hermosamente se describe así la actitud de los prisioneros que
“escuchaban” a través de los muros de la prisión estas alabanzas nocturnas!
Epineuo (18:20), “acceder” o “consentir”.- Un término que indica
los músculos que doblan la cabeza hacia delante.
Sunthuptein (21:13): “Quebrantar”.- Lucas podía haber escogido entre
otras siete palabras que se hallan en el Nuevo Testamento; sin embargo, utiliza
la suya propia que se asocia con thruptein,
que significa “el reventar de un cálculo”.
Asemos (21:39): “de cierto”.- Un término médico para denotar el
claro síntoma señalado de una enfermedad.
Diaginoskein
(23:15): “indagar”, “diagnosticar”.- ¿Quién, sino un
médico, podría llamar al examen de un soldado o a la decisión de un Cesar una
“diagnóstico”?
Paraineo (27:9): “amonestar”.- a Pablo se le retrata aquí dando
“avisos” profesionales.
Boetheia (27:17): “refuerzos”.
Hupozonnumi (27:17) “ceñir”.- Aquí tenemos dos términos médicos.
El primero se emplea hablando de los dispositivos mecánicos habituales del
cuerpo humano para su apoyo o sujeción, y de soportes artificiales: vendajes,
muletas etc. En el segundo, el significado primario es el “diafragma”, la
membrana que reviste al tórax.
Therme (28:3): “calor”.- Tan solo Lucas emplea este término médico,
el cual ha llegado hasta nuestros días a utilizarse como “temperatura” o
“fiebre”.
Estos no pasan de ser sino meros ejemplos. Hemos omitido
los términos médicos y las descripciones de las enfermedades, que también
delatan y de manera más obvia la profesión del observador.
Lucas, o Loukas,
es la forma griega de la latina Lucanus, tal
como Silas es la forma griega de la latina Silvanus.
Lucas fue un médico, tal como nos muestra su particular fraseología o términos
empleados en su lenguaje. Era un Gentil, no siendo incluido en la lista de la
“circuncisión” (Col.4:11 y 14). Él emplea la palabra latina semicinctura refiriéndose a un delantal
(Hechos 19:12). Estamos, por tanto, completamente satisfechos y convencidos por
su testimonio en su conjunto en este capítulo, con respecto a las siguientes
afirmaciones, todas las cuales asumiremos y daremos por ciertas a través de
todo este volumen:
1.
Lucas, el
médico amado, y fiel compañero de viaje de Pablo, es el autor tanto del
Evangelio que lleva su nombre, como de los Hechos en su totalidad.
2.
Que, de la
manera que recibió su información, tanto (a) directamente como un testigo
ocular, o (b) indirectamente a través de otros testigos, todo lo registró por
inspiración y lo recibió “de lo alto”.
3.
Que, al
igual que el Evangelio, el registro de los Hechos también observa el orden histórico actual de los
acontecimientos.
¿No
deberíamos erguir elevando nuestros corazones hacia Dios, una vez que, estamos
convencidos, en estos días, cuando la veracidad de las Escrituras (por no
hablar de su Divina inspiración) se encuentra puesta de lado y repudiada como
impensable y sin base alguna escolar, nos ha Dios ofrecido tales pruebas académicas,
tales pruebas críticas, y una tal completa evidencia de nuestra fe?
CAPITULO 2
LA CRONOLOGÍA DE LOS HECHOS
Ya hemos hecho alusión a la importancia de tener en cuenta las bases
históricas de nuestra fe. Ahora vamos a intentar brevemente trazar algunos de
los puntos de contacto entre los Hechos y la historia seglar, considerar
algunas cosas de su interna cronología, y después procederemos hacia la más
importante cuestión: el orden cronológico de las epístolas. Cuando se aplica a
las epístolas, observaremos que la cronología deja de ser una mera fabricación
de fechas, y que se alza y eleva sobre el más alto plan de la verdad
dispensacional, y el progreso de la doctrina.
Abordaremos primero la cuestión en su alcance más amplio. El reino de
cuatro Emperadores Romanas cubre el periodo de los Hechos.
TIBERIO
GALLO
CLAUDIO
NERON
Del 14 al 37 D. de Cristo| del 37 al
41| del
41-54|
del 54 al 68
|---------- HECHOS DE LOS
APÓSTOLES------------|

(Boceto original Charles H. Welch)
El objetivo de nuestras averiguaciones será ver hasta qué punto se
extiende el periodo de los Hechos cuando se despliega su pergamino.
Si bien sea cierto que estos cuatro emperadores cubren algo más que el
periodo de los Hechos, no tenemos un punto definitivo de contacto registrado,
ni en la sagrada historia ni en la seglar, donde se diga que en el año tal
después de Cristo, Pablo, o Pedro, hicieron así y así, o esto y aquello. Por
eso procuramos algunos puntos definitivos de tiempo donde el pergamino de los
Hechos pueda ser colgado al calendario del mundo. Si bien el más amplio rango
de los Emperadores Romanos no se nos da aquí, sí que se nos da una más estrecha
y más baja dinastía. Existe un incidente registrado en los Hechos, cuya fecha
es bien conocida; y este acontecimiento es la trágica muerte de Herodes (Hechos
12:20-23).
La historia de Herodes Agripa I ha sido
exhaustivamente examinada. Josefo registra (Ant.xix. 8, 2) que Herodes murió en
“el séptimo año de su reinado, y cuando contaba con 54”. En otra parte nos dice (Bell. Jud.ii., XI. 6)
que Agripa murió poco después de haber cumplido su tercer año como Rey
sobre toda Judea. Veamos entonces si podemos deducir la fecha por
estos dos factores.
1. ¿Cuándo comenzó Herodes su reinado?
La historia seglar nos da la respuesta: “No muchos días” después
de la ascensión de Gallo. ¿Cuándo sucedió eso? El 16 de Marzo del año
37 después de Cristo. Si añadimos 7 años a los 37 después de Cristo,
obtenemos la fecha de la muerte de Herodes en el 44 después de Cristo.
2. ¿Cuándo comenzó Herodes a reinar sobre TODA JUDEA?
Gallo fue asesinado el 24 de Enero del año 41 después de Cristo, y a la
ascensión de Claudio (Ant. xix. 8, 2) Herodes fue nombrado Rey de Judea y
Samaria. Añadiendo a los 41 después de Cristo los tres años del reinado de
Herodes, volvemos a obtener el 44 después de Cristo.
3. Una cuerda de tres dobleces no se parte fácilmente
Josefo hace una casual referencia al efecto que causó la muerte de
Herodes durante el festival organizado en honor de Claudio “para su
salvaguardia”. Claudio regresó a Roma venido de Bretaña en Enero del año 44
después de Cristo, después de una ausencia de seis meses. La festividad en
Cesárea, la capital Romana de Palestina, fue donde murió el rey Herodes aquel
mismo año. Una vez más el año 44 después de Cristo. Ahora podemos delimitar o
fijar el capítulo 12 de los Hechos al calendario del mundo.

(Boceto original Charles H. Welch)
Los Hechos de los Apóstoles
Son los
“Hechos” de los Apóstoles
Las epístolas son una parte
muy importante
De los “hechos” de Pablo y
están entretejidas en el libro
|
||
PRIMER VIAJE MISIONERO
CAPÍTULOS 13 Y 14
|
||
GALATAS
|
||
Hechos
|
Capítulo 1:13
|
Capítulo 8:3
|
Hechos
|
Capítulo 1:14
|
Capítulo 22:3
|
Hechos
|
Capítulo
2:11-13
|
Capítulo
11:25-26
|
Hechos
|
Capítulo 2:1,
2, 3, 14
|
Capítulo
15:1,2
|
Hechos
|
Capítulo 5:4
|
Capítulo 13:39
|
PRIMER VIAJE MISIONERO
CAPÍTULOS 16 AL 18
|
||
1ª. TESALONISENSES
|
||
Hechos
|
Capítulo 1:1
|
Capítulo 16:25
a 17:1
|
Hechos
|
Capítulo 2:12
|
Capítulo 16:23
|
Hechos
|
Capítulo 3:4
|
Capítulo
17:5-6
|
Hechos
|
2ª.
Tesalonicenses 3:9
|
Capítulo
20:34, 35
|
1ª- CORINTIOS
|
||
Hechos
|
Capítulo 1:2
|
Capítulo 16:25
y 17:1
|
Hechos
|
Capítulo 1:14
|
Capítulo 18:8
|
Hechos
|
Capítulo 3:5,
6
|
Capítulo
18:24-27
|
Hechos
|
2da. Corintios
1:15, 16
|
Capítulo 19:21
|
ROMANOS
|
||
Hechos
|
Capítulo 1:1
|
Capítulo 13:1
|
Hechos
|
Capítulo 1:15
|
Capítulo 19:21
|
Hechos
|
Capítulo
15:18, 19
|
Capítulo
19:11, 20:12, 21:19
|
Hechos
|
Capítulo
15:30, 31
|
Capítulo 21:
17-30
|
Hechos
|
Capítulo 16:3,
21, 23
|
Capítulo 18:1,
2, 5 19:22
|
La fecha de la crucifixión del Señor se acepta como siendo entre los
años 29 a 31 después de Cristo, que es la fecha del capítulo de apertura de los
Hechos. Así que tenemos por tanto la fecha de los primeros doce capítulos,
desde el año 29 o 31 después de Cristo hasta el 44.
Procuremos ahora una evidencia para ubicar la fecha del último
capítulo. La narrativa ilustra a Pablo como un prisionero, enseñando libremente
y sin limitaciones, “abiertamente y sin impedimento”. Estas palabras de cierre
de los Hechos indican un periodo en el cual el Poder Romano estaba siendo
tolerante para con la nueva secta. De hecho, a través de todos los Hechos,
hasta el último capítulo, el Gobierno Romano es visto en una luz favorable, las
persecuciones detalladas en la narrativa provienen de los Judíos.
El enorme incendio que irrumpió en Roma tuvo lugar en el 19 de Julio del
año 64 después de Cristo. Si tenemos un poco de conocimiento de las
terribles persecuciones de los cristianos que sucedieron inmediatamente a
seguir al fuego, encontramos que sea imposible concebir que Pablo permaneciese
sin ser obstaculizado en su propia casa alquilada mientras sus seguidores y
convertidos estuviesen siendo quemados como antorchas o echados a los leones.
El año 64 después de Cristo, por tanto, tomamos como el más sólido límite
temporal de la historia de los Hechos. No es necesario que los Hechos se
extiendan hasta ahí, pero es prácticamente cierto que no se expanden más allá
del 64.
Pablo tuvo un contacto próximo con varios gobernadores Romanos por causa
de su encarcelamiento. Veamos si podemos encontrar otra fecha similar a la del
año 44 después de Cristo. El apóstol fue arrestado en Jerusalén, enviado a
Cesárea, encarcelado por Félix y detenido por él durante dos años. Félix fue
sustituido por Festo, quien escuchó la defensa de Pablo, así como lo hizo
además el Rey Agripa. Félix fue Procurador de Judea en el año 52 o 53 después
de Cristo (Jos. Ant. xx. 7, 1; Bell. Jud. 2:12, 8). Eusebio asigna el año 51
como la fecha de su investidura (Cron.2., pag.271). Cualquiera de estas que
pueda ser la fecha cierta, sabemos por Hechos 24:10 que Félix ya llevaba siendo
Procurador desde hacía “muchos años” cuando Pablo se presentó delante de él.
Cuando Tertuliano acusó a Pablo delante de Félix, introdujo sus cargos
con el cumplido saludo: “Visto que por ti gozamos de una gran paz y quietud”,
con la idea de que esto hubiese sido un aspecto de la administración de Félix.
Cuando Pablo fue libertado del complot Judío por medio de los soldados romanos,
es evidente por las palabras del capitán principal que lo confundió por el
falso profeta, un egipcio que había sido cabecilla de 4.000 fanáticos Judíos y
los había conducido al Monte de los Olivos para ver la caída de Jerusalén.
Félix los persiguió, pero el egipcio lograría escaparse. Otra pequeña conexión
sería la palabra traducida “sicarios” en Hechos 21:38, que en el original
es sikarion. Ahora bien, Josefo nos dice hablando de
estos sicarios que asesinaron personas a plena luz del día, y
que se soliviantaron durante el reinado de Nerón. Nerón comenzó su reinado el
13 de octubre del año 54 después de Cristo.
La gran “quietud y paz! referida por Tertuliano fue posterior a la
captura de Eleazar, y después que fuese enviado a Roma a seguir a los veinte
años acusado de desafío y rebelión, y además. después de la derrota del falso
profeta – el egipcio por quien Pablo había sido confundido por Claudio Lisias,
el capitán principal. Los numerosos acontecimientos que forman parte de la
administración de Félix completan un cálculo de tres años. A estos, añadiendo
la fecha posible más temprana de los “sicarios”, nos trae delante al año
57 después de Cristo. Pablo llegó poco después de esta fecha, pues el egipcio
estaba siendo procurado “antes de estos días”.
Félix fue mandado llamar para ir a Roma y responder por acusaciones de
mal gobierno; y fue seguido por los acusadores Judíos. Fue este el motivo por
el cual se dejó preso a Pablo, “procurando darles una alegría (o agradar) a los
Judíos” (Hechos 24:27). Josefo nos dice que Félix fue librado de los castigos
apropiados a sus actos por la intervención de su hermano Pallas. Ahora
bien, Pallas murió en el año 62 después de Cristo (Tacit, Ann. xiv. 65); por
tanto Félix debió haber sido llamado no después o más tarde del año 61 para
poder haber llegado a Roma a tiempo, si es que la influencia de su hermano
pudiese haber surtido algún efecto. Otra pista se nos ofrece por una nota de
Josefo, acerca de una cierta disputa que se levantó entre Festo y los Judíos, y
nos informa que la diputación Judía fue considerablemente ayudada por la
influencia de la esposa de Nerón, Poppoea, que había contraído matrimonio con
él en el año 62.
Y todavía tenemos un testimonio más. Cuando Pablo llegó a Roma fue
entregado a la custodia del Prefecto de la “guardia Pretoriana”, al stratopedarche (Hechos
28:16).
La minuciosa precisión de la Escritura nos capacita para fijar otra
línea fronteriza. Aquí se menciona Un Prefecto. En el año 62 fueron
investidos dos Prefectos, siendo que Burrhus ostentó ese
oficio tan solo hasta el momento de su muerte, la cual aconteció en Febrero del
año 62 después de Cristo. Sabemos que Pablo pasó el invierno en
Malta (Hechos 28:1-11); el mar no se abrió para la navegación hasta que llegó
Febrero, y consecuentemente, Burrhus debió haber muerto antes que Pablo llegase
a Roma, si es que tomamos en su llegada la más tardía fecha del año 62. Debemos
por tanto ponerla atrás del 61 como fecha más tardía. Algún tiempo después de
Amarrar el barco, que fue el 24 de Septiembre (si ocurrió en el año 60), encontramos
al apóstol en Buenos Puertos. Esto ubica el embarque de Pablo (Hechos 27:2)
alrededor de Agosto de un año no posterior al 60 después de Cristo. Ya hemos
visto que, en algún momento entre el año 57 y 58, debe ser ubicada la última
fecha de su arresto.
Muchos expositores de renombre han ubicado
sin lugar a dudas la fecha del embarque de Pablo para Roma como el año 60. Sin
embargo, debemos darle atención a otro testimonio antes de poder llegar a
nuestra conclusión. El testimonio de Eusebio no debe ser livianamente puesto de
parte; y Harnack, aceptando su fecha, ubica el embarque de Pablo en el año 56
de nuestra era. C.H. Turner somete el problema a un cuidadoso examen, y deduce
la fecha posterior, el año 58. La solución que sugiere es que Eusebio, a la
hora de hacer su calendario, no podía continuamente comenzar un nuevo año en el
mes que cada nuevo rey ascendiese al trono; y una vez que comienza su año con
Septiembre, el primer año del reinado del Emperador se fechaba
desde el Septiembre siguiente a seguir a su sucesión actual. C.H Turner
reconoce el año 58 para el juicio de Pablo delante de Festo y Agripa.
Bien podremos ver, que, si bien exista una
pequeña incerteza en cuanto a la fecha precisa, existen también a su vez
ciertos límites para allá de los cuales no pueden ser ubicadas sus fechas. Si
aceptamos el año 60 para el embarque para Roma, eso significaría que Pablo fue
liberado en la primavera del año 63, y se hallaba por tanto libre de Roma antes
que la fiera persecución tuviera su inicio. Si aceptamos la más temprana fecha
del año 58, Pablo habría sido librado en el año 61, y habría teniendo tiempo de
visitar las iglesias, y para haber escrito la epístola a los Hebreos, 1ª y 2ª
Timoteo, y Tito; y al haber reventado la persecución bajo mano de Nerón, se
habría visto envuelto, y hubiese sido encarcelado, esta vez, para sellar su
testimonio con su sangre. Así, obtenemos, por tanto, las siguientes fechas
aproximadas:

Uno o dos detalles serán suficientes para rellenar los espacios. Aquila
y Priscila fueron expulsados de Roma por el edicto de Claudio, quien reinó
entre el año 41 y el 54 de nuestra era, y estas fechas serían los límites extremos
de la visita de Aquila a Corinto. Tácito nos dice que en el año 52 de nuestra
era los Judíos fueron obligados a salir de Roma. Saetones dice: “Judaeos
impulsore Chresto assidue tumultuantes Roma expulit”. Chrestos es
considerado por algunos como una transcripción para Christos. Si Aquila alcanzó
Corinto a comienzos de Febrero del año 52 de nuestra era, Pablo debió llegar un
poco más tarde en ese mismo año. Hechos 18:11 nos dice que el apóstol
permaneció en Corinto por espacio de un año y seis meses: de ahí que su partida
de Corinto sería el año 53 después de Cristo.
Lucas continúa hablándonos de un incidente que sucedió “muchos días”
antes de que Pablo se ausentase de Corinto, “cuando Galión era el diputado
(procónsul) de Acaya”. De manera incidental, remarcamos la precisión del
lenguaje de Lucas. Acaya había estado bajo el proconsulado de Augusto, pero
pasó luego a ser una Provincia Imperial bajo el mando de Tiberio (Tacit. Ann.
I. 76). Fue de nuevo restaurada por Claudio para el Senado, pasando a ser
proconsular después del año 44 de nuestra era, y llegó a ser libre bajo el
mando de Nerón. Lucas nunca comete un error en medio de todas estas mudanzas
políticas. Tenía de hecho “un perfecto entendimiento de lo alto”. Ya hemos
sugerido que Pablo se ausentó de Corinto Augusta el año 53 de nuestra era, y
así, si deducimos los “muchos días” del versículo 18, podemos decir que el
incidente de Galión tuvo lugar alrededor de la mitad del verano de aquel año.
Claudio había investido a Marcos Annaeus Novatus para ser procónsul de
Acaya, éste hombre debió haber sido adoptado según la retórica de Lucio Junius
Annaeous Gallio, por cuyo nombre era conocido. El hermano de Gallio fue el
afamado Estoico, Séneca. Ahora bien, Séneca había sido expulso, pero sin embargo
lo volvieron a llamar en el año 49 después de Cristo, y en el 53 se encontraba
en la cima de su popularidad. Gallio no se hallaba en Acaya en el año 54 (Dion.
IX. 35); de ahí que sea el año 53 la fecha límite en la cual Pablo pudo haber
sido llevado ante su presencia, y 18 meses antes de esto nos llevaría al año
52.
Al salir de Corinto, Pablo zarpó hasta Siria, pretendiendo llegar a
Jerusalén al tiempo de la fiesta (18:21) que sería la de los Tabernáculos, en
el 16 de Septiembre del año 53 de nuestra era. A seguir a la visita a
Jerusalén aludida en el versículo 22, el apóstol descendió hasta Antioquía, y
desde ahí “fue recorriendo todo el territorio de Galacia y Frigia por orden”.
Esto nos llevaría a la primavera del año 54. Ahora Pablo se dirige a Éfeso
(19:1) y permanece ahí por espacio de tres años (Hechos 20:31). Una vez que
promete volver a seguir a la fiesta, sin duda alguna llegó a Éfeso en la
primavera del año 54. Podrá observarse que una serie completa de acontecimientos
gira en vuelta de estas fechas aproximadas, y eso nos ayuda a creer que no
andamos lejos de la verdad. Otra observación incidental se nos
presenta por la referencia de Pablo a Aretas.
El Reinado de Aretas en Damasco
En 2ª Corintios 11:32 el apóstol habla de su humillante fuga de Damasco:
“En Damasco, el gobernador de la provincia del rey
Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme”.
Este Aretas fue el cuarto de su dinastía, y reinó aproximadamente desde
el año 9 antes de Cristo hasta el 40 después de Cristo. Son muy frecuentes las
inscripciones que refieren su 48 aniversario, y vino a morir en algún momento
entre la muerte de Tiberio y la mitad del reinado de Claudio, pues a su sucesor
lo hallamos envuelto en guerra en el año 48 de nuestra era. Damasco se hallaba
bajo administración Romana en los años 33, 34 después de Cristo y en los del
62, 63, puesto que las monedas de Tiberio y Nerón no dan evidencia alguna de un
príncipe local al tiempo. Esto estrecha el periodo en algún momento a seguir al
año 34 de nuestra era.
Gayo, que sustituyó a Tiberio en este tiempo, fue famoso por la vía en
la cual procuró favorecer los príncipes locales; y es muy probable que Damasco
le hubiera sido entregada por él a Aretas. Nos encontramos en todo caso
confinados a los años 34-40 de nuestra era, y al mismo tiempo, como el otro
cálculo nos lleva hasta el año 37, nos parece que la fecha puede muy bien ser
acepte.
El Hambre de Hechos 11:28
Agabo, un profeta de Jerusalén, predijo un hambre que sucedería en el
reinado de Claudio César. Desde que se dio a conocer este evento, y antes que
el hambre hubiera actualmente comenzado, los creyentes en Antioquía
determinaron enviar ayudas a Judea por manos de Bernabé y Pablo.
Ahora bien, Josefo nos dice que el hambre comenzó en el año de la muerte
de Herodes, pues vino a tener lugar durante el gobierno de Cuspius Fadus y
Tiberio Alexander (Ant. XX. 5, 2). Cuspius Fadus fue investido en la última
mitad del año 44 de nuestra era, y fue sucedido por Tiberio Alexander en el año
46. Una vez que Tiberio Alexander fue posteriormente sustituido por Cumanus en
el año 50, obtenemos un periodo de seis años en los cuales el hambre pudo
haberse desarrollado y desaparecer.
Las premoniciones de la escasez o carencia venidera se evidencian en el
cuidado con el cual el pueblo de Tiro y Sidón es visto para conciliar a
Herodes. Deseosos le pedían paz, nos dice Hechos 12:20, “pues sus territorios
eran suplidos por la región del rey (de Herodes)”. Esto nos ofrece como una
fecha apropiada y aproximada para el viaje de Bernabé y Saulo a Jerusalén el
año 44 de nuestra era.
Hemos acertado ya la fecha de los Hechos por lo menos en cuanto se
refiere a sus aspectos principales, esto es, los años 29, 44, 60, 64 después de
Cristo; también hemos hallado indicaciones de las posibles fechas del hambre
predicha por Agabo, y de la primera venida a Corinto del apóstol. Ahora nos
proponemos ubicar el viaje misionero que fue llevado a cabo por el apóstol.
Hechos 13, 14 – Este viaje ha sido fechado
alrededor de los años 44-48. C.H Turner, en Hasting´s Dictionary of the
Bible, considera que se requieren dieciocho meses para este
viaje. El Profesor Ramsay estima dos años y tres o cuatro meses. Entre los
puntos que influencien una conclusión debe hallarse el carácter del distrito,
el clima, y sus efectos sobre los viajes.
El territorio montañoso se hallaba entre
Perge y Antioquía en Pisidia, generalmente no se atravesaba entre los meses de
Diciembre a Marzo. Si por tanto imaginamos que el itinerario de Pablo fuese
organizado según las condiciones naturales propias al territorio, entonces
puede hacerse la siguiente tabla: Es la sugerida por C.H. Turner anteriormente.
Pablo llegó a Chipre en Abril, y después de salir de la isla (13:6), y dejar
Pafos en Julio, llegó a Iconio en Noviembre. Aquí los discípulos se regocijaron
y fueron llenos además con el Espíritu Santo; y aquí se nos dice también que
Pablo y Bernabé “se detuvieron mucho tiempo”. Una vez que se acercaba el
invierno en su travesía, es probable que permaneciesen allí hasta la Pascua.
Por Abril, por tanto, llegarían a Listra y Derbe, y las regiones alrededor
(14:6, 7). Debieron comenzar su viaje de vuelta en algún momento próximo de los
comienzos de Julio, alcanzando Panfilia por el mes de Octubre, y regresando a
Antioquía y Siria por Noviembre. Estamos por tanto a salvo si aceptamos los
años 45-48 de nuestra era para este primer viaje misionero.
Ya hemos dicho lo suficiente para indicar la cronología general del
libro. Tal vez, la más importante cuestión de todas, esto es, el orden
cronológico de las epístolas, haya debido ser omitido en sus detalles hasta que
lleguemos y tratemos con el tema o sujeto de la iglesia de Galacia. Hasta hace
muy poco tiempo, estábamos convencidos que 1ª Tesalonicenses era la primera
epístola Paulina. Recientes averiguaciones arqueológicas han traído mucha luz e
iluminado muchos pasajes anteriormente oscuros, así que tienen que ser
necesariamente tenidos en cuenta los hallazgos de los arqueólogos, antes que
podamos llegar a cualquier conclusión con respecto a la cronología de las
epístolas.
CAPÍTULO 3
LA CLASIFICACIÓN DEL MATERIAL
Algunos escritores han hecho hincapié en la
aparente falta de diseño o planificación en los Hechos, pero los tales pueden
bien ser menospreciados como estudiantes superficiales. Los Hechos tienen una
estructura literaria comparable con cualquiera de las epístolas; existe
evidentemente un plano, y adopta un método muy efectivo de llevar a cabo todo
ese plan.
El propio Lucas parece haber dividido los
Hechos en ocho secciones, siendo cada sección señalada por un paso adelante,
desde Jerusalén hasta Roma. Esta división del sujeto o tema principal debe
llamar nuestra atención antes que nada, y es a lo que nos dedicaremos ahora.
Si analizamos esta división, encontraremos
sugerido el duplo tema de los Hechos, esto es, la comparación del ministerio de
Pedro con el de Pablo (a ser considerado posteriormente), y la constante
tendencia del libro en favor de los Gentiles. Los tres puntos geográficos que
abarca son:
JERUSALÉN … ANTIOQUIA … ROMA
Estos lugares se asocian, en la narrativa, con:
JUDÍOS … JUDÍOS Y GRIEGOS … GENTILES
El ministerio de Pedro cesa efectivamente al
tiempo de la conversión de Cornelio. Tan solo se mantiene en la historia por un
corto periodo de tiempo más, pero no añade nada nuevo al desarrollo del tema.
Los Hechos de los Apóstoles, que nosotros procuramos actualmente mostrar, no
son los Hechos de Pedro y Pablo. Son los Hechos de Pablo; y a Pedro se
pone y nombra tan solo por un propósito específico. Resumiendo, por tanto, las
ocho divisiones anteriores, encontramos:

El testimonio geográfico nos muestra una flecha
apuntando continuamente desde Jerusalén hasta las partes más lejanas de la
tierra. Podrá ser vista más fácilmente de la siguiente manera:

Esta tripla división nos muestra de manera
prominente la división dispensacional del libro – Restauración, Reconciliación
y Repudio – a la cual dedicaremos varios capítulos posteriormente en este
volumen. Ahora tan solo estamos clasificando el material, no es tiempo, por
tanto, de pararnos para ver al detalle ninguna sección.
Cuando examinemos algunas de las epístolas
presentemente, las varias visitas de Pablo a Jerusalén formarán un sujeto o
tema para investigación. Este ahora será el lugar apropiado, tan solo, para
hacer la tabla a las referencias en los Hechos a las visitas de Pablo:
Las Visitas de Pablo a Jerusalén

Aquí nos hemos refrenado de intentar fijar fecha
alguna, pero hay varios aspectos importantes que surgen de esta tabla, y
podremos volver a referirnos a este parágrafo posteriormente.
Los Hechos de los Apóstoles dan una gran
atención a los discursos llevados a cabo en ciertas ocasiones críticas. Aquí
damos un sumario, y podremos considerarlos en mayor amplitud, según el espacio
nos permita.
Cinco de los discursos de
Pablo se preservan al por menor. Otros han sido abreviados. Un ministerio tan
activo como el del apóstol debe haber producido innumerables escritos y
epístolas. Existe una evidente selección hecha en los Hechos de esos
discursos que se acoplan al propósito del escritor.
Resumiendo* las
conversaciones registradas, tenemos los siguientes ejemplos de cómo Pablo
predicaba debajo de las diversas circunstancias:
1. Misionero.
(a) A la Dispersión
(13:16-41)
(b) A los Paganos 1. Ignorantes (14:15-17)
2. Letrados (17:22-31)
2. A la Asamblea Cristiana.
Encargo
Pastoral (20:18-35).
3. Apologético
(a) Judíos 1. Multitud
2. Sanedrín
3. Ancianos en Roma
(b) Oficiales Romanos 1. Félix (24:10-21)
2. Festo (25:10-12)
3. Agripa (26:2-29)
4. Varios
Lugares
1. Jerusalén
(20;
23)
2.
Antioquía en Pisidia (13)
3.
Éfeso (20)
4.
Atenas (17)
5.
Cesárea (24 a 26)
6.
Roma (28)
5. El valor de
estos discursos
1. Indican el
método misionero de Pablo
2. En
conjunto con el elemento personal de la epístola, nos dan un pleno retrato del apóstol.
3. Demuestran
su peculiar capacidad para su obra
4. Revelan
los tres grandes factores en la expansión del evangelio
(a) El Judaísmo en el
Territorio y en la Dispersión
(b) El Helenismo
(c) El Imperio Romano
5. Además nos muestran la
posición social de Pablo:
(a) Judío
(b) De Tarso
(c) Romano
* Ver Pablo el orador ( Jones ) para un análisis más elaborado .
Como ejemplo y, así lo
esperamos, como un estímulo para un posterior estudio, analizamos el primer
discurso de Pablo, registrado en Hechos 13.
Hechos 13:16-41
Primer Discurso Misionero
de Pablo
1. Su asentamiento
A| 6:13 Típico Milagro.
Judío ciego.
Gentil creyendo.
B| 14-41 El discurso dirigido a Judíos y Gentiles.
A| 42-48
Típico resultado. Los Judíos llenos de envidia.
Los
Gentiles creen.
2. Su sustancia
A| i Una Persona. Un Salvador. Jesús
ii Un
Pueblo. A Israel
B| i Una Proclamación. La
Palabra de esta Salvación (26)
ii Un
Pueblo. A vosotros, tanto Judíos como Gentiles
C| i Una Predicación. El Perdón
de Pecados (38)
ii Un Mensaje Peculiarmente
Paulino
JUSTIFICACIÓN (39)
D| i Un Aviso Profético
Tened cuidado… no venga sobre
vosotros. Israel (40)
ii Una
Profética Exhortación
La Luz de los Gentiles
3. Su Estructura
El apóstol divide su
mensaje en tres partes a través de la forma personal del discurso:
1. Varones de Israel, y
todos los que teméis a Dios (Judíos y Gentiles)
2. Varones, hermanos,
hijos del linaje de Abraham, y todos los que entre vosotros teméis a Dios
(Judíos y Gentiles) (26)
3. Varones y hermanos
(Judíos) (38, 39).
Ya tendremos ocasión de
volver a ver este discurso, y de comparar su enseñanza con la epístola a los
Gálatas; pero será mejor hacer eso en su lugar apropiado, cuando hayamos antes
considerado el reclamo de este primer viaje misionero siendo dirigido a “las
Iglesias de Galacia”.
El lector podrá observar
un cierto paralelo entre este discurso y el de Esteban registrado en Hechos 7.
Además, en el discurso de Pedro en el día de Pentecostés, también se encuentra
un paralelo de resonante naturaleza, particularmente en el énfasis puesto sobre
la conexión de la resurrección de Cristo con David.
También son
importantes las marcas de inicio de la enseñanza de Pedro. Pedro se dirige:
“Varones Judíos, y
todos los que habitáis en Jerusalén. Varones Israelitas…toda la casa de Israel”
(2:14, 22 y 36).
Pedro llama a sus
oidores y les pide:
“Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros…para perdón de los pecados” (2:38).
Pablo no dice nada de
esto. Pedro nunca menciona la Justificación. El mensaje distintivo de Pablo en
cambio se perdería sin ella. Pedro les pide a los creyentes de Israel que sean
salvos de esta perversa generación. Pablo pide a los Gentiles que crean, viendo
que Israel repudia el mensaje de salvación. El espacio que disponemos no nos
permite analizar el resto del discurso; confiamos que el lector se vea
persuadido para seguir con esta importante línea de estudio.
Otro tema que recae sobre
el título de nuestro capítulo es la evidente comparación que se elabora en los
Hechos entre los dos apóstoles, Pedro y Pablo.
Los Paralelos entre Pedro
y Pablo
Pedro recibe un nuevo nombre (Juan 1:42)
|
Pablo es
llamado Saulo al principio (Hec.13)
|
Pedro fue bautizado por el Espíritu
(Hec.2)
|
Pablo fue
separado por el Espíritu (Hec.13)
|
Pedro fue
tomado por borracho (Hec.2)
|
Pablo fue
tomado por loco (Hec.26)
|
El primer discurso de Pedro en (Hec. 2)
Es similar en estilo
|
Al primer
discurso de Pablo en Hechos 13
|
Pedro sana
a un hombre cojo
(3)
|
Pablo sana
a un hombre cojo (14)
|
Pedro
castiga con la muerte
(5)
|
Pablo castiga con ceguera (13)
|
El primer milagro de Pedro tiene imagen
Dispensacional (3)
|
El primer milagro de Pablo tiene imagen
Dispensacional (13)
|
Pedro repudia el oro y la plata
(3)
|
Pablo
repudia el oro y la plata (20)
|
Pedro es encarcelado
(4)
|
Pablo es
encarcelado (21)
|
Pedro en pie delante del Concilio
(4)
|
Pablo en
pie delante del Concilio (23)
|
El acto de Pedro produce temor
(5)
|
El acto de
Pablo produce temor (19)
|
La sombra de Pedro sana con poder (5)
|
Los
atuendos de Pablo sanan con poder (19)
|
Pedro beneficiado por Gamaliel
(5)
|
Pablo beneficiado
por Galio ((18)
|
Pedro comunica por imposición de manos el
Espíritu Santo
(8)
|
Pablo
comunica por imposición de manos el Espíritu Santo (19)
|
Pedro condena a Simón el Mago
(8)
|
Pablo
condena a Bar- Jesús (13)
|
Pedro resucita a Dorcas
(9)
|
| Pablo
resucita a Eutico (20)
|
El primer convertido por Pedro tenía
nombre latino
(10)
|
El primer
converso Gentil por Pablo tenía nombre latino (13)
|
Pedro al medio día tiene una visión y
escucha una voz (10)
|
Pablo al
medio día tiene una visión y escucha una voz (9)
|
Pedro casi adorado por Cornelio (10)
|
Pablo casi
adorado por los de Licaonia (14)
|
Pedro es librado de la prisión
por Un ángel
(12)
|
Pablo es
librado de la prisión por un terremoto (16)
|
Pedro va inmediatamente a casa de María
(12)
|
Pablo va
inmediatamente a casa de Lidia (16)
|
Pedro
confiesa estar listo para ser Encarcelado y morir por causa del Señor Lucas
(22:33)
|
Pablo
confiesa estar listo para ser encarcelado y morir por causa del Señor (21:13)
|
Pedro no fue instruido por carne y sangre
(Mat.16)
|
Pablo no fue encomendado por carne y
sangre (Gál.1:16)
|
Pedro va a Babilonia (1ª Pedro 5:13)
|
Pablo va a Roma (Hechos 28:16)
|
No pretendemos haber sido exhaustivos en esta
comparación; pero la lista ya es suficientemente larga para demostrar que una
tal comparación existe como un hecho actual. Cuando analicemos las epístolas
sobre el tema, creemos que la conclusión será irresistible: que los Hechos
fueron escritos con el único propósito de asentar la cuestión, de una vez por
todas, de la absoluta igualdad e independencia del apostolado de Pablo. Las
palabras y los actos de Pedro no son registrados por Lucas para su propio
provecho, de igual modo sucede en relación con las palabras y actos de Pablo.
Sin embargo, una posterior, más profunda, y más
santa comparación se hace evidente bajo investigación, y es la instituida entre
el ministerio personal del Señor Jesús y de Su siervo Pablo.
El Paralelo entre el Señor y Su siervo,
Pablo
El Señor actúa en persona (Lucas y otros)
|
El Señor actúa
en Pablo (Hechos)
|
El Señor, “como era Su costumbre” se dirigió a
la sinagoga y se levantó a leer
(4:16)
|
Pablo, “como era su costumbre” se dirigió a la
sinagoga y discutía por la Escritura 17:1-3 18:4
|
El Señor sanó a todos los enfermos (4:40)
|
Pablo sanó a todos los enfermos (28:8-10)
|
El Señor enfureció a sus oyentes refiriendo
la bendición a los Gentiles
(4:20-29)
|
Pablo enfureció a sus oyentes refiriendo la
bendición a los Gentiles (22:21, 22)
|
La vida del Señor se vio envuelta en enemistad
por sumos sacerdotes y Escribas (20:1,2)
|
La vida de Pablo se vio envuelta
en enemistad contra los Judíos (23:12, 14)
|
El Señor es acusado delante de Pilatos de
pervertir a la nación, prohibiendo pagar al César tributos, y proclamarse Rey
(23:1,
2)
|
Pablo es acusado delante de Félix de sedición,
y de hablar contra el César, y en Tesalónica, de enseñar que había otro Rey,
Jesús (17:7; 24:5; 25:8).
|
El Señor “ruega” oraciones por liberación en
Getsemaní, pero no se recusa a hacer la voluntad de Dios (Mat.26: 39,42,
44)
|
Pablo “ruega” con oraciones para que pudiera
ser librado de su espino en carne pero se resigna a sufrir (2ª Cor.12:7).
|
El Señor le revela a los doce que debe subir a
Jerusalén, que sería entregue a los Gentiles Su muerte y
resurrección
(18:31-33)
|
Pablo es avisado por profecía que en Jerusalén
sería hecho prisionero y entregue a los Gentiles (21:11).
|
El Señor es arrestado mientras
oraba En Getsemaní
(22:47-52)
|
Pablo es arrestado mientras oraba en el Templo
(21:27-30).
|
El Señor es abofeteado (22:63,
64)
|
Pablo es abofeteado (23:2)
|
El Señor delante de Herodes (23:7)
|
Pablo delante de Herodes (23:34, 35; 26)
|
La multitud clama “Fuera con
éste” (23:18)
|
La multitud clama “Quita de la tierra a este
hombre” (Hechos 22:22).
|
Pilato atesta la inocencia del
Señor (Mat.27:24).
|
Agripa atesta la inocencia de Pablo (26:31,
32).
|
El malhechor dijo: “Este hombre No ha hecho
nada malo” (23:41)
|
Agripa dijo: “Este hombre no ha hecho nada
digno de muerte” (26:31).
|
El Señor fue abandonado por todos sus
discípulos en Su prueba (Mat.26:56)
|
Pablo fue abandonado por todos en su primera
defensa (2ª Tim.4:16).
|
Y no tan solo existe se traza una viva
repetición de los sufrimientos del Salvador y Su testimonio; tenemos
además paralelismos verbales muy claros en los dos libros escritos por Lucas.
Por ejemplo, las mismas palabras aparecen en:
LUCAS
|
HECHOS
|
Como era su costumbre (4:16)
|
Como acostumbraba (17:2)
|
Le echaron fuera de la ciudad
(4:29)
|
Le arrastraron fuera de la ciudad (14:19)
|
Entregado a los Gentiles
(18:32)
|
Lo entregarán en manos de Gentiles (21:11)
|
Procuraban matarle (19:47)
|
Procuraban matarle (21:31)
|
No he hallado en este hombre
nada Digno de muerte
(23:15)
|
Ningún mal hallamos en este hombre nada digno
de muerte (25:25)
|
¡Fuera con éste!
(23:18)
|
¡Quita de la tierra a tal hombre! (22:22).
|
Esta lista hablará por sí y muy claramente cuando
hayamos examinado la enseñanza de aquellas epístolas que se conectan con la
“comunión de los sufrimientos” del apóstol, y la participación de lo que está
por detrás de “las aflicciones de Cristo”. Será suficiente con que nos demos
cuenta que ningún escritor de una obra podría instituir tantos paralelismos sin
que tuviera intención de hacerlo; y si se admite la intención tanto en el
paralelo entre los dos apóstoles como entre el apóstol Pablo y Su Señor,
estaremos en el buen camino para comprender el propósito de los Hechos.
Además de Pedro no
tenemos otra sino una sola figura dominante en los Hechos, es decir, el apóstol
Pablo. Esteban ofrece su testimonio, y lo firma con su sangre; y Saulo de Tarso
es a seguir investido para el Señor, para llevar a cabo el movimiento en pro de
los Gentiles tan claramente percibido y enunciado por Esteban el Helenista.
Bernabé, Felipe, y Marcos, todos preparan la senda para Pablo, y a seguir
desaparecen. Aun mismo Pedro, cuando su obra finaliza, “sale para irse a otro
lugar” (12:17), y sale de escena después de presentar a Pablo en el capítulo
quince. Matías es investido, pero nunca más vuelve a ser mencionado por nombre.
Jacobo (Santiago) aparece asociado con Pablo, y desaparece. Juan sale
rápidamente del escenario. No sabemos dónde se fue Juan, ni tampoco lo que
hizo. No tenemos registro alguno de los hechos de Bernabé a seguir a 15:39.
Saulo de Tarso entra en
la arena en Hechos 8, y rápidamente pasa a ser la figura central del libro.
Durante veinte capítulos de entre los veintiocho, cada uno de los incidentes
que se registran, contienen alguna relación directa a la igualdad e
independencia, al peculiar ministerio y la fidelidad, del apóstol de los
Gentiles. Así quiera Dios que no perdamos la obvia intención que tiene para con
nosotros, quienes por naturaleza éramos:
“Gentiles en la
carne…estábamos sin Cristo…no teniendo esperanza alguna, y sin Dios en el
mundo” (Efesios 2:11, 12)
CAPITULO 4
RESTAURACIÓN
Al igual que los tres
nombres geográficos, Jerusalén, Antioquía y Roma, tienen mucho que ver con las
mudanzas dispensacionales que son trazadas a través de los Hechos, del mismo
modo hay tres palabras que resumen estas fases del desarrollo del propósito de
Dios.
1. RESTAURACIÓN.- El reino
para Israel (1-9).
2. RECONCILIACIÓN.-
Tipificada por la visión del lienzo y la salvación de Cornelio (10-14).
3. REPUDIO.- Representado en
el primer milagro de Pablo sobre la ceguera (13), y llevado a cabo
efectivamente en la puesta de parte de Israel en Hechos 28.
La primera sección se
limita a los “Judíos solamente”; la segunda sección da lugar a los Gentiles,
pero no antes que Saulo se convirtiese pudo Pedro haber recibido la visión en
Jope, ni tampoco aprendido que, los Gentiles, ya no serían considerados comunes
o inmundos. La tercera sección cae o se sale fuera del ámbito de Israel, y la
salvación de Dios se envía entonces a los Gentiles. Ahora nos ocuparemos en
trazar los aspectos de estas tres fases por separado. Ahora, pues, en este
presente capítulo, daremos atención a la primera sección.
De manera inmediata, en
esta primera parte, nos enfrentamos con un punto un tanto discutible, al
titular, esta sección de los Hechos: “Restauración”, pues muchos
consideran que los apóstoles estaban totalmente equivocados al haber pensado
acerca de la restauración del reino que fuese tan solo para Israel, y que
deberían haberse ocupado con el establecimiento de la iglesia. Podrá observarse
que, nosotros, en cambio, tomamos la posición de creer que, la cuestión
concerniente a la restauración del reino a y para Israel, fue la que tomaron,
la más relevante y correcta, y, que la idea de que Pentecostés fuese el
comienzo de “la iglesia”, es totalmente extraña y ajena a su significado y
posición. Nuestras averiguaciones abarcarán un ámbito en el fundamento de:
(1) La enseñanza propia del
Señor de los apóstoles.
(2) La enseñanza del Antiguo
Testamento concerniente a la restauración del reino.
(3) El significado y el lugar
dispensacional de Pentecostés.
(4) El carácter de la
investidura habida y el subsecuente testimonio.
La enseñanza propia del
Señor de los apóstoles
La genealogía con la cual comienza el
Evangelio según Mateo establece a Cristo como el hijo de David y heredero de su
trono.
La
anunciación de Gabriel a María se ocupa principalmente con el
aspecto real (de realeza) de la encarnación:
“Éste será grande,
y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor le dará el TRONO de DAVID su
padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre (las edades), y Su reino
no tendrá fin” (Lucas 1:32, 33).
La
profecía de Zacarías, al tiempo del nacimiento de Juan el Bautista,
dice respecto a la liberación de manos de los enemigos, y al cumplimiento del
pacto y juramento pronunciado a Abraham y a los padres (Lucas 1:68-79).
El lugar de
nacimiento, Belén, se asocia principalmente con la realeza:
“¿Dónde está el rey
de los Judíos, que ha nacido?...En Belén de Judea; porque así está escrito por
el profeta: y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los
príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador que apacentará a Mi pueblo
Israel” (Mat.2:2, 5, 6).
Las palabras
iniciales del ministerio del Señor anuncian el reino:
“Después que Juan
fue encarcelado, Jesús vino a Galilea, predicando el EVANGELIO DEL REINO DE
DIOS, diciendo: (1) El tiempo se ha cumplido (de ahí que el reino sea el de la
profecía del Antiguo Testamento), (2) el reino de Dios se ha acercado
(siendo que el Rey estaba presente), y (3) arrepentíos, y creed en el evangelio
(la buenas nuevas) (la condición)” (Marcos 1:14, 15).
Juan el Bautista
inició su ministerio a Israel con el llamamiento al arrepentimiento (Mat.3). El
Señor inició Su ministerio a Israel con el llamamiento al arrepentimiento
(Mat.4:17). Pedro reinició el ministerio a Israel con el llamamiento al
arrepentimiento (Hechos 2:38; 3:19).
Los milagros que el Señor
produjo inmediatamente a seguir a Sus palabras iniciales sucedieron con el
confeso objetivo de que Israel se arrepintiese, y con esa condición instituir
el reino:
“Entonces comenzó a
reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de Sus
milagros, porque no se habían arrepentido…Tiro y Sidón…tiempo ha
que se hubieran arrepentido en cilicio y ceniza” (Mat.11:20, 21).
Las parábolas
que siguen inmediatamente al repudio del Señor introducen el tema de
la Restauración. Mateo 12 registra el repudio de Cristo llevado a cabo por
Israel; Mateo 13 registra las primeras parábolas. Estas parábolas fueron
pronunciadas porque:
“…viendo no ven; y
oyendo no oyen; ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de
Isaías” (Isaías 6:9, 19; Mat.13:10-15).
La simiente que es
sembrada por el sembrador es “la palabra del reino”; y aunque en su estado
inicial el fracaso fuese prominente, sin embargo en el buen tiempo de Dios
aquella semilla del reino caería en la buena tierra, y la cosecha sería
abundante.
La
Transfiguración testificó el cumplimiento de la profecía concerniente
al reino del cual tanto la Ley como los Profetas hablaron. Esto se ve con toda
claridad por el inspirado testimonio de Pedro:
“…no os hemos dado
a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas,
sino como habiendo visto con nuestros propios ojos Su majestad…Tenemos también
la palabra profética más segura…” (2ª Pedro 1:16, 19).
La promesa del
Señor para aquello que lo habían abandonado todo y le habían seguido,
se dirigía a la restauración del reino:
“…De cierto os digo
que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de Su
gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos,
para jugar a las doce tribus de Israel” (Mat.19:28).
La gran profecía
final de Mateo 24 y 25 precisa la restauración del reino:
“Cuando el Hijo del
Hombre venga en Su gloria, y todos los santos ángeles con Él, entonces se
sentará en Su trono de gloria, y serán reunidas delante de Él todas las
NACIONES…Entonces el Rey dirá…heredad el REINO” (Mat.25:31-34).
En los últimos
solemnes versículos, de la prueba, sufrimiento, y crucifixión, se prometen
el REY y el REINO. El Sumo Sacerdote dijo:
“Te conjuro por el
Dios viviente, que nos digas si eres Tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le
dijo: tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del
Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del
cielo” (Mat.26:63, 64).
El Gobernador Romano
dijo:
“¿Eres Tú el Rey de
los Judíos? Y Jesús le dijo: tú lo dices” (Mat.27:11).
Los soldados
romanos ponen en evidencia que el clamor del Señor en cuanto al reinado era
ampliamente conocido y firmemente mantenido:
“Y pusieron sobre
Su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en Su mano derecha; e
hincando la rodilla delante de Él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los
Judíos!” (Mat.27:29).
La acusación puesta
sobre la cabeza del Señor en la cruz, era:
“ÉSTE ES JESÚS, EL
REY DE LOS JUDÍOS” (Mat.27:37).
Los sumos
sacerdotes se burlaban de Él con las desafiantes palabras:
“…si es el Rey de
Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en Él” (Mat.27:42).
El malhechor
moribundo le dijo a Jesús:
“Señor: acuérdate
de mí cuando vengas en TU REINO” (Lucas 23 42).
El Reino es diversas
veces denominado:
El reino de
los cielos, y
El reino de
los Judíos.
Del Señor se dice ser:
El Rey de
Israel, y
El Rey de
los Judíos.
Y como el predestinado
ocupante de:
El trono de Su
padre David, y el
Trono de Su gloria.
Cualquier cosa que este
reino y este trono puedan significar, es evidente que el Señor Jesús mantenía
Su derecho al título, y miraba enfrente, más allá de la cruz y del sepulcro,
hacia el establecimiento del tal reclamo. Nosotros, por tanto, debemos entender,
o bien que el término de rey sea el que comúnmente se
significa por el término, y el reino y el trono de David ser el literalmente
entendido; o bien entonces, debemos entender el “rey” para indicar el liderazgo
espiritual sobre la iglesia, y “el trono de David” como si fuera una figura que
ilustre la verdad espiritual del liderazgo del Señor. Debemos preguntarnos:
¿Qué clase de reino entenderían los apóstoles que sería aquel en el cual se
sentarían, sobre doce tronos, juzgando a las doce tribus de Israel? ¿Les habría
pasado alguna vez por sus mentes la idea de la iglesia? O, cuando la madre de
los hijos de Zebedeo deseó para ellos la mano diestra y la izquierda en el
reino: ¿Estaría conjurando la visión de sus hijos como obispos de la iglesia?
O, cuando el moribundo malhechor le pedía que el Señor se acordase de él cuando
llegase en Su reino, ¿no estaría este hombre moribundo queriendo realmente
decir el futuro reino? Y si él quiso decir, por “reino”, la iglesia actual,
¿cómo podría entonces el Señor venir a acordarse de él?
Ya hemos llamado la
atención para el hecho de que, la cuestión que levantaron los apóstoles y
registrada en Hechos 1:6, se dio en resultado de la propia enseñanza del Señor,
la cual les estuvo dando por un periodo de cuarenta días:
“…apareciéndoseles
durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios…Entonces
los que se habían reunido le preguntaron diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino
a Israel en este tiempo? Y Él les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos
o las sazones, que el Padre puso en Su sola potestad” (Hechos 1:3-7).
¿Cuál es el
significado de la respuesta que les dio el Señor? No es bien que no diga: (1)
Estáis en lo cierto anticipando la restauración del reino a Israel
(significando el reino literal como fue gobernado por David, y a ser gobernado
por el más grande Hijo de David); (2) pero principalmente, la parte de vuestra
pregunta que no puede ser respondida es aquella que demanda de manera
definitiva lo concerniente al tiempo. El reino vendrá ciertamente a ser
restaurado, pero, tanto si sea inmediatamente, o a seguir a otros
acontecimientos no revelados, eso debe aguardar y sujetarse completamente a la
propia sabiduría de Dios.
Volviendo ahora a
Lucas 24, encontramos que, durante los cuarenta días de maravillosa
instrucción, el Señor estuvo exponiendo la totalidad del Antiguo Testamento
(Moisés, los Profetas, y los Salmos), concerniente a Sí Mismo, y al propósito
de Dios, el cual (comenzando con Jerusalén) se extendería en un círculo siempre
creciente a todas las naciones (Lucas 24:26, 27, 44-48). Si bien estos hechos
nos ofrecen un medio de respuesta a nuestra pregunta en cuanto a si el reino
significa reino o iglesia, y si el trono de David significa el trono de David o
el corazón del creyente, también es cierto que abre delante de nosotros un muy
amplio campo de investigación y estudio que las limitaciones de un solo
capítulo no puede satisfacer de manera adecuada. El estudio bajo nuestro
segundo enunciado, por tanto, debe ser de alguna manera tabular, analítico, y a
la manera de un ejemplo.
La enseñanza del Antiguo
Testamente concerniente a la restauración del reino a Israel
La profecía de Isaías se
divide en dos grandes secciones: la primera sección – capítulos 1 a 39, trata
principalmente con el repudio de Israel; la segunda sección –
capítulos 40 a 66, trata con la restauración de Israel. Esta
segunda sección comienza con las palabras:
“Consolaos,
consolaos pueblo Mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén,
decidle a voces que su TIEMPO SEÑALADO (A.V.) es ya cumplido, que su iniquidad
ha sido perdonada” (Isaías 40:1, 2).
La palabra
traducida “conflicto” en la (A.V.) aparece en Daniel 10:1, “el tiempo
señalado”. Esta profecía de la restauración hace una inmediata referencia a “la
voz de aquel que clama en el desierto”. Los apóstoles debían estar bien al
tanto de la conexión existente entre Juan el Bautista y esta profecía, y de ahí
la pregunta que formularon en Hechos 1:6. El capítulo 43 contiene la promesa:
“…del oriente
traeré tu generación, y del occidente te recogeré. Diré al norte: Da acá; y al
sur: No detengas; trae de lejos Mis hijos, y Mis hijas de los confines de la
tierra” (Isaías 43:5, 6).
Jeremías, también,
es un profeta del Repudio y la Restauración. Primeramente el Señor declara que
Su voluntad:
“Apresura Su
palabra para ponerla por obra” (Jer.1:12), (y esta palabra aquí es de ira y de
juicio)
En el capítulo
31:28 el Señor en cambio dice:
“Y así como tuve
cuidado de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y perder y afligir,
tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice el Señor”.
Estas palabras se
refieren a Israel como una nación, y no a “una iglesia”, tal como
el versículo 36 nos expone:
“…Si faltaren estas
leyes delante de Mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará
para no ser NACIÓN delante de Mí eternamente.”
“He aquí vienen
días, dice Jehová en que Yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la
casa de Israel y a la casa de Judá…No faltará a David varón que se siente sobre
el trono de la casa de Israel…Si no permanece Mi pacto con el día y la noche,
si Yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, también desecharé la
descendencia de JACOB, y de DAVID Mi siervo, para no tomar de su descendencia
quien sea señor sobre la posteridad de ABRAHAM, de ISAAC y de JACOB; porque
haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia” (Jer.33:14-26).
No hay que admirarse de
que los apóstoles preguntasen: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en ese
tiempo?
La profecía de
Jeremías concluye con la transferencia de la soberanía, pasando de Israel para
Nabucodonosor. Daniel es uno de los portavoces principales de esta
transferencia y de sus resultados.
“En el año tercero
del reinado de Joacin rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a
Jerusalén, y la sitió. Y el Señor entregó en sus manos a
Joacin rey de Judá” (Daniel 1:1, 2).
Nabucodonosor fue
divinamente instituido como la cabeza de oro. Aquello que abarcaba la soberanía
de Israel y todo lo que envuelve la restauración de dicha soberanía se nos da a
conocer por las palabras de Daniel describiendo la extensión de la autoridad
que fue transferida a Nabucodonosor:
“Tú, oh rey,
eres rey de reyes” (Dan.2:37).
Cuando el reino de
Israel sea restaurado, y cuando el mayor y más grande hijo de David sea rey,
este será Su título:
“Rey de reyes y
Señor de señores, el Príncipe de todos los reyes de la tierra” (Apoc.19:16;
1:5).
Que un tan gran y
majestuoso dominio se incluye en el pacto con David, lo testifica el Salmo
89:27:
“Yo también lo
pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra”
Daniel continúa,
diciendo:
“…porque el Dios
del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad” (Dan.2:37).
El Dios del cielo
le da este reino, y debe abarcar tanto el reino del cielo como el reino de
Dios. Cuando el Señor enseñó a Sus discípulos a orar, fue por la restauración
del reino y sus posteriores bendiciones:
“Venga Tu reino…en
la tierra…porque Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria” (Mat.6:10-13).
Compare estas palabras
con “un reino, poder, fuerza, y majestad”, de Daniel a Nabucodonosor. Las
palabras se repiten en la adscripción de alabanza registrada en Apocalipsis
4:11; 5:12, 13. El dominio de Nabucodonosor se extendía más allá del mero
territorio o los súbditos humanos:
“Dondequiera que
habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, Él los ha
entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo” (Dan.2:38).
Y al final del dominio
Gentil “el Dios del cielo erguirá un reino que jamás será destruido”. Daniel lo
vio en la visión de noche, y he aquí:
“…con las nubes del
cielo venía Uno como un Hijo de Hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le
hicieron acercarse delante de Él. Y le fue dado dominio, gloria, y reino, para
que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; Su dominio es dominio
eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Dan.7:13, 14).
“…y que el reino, y
el dominio, y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al
pueblo de los santos del Altísimo” (Dan.7:27).
En Daniel 9 encontramos
al profeta, después de haber leído la promesa de la restauración de la
desolación de Jerusalén, orando fervorosamente por su cumplimiento. Entonces se
le instruye que, sin un específico tiempo, el propósito completo comprendiendo
la restauración de Israel se cumpliría en su totalidad. Ahora no vamos aquí a
abordar una consideración más detallada de Daniel 9, pero posteriormente sí que
haremos más referencias al capítulo. Daniel es sucedido en la Versión Autorizada
(y en la Reina Valera) por los Profetas Menores, y estos profetas
son particularmente ricos en su testimonio concerniente a la restauración de
Israel. Oseas toma consigo una esposa por mandato de Dios, y a los hijos que
nacen les son dados nombres simbólicos.
JEZREEL (Oseas 1:4)
– La palabra tiene dos significados:
(1) Dios esparce (Jer.31:10).
(2) Dios propaga (como una
siembra) (Zac.10:9) (si bien la Reina Valera en los dos lugares traduce
“esparcir”)
LO-RUHAMA (Oseas
1:6) – “No compadecida” o “No habiendo obtenido misericordia”
LO-AMMI (Oseas 1:9)
“No (es) Mi pueblo”.
Si bien que, a
seguir a estas trágicas figuras, vienen las palabras de restauración:
“Con todo, será el
número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni
contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo Mío, les
será dicho: Sois hijos del Dios viviente. Y se congregarán los hijos de Judá y
de Israel, y nombrarán un solo jefe, y subirán de la tierra, porque el día de
Jezreel será grande” (el día de la propagación, es decir, el día de la
restauración) (Oseas 1:10, 11).
“…y la sembraré
para Mi (Jezreith) en la tierra, y tendré misericordia
de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo
Mío, y él dirá: ¡Dios Mío!” (Oseas 2:23).
Joel, también, está
repleto de la misma promesa. En primer lugar tenemos la desolación efectiva:
“Lo que quedó de la oruga
comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta
comió lo que del revoltón había sobrado” (1:4).
Los Judíos relatan
esto con Babilonia, Persia, Grecia y Roma. Jeremías 51:27, 28 confirma esta
aplicación:
“…juntad contra
ella los reinos de Ararat, de Mini y de Askenaz; señalad contra ella capitán,
haced subir caballos como langostas erizadas. Preparad contra ella
naciones; los reyes de Media”
En Joel 2:25, 28
las cosas sin embargo mudan:
“…Y OS RESTITUIRÉ
los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, Mi gran
ejército que envié a vosotros…Y después de todo esto derramaré Mi Espíritu
sobre toda carne”
Así, pues, no hay
que admirarse que los apóstoles le preguntasen al Señor si es que iría “a
restaurar el reino a Israel en ese tiempo”. Amos, con todas sus denuncias, no
acaba sin referirse a la promesa de la restauración:
“Y traeré del cautiverio
a Mi pueblo Israel…Pues los plantaré sobre su tierra” (Amos 9:14, 15).
Miqueas 2:12, 13
dice: “Recogeré ciertamente el resto de Israel”, y aunque se haga una más
fuerte denuncia de destrucción contra el pecado de Israel, no en tanto Miqueas
concluye con el amor perdonador de Dios, y dice:
“Él volverá a tener
misericordia…Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que
juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos” (Miqueas 7:19, 20).
Sofonías dice:
“…os pondré para
renombre y para alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando levante
vuestro cautiverio delante de vuestros ojos, dice Jehová” (Sofonías 3:20).
Hageo debe ser
leído en su totalidad, para captar el espíritu de los versículos finales.
Zacarías sencillamente se exalta hablando del espíritu de la restauración; tan
completa será la restauración del pueblo y tan santo será aquel reino que él
bien puede exclamar:
“En aquel día
estará grabado sobre las campanillas de los caballos: SANTIDAD A JEHOVÁ…y toda
olla en Jerusalén y Judá será consagrada a Jehová de los ejércitos…” (Zacarías
14:20, 21).
Malaquías concluye
con la promesa del envío de Elías antes de la venida del gran y terrible día
del Señor. Hablando de Juan el Bautista, el Señor dijo a Sus discípulos, “Si
queréis recibirlo, él es aquel Elías que debía de venir” (Mat.11:14).
¿Estaremos todavía sorprendidos de que los apóstoles, recordando toda la
enseñanza del Señor y toda la enseñanza del Antiguo Testamento, le dijesen, “Señor,
restaurarás de nuevo en este tiempo el reino a Israel?” La totalidad de los
Profetas y Salmos, junto con gran parte de la Ley, debe leerse para tener en
cuenta lo que abarca toda su fundación; pero aquí y ahora se hace imposible
seguir persiguiendo este tema. Debemos contentarnos en despertar el interés del
lector: aquellos que ya conozcan el sujeto concordarán en cuanto a la plenitud
de las Escrituras sobre el tema.
El significado y el lugar
dispensacional de Pentecostés y el carácter de la investidura de los apóstoles
Ahora debemos volver a
examinar los Hechos de los Apóstoles, y ver si es que Pentecostés fue para los
apóstoles el comienzo de la iglesia, o si esta literal restauración del reino a
Israel sería lo que habitaba en sus mentes y testimonio. El escenario del
comienzo de los Hechos se sitúa justo a las afueras de Jerusalén, “el monte que
se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de
reposo, Sabbath”. Habían estado escuchando el testimonio de los
ángeles:
“…Este mismo Jesús,
que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá, como le habéis visto ir al
cielo” (Hechos 1:11)
Zacarías ya había
antes profetizado:
“Y se afirmarán Sus
pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está enfrente de Jerusalén
al oriente” (Zac.14:4).
Y los apóstoles,
cuyos corazones debieron arder al exponerles las Escrituras, y cuyos
entendimientos les habían sido abiertos por el Señor, debieron conectar
inmediatamente el pasaje con el testimonio de los ángeles; debieron captar al
vuelo el más que cierto cumplimiento; y si bien hubiese todavía alguna
incerteza, en cuanto al tiempo, sabían muy bien que el cumplimiento se
hallaba del todo asegurado: Sus testimonios tuvieron que ser el de los testigos
oculares – “Y ME SERÉIS TESTIGOS”.
Era esencial para
la complexión de sus testimonios que fuesen doce, pues ese es el número de
Israel. No habrá necesidad aquí, estamos persuadidos, de dar ahora una lista
donde se verifique que el “doce” pertenece a Israel. La investidura de Matías
fue esencial para dar un completo testimonio en cuanto a la restauración del
reino a Israel. En la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente sobre
el trono de Su gloria, doce tronos deberán ser ocupados por
los apóstoles. Pedro, puesto en pie en medio de los apóstoles, dijo:
“Varones hermanos,
era necesario que se cumpliese la Escritura en la que el Espíritu Santo habló
antes por boca de David acerca de Judas” (Hechos 1:16).
Pedro no está
diciendo meramente de manera casual que la investidura de un sucesor para Judas
parezca estar de acuerdo al general tenor de la Escritura, sino que hace uso de
un Salmo, el cual les debió haber sido anteriormente expuesto por el Señor
Mismo, y teniendo en cuenta el profundo hecho de que las palabras de David son
las palabras del Espíritu Santo, procede entonces a la selección entre dos
hombres: José y Matías. ¿Por qué tan solo dos? ¿No podría haber otros cuyos
conocimientos y dones y gracias se adecuasen para la obra? Es posible que los
hubiera, pero es que un testimonio requiere algo más que habilidad, precisaba
haber estado efectiva y actualmente presente. Por eso Pedro anuncia
la cualidad que necesariamente descartaba a muchos que tan solo se habrían
juntado al bando de creyentes en un tiempo posterior:
“Es necesario,
pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el
tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando
desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue
recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de Su resurrección” (Hechos
1:21, 22).
Después de separar a los
dos hombres que conformaban el requisito, Pedro y los demás le dejaron
humildemente la selección al Señor:
“Y orando dijeron: Tú,
Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has
escogido, para que tome (es decir, el elegido, Matías) la parte de este
ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su
propio lugar (es decir, su lugar apropiado como uno de los doce). Y les echaron
suerte, y la suerte recayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles”
(Hechos 1:24-26).
Ahora todo está
listo para el testimonio, con la excepción de una cosa. El Señor había dicho:
“…pero recibiréis
poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y (entonces) me
seréis testigos” (Hechos 1:8).
Todo estaba
preparado para la prometida investidura de lo alto: el número estaba completo,
los discípulos estaban juntos aguardando en el Señor. Lo que no sabían era cuál
sería el momento particular en el cual se cumpliría la promesa; todo lo que
sabían era que sucedería “dentro de no muchos días”. Nosotros ahora sabemos que
se cumplió en el día de Pentecostés. Había evidentemente algún tipo de conexión
entre la Fiesta de Pentecostés y la investidura de los apóstoles que hacía con
que fuese significativo el momento. Veamos por la Escritura si podemos obtener
algún entendimiento de esta Fiesta y el lugar que tiene en el plan divino.
La Fiesta de
Pentecostés podrá comprenderse mejor si vamos a Levítico 23 y observamos su
relación a las demás Fiestas del Señor, y viendo algunos de sus aspectos
dispensacionales retratados.
Las Fiestas del Señor
(Lev.23)
“Estas son las fiestas
solemnes de Jehová, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis a su
tiempo”

Cuatro de estas Fiestas
ya han tenido su cumplimiento, o bien parcial o bien totalmente. Sin duda
alguna:
“Cristo, nuestra
Pascua, ya fue sacrificada por nosotros” (1ª Cor.5:7).
La misma autoridad indica
que la Fiesta de los Panes sin Levadura de igual modo ya ha recibido y se haya
recibiendo su cumplimiento:
“Así que celebremos la
fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad,
sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1ª
Cor.5:8).
La Fiesta de las
Primicias o Primeros Frutos ya ha tenido su gran y principal cumplimiento:
“Y el sacerdote mecerá la
gavilla delante de Jehová…el día siguiente del día de reposo, Sabbath.”
(Lev.23:11).
Esto sucedió, está claro,
el primer día de la semana, el día de la resurrección del Señor. La misma
epístola que señala el cumplimiento de las dos primeras Fiestas, señala esta
también:
“Mas ahora Cristo
ha resucitado de los muertos: primicias de los que durmieron es hecho…Cristo,
las primicias” (1ª Cor.15:20-23).
Pentecostés viene a
seguir:
“Y contaréis desde
el día que sigue el día de reposo, desde el día que ofrecisteis la gavilla de
la ofrenda mecida: siete semanas cumplidas serán. Hasta el día siguiente del
séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo
grano (alimento) a Jehová” (Lev.23:15, 16).
La Pascual fue
literalmente cumplida, Las Primicias fue literalmente cumplida: ¿no es cierto
que Pentecostés ya se cumplió también? Volvamos a observar el orden en que
estas fiestas vienen:
PRIMICIAS……………(o
primeros frutos).- Resurrección del Señor.
PENTECOSTÉS………..La
ofrenda del nuevo alimento – dos panes leudados
COSECHA (o siega)……La
resurrección de aquellos que son de Cristo en Su venida,
“no un claro alivio de los lugares
apartados”
TROMPETAS…………..El séptimo
mes, el tiempo del fin, el periodo del libro de
Apocalipsis.
Estrictamente hablando,
“la Cosecha” no es una Fiesta, sin embargo el versículo la introduce como tal
para servirnos de guía en nuestra interpretación de Pentecostés. Pentecostés
supone para las Primicias lo que las Trompetas para la Cosecha (o siega). Pentecostés
es un remanente, y retrata en sombra a todo Israel al tiempo del fin. Debemos
esperar encontrar, al examinarlo, que, Pentecostés, trata con un parcial
cumplimiento de las promesas concernientes a la restauración de Israel: el
pequeño “tipo de primicias” que viene primero, y precede a la siega o cosecha
del “fruto de la tierra” (Lev.23:39), que viene a seguir.
Pentecostés viene siete semanas a seguir a la Pascua y a las
Primicias: A las Trompetas y los Tabernáculos, que redondean el profético periodo,
son siete meses.
Todos los tratos de
Dios con Israel están estipulados en periodos de sietes: Los
setenta años de la desolación de Jerusalén, predicha por Jeremías, causó
la oración de Daniel, pues el tiempo se acercaba a su conclusión. El celestial
mensajero le dio a saber a Daniel que un posterior periodo de 70 x 7 incluiría
todo el propósito de Dios concerniente a Israel. Lo mismo se refleja en sombra
por los dos periodos – siete semanas hasta Pentecostés,
y siete meses hasta las Trompetas.
Hasta aquí llegan
nuestras averiguaciones: Pero Pedro puede hacer reventar nuestras teorías si es
que podemos hallarle enunciando, en el día de Pentecostés, la verdad del Cuerpo
Único, donde ya no hay Judío ni Griego. O si las dos Casas, Israel y Judá, no
es lo que se entienda por los dos panes leudados – y representen en cambio los
Judíos y Gentiles. Antes, por tanto, de seguir adelante, será bueno que
tratemos de comprender lo que Pedro fue inspirado a decir. Si en algún lugar durante su discurso inicial
dice: “Esto es aquello que”, confrontaremos el hecho, con el
cual, todo en la teoría debe concordar, o si no condice que desaparecer. Pedro
dice “esto es aquello que”, y el significado de Pentecostés debe, por tanto,
quedar de fuera del plano de conjeturas o de espiritualizaciones, y debe recaer
en la fe de una interpretación escrita.
“Moraban entonces (Katoikeo) en
Jerusalén” (Hechos 2:5). Katoikeo, si bien comúnmente indica un
lugar permanente de habitación, a menudo también se emplea en la Septuaginta y
en el Nuevo Testamento para meramente “morar por un corto espacio de tiempo”,
tal como en Hebreos 11:9. La idea en Hechos 2:5 es ese tal “alojamiento
temporal”, siendo que la razón para la expresión sea que, durante la fiesta de
Pentecostés, Judíos de todas las partes del mundo habitadas se reunía juntas en
Jerusalén. “Varones piadosos de todas las naciones bajo el cielo” (Hechos
2:5). Aquí por tanto está presente Deuteronomio 30:1-5:
“Entonces Jehová…volverá a recogerte de
entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido. Aun cuando tus desterrados
estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo…”
Las nacionalidades de estos Judíos se dan a
seguir:
“Partos, medos, elamitas,
y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en
Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de
Cirene, y romanos aquí residentes, tanto Judíos como prosélitos, cretenses y
Árabes” (Hechos 2:9-11).
Algunos exclamaron
al ver el maravilloso don de lenguas:
“¿Qué quiere decir
esto? Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto. Entonces
Pedro…dijo…ESTO ES LO (AQUELLO) dicho por el profeta Joel” (Hechos 2:12-16).
Ahora bien, la
profecía de Joel dice respecto enteramente a Israel, el día del Señor, y la
restauración final de la nación. Los siguientes aspectos nos ayudarán
seguramente a visualizar la profecía:
JOEL

Israel es retratada como
devastada y desolada, y al pueblo se le demanda que se arrepienta:
“Por eso, pues,
ahora, dice Jehová, convertíos a Mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro
y lamento; rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos…
Quién sabe si
volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras Él…
Y Jehová, solícito
por Su tierra, perdonará a Su pueblo…
Y os restauraré…
Y DESPUÉS DE ESTO
DERRAMARÉ MI ESPÍRITU SOBRE TODA CARNE, Y PROFETIZARÁN VUESTROS HIJOS Y
VUESTRAS HIJAS; VUESTROS ANCIANOS SOÑARÁN SUEÑOS, Y VUESTROS JÓVENES VERÁN
VISIONES. Y TAMBIÉN SOBRE LOS SIERVOS Y SOBRE LAS SIERVAS DERRAMARÉ MI ESPÍRITU
EN AQUELLOS DÍAS.
Y DARÉ PRODIGIOS EN
EL CIELO Y EN LA TIERRA, SANGRE, Y FUEGO, Y COLUMNAS DE HUMO.
EL SOL SE
CONVERTIRÁ EN TINIEBLAS, Y LA LUNA EN SANGRE, ANTES QUE VENGA EL DÍA GRANDE Y
ESPANTOSO DE JEHOVÁ.
Y TODO AQUEL QUE
INVOCARE EL NOMBRE DE JEHOVÁ SERÁ SALVO: porque en el monte de Sion y
en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente el
cual Él habrá llamado” (Joel 2:12-32).
La resonante
citación de Joel, Pedro la introduce con las palabras: “Esto es aquello
que (dijo)”: Este don Pentecostal de lenguas es el cumplimiento de la profecía
de Joel. Podría haber complicaciones, pero es que no las hay en las palabras
del apóstol inspirado. Cita las palabras al por menor, y una cuidadosa
observación de la citación y el cumplimiento tiene que darnos la llave para el
lugar de Pentecostés en el plan dispensacional. Hay catorce puntos profetizados
por Joel y citados por Pedro, aunque algunos de ellos, por ejemplo, el sol y
las estrellas oscureciéndose, etc., no tuvieran lugar entonces, y no tendrán
lugar hasta que el Libro del Apocalipsis esté cumpliéndose. Las palabras de
Joel se dividen por la expresión (1) “Yo derramaré” y (2) “Yo daré
señales”; la primera serie tuvo su cumplimiento en Pentecostés; la segunda
serie aguarda el fin, cuando Israel se arrepienta y sea plenamente restaurada.
Veremos todo esto más claramente si lo exponemos así:

La expresión empleada por
Joel “después de esto” (2:28) se nos interpreta por Pedro como significando “en
los últimos días”, y por tanto no precisa de más explicaciones. Los
acontecimientos de Hechos 2 tuvieron lugar en “los últimos días”. Juan
posteriormente escribiría “Hijitos, es el último tiempo” (1ª Juan 2:18). Cuando
el Señor Jesús vino a la tierra hace unos 2000 años atrás, fue en “estos
últimos días” (Heb.1:2). Era “el cumplimiento del tiempo” (Gálatas 4:4). En
Hebreos 9:26 vemos que:
“Él abrogó la
ofrenda de pecado por el sacrificio de Sí Mismo, cuando Él apareció al tiempo
de la sunteleia ton aionon - el punto de reunión, justo
antes del telos, el fin de las edades” (traducción del autor).
El día de Pentecostés,
por tanto, fue la introducción al día del Señor; el espíritu fue derramado,
pero Israel no se arrepintió. Si Israel se hubiese arrepentido, la serie
restante de maravillas en el cielo y la tierra habrían seguido teniendo lugar.
Tal como ocurrió, Pentecostés entró en línea, dispensacionalmente, con el lugar
que la Fiesta tenía en la serie, un primer fruto antes de
la cosecha, “el remanente a quienes el Señor llamaría” a ser salvos. Pedro,
inmediatamente a seguir a la cita de Joel, continúa su aplicación, y de ahí que
dijese: “Varones de Israel, oíd estas palabras”; y les hablase entonces de
“Jesús de Nazaret, varón aprobado por Dios delante de vosotros, con (por)
grandes obras y maravillas y señales”. Su muerte y resurrección fueron el
cumplimiento del plan divino, de acuerdo a lo que dijo David en el Salmo 16. El
punto que Pedro tomó de esta citación es que:
“David…siendo profeta, y
sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en
cuanto a la carne, levantaría al Cristo PARA QUE SE SENTASE SOBRE SU TRONO;
viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo…todos nosotros somos
testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del
Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado ESTO que vosotros veis y
oís…Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a
quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hechos
2:29-36).
Deberíamos esperar
que un orador inspirado tuviese un verdadero y definitivo mensaje a dar, y el más
efectivo método de presentarlo. ¿Cuál es el objetivo de Pedro? Nosotros estamos
persuadido que la totalidad de su discurso es una exposición de sus palabras
iniciales, “Esto es lo que…”. Este es su “texto”; y su primera
referencia es a Joel, donde toda la atmósfera o escenario es el del día del
Señor. A seguir, en el versículo 22, parece que pierde el hilo, pero no es así;
todo desemboca en las palabras del versículo 33, “Ha derramado ESTO”.
ESTO ahora se ve en conexión con el asentamiento en el trono de David (30); y
durante el periodo mientras que el resucitado Señor aguarda el momento para
llegar y tomar el reino, se sienta a la diestra de la Majestad en las alturas
(34).
Pedro, por
tanto, de manera muy definitiva asocia todo junto, como parte de una totalidad,
la profecía de Joel concerniente a la restauración de Israel y el día
del Señor; la profecía de David en cuanto al asentamiento del Señor
Jesus sobre su trono; el derramamiento del espíritu como prueba de
que el Señor había sido exaltado con este fin. Esto es lo que
significa el día de Pentecostés. Si bien la nación no se arrepintió, el
remanente en cambio sí lo hizo. Estos fueron bautizados en el nombre de
Jesucristo para la remisión de los pecados, y recibieron el
prometido espíritu, el cual fue ofrecido “a todos cuantos el Señor nuestro Dios
llamase”. Al remanente se exhorta a “ser salvos de esta perversa generación”:
todos cuantos recibieron con solicitud la palabra, fueron “añadidos” (41, 47).
No hay ningún MSS (manuscrito) de autoridad para las palabras “la iglesia” en
el versículo 47. Perseveraban unánimes en la doctrina de los apóstoles y en
comunión, y en el partimiento del pan, y en las oraciones.
LA COMUNIÓN.- “Tenían todas las cosas en común”.
EL PARTIMIENTO DEL PAN.- “en las casas, comían
juntos con alegría”.
LAS ORACIONES.- “Alabando a Dios”.
LA DOCTRINA DE LOS APÓSTOLES.- La enseñanza dada
por Pedro concerniente a la restauración del reino; el significado de las
señales y maravillas; y el inminente retorno del Señor viniendo desde el cielo.
Nada había en la doctrina de los apóstoles
que separase a esta pequeña compañía del Templo (vea Malaquías 3:1). De hecho,
ninguna otra palabra podría indicar una más escrupulosa atención que la que se
emplea en Hechos 2:46 (proskartereo). Aparece en 1:14; 2:42, 46; 6:4;
10:7; y con otra forma gramatical en Efesios 6:18. No sería con la intención y
el deseo de evitar conflictos con los líderes religiosos que atendiesen a los
servicios del Templo, ¡no!, sino que perseveraban unánimes en la doctrina de
los apóstoles; y de igual modo atendían con un celo revitalizado al Templo en
Jerusalén. Nada en la doctrina de los apóstoles o la posición dispensacional de
Pentecostés distinguía o separaba a los creyentes del resucitado Salvador
de Israel, ni del Templo de Israel. Ellos constituían el remanente, y sus
nombres se incluyen en 2:47, “los que habían de ser salvos” – Los primeros
frutos Pentecostales de la tal cosecha venidera, cuando “toda Israel será salva”.
El reino dividido, Israel y Judá, volverán
de nuevo a reunificarse bajo una única Cabeza. “Varones de Judá, y varones de
Israel”: esta es la interpretación de Pedro de los “dos panes” que fueron
ofrecidos al Señor en la Fiesta de Pentecostés. Tenemos que recordarle a todos
cuantos mantienen la idea de que, los dos panes, indican a los Judíos y a los
Gentiles, que ningún Gentil entró en escena sino hasta que Pedro recibió la
definitiva visión del lienzo en Hechos 10, excepto el etíope prosélito.
“Tan solo Judíos” (11:19) indica el estado de circunstancias y la dirección del
testimonio hasta la entrada en escena del apóstol Pablo.
CAPÍTULO 5
LUCAS – EL EVANGELIO DE LA RECONCILIACIÓN
Está generalmente reconocido por los
estudiosos de la Palabra que el gran tema del Evangelio de Mateo es “El Reino”.
La genealogía dada en el primer capítulo establece a Cristo como el verdadero
Hijo en la línea de David.
El mensaje que le fue dado al apóstol
Pablo para los Gentiles, y el ministerio de la reconciliación que se le
encomendó, surgieron por causa del fracaso de Israel (estamos hablando, claro
está, a la manera de los hombres) a arrepentirse y creer las buenas nuevas del
reino. La gran enseñanza del apóstol, que incluye a los Gentiles en la esfera de
la promesa de Abraham (Romanos y Gálatas), apenas si se sugiere en el Evangelio
de Mateo.
El Evangelio de Mateo se divide en dos
partes; y cada parte se conecta con la relación y el pacto indicado en Mateo
1:1. La primera parte, cubriendo Mateo 4:17 a 16:20, se asocia con el título
de realeza: “del Hijo de David”; la segunda porción, comenzando con
el anuncio del sufrimiento, muerte, y resurrección (Mat.16:21), es el
cumplimiento del título, “el Hijo de Abraham”. La segunda fase del ministerio
del Señor no pudo haber sido un tema de pública proclamación hasta que la gran
transacción del Calvario hubiese quitado la maldición, y hubiese hecho posible
que la bendición de Abraham beneficiase a los Gentiles (Gál.3:13, 14).
Los Hechos comienzan con un testimonio
renovado concerniente al Reino de Israel y al trono de David, pero además, lo
vincula con el más amplio pacto hecho con Abraham. Lucas, quien escribió los
“Hechos”, ya había escrito un “primer tratado de todo cuanto Jesús comenzó a
hacer y enseñar”; y en ese tratado había puesto una fundación para el evangelio
de Pablo de la reconciliación. Él no llega solo hasta Abraham cuando da la
genealogía del Señor, sino que va más atrás, hasta Adán, el padre – no de todo
aquel que cree, sino de todo aquel que vive – sin
tener en cuenta la cuestión de la fe o las obras, ni la ley o la promesa. Antes
de que demos atención a uno o dos aspectos del Evangelio de Lucas que
indican su peculiar testimonio, nos gustaría que el lector considerase la
íntima asociación literaria que se observa entre los escritos de Lucas y las
epístolas de Pablo. Palabras, frases, giros de expresión, que se encuentran
repetidos en el Evangelio, los Hechos, y las Epístolas, no se encuentran en
ninguna otra parte en el Nuevo Testamento. No podemos evitar llegar a la
conclusión, que, la preparación del tercer Evangelio, estaba íntimamente
conectado con el ministerio personal del apóstol Pablo, y que tenga este
ministerio consigo siempre en mente. El fenómeno del lenguaje, es tan
pronunciado, que un investigador procuró probar que Pablo es el escritor del
Evangelio según Lucas. Si bien nosotros no afirmemos que este sea el caso, la
remarcable conexión literaria es demasiado evidente e inequívoca como para ser
ignorada. H. Heber Evans, en
su libro “Pablo, el Autor de los Hechos”, ha reunido una gran cantidad
de evidencias que haremos bien en considerar.
Lucas emplea 1.750 distintas palabras, de las cuales 875 se encuentran
en las epístolas de Pablo. Este cálculo excluye “Hebreos”, sin embargo, nos
viene a la memoria una ocasión escuchando a un estudioso de la Palabra, en la
cual, expresaba su convicción de que Lucas había escrito “Hebreos”; así que
existe una posterior conexión con esa epístola también. No en tanto, debemos
omitir esta epístola por ahora, si bien creyendo que Pablo es el autor de la
misma. Cada segunda palabra en el Evangelio de Lucas es empleada
también por Pablo. El siguiente es un sumario de la conexión literaria
entre los escritos de Lucas y las epístolas de Pablo:
1.450 distintas palabras se utilizan en los Hechos.
550 de ellas se encuentran en las epístolas de Pablo.
Palabras Peculiares
Lo que es más importante es observar las palabras que, si bien sean
empleadas tanto por Lucas como por Pablo, no aparezcan en ninguna otra
parte.
50 palabras tanto en Lucas como en los
Hechos no aparecen en ninguna otra parte sino en las epístolas de Pablo.
80 otras palabras en Lucas, peculiares a
Pablo.
89 otras palabras en los Hechos, peculiares
a Pablo.
30 nombres propios que aparecen.
-
249 al total.
Un examen aún más decisivo es el asunto del
empleo de partículas. Cualquiera, entre dos escritores, escribiendo sobre
cualquier dado tema, puede utilizar palabras similares sin precisar de
colaboración entre sí; pero íntimas peculiaridades de diminutas partículas
indicaría algo parecido a una autoría en colaboración. A seguir daremos el caso
para las partículas:
Partículas peculiares a Pablo, Lucas, y
Hechos
10 Lucas, Hechos, y Pablo solamente.
7 Lucas y Pablo solamente.
11 Hechos y Pablo.
Frases comunes a Lucas, Pablo, y Hechos

sin embargo,
Más de 100 comunes a Hechos y
Pablo peculiares.
Pero 50
frases en Lucas, y
60 frases en Hechos son peculiares a Pablo.
El espacio no nos permite que sigamos
enfrente. Sería bueno leer el estudio de H. Heber Evans.
El desarrollo del propósito divino está
íntimamente ligado con la revelación del propio Cristo. Encontraremos que el
círculo de verdad se va ensanchando y profundando a medida que va llegando el
tiempo para presentar delante algún más profundo título de Cristo. El círculo
interior, más atrás en el tiempo de la revelación y el primero a cumplirse, se
asocia con David. A esto se ocupa la primera porción de Mateo
(Mat.1 a 16). El círculo siguiente, que va más atrás en la historia, y pone su
mira más allá de los confines del gobierno de David, se conecta con Abraham.
La segunda porción de Mateo (Mateo 17 a 28) y los Hechos pertenecen a esta
sección del propósito.
El Evangelio de Lucas aun va más atrás
tanto de Abraham como de David, y traza la genealogía del Salvador yendo
hasta Adán. Esto forma las bases para el mensaje de Pablo a los
Gentiles; y de hecho, es tan solo Pablo, entre todos los escritores del Nuevo
Testamento, quien da a conocer la maravillosa e insondable conexión que se
establece en el propósito de Dios entre Adán, la humanidad (incluyendo el Judío
y el Gentil), y Cristo. Romanos 5 asocia la reconciliación con Adán. Este
ámbito o alcance es más amplio que el de Mateo.
Pablo, en su ministerio en prisión, incluye
no solo la tierra, sino además los cielos: no solamente el Hijo de David, el
Hijo de Abraham, y el Hijo de Adán, sino a Cristo como siendo “El primogénito
de toda la creación”, que es paralelo con el primer capítulo del Evangelio de
Juan, cuyo gran objetivo es testificar que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios.
En el Evangelio de Lucas tenemos varios
aspectos que tienden a resaltar el objetivo especial con el cual selecciona las
palabras y obras del Hijo de Dios. Mateo, Marcos, Lucas, y Juan nos dan algunos
de los dichos de Juan el Bautista, y entre ellos la referencia a Isaías 40: “La
voz de aquel que clama en el desierto”; sin embargo, tan solo Lucas
anticipa la reconciliación dando las palabras “y toda
carne verá la salvación de Dios” (Lucas 3:6). Mateo, por otro lado,
da su distinta observación, registrando solamente las
palabras de Juan: “Arrepentíos, porque el Reino de los cielos
se ha acercado” (Mat.3:2). Existe una evidente selección en todo esto,
manteniéndose cada uno en su propio tema.
Mateo hace mención de la visita de los
hombres sabios (Magoes), con su pregunta: “¿Dónde está el Rey de
los Judíos que ha nacido?” (Mat.2:2). Además nos da la profecía de Miqueas, de Aquel que nacería en
Belén para ser Quien gobernase al pueblo de Israel. Lucas, sin
embargo, no hace referencia alguna a los sabios ni a su cuestión: él expone las
palabras del ángel a los pastores. El mensaje del ángel es más amplio en
alcance que el de los sabios. No ya el Rey de los Judíos, sino:
“…he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el
pueblo. …Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para
con los hombres”.
Aquí se halla el germen de la
reconciliación. La misma observación vuelve a repetirse en la bendición de
Simeón:
“…han visto mis ojos Tu salvación, la cual has preparado en presencia de
todos los pueblos; luz para revelación a los GENTILES, y gloria de Tu pueblo
Israel…Éste (niño) está puesto para caída y para levantamiento de muchos en
Israel (Lucas 2:30-34).
Debe observarse que Simeón, hablando proféticamente, coloca en primer
lugar a los Gentiles, una vez que el reino no fue asentado en la primera
venida, por causa de que Israel no se arrepintiese. Mateo, Marcos y Lucas
registran por igual la tentación de Cristo que precede a Su público ministerio.
Las primeras palabras del ministerio de Cristo tal como Mateo las registra son:
“Arrepentíos, porque el Reino de los cielos se ha acercado”
(Mat.4:17). Marcos nos ofrece como siendo Su primer mensaje: “El tiempo se ha
cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado: Arrepentíos, y
creed el evangelio” (Marcos 1:15). Lucas comienza el ministerio del Señor, sin
embargo, en Nazaret, y registra una declaración remarcable, con la cual se nos
indica la tendencia Gentil de su Evangelio. Después de haber leído del profeta
Isaías, el Señor cerró el libro en las palabras, “…el año aceptable del Señor”
(Lucas 4:19), dejando de lado las siguientes frases del profeta (las cuales se
refieren al tiempo de la restauración de Israel) sin citar. A seguir a esta
lectura hizo una remarcable alusión a la historia del Antiguo Testamento.
¡Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, pero a la única viuda que
el profeta fue enviado era una Gentil! ¡Muchos leprosos había en
Israel en el tiempo de Elías, pero ninguno de ellos fue limpio salvo un Gentil!
Ahora observe el cambio de actitud de Sus oyentes:
A El año aceptable del Señor (Lucas 4:18, 19).
B Maravillados de las palabras de gracia
(Lucas 4:22).
A La
inaceptable referencia a los Gentiles (Lucas 4:24-27).
B Se llenaron de ira
(Lucas 4:28, 29).
Un paralelo muy próximo con esto se encuentra en Hechos 22. Cuando el
pueblo de Israel oyó al apóstol hablar en lengua hebrea, le dieron más
atención, y le escucharon sosegados a través de toda la narración hasta que
llegó al punto de pronunciar la palabra Gentiles, y entonces se
pusieron como locos a gritar: “Quita de la tierra a tal hombre, porque no
conviene que viva” (vers.22). Hay otros muchos paralelos similares.
Aquí, por tanto, en el registro de Lucas, tenemos de algún modo un
distinto propósito señalado que el sugerido por Mateo. Estas cosas han sido
seleccionadas con un objetivo, y Lucas provee desde el comienzo una línea de
enseñanza que va creciendo y edificándose hasta el glorioso clímax de la
epístola a los Romanos. Evidencias posteriores del especial carácter del
Evangelio de Lucas se encuentran en el énfasis puesto sobre ciertas palabras.
“Publicano”
|
La referencia central muestra a los
publicanos “justificando” a Dios; mientras que la única parábola en el grupo
muestra a Dios “justificando” a un publicano. Tan solo Lucas emplea este
término en línea con la gran doctrina encargada al apóstol Pablo. Mateo utiliza
la palabra dos veces, pero no por la misma vía. Las referencias en Lucas son:
7:29, 35; 10:29; 16:15; 18:14. La palabra aparece en los Hechos en el sermón
inicial registrado de Pablo (Hechos 13:39). Pedro nunca emplea la expresión.
La misma línea de testimonio conlleva y
envuelve las palabras “rico” y “riquezas”. No vamos aquí a dar todas las
referencias, ni exhibir sus estructuras; será suficiente con que digamos que la
referencia central está en Lucas 16:19, el hombre rico de la parábola. Aquí, de
acuerdo con el objetivo del Evangelio, el indigente Lázaro entra en el bendito
reposo del seno de Abraham, mientras que el hombre rico, que tipifica a Israel,
era atormentado. Muchas de las parábolas de Lucas hacen esta misma observación
en sus contenidos. El hijo pródigo, por ejemplo, se contrasta con el hermano
mayor que había permanecido con el padre; el buen samaritano, cuya raza era
odiada por el Judío, es traído y puesto en la esfera de bendición. De diez
leprosos que fueron limpiados, solamente uno regresó dando gracias, y ese uno
era samaritano. La parábola del Mayordomo Injusto enfoca al fracaso de Israel y
a un cambio de dispensación (siendo que la palabra “mayordomía” sea la palabra
traducida en Efesios y Colosenses “dispensación”), e indica que una mayor razón
por la cual se diera el fracaso de Israel fuese el amor y servicio a Mammon -
una trampa puesta delante del propio Señor en Su tentación, pero
repudiada.
Otro pasaje que indica el favor hacia
el Gentil se encuentra en Lucas 21. Este capítulo es paralelo con el gran
profético capítulo de Mateo 24. Hay, sin embargo, una importante adición a la
profecía dada en Mateo, que abarca los versículos 20-24. ¿Cuál sería el sujeto
que Lucas ponga en especial prominencia que no sea el sujeto del registro de
Mateo? – “El tiempo de los Gentiles”. Lucas refiere el tiempo cuando Jerusalén
sea rodeada y asediada con ejércitos y hollada de los Gentiles, “hasta que el
tiempo de los Gentiles se haya cumplido”. “Los tiempos de los Gentiles”
sincroniza con el estado hollado de Jerusalén. Cuando llegue al fin para
Jerusalén el tiempo de su visitación y sea liberada, los tiempos de los
Gentiles habrán llegado a su fin, y aquel desde hace tanto tiempo diferido
Reino hará su aparición.
Al tiempo llegado en Lucas 19, el gran
repudio ya había tenido lugar; y por eso se da la parábola del Hombre Noble,
Quien, se había ido a un lejano país para recibir un reino y regresar. Esta
fase no la representa Mateo en la parábola paralela de Mateo 25. Ya hemos
considerado la conexión que se observa entre los últimos versículos de Lucas 24
y los versículos de apertura de Hechos 1. Suficiente hemos indicado ya, estamos
convencidos, para mostrar que la tendencia Gentil de la narrativa, provee, tal
como se ve, un registro del ministerio del Señor que debía ser precedente para
permitir la trasmisión hacia el ministerio de Pablo.
Si bien nosotros no creemos que la idea
pueda ser cierta, que, Pablo, escribiera el Evangelio, sí que podemos sentir
que, el testimonio del lenguaje, indica cuánto tiene en sí de su personal
influencia. Si, tal como creemos, Gálatas es la primera de sus epístolas a ser
escrita, es sugestivo que en ella leamos de su visita a Pedro, y a Jacobo el
hermano del Señor. Jacobo (Santiago) debió contarle la historia del Señor desde
Su infancia hasta la madurez, y Pedro le relataría desde el comienzo de Su
ministerio hasta la Ascensión. Aparentemente, Lucas se reúne con el apóstol en
Hechos 16:10-17, y se puede presentir la necesidad que una declaración de cosas
más ciertamente creídas estuviese preparada. Esto, junto con la secuencia dada
en los Hechos, debería prevenir aquellos que, cuyo único concepto, estuviera de
acuerdo al de Mateo, de decir que el evangelio de Pablo y el ministerio a los
Gentiles fuese una innovación, o contrario a las palabras y obras del Señor.
¡Cuán agradecido debió haberse sentido
Pablo por la inspirada inclusión del “Hijo Pródigo” en el Evangelio de Lucas,
cuando era confrontado por “la circuncisión”! ¡Cuán maravillosamente el
“Buen Samaritano”, o el registro de Zaqueo, le ayudaría y consolaría al tratar
con el orgullo Judío!
¡Ojalá que podamos ser guiados por los
hechos puestos en evidencia en este capítulo y que hagamos uso del Evangelio de
Lucas de manera más consistente que lo hemos hecho hasta ahora!
CAPÍTULO 6
DOS MILAGROS DISPENSACIONALES
(Hechos 3, 4, y 13)
El escritor de los Hechos evidencia muy
claramente que persigue un propósito en su compilación, por el hecho de que
Pedro y Pablo de manera tan definitiva se repitan el uno al otro en palabra y
hecho. De manera muy remarcable este es el caso que se da con el milagro con el
cual cada apóstol comenzó su ministerio. El milagro de Pedro es de sanidad; el
milagro de Pablo es de ceguera. El milagro de Pedro representa la restauración
de la nación; el milagro de Pablo representa y anunciaba el repudio de la
nación. Si se prueba que este sea el caso, entonces habremos establecido otro
muy importante hecho que claramente indica el carácter dispensacional del libro
de los Hechos.
El Milagro de Sanidad de Pedro (Hechos 3 a
4:22)
El Milagro de la Restauración
A 3:1-11.
El Milagro. Su realización.
B a 3:12-16.
Explicación. “El Nombre”.
b 3:17-24.
Aplicación Profética.
B a 3:25
a 4:10. Explanación. “El Nombre”.
b 4:11,
12. Aplicación Profética.
A 4:13-22. El milagro. Su
reconocimiento.
Las partes de este milagro que demandan una
más cuidadosa atención son aquellas que tratan con la explanación y la
profética aplicación. La narración actual de la sanidad del hombre cojo es bien
conocida, y no precisa que la repitamos aquí. El hombre cojo es un tipo de
Israel, incapaz por sí de entrar en el Templo de Dios con oración o alabanza.
El nombre de Jesús de Nazaret es el nombre a través del cual el hombre cojo fue
sanado. Hay un énfasis peculiar sobre este título de nuestro Señor. Nunca tiene
lugar este título en las epístolas de la Iglesia. En él se resalta el nombre
que Israel había odiado tanto, y que cargó escrito sobre la cruz.
“Escribió también Pilato un título, que
puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS” (Juan
19:19).
Este título ofendió a los principales sacerdotes,
y le dijeron a Pilato:
“No escribas: Rey de los Judíos; sino, que
él dijo: Soy Rey de los Judíos. Respondió Pilato: Lo que he escrito, he
escrito” (Juan 19:21, 22).
El inseguro y vacilante Pilato pasó a ser
denodado cuando el propósito de Dios así lo demandó. Jesús de Nazaret es el Rey
de los Judíos, fue en este despreciado nombre que se realizó el milagro, y a
través del despreciado Salvador debe todo Israel ser salvo.
El título, Jesús (o Jesucristo) de
Nazaret, aparece siete veces en los Hechos. En los dos pasajes donde el nombre
aparece en el registro de la sanidad del hombre cojo, el título es: el Jesús
Mesías Aquel de Nazaret. El título conlleva en sí la idea de: “Aquel a Quien
vosotros crucificasteis, a Quien Dios resucitó y exaltó”: Aquel “de Nazaret”,
era sin embargo “El Cristo”.
Las siete ocurrencias del título
El mensaje de apertura de Pedro a Israel:
“Jesús Nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas
(milagros)…crucificado…levantado… (Hechos 2:22-24).
Las palabras de Pedro al hombre cojo: “…en
el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (3:6).
Las palabras de Pedro a todo el pueblo de
Israel: “…en el nombre de Jesucristo de Nazaret…crucificado… resucitado… este
hombre está en vuestra presencia sano” (4:10).
Falsos testigos diciendo que Esteban había
dicho: “…que ese Jesús de Nazaret destruiría este lugar, y cambiaría las
costumbres que nos dio Moisés” (6:14).
El mensaje inicial de Pedro a un Gentil,
Cornelio: “Dios ungió con el Espíritu Santo (espíritu santo) y con poder a
Jesús de Nazaret…mataron…manifiesto (levantado)” (10:38-40).
La visión de Pablo, dicho de todos los
Judíos en Jerusalén (no solo a Saulo): “Jesús de Nazaret, a Quien Tú persigues”
(22:8).
La declaración de Pablo delante del rey
Agripa: “Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el
nombre de Jesús de Nazaret” (26:9).
El hombre cojo es sanado por el poder de
este nombre, y, entrando en el templo, “andando y saltando y alabando a Dios”,
cumplía típicamente el carácter de la restauración de Israel, “saltando como un
ciervo se puso en pie y anduvo”. El milagro llamó la atención y atrajo una gran
multitud, y Pedro tomó la oportunidad para reforzar la aplicación de su típica
enseñanza. La inspirada narración es tan sencilla, y al mismo tiempo tan
hermosamente expuesta, que debemos dar su estructura detalladamente, con la
esperanza de que la propia perfección del material sirva para impresionar a
todos con la gran importancia que realmente tiene el sujeto o tema principal.
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Ahora llamamos la atención para la
explanación y la profética aplicación que se da dos veces.
B – 3:12 a 24
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B – 3:25 a 4:12
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Podrá observarse que Pedro, en ambos casos,
está tratando con Dios como siendo el Dios de Abraham, el Dios de
sus padres. ¿Qué tenía que ver la sanación del hombre cojo con el pacto de Dios
con Abraham? Y ¿de qué manera tipifica a Israel este milagro? Permitamos que el
propio Pedro nos lo exponga: “Estos días” (3:24), estos “postreros días”
(2:17), los días durante los cuales los apóstoles testificaban, habían sido
objeto de profecía desde que el mundo comenzó:
“Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado,
también han anunciado ESTOS DÍAS” (Hechos 3:24).
El momento de tiempo, por tanto, se revestía de gran importancia profética.
“Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con
nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las
familias de la tierra. A vosotros PRIMERAMENTE, Dios, habiendo levantado a Su
Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su
maldad” (3:25, 26).
El pacto de Abraham incluía la bendición de todas las familias de la
tierra. Israel era el medio o canal instituido a través del cual debía llevarse
a cabo dicha bendición. Así que Israel debía necesariamente ser
restaurada primeramente, antes que los tiempos de refrigerio
pudiesen venir y que la bendición se extendiera hasta lo último de la tierra.
Por eso es que el Señor vino en primer lugar a Israel. Un salvo y restaurado
Israel conllevaría en breve que un mundo entero viniera a ser salvo y
restaurado.
El hombre cojo se puso en pie por el poder del nombre de Jesucristo de
Nazaret, en “perfecta sanidad”. La palabra la emplea la Septuaginta en Isaías
1:6: “Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana”.
La totalidad del cuerpo de la nación se hallaba corrupto. Aquí, a través de un
milagro, el hombre cojo se puso en pie firme en perfecta sanidad; aquí tenemos
una pequeña exhibición de “los poderes de la era venidera”.
Esta sanidad está definitivamente puesta a seguir como un tipo por Pedro
en el capítulo 4. En el versículo 9 la palabra “sanado” en el original es sesostai,
proveniente de sozo, salvar. Esta es la palabra que suple la
palabra “salvación” en el versículo 12. Cuando suplimos el artículo también, el
punto de las palabras de Pedro se aprecia de manera mucho más profunda. El
hombre incapaz se mantiene salvo (sanado) por el nombre de Jesucristo de
Nazaret: “A Quien vosotros crucificasteis, a Quien Dios levanto de la muerte…
en ningún otro hay (la) salvación (sanidad)”.
Así se confirma el testimonio. Aquí tenemos la “tan grande salvación”
que fue “confirmada” – “Dando Dios también testimonio con señales y
maravillas…” (Heb.2:4). La sanidad de Israel todavía se halla en suspense
aguardando; la nación no se arrepintió y creyó. Tal como en el día de Isaías,
“los salvos” (tous sozomenous) (Hechos 2:47), fueron tan solo un
remanente:
“Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como
Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra” (Isaías 1:9).
Resumiendo, hasta aquí hemos visto:
1. La importante pregunta inicial: La restauración
del reino a Israel.
2. La preparación. La complexión del número “doce”.
3. La promesa del Padre. “Esto es lo (aquello)
dicho por Joel – El Día del Señor.
4. El cumplimiento en germen o inicial. El
derramamiento del espíritu santo.
5. Jesús de Nazaret, el más grande Hijo de David,
levantado para sentarse sobre su trono.
6. El hombre cojo sanado. Un tipo o prefigura de la
sanación de Israel.
La totalidad del caso se cristaliza y enfoca en las palabras del
apóstol:
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros
pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y Él
envía a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a Quien de cierto es necesario
que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de
que (de las cuales) habló Dios por boca de Sus santos profetas que han sido
desde tiempo antiguo (desde que el mundo comenzó) (una edad)” (Hechos 3:19-21).
La restauración del reino se vincula con los tiempos o sesiones de
refrigerio, los cuales tendrán lugar en los tiempos de restitución, y nunca
antes de que Israel se arrepienta. El inicial y típico milagro de Pablo
responde a la pregunta: ¿Se arrepintió Israel? Y además refleja el propósito de
Dios durante el largo intervalo del repudio y ceguera de Israel, y el favor en
gracia que resulta a seguir para con los Gentiles.
El Milagro de Pablo de Ceguera
(Hechos caps. 13, 14 comparado con Hechos 28)
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Hechos 13 comienza de una manera que indica una nueva sección. El
escenario transfiere, de Jerusalén – de hecho, de todo el territorio de Israel
– y se deposita en Siria:
“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y
maestros: Bernabé…y Saulo. Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el
Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra que los he llamado”
(versículos 1 y 2).
Su viaje los llevó a través de Seleucia y Chipre; y habiendo recorrido
la isla hasta Pafos, encontraron un cierto mago, un falso profeta, un Judío,
cuyo nombre era Barjesús. Hasta este momento, la predicación de la Palabra en
Chipre había sido confinada solo a los Judíos que allí vivían (Hechos 11:19).
Algunos entre los que eran varones de Chipre y Cirene, cuando se dirigían hacia
Antioquía, habían hablado con los Griegos (los Judíos de habla griega, no
Gentiles, si comprobamos el Texto Recibido). A seguir viene el ministerio de
Bernabé y Saulo, culminando en Pafos en el definitivo testimonio a un Gentil.
Consideraremos todo esto en más detalle cuando volvamos a ver el caso del
Gentil en la historia de los Hechos: ahora estamos ocupándonos con el típico
carácter del primer milagro de Pablo.
Este Judío estaba con el procónsul de la isla. La palabra para
“procónsul” es (anthupatos) (en la Reina Valera está bien, pero algunas
versiones traducen “diputado”). En el año 27 antes de Cristo las provincias del Imperio Romano fueron
divididas entre el Imperio y el Senado; aquellas que eran conflictivas y
precisaban la presencia de un ejército se asignaban al Imperio, mientras que
las de carácter apacible se asignaban al Senado. Como bien podemos suponer,
esta circunstancia mudaba de vez en cuando, y tales cambios resultaron ser
verdaderos obstáculos para los historiadores que tuvieron que escribir su
historia en un periodo de tiempo tan remoto. Chipre fue al comienzo una
Provincia Imperial, pero antes del tiempo de los Hechos, Chipre había pasado a
ser asignada al Senado y era proconsular. Una moneda cuñada en el reino de
Claudio, porta esta inscripción en el reverso: “De los Chipriotas, bajo
Proctus, Procónsul”.
El nombre Barjesús, el mago, se da a Elimas (13:8). La palabra en árabe
es Alimos, o Elim, y significa “un mago”. Del Procónsul
se dice que era “un hombre prudente”. Plinio el viejo cita a Sergio Paulo
varias veces como siendo un autoritario en conexión con la historia natural
(Plin. Nat. His. Lib. I, II y XVIII). El Procónsul mandó llamar a Bernabé y a
Saulo, y deseó escuchar la Palabra de Dios. ¡Con cuánta gratitud de corazón
deben haber recibido estos devotos siervos la solicitud! El primer Gentil
convertido bajo el ministerio de Pedro envió a llamar por él; y así, también,
el primer convertido bajo el ministerio de Pablo actuó de igual modo,
enfatizándose así hasta el más ínfimo detalle el perfecto y peculiar molde en
el cual los Hechos se formaron. El Judío, típico de la nación, se les oponía,
procurando desviar al Procónsul de la fe. Este fue el pecado culminar de la
nación, tal como se puede comprobar por 1ª Tesal.2:14-16:
“…los Judíos…impidiéndonos hablar a los Gentiles para que estos se
salven, así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre
ellos la ira hasta el extremo”.
Hasta este momento el orden había sido siempre Bernabé primero y después
Saulo. Desde ahora y para frente Saulo pasa a ser Paulo (Pablo), y el orden se
invierte. Movido aparentemente por el sentido de su divina misión, Pablo da
aquí un paso en frente a plena luz del día como el apóstol a los Gentiles. Su
maldición recae sobre uno de su propia clase; y su nombre hebreo desaparece de
las páginas de la Escritura. El Gentil es convertido, y por uno de esos
maravillosos detalles de instrucción y providencia el primer fruto del apóstol
a los Gentiles tiene el mismo nombre que aquel asignado a Saulo de Tarso
(Paulo). Los actos y las palabras de Pablo fueron inspirados de Dios:
“Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo (espíritu
santo), fijando en él los ojos” (Hechos 13:9).
De nuevo otro detalle más, en el intencional paralelismo que hay entre
Pedro y Pablo se da, y se pone en clara evidencia. Pedro, en su primer milagro
“fijando en él sus ojos” (atenisas, Hechos 3:4), es decir, sobre el
hombre cojo, pronunció las palabras de bendición; Pablo en su
primer milagro “fijando en él sus ojos” (atenisas, Hechos 13:9), es
decir, sobre el mago, pronunció su ceguera. Compare las palabras de
Pablo tal como se registran en este milagro con su enseñanza concerniente a
Israel es sus Epístolas:
“Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y
no verás el sol por algún tiempo…Entonces el Procónsul…creyó” (Hechos 13:11,
12).
“….Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con
que no oigan…ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya
entrado la plenitud de los Gentiles” (Romanos 11:8-25).
La típica enseñanza del primer milagro de Pedro es la restauración de
Israel: la típica enseñanza del primer milagro de Pablo es el repudio de
Israel, y la consiguiente reconciliación del Gentil.
Ya hemos llamado la atención al comienzo de esta sección al íntimo
paralelismo que existe entre el milagro al comienzo del ministerio de Pablo durante
los Hechos, y el acontecimiento del cierre en Hechos 28. Este tema ha sido
tratado en “La Verdad Dispensacional” bajo el capítulo titulado “El Culminante
Cumplimiento de Isaías 6”, el cual recomendamos al lector. Aquí no volveremos
ahora a tratar el asunto como expusimos allí, pero trataremos de manera más
definitiva con los últimos versículos de Hechos 28 como el complemento de
Hechos 13. En ambos casos vemos a Pablo actuando de manera completamente
independiente de los líderes en Jerusalén; en ambos casos se halla en suelo
Gentil. Pablo, habiendo sido puesto a la guardia y en custodia de un soldado, y
pasados tres días, mandó llamar a los ancianos de los Judíos en Roma, para
poder presentarles delante la verdad. Les asigno un día, y vinieron a su aposento:
“…a quienes les expuso, testificando del reino de Dios, y
persuadiéndoles concerniente a Jesús, tanto por la ley como por los profetas,
desde la mañana hasta la tarde” (Hechos 28:23) (traducción del Autor).
Con todo lo expuesto, todavía hay muchos que dicen que los Hechos se
desarrollan sin un designio o diseño estipulado.
Lucas 24, que tiene su continuación en Hechos 1, registra que el Señor
había expuesto ya estas mismas Escrituras concernientes a Sí Mismo.
Posteriormente, dos versículos a seguir (en el 28:25), introduce la última cita
del Antiguo Testamento en los Hechos. Y esta hace balance con la primera cita.
La primera citación es hecha por Pedro, no concerniente al Señor, sino
concerniente al apóstol Judas, el hijo de perdición. Se da entonces un vacío en
el apostolado, y el número se rellena por la selección de Matías. La última
cita es hecha por Pablo, concerniente, no al Señor, sino a la apóstata nación.
De nuevo se da un vacío, esta vez rellenado por la dispensación de la gracia de
Dios para con los Gentiles, y el llamamiento y selección de los miembros del
Cuerpo Único. Si Judas fue el hijo de perdición, Elimas – el tipo de la
apóstata nación – era el hijo del diablo: así es vista la perfecta armonía en
todas sus partes. La Versión Autorizada en cambio dice de manera muy tenue: “Y
cuando no hubo acuerdo entre ellos, salieron” (Hechos 28:25). Las
palabras son realmente más enfáticas y de un mayor alcance: “SE RETIRARON”. La
expresión señala una crisis. En Hechos 1 la resonante cuestión es concerniente
a la restauración del reino a Israel. Pedro continúa y persigue el tema, y
Pablo, aun estando prisionero en Roma, todavía dice: “Por la esperanza de
Israel estoy puesto con esta cadena” (Hechos 28:20). Las trágicas palabras “Se
retiraron”, dan el cierre a ese tiempo o sesión del reflejo Pentecostal. Los
Primeros Frutos o Primicias ya habían sido recogidos, pero la Cosecha todavía
no; tenía que haber sucedido un arrepentimiento nacional, un gran día de
Expiación antes de la Cosecha y los Tabernáculos. Las palabras del apóstol:
“Sabed, pues (Gnoston oun esto humim), que a los Gentiles es enviada
esta salvación de Dios, y ellos oirán” (Hechos 28:28), son un eco repetido de
sus palabras iniciales, cuando en Hechos 13:38-41 concluye su primer sermón con
las palabras: “Sabed, pues, esto” (Gnoston oun esto humim) que concluye
en el aviso: “Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los
profetas: Mirad, oh menospreciadores, y asombraos y desapareced”.
Aquí, en Hechos 28, aquello que fue dicho en los profetas, llega mismo a
suceder. El fin se refleja en Hechos 13:45, 46 (el versículo 42 precisa
seriamente ser enmendado tal como está en la A.V.):
“Los Judíos…se llenaron de celos, y contradecían las cosas dichas por
Pablo, y blasfemaban: y Pablo y Bernabé hablando con denuedo dijeron: Era
necesario que la Palabra de Dios fuese primeramente hablada a vosotros” (esto
está en armonía con las palabras de Pedro de Hechos 3:26); “pero viendo que la
tenéis delante, y que os juzgáis indignos de la vida eterna, he aquí, nos
volvemos a los Gentiles, pues así nos manda el Señor, diciendo: Te he puesto
para ser una luz de los Gentiles, para que lleves la salvación hasta los
confines de la tierra. Y cuando los Gentiles oyeron esto se alegraron, y
glorificaron la Palabra del Señor, y muchos fueron ordenados y creyeron para
vida eterna” (hechos 13:45-48 traducción del Autor).
Podrá observarse, por tanto, que Hechos 28 se refleja, no tan solamente
en el primer milagro del apóstol, sino en el efecto que produjo su primer
sermón. El primer sermón de Pedro, predicado en el día de Pentecostés, resultó
en que cerca de 3.000 almas creyeran – un remanente salvo de la perversa
generación. Allí, “el Señor añadía a los salvos” (Hechos 2:47). Aquí ya no hay tantos
creyentes Judíos, sino antes bien Gentiles, de los cuales se dice haber sido
“ordenados” para vida eterna. Ambos capítulos registran la gratitud y el
regocijo de los nuevos conversos, ambos nos dicen que recibieron el don del
espíritu santo, pero existe un énfasis notable puesto sobre el bautismo en agua
en el ministerio de Pedro, que se halla igualmente en enfática ausencia del de
Pablo (Hechos 2:38-47; 13:48-52).
Ahora debemos volver nuestra atención para la segunda subdivisión de los
Hechos propuesta al principio del capítulo 4, esto es, la Reconciliación, y a
esta dedicaremos un capítulo por separado
CAPÍTULO 7
LA DISPENSACIÓN DE LA
RECONCILIACIÓN
Es imposible leer Hechos 10 y 11:1-18 sin darnos
cuenta que, todo el revuelo y agitación y sorpresa que causa y se levanta por
la conversión de Cornelio, nos indica que la iglesia en Jerusalén enfrentaba
una nueva fase del propósito de Dios – ¡La salvación de un Gentil!
“…cuando Pedro volvió a Jerusalén, los de la
circuncisión contendieron con él, diciendo: ¿Por qué te has juntado con hombres
incircuncisos, y has comido con ellos? Pero Pedro les relató el asunto desde el
principio….Cuando ellos oyeron estas cosas, se contentaron y quedaron en paz, y
glorificaron a Dios, diciendo: ¡Así que Dios también ha concedido a
los Gentiles el arrepentimiento para vida!” (Hechos 11:2-4, 18).
“¡A los Gentiles!” – Imagine el lector estas
palabras que están siendo pronunciadas en total solemnidad, si es que
fuese cierto, como la tradición asegura, que, “¡la iglesia comenzó en
Pentecostés”! La actitud de Pedro en Hechos 10, siendo igual a la que tomó la
circuncisión en Hechos 11, demuestra que, hasta este punto de tiempo, la
inclusión de los Gentiles en la compañía de “los salvos”, estaba completamente
fuera de sus pensamientos. Pedro tan solo se acerca y va a ver a Cornelio por
causa y en respuesta a una visión. Las visiones habidas en los
Hechos señalan un importante paso enfrente. ¿Qué es lo que indica la visión de
Pedro? - Él vio venir un gran lienzo descendiendo desde el cielo:
“En el cual había:
todo tipo de bestias cuadrúpedas de la tierra, y de animales salvajes, y de
todo reptil que se arrastra, y aves del cielo voladoras. Y vino una Voz a
Pedro, diciendo: ¡Levántate, Pedro! ¡Mata y come! - Pero Pedro replicó: ¡No,
Señor! ¡Pues nunca comí nada que fuse común o inmundo!” (Hechos 10:12-15).
Si bien sea cierto que
los animales indicados por Dios como limpios y apropiados para la dieta de
Israel se clasifican de acuerdo a los principios más higiénicos en la altura,
sin embargo, aquí hay algo que envuelve y se entiende con un más profundo
significado que el asociado con el bienestar físico o dietético. Se explica y
se nos expone en Levítico 20:24, 25 y 26:
“Yo soy el Señor tu Dios,
que te HE SEPARADO DE LOS DEMÁS PUEBLOS. Así que diferenciarás entre las
bestias limpias y las abominables, y entre las aves impuras y las limpias; y no
harás abominable tu alma por bestia alguna, o por ave cualquiera, ni por bestia
alguna que se arrastre sobre la tierra, las cuales Yo he SEPARADO DE TI como
inmunda…Yo…te he SEPARADO DE OTROS PUEBLOS…”
La visión de Jope avisó a
Pedro que la exclusiva posición de Israel estaba modificándose y llegando a su
fin, y que una nueva era se estaba aproximando. Las palabras de Pedro,
respondiendo “común o inmundo”, son muy expresivas. La palabra traducida
“común” aparece en Marcos 7:2:
“Y cuando vieron algunos
de Sus discípulos comiendo pan con manos inmundas (comunes), esto
es, no lavadas, los condenaban”
“Yo sé, y confío en el
Señor, que nada es inmundo (común) en sí mismo” (Rom.14:14).
Y de igual modo dice en
Hechos 21:28;
“…y además de esto ha
metido a GRIEGOS en el templo, y ha profanado (hecho común) este
santo lugar”.
Cuando Pedro, por tanto,
se acercó a Cornelio, dijo (y cualquiera puede comprender la desconfianza de
sus modales, siendo tan extraña y ajena para él la circunstancia): “Vosotros
sabéis cuán abominable (es decir, Pedro se mantenía hasta aquí bajo la
ley de Levítico 20:24, así como todos cuantos habían ido siguiendo la doctrina
de los apóstoles hacían) es para un varón Judío (Pedro,
el apóstol a quien fueron encomendadas las llaves del reino del cielo, el Pedro
investido con poder de lo alto, todavía se considera a sí propio como un Judío
– y sin embargo la tradición sigue sosteniendo que la iglesia comenzó en
Pentecostés) juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha
mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo” (hechos
10:28).
Tomando en cuenta su
propia confesión, la doctrina de Pedro, y su convicción, vemos que el apóstol
consideraba al devoto, pio, y donador Cornelio, como a los perros y a los
cerdos, y a las cosas inmundas. El efecto que debió producir sobre Pedro
haberle dicho que, no solo los tales como Cornelio, sino además, los Bárbaros,
Escitas, e idólatras, serían hechos “todos uno en Cristo”, está por encima de
los límites de nuestra imaginación. La iglesia que tuvo su inicio en
Pentecostés era enemiga y cerraba, prohibiéndole, la puerta al Gentil. “El
salvo aquel” de Hechos 2, no deja de ser, por tanto, sino el nombre del remanente
creyente de Israel, que anticipaba, tal como Joel indicaba, el
gran y terrible día del Señor. ¿Qué diferencia puede haber producido todo esto?
Una sola palabra, y tan solamente una, esto es: reconciliación,
responde plenamente a la cuestión; y un único acontecimiento necesario precede
la visión de Jope, y es exactamente la visión en el camino a Damasco.
En otras palabras, Pablo es convertido y comisionado antes que Pedro
hubiera sido enviado a llamar por Cornelio. La conversión de Pablo es un
marco dispensacional de suprema importancia.
Ahora debemos hacer una
digresión para que podamos darnos cuenta del carácter y propósito de la
reconciliación. Por extraña que parezca a simple vista la expresión, el
escritor va estando más y más bajo la convicción de que, saber lo que Dios haya
dicho, es más importante, en primer lugar, que intentar comprender lo que Él
quiera decir o significar. Si tan solo y simplemente razonamos
sobre el significado de la “reconciliación”, bien puede suceder que aún estemos
fuera de la pista de la verdad; pero si conocemos la palabra actual que Dios
haya dicho, edificaremos nuestra convicción sobre una roca inexpugnable. Antes
que nada debemos observar las palabras actuales que se introducen en esta
cuestión; y solo después, al considerar su uso o utilización, debemos esperar
alcanzar su significado. Katallasso, apokatallasso, katallage, allaso, y allos son
las palabras que debemos conocer para que podamos tener un punto de vista claro
del tema que estamos tratando. La idea raíz recae sobre la palabra allos,
que simplemente significa “otro”. Indica una mudanza o cambio de un estado a
otro.
Esto podemos verlo claramente en los pasajes
donde allos se encuentra:
· “Cambiará las
costumbres” (Hechos 6:14).
· “Cambiaron la
gloria” (Rom1:23).
· “Nosotros…seremos transformados”
(1a Cor.15:51, 52).
· “Cambiar de
tono” (Gál.4:20).
· “Y
serán mudados” (Heb.1:12).
Es evidente, por tanto,
que la reconciliación conlleva y envuelve una mudanza o cambio muy definitivo;
y tal mudanza es la que se opera e indica en Hechos 10. Diallasomai aparece
en Mateo 5:24: “Reconcíliate con tu hermano”.
Katallasso aparece
del siguiente modo:
· “Enemigos…reconciliados”;
“siendo reconciliados” (Rom.5:10).
· “Reconcíliese
con su marido” (1ª Cor.7:11).
· “Dios…nos
reconcilió” (2ª Cor.5:18).
· “Dios
estaba en Cristo, reconciliando” (2ª Cor.5:19).
· “Reconciliaos
con Dios” (2ª Cor.5:20).
Katallage, “la
reconciliación” (Rom.5:11), también ha sido traducida en el inglés arcaico “la
expiación” (A.V.) y Shakespeare la emplea de similar manera: “Procuró hacer
expiación entre el Duque de Gloster y tu hermano”.
· “La
reconciliación del mundo” (Rom.11:15).
· “El
ministerio de la reconciliación” (2ª Cor.5:18).
· “La
palabra de la reconciliación” (2ª Cor.5:19).
Apokatallasso
· “Reconciliar
con Dios a (los) ambos” (Efesios 2:16).
· “Reconciliar
todas las cosas” (Col.1:20).
· “A
vosotros…ahora os ha reconciliado” (Col.1:21).
Si el lector ahora
examinase las referencias dadas, encontrará que las palabras katallasso,
katallage y apokatallasso tan solo las utiliza el
apóstol Pablo. El ministerio que se dio a Pedro, a Jacobo y a Juan les previno
de utilizar tales palabras. Una vez que sus ministerios y comisiones excluían
la idea en sí, cualquiera podría preguntarse: “Entonces, los oyentes de Pedro,
cuando se arrepintieron y creyeron, ¿pasaron a ser reconciliados con
Dios?” Si la utilizamos en el sentido que señala el cambio habido por la
gracia redentora (Ro.5) – Si; pero si empleamos el término en el sentido
dispensacional Escritural estrictamente – No; pues en ese sentido
el pueblo de Israel jamás había precisado la reconciliación, si bien que, al
mismo tiempo, precisasen la salvación de igual modo y tanto como el más ciego
de los paganos.
Viene a ser necesario,
por tanto, que demos un paso en frente persiguiendo el asunto, y observar cómo
se empleaba la “reconciliación”. Vayamos a 2ª Corintios 5:19, donde “La
reconciliación del mundo” es precedida por las palabras del apóstol:
“De manera que nosotros
de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo
conocimos según la carne, ya no lo conocemos así” (2ª Cor.5:16).
Aquí podemos ver cuán
enfáticamente se repudia la carne en esta conexión. El versículo 19 nos dice
que “Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo”, y que el apóstol
Pablo y sus colaboradores recibieron el ministerio de la reconciliación. La
frase “reconciliando al mundo”, la emplea Pablo hablando de sí mismo en la
epístola a los Romanos, y una vez que es en ella donde se nos expone y explica,
será bueno y sabio que vayamos a la propia epístola. A seguir a la introducción
del tema “la justificación por fe” que se da en Romanos 1:16, 17, el apóstol se
vuelve en su apreciación para considerar la condición de las naciones Gentiles.
Si ignoramos o pasamos por alto este punto, y el motivo suyo, seremos
ignorantes en cuanto al significado del ministerio de la reconciliación, e
ignoraremos además lo que hizo posible suceder la visión en Jope. La
reconciliación muda la posición de los Gentiles en la cual se hallaban por su
conexión con dos acontecimientos del pasado: (1) la caída de Adán; (2) La
rebelión de Babel. Es esta conexión posterior la que reaparece con fuerza en
Romanos.
El distanciamiento y
apartamiento de las naciones.- No había Gentiles sino
cuando llegó a haber y aparecieron los Judíos, del mismo modo que no podía
haber incircuncisión hasta que hubo circuncisión. Los Gentiles, o naciones, no
se mencionan en la Escritura hasta que llegamos a Génesis 10. Allí leemos
acerca de la división de la tierra, y se indican las fronteras de las naciones:
“Estas son las familias
de los hijos de Noé por sus descendencias, en sus naciones; y de estos se
esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio” (Gén.10:32).
“Cuando el Altísimo hizo
heredar las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres,
estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel”
(Deut.32:8).
Una vez que se acercaba
el tiempo para el llamamiento de Abraham, el ajuste y separación de las
naciones fue tomando forma, y por otro lado, cuando la reconciliación de las
naciones se aproximaba, las distinciones peculiares anteriores desaparecieron.
Existe una idea central en la visión del lienzo que tuvo Pedro. Dios estaba
aquí anunciando que, el Judío, llamar ahora a cualquiera común o inmundo, no
sería dispensacional. Génesis 10 registra la división de la tierra y de las
naciones. Génesis 11 la confusión de las lenguas en Babel, y Génesis 12 el
llamamiento de Abraham y la separación formal de una única nación.
Desde entonces, esa única nación, Israel, se mantiene en su peculiar posición,
desde entonces, deben las restantes naciones mantenerse separadas y guardar de
aquella una cierta separación: y no antes que Cristo haya vuelto, se podrá
hacer nada más a este respecto. Una y otra vez en las Escrituras se enfatiza el
peculiar privilegio de ser “la circuncisión”, por ejemplo:
“A vosotros solamente he
conocido de todas las familias de la tierra” (Amós 3:2).
“Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios;
Jehová te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos
que están sobre la tierra” (Deut.7:6).
“Ha manifestado Sus palabras a Jacob, Sus estatutos y
juicios a Israel. No ha hecho así con ninguna otra de las naciones” (Salmo
147:19, 20).
Lo que sucedió con las naciones, y cómo fueron
tratadas por Dios, nos lo dice el apóstol Pablo:
“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él
hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por
manos humanas…de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que
habiten sobre toda la faz de la tierra, y les ha prefijado el orden de los
tiempos, y los límites de su habitación…Dios, habiendo pasado por alto los
tiempos de esta ignorancia, AHORA manda a todos los hombres en todo lugar que
se arrepientan” (Hechos 17:24-30).
La palabra “AHORA” tan solo es posible debido a que,
la reconciliación, ha entrado en escena y se ha hecho disponible. Pedro habla
del Cristo exaltado que ofrece el arrepentimiento a Israel. A
seguir a la conversión de Pablo, la circuncisión aprendió sorprendida que Dios
había hecho también disponible a los Gentiles el
arrepentimiento para vida. “En todo lugar” son palabras extrañas al
espíritu de Hechos 1 a 9. En Romanos 1:18 a 2:1, el apóstol describe la
condición del mundo Gentil desde la confusión de Babel hasta la
reconciliación.
El paredoken (la
“entrega” o el “abandono” en Rom.1:24, 26 y 28) de las naciones (Rom.1:18 a
2:1)
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A pesar del testimonio de la
conciencia y de la naturaleza, los Gentiles se volvieron idólatras: “Llegaron a
envanecerse en sus razonamientos (imaginaciones); y su necio corazón fue
entenebrecido”. Efesios 4 se refiere a esta condición “dislocada” de los
Gentiles:
“…Los Gentiles, que andan
en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de
la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su
corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se
entregaron (paredokan, igual que en Rom.1) a la lascivia para cometer
con avidez toda clase de impurezas” (Efesios 4:17-19).
¿Bajo qué circunstancias
serían las naciones reconciliadas? Romanos 11 nos da la respuesta. Así como el
abandono de los Gentiles se conectaba con el favor especial a la nación única
de Israel, así también la retirada de la posición favorable y privilegiada de
Israel hizo posible la reconciliación. Este es el testimonio de Rom.11. Para
una más plena explanación de Romanos cap.9 a 11, al lector le referiremos que,
en el capítulo 14 del presente volumen, trataremos con la epístola en su
totalidad; ahora debemos concentrar nuestra atención sobre un punto.
Si bien es cierto que los
privilegios nacionales de Israel se fueron gradualmente perdiendo, todavía se
mantenía firme un fiel remanente, asegurando la continuación de la raíz y la
sustancia del olivo, y aquellos Gentiles que fueron siendo salvos, fueron siendo
“como ramas de olivos salvajes” injertados en él:
“Y si su transgresión es
la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los Gentiles, ¿cuánto más su
plena restauración?...Porque si su exclusión es LA RECONCILACIÓN DEL MUNDO,
¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? (Rom.11:12-15).
Aquí el apóstol, al emplear términos idénticos,
explica el ministerio de la reconciliación tal como se introduce en 2ª Cor.5.
El mundo Gentil ha sido reconciliado, y esto se sincroniza con el apartamiento
de Israel. Vino a darse una reversión, del siguiente modo:
A El distanciamiento o separación de los Gentiles
(Gén.10, 11).
B
El favor mostrado a Israel (Gén.12; Hechos 9).
A El distanciamiento o
separación de Israel (Rom.11).
B La
Reconciliación de los Gentiles (Rom.11; 2ª Cor.5).
El aspecto de la
reconciliación que trata con el hombre respecto a su conexión con Adán (Rom.5),
lo trataremos cuando nos ocupemos de Romanos en su totalidad. Ahora debemos
observar el efecto que se indica en los Hechos por la introducción habida de
nuevo elemento. Tal como ya hemos dicho anteriormente, no pudo haber sucedido
sino hasta que Pablo fue convertido y comisionado, que Pedro pudiese haber
recibir su visión en Jopa. La conversión de Pablo, está tan peculiarmente
conectada con los resultados del propósito de Dios, que será bueno para
nosotros estar al tanto de sus aspectos esenciales. El primer punto de nota dispensacional
es que Pablo fue convertido y encomendado a su labor fuera del
territorio. Se acercaba a Damasco, y, “repentinamente le rodeó un
resplandor de luz del cielo” (Hechos 9:3). El siguiente punto es que la labor
le fue encomendada por el Cristo resucitado y ascendido. En tercer
lugar, que Pablo está definitivamente dedicado a una comisión para con
los Gentiles:
“…instrumento escogido me
es éste, para llevar Mi Nombre en presencia de los Gentiles, y de reyes, y de
los hijos de Israel” (Hechos 9:15).
A esto mismo se refirió
el apóstol cuando hizo su discurso en Jerusalén, y de nuevo en su defensa
delante del rey Agripa:
“…me dijo (Cristo): Vé,
porque Yo te enviaré lejos a los Gentiles” (Hechos 22:21).
“Librándote de tu pueblo,
y de los Gentiles, a quienes ahora te envío” (Hechos 26:17).
Pablo fue el único
apóstol encargado para los Gentiles por el Cristo resucitado; tan solo él,
entre todos los apóstoles, recibió el ministerio de la reconciliación. Su
conversión fue típica:
“Por esto fui recibido a
misericordia, para Jesucristo mostrase en mí el primero toda Su clemencia, para
ejemplo de los que habían de creer en él para vida eterna (aionion)” (1ª
Timoteo 1:16).
A seguir a la conversión
de Pablo, lo encontramos testificando por Cristo en Damasco, e inmediatamente a
seguir se produjo un atentado para acabar con su vida; tuvo que ser metido en
un cesto para hacerlo descender de la muralla, y así se llevó a cabo su fuga
hacia Jerusalén. Aquí llegado, es Bernabé quien tiene presentarse con él para
ser reconocido, y hallamos a Pablo disputando con los Griegos; pero trataron de
asesinarle. Este incidente nos lleva a su regreso a Tarso, donde no hay
registro suyo en el tiempo. Los Griegos, sin embargo, son ahora el instrumento
para volver a traer a Pablo a su servicio activo:
“Pero había entre ellos
unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía,
hablaron también a los griegos…y enviaron a Bernabé que fuese hasta
Antioquía…Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo, y hallándole lo
trajo a Antioquía. Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y
enseñaron a mucha gente. Y a los discípulos se les llamó cristianos por primera
vez en Antioquía” (Hechos 11:26).
Llamados Cristianos por
primera vez en Antioquía
Muchas cosas se han
escrito con respecto a este nuevo nombre. El nombre por el cual los Judíos
acostumbraban designar a los creyentes en el Señor Jesucristo era “la herejía
de los Nazarenos” (Hechos 24:5, 14). La palabra griega “Cristo”, siendo
equivalente con la palabra hebrea “Mesías”, jamás podría haber sido utilizada
hablando de la iglesia por los Judíos. El proverbial ingenio del pueblo de
Antioquía ha sido mencionado por muchísimos escritores, y si este fue o no el
origen del asunto del nombre hace muy poca diferencia, si bien el hecho de que
la inspirada narrativa llame nuestra atención para eso sea de gran importancia.
Hasta aquí, tanto desde el punto de vista Judío como el Gentil, los discípulos
no dejaban de ser sino una de las muchas sectas de la fe Judía (Fariseos,
Saduceos, Herodianos, Esenios, Nazarenos, etc.) habidas en Antioquía. Bajo la
distintiva enseñanza del apóstol Pablo, los discípulos, ya no podían ser
considerados así. El Cristo resucitado, y no el más bajo nombre de Jesús, es el
que ahora se asocia con su testimonio; y aquí, en esta ciudad Gentil, que sería
la geográfica vinculación entre el reino (Jerusalén) y el misterio (Roma), los
discípulos son nombrados Cristianos.
Si bien el título de
“Cristiano” podría ser aplicado a cada uno de los que creyesen que “Jesús era
el Cristo”, no en tanto, no aparece en la Escritura más de tres veces. Los
creyentes no se dirigían el uno al otro como “compañeros Cristianos”; se
llamaban el uno al otro como “creyentes”, “hermanos”, “santos”. Agripa emplea
la palabra “Cristianos” cuando acaba de escuchar la lógica defensa del apóstol
(Hechos 26:28). Y Pedro la utiliza con referencia al sufrimiento “como
Cristiano” a manos de los poderes vigentes. La vía en la cual el término se
empleaba por los romanos indica que se le atribuía con él un sentido político,
una vez que declararse uno mismo un Cristiano era considerado y equivalía a una
traición contra el Imperio. Que Pablo, unos nueve años después, enseñó estas
tales revolucionarias doctrinas, puede deducirse por Hechos 17:7:
“…y todos estos
contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús.”
Dos veces se asocia un
nuevo nombre con el ministerio de Pablo; primeramente en Antioquía, la compañía
de creyentes sobresale como algo distinto; y en segundo lugar, Saulo de Tarso
es llamado Pablo, por primera vez en las Escrituras, en asociación con el
Gentil Paulus en la isla de Chipre, cuando cumplía el ministerio al cual había
sido llamado en Antioquía.
Los capítulos siguientes
tratan con la enseñanza de las epístolas del periodo, es decir, la dispensación
iniciada bajo el título “La reconciliación”. Cuando hayamos considerado estas
epístolas, la fase final – “El repudio” debe ser abordado antes que éste
presente volumen llegue a su fin.
CAPÍTULO 8
GALACIA Y LA ESPÍSTOLA A
LOS GÁLATAS
¿Dónde se halla Galacia?
¿Sería entonces la epístola a los Gálatas la primera epístola de Pablo? Estas
dos preguntas están juntamente vinculadas, y la segunda pregunta surgirá
de la respuesta que demos a la primera cuestión.
¿Dónde se encuentra
Galacia? – La respuesta a la pregunta depende sobre la fecha en la cual se
consulte el mapa que fue publicado. Si es el mapa de la Enciclopedia del Dr. Kitto, 1847,
o de T.R. Birks, editor de Paley 1849, o cualquier otra publicación anterior a
estos, Galacia se hallará como se muestra en el mapa siguiente:
Si vamos a ver en La
Vida y Epístolas de Pablo de Lewin (1875), encontraremos dos mapas,
uno mostrando la Provincia de Galacia con indicaciones en las cuales las
fronteras nacionales han dado lugar a los requisitos políticos; y el otro
mostrando el mapa de Asia Menor de acuerdo a sus nacionalidades. Una
comparación de los dos mapas nos revelará una acentuada diferencia. Mientras
que las fronteras nacionales coinciden con el mapa de Kitto, el mapa político
sin embargo muestra un estado de asuntos circunstanciales que deben material y
necesariamente influenciar la respuesta a la cuestión - “¿Dónde está
Galacia?”
Sobre este mapa tenemos
partes etiquetadas: “Parte de Frigia incluida en la Provincia de Asia; y parte
de Frigia en la Provincia de Galacia”. En el “Comentario Histórico sobre la
Epístola a los Gálatas” de Ramsey, hay un mapa mostrando la división política de
Asia Menor, en el año 40-63 después de Cristo. Aquí damos un diseño suyo,
indicando la provincia de Galacia sombreando el contorno.
Podrá observarse
que, una carta dirigida a las iglesias situadas en la porción de Frigia de la
Provincia Gálata, tendría que ser dirigida a las Iglesias de Galacia,
en armonía con las normativas vigentes en la altura. Con todo esto, podríamos
imaginarnos aquí a una persona pedante y exhibicionista, aunque sería
difícilmente probable, que ignorase el crecimiento actual de
Londres, y se dirigiese a los que vivan fuera de los muros de la ciudad
original, como si fueran residentes de Surrey, Middlesex, o Essex. Ni por un
momento podemos creer que el escritor de la inspirada narrativa fuese tan
absurdo. Cualquiera que fuese la idea que las normativas legales y autoritarias
vigentes tuvieran en la altura, debía ser definitiva, y para el escritor
asentaría del todo la cuestión, a pesar de que estuviesen incluidas un gran
número de nacionalidades en la sola Provincia. El propio Pablo es un caso de
este tipo. Él era un Hebreo, uno de Tarso, y un Romano. ¿Se atrevería alguien a
discutir sobre si es que Tarso por eso se hallaría Italia, o Roma en
Cilicia?
La Concordancia
Analítica de Young (Nueva Edición) ya no expone a Galacia de acuerdo a
sus nacionales limitaciones, sino que muestra la más amplia Provincia de
Galacia extendiéndose hacia el Sur, incluyendo Derbe, Listra, e Iconio, las
cuales, hasta aquí, habían sido contenidas y delimitadas en Licaonia: Y así
sucede también con un Atlas ilustrando los Hechos de los Apóstoles y las
Epístolas (S. Philip e Hijos, 1914).
Podrá observarse,
teniendo en cuenta esta transición y mudanza, que la simple cuestión, “¿Dónde
está Galacia?” no sea admisible de una fácil respuesta. Se hace también
evidente que la cuestión no tiene lugar ni recae en la exposición puramente
Escritural, sino que recae en una cuestión de Arqueología e Historia. Citando
de “The Times”, leemos:
“El Profesor W.M. Ramsey
es la más grande autoridad viva sobre la geografía de Asia Menor y las
históricas y arqueológicas cuestiones asociadas con su estudio”.
Cualesquiera que puedan
ser las teológicas opiniones que el Profesor pueda mantener, es sin duda
apropiado escucharle sobre esta provincia tan peculiar su particular opinión. Y
en cuanto a la parte teológica, el Profesor aborda el estudio creyendo que, los
Hechos de los Apóstoles, fueron transcritos algunos 200 años después de la vida
de Pablo: concluye su teoría, creyendo, que, Lucas, fue el escritor durante el
tiempo de vida del apóstol. En otras palabras, sus investigaciones desaprueban
los Más Altos Críticos y aprueban la Biblia. Esto es decididamente animador.
Será superfluo
utilizar comillas en este capítulo, pues donde el Profesor Ramsey o sus
críticas no se citen, algunas de las expresiones están sujetas a ser
evocaciones de escritos de otros autores conducentes con él. Aquellos que
deseen profundar el tema más plenamente de lo que aquí está expuesto, se les
recomiendan los varios enormes volúmenes de la pluma del Profesor Ramsey, el
útil libro escrito por Mr. Askwith, el Comentario de Kirslop Lake, y otros.
Volviendo a la cuestión,
“¿Dónde está Galacia?” y cuál sea el significado de los distintos mapas,
respondemos: El más pequeño distrito señalado sobre el mapa antiguo como
Galacia es el reino de Galacia. La región más amplia incluyendo las ciudades
visitadas por el apóstol en Hechos 13 y 14 es la posterior Provincia Romana de
ese mismo nombre. Para comprender el tema que estamos tratando, tenemos que
tener en cuenta que existían tres clases de Estados en Asia Menor:
El rango de autoridad Romano en cualquier territorio
extranjero que fuese constituía una Provincia. Strabo muestra
la política Romana con respecto a la cuestión de los reyes menores en jerarquía
y gobernadores Romanos: Donde el carácter de la gente fuese anárquico, y la
naturaleza del país cometiese rebeliones y sediciones habitualmente, se
asentaba la autoridad de los reyes con sus propios ejércitos, pero paso a paso,
y distrito por distrito, estos países iban siendo incorporados en las
adyacentes Provincias Romanas, a medida que, por estos reyes y sus ejércitos,
un cierto grado de disciplina y civilización iba siendo impartido a la
populación, los cuales edificaban ciudades e iban introduciendo en ellas
las costumbres y educación Greco-Romana.
Si tenemos en cuenta el parágrafo anterior, comprenderemos bien las mudanzas del mapa y el ensanchamiento de las fronteras del Reino de Galacia hacia la más grande porción de la Provincia de Galacia. Por conveniencia de la referencia, dividiremos la enseñanza existente sobre el tema en dos puntos de vista:
Si tenemos en cuenta el parágrafo anterior, comprenderemos bien las mudanzas del mapa y el ensanchamiento de las fronteras del Reino de Galacia hacia la más grande porción de la Provincia de Galacia. Por conveniencia de la referencia, dividiremos la enseñanza existente sobre el tema en dos puntos de vista:
1. El punto de vista del plano Norte Galacia.
2. El punto de vista del plano Sur Galacia.
El punto de vista de
Norte Galacia sostiene que, solamente la parte del mapa que fue originalmente
Galacia, sea la Galacia de las Escrituras. Al mismo tiempo, reconoce que es un
tanto forzoso tener que reconocer que, de todas las ciudades del Norte Galacia,
las cuales el apóstol se supone que tuvo que visitar, y
donde se supone además que debió fundar las iglesias, y a las
cuales dirigió su epístola: Tavium, Ancira, Pessinus, ni tan siquiera una de
ellas se mencione en los Hechos, y tiene que recurrirse forzosamente a un
conveniente “lapso” como una adecuada explicación.
El punto de vista Sur
Galacia sostiene por su vez que, por Galacia, se entiende la Galacia al día de
los Hechos, en la más amplia Provincia Romana que abarca: Licaonia y parte de
Frigia en el Sur. De acuerdo a esta opinión, en los Hechos entonces se
cita cada una de las ciudades, y Antioquía, Iconio, Listra y Derbe son
vistas como las iglesias de Galacia. No hay “lapso” que valga o sea necesario,
y en la extraña omisión de una tan importante de estas iglesias, ya no
encontramos obstáculo alguno, pues ya no se da dicha omisión.
El punto de vista de
Norte Galacia precisa que la epístola a los Gálatas hubiera sido escrita después
de Hechos 18:23, puesto que Gálatas 4:13 indica una segunda visita.
Esto haría con que “Gálatas” fuese puesta a la vez en el tiempo con
“Corintios”. El punto de vista de Sur Galacia no requiere esta tal fecha muy
posterior.
Mientras que Hechos 16:6
se considere por el punto de vista de Norte Galacia como la primera y
mencionada fundación de la iglesia de Galacia, que no da nombres o incidentes
del viaje, en el punto de vista de Sur Galacia en cambio se considera Hechos
16:6 como una nueva visita de las iglesias ya fundadas en
Hechos 13 y 14; y el breve sumario que ofrece se vuelve mucho más apropiado y
comprensible.
Antes de seguir adelante
en nuestro estudio, daremos pruebas históricas de que Iconio, Listra, Derbe, y
Antioquía son correctamente denominadas y ser referidas como “Galacia”:
1. Asterius, Obispo de Amaseia en
el Ponto, del año 401 después de Cristo, tratando con Hechos 18:23, lo explica
en directa contradicción a lo que sería correcto en su día. Licaonia no se
hallaba incluida en Galacia en el año 401, pero sí al día del escrito.
“Ninguna interpretación concebible podría ubicar Licaonia
fuera de Galatiken choran excepto la deliberada adhesión al
punto de vista del Sur Galacia”.
2. El Dr. Schurer deduce su
crítica por la posición del Profesor Ramsey después además de consultar
Plinio y Ptolomeo. Ptolomeo ordenó sus capítulos de acuerdo a las divisiones
Proconsulares Romanas:
v. 1. Pontou kai Bithunias Thesis.
v. 2. Tes
idias Asias Thesis.
v. 3. Lukias
Thesis.
v. 4. Galatias
Thesis.
Él declara que Galacia
está limitada al Sur por Panfilia, y al Norte por el mar Auxina Ponto,
incluyendo en ella Psidia en el Sur, y Paflagonia en el Norte. Enumera además
las partes de las cuales consistía, y menciona Antioquía, Iconio, y Listra como
ciudades de Galacia. Esta referencia erradica el punto de vista del
Sur Galacia del plano de una teoría y lo establece en el hecho histórico.
Daremos, no obstante, el testimonio de más de un testigo. Como evidencia de que
Galacia fue correctamente empleada como el nombre de una Provincia Romana,
citamos:
3. Tacitus
Hist. ii. 9 Galatiam et Pamphyliam, provincias.
4. En los
tiempos de Pablo la gente de Iconio llamaba a su país: Galatike
eparchea
5. En una
dedicatoria inscripción griega con fecha del año 56 después de Cristo (y por
tanto del mismo periodo bajo discusión) el escritor describe su patris,
Apolonia, situándolo en el territorio de los Gálatas. Apolonia se
halla a unos 65 quilómetros al oeste de Antioquía en Psidia. Vea el mapa.
Para el pensamiento
romano, la división Provincial prevalecía sobre todas las demás consideraciones
de sangre o descendencia. En la edificación de estas Provincias se evidenciaba
un menosprecio efectivo por las fronteras raciales.
6. Estrabo,
pag.629, se queja de la dificultad causada al geógrafo por el desprecio romano
hacia las distinciones nacionales. Por ejemplo, los Fenicios de
Cartago desdeñaban a los Africanos; sin embargo por Roma todos eran
denominados Afro. Los griegos de Sicilia de manera señalada se
distinguían ellos propios de los de Siculi; sin embargo Roma los clasificaba a
todos como Siculi.
Cuando Pablo, por tanto,
se dirigió a los conversos en Iconio como Gálatas, se dirigió a
ellos como un ciudadano romano hablando en igualdad a otro miembro del Imperio
Romano. El estatuto de cada persona que no fuera no romana en el Imperio era el
de un “provincial” y se designaba como siendo un miembro del Imperio Romano, no
por su nación, sino por su provincia. Entre tanto
que una persona se describiese como un Frigio o un Licaonio, se estaba
describiendo por tanto como siendo de fuera del Imperio. Un esclavo podría ser
denominado como siendo un Frigio; pero un hombre libre procuraría evitar este
título de servidumbre, y asumir el más honorable de Gálata.
El Imperio se tenía
popularmente en el más alto grado como una garantía y posibilidad legal de paz
y prosperidad. Las personas se sentían gratas de pertenecer al Imperio, y tan
solo pertenecían a él por virtud de ser miembros de una Provincia, y titulado
para que un oficial romano se dirigiese al individuo bajo el nombre de “Galatae”.
Ser un Frigio significaría ser rudo, ignorante, desprovisto de inteligencia,
servil. Decir que los de Antioquía debían haber sido nombrados por Pablo en su
carta como “Frigios”, en vez de “Varones de la Provincia de Galacia”, significa
evidenciar una fundamental ignorancia cultural. Imagínese un político desando
ganarse la simpatía de un audiencia Escocesa dirigiéndose a ellos continuamente
por “Ingleses”, cuando debería apropiadamente decir “Británicos”. La
comparación peca por ser menos ofensiva en los tiempos actuales.
Además, el apóstol,
cuando piensa y habla de lugares y personas, siempre mantiene la idea de ellos
y habla de ellos con el punto de vista del Imperio Romano. Por eso, cuando
habla de Acaya, Asia, Macedonia, Galacia, Ilírico, utiliza en cada caso el
nombre romano de la Provincia, no el nombre griego del País.
Ilírico es un buen ejemplo en particular. Los griegos utilizaban el
nombre illuris que corresponde a la romana Illiricum,
y empleaban Illírikos tan solo como un adjetivo despectivo.
Nadie, a no ser una persona absolutamente de Roma, en su punto de vista, podría
haber empleado el término Illirikon, y no podría por él haber
querido decir otra cosa sino la “Provincia Illiricum”.
En Hechos 16:1, cuando
Pablo se encontraba en Listra, estaba pisando suelo Licaonio, y se hallaba
propiamente en Licaonian Galatia. Ahora señalaremos brevemente las
dos ocasiones donde la palabra Galacia aparece en los Hechos:
“Y atravesando Frigia y
la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la
Palabra en Asia…” (Hechos 16:6).
El Texto Receptus
dice Dielthontes; los textos revisados ponen Dielthon,
y omiten el artículo anterior a Galacia:
Dielthon de ten Phrugian
kai Galatiken choran
“Y fueron atravesando la
región Phrigio-Galactic prohibida del Espíritu Santo de hablar la Palabra en
Asia”.
Aquí la cláusula
participial es aún más importante que el predicado verbal. El énfasis es que fueron
atravesando la tal región PRHIBIDA. Koluthentes es pasiva, e
indica el estado o posición de los viajeros con respecto a la imposición. Lucas
18:14 es un ejemplo de la importancia que tiene la cláusula participial: Este
(hombre) descendió a su casa”, es una frase gramaticalmente completa, pero se
apropia con: “Este hombre descendió a su casa justificado antes
que el otro”, y es una frase vivificada con revelación.
Además, debe observarse el exacto lenguaje de la
narrativa inspirada cuando tratamos con la posible ruta del apóstol. Le fue
prohibido hablar en Asia, y de entrar a Bitinia. Antioquia e Iconio pertenecían
a Frigia Galacia; Listra y Derbe pertenecían a Licaonia Galacia; la otra parte
de Frigia pertenecía a Asia. Por este motivo es que el registro diferencie
entre Asia Frigia, donde la prédica le fue prohibida, y Galacia Frigia, donde
la prédica fue bendita. En Hechos 18:23 se da una leve mudanza de expresión:
Hechos 16:6 dice: Ten Phrugian Kai Galatiken
Choran.
Hechos 18:23 pone: Ten Galatiken Choran
Phrugian.
En el pasaje posterior del 18 la traducción sería: “La
Gálata región y Frigia”, y puede indicar conllevando dos distintos distritos.
Este segundo pasaje lo que retrata es el registro de Hechos 14:22 y 15:36:
“…Antioquía…salió, recorriendo POR ORDEN la región de
Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos”
(Hechos 18:22, 23).
Antioquía era la Jerusalén de Pablo. En Antioquía
había recibido su primera comisión por el Espíritu Santo; desde Antioquía fue
enviado en su primer viaje misionero; y a Antioquía regresó.
En Hechos 13 vemos la región Frigia-Galacia siendo
atravesada; Antioquía en Psidia, Iconio, Listra y Derbe, todas ellas de la
Provincia de Galacia. Las ciudades son visitadas en el orden inverso (14:20,
21); desde ahí se dirigió a través de Panfilia hasta la costa, hasta Antioquía
en Siria, desde donde fueron encomendados a la gracia de Dios. Este fue un
periodo de experiencia en la vida de Pablo, y de desarrollo del propósito de
Dios para con las iglesias.
“Y habiendo llegado y reunido a la iglesia, refirieron
cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y como había ABIERTO LA PUERTA
DE LA FE A LOS GENTILES” (Hechos 14:27).
Pablo recordaría este periodo de tiempo hasta el final
de sus días. La guardia y manutención de esta gran puerta abierta,
preservándola libre de estipulaciones, envolvió al apóstol en constantes y
durísimas batallas. Escribiéndole en vísperas del martirio en su vejez, le
recuerda a Timoteo las persecuciones y aflicciones que le sobrevinieron
en Antioquía, en Iconio, en Listra (2ª
Tim.3:11).
“…después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé:
Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado
la Palabra del Señor, para ver cómo están…Bernabé…navegó hasta Chipre…Pablo,
escogiendo a Silas…Después llegó a Derbe y a Listra…y…al pasar por las
ciudades” (Hechos 15:36 a 16:4).
Esta visita de vuelta a estas iglesias se resume en
Hechos 16:6, a medida que fueron volviendo a través de la región
Frigia-Galacia; no es un nuevo viaje a Norte Galacia y a ciudades desconocidas
e innombradas, sino un sumario de este viaje y su inmediato desarrollo. Los
pasajes en los capítulos 13, 14, 15, 16:1-6 y 18:23 hablan todos a una sola voz
de un único distrito. En primer lugar se fundan las iglesias (capítulos 13, 14)
a seguir, en segundo lugar, son vueltas a visitar para ver cómo están (16:6);
y, finalmente, estas iglesias son confirmadas y fortalecidas (18:23).
Si observamos el método de Pablo con los Corintios y
lo aplicamos a los Gálatas, encontraremos que después de haber oído y sabido de
su alejamiento o deserción de la verdad, su método sería, primeramente, una
epístola; y en segundo lugar, una visita. El efecto de la epístola procuraría
fortalecerlos y confirmarlos en su fe. En Hechos 18:23 la palabra “confirmando”
es epi-sterizon. Aquí damos una cita del Obispo Wordsworth:
“La epístola nos muestra a los Gálatas en un estado
trastornado, sin embargo la epístola fue designada para afirmarlos. Cuando esta
previa obra de restauro y reparo había sido realizada por una epístola,
entonces y seguidamente (tal como debíamos esperar), se hacía una visita, la
cual en la epístola se anunciaba de antemano como probable (4:20). Esta visita
completaba así la obra felizmente iniciada por la epístola. Pablo iba a través
de Galacia episterizon – dando ánimo y confirmando de
manera adicional a todos los discípulos”.
El Obispo argumenta que, si la Escritura nos dice que
la visita del apóstol aquí tenía un efecto fortalecedor y confirmatorio, es
mucho pedirnos que creamos que, inmediatamente a seguir, un tal estado de
circunstancias surja como razón de la epístola a los Gálatas. Pablo
estuvo muy próximo y a mano durante dos años, en Éfeso. Aunque el Obispo
Wordsworth no conocía ni estaba al tanto del hecho puesto a la luz concerniente
a Sur Galacia, no obstante, fue consciente de que la epístola fue escrita mucho
antes que algunos pensaron. La ubica inmediatamente a seguir a Tesalonicenses.
Todavía sigue abierta la cuestión si es que las
palabras to proteron de Gálatas 4:13 debían ser traducidas “la
primera de dos visitas”, o, “entonces”, como comparable con “ahora”. No vemos
que haya fuertes motivos para limitarnos a permitir dos visitas a los
Gálatas antes que se escribiera la epístola: y cuando tomamos en consideración
todos los factores, no podemos dejar de concluir que Gálatas sea el reto de
apertura del apóstol para el mundo. Volveremos a hablar más sobre esto cuando
tratemos con la epístola en sí.
La manera en la cual el
apóstol habla de Bernabé en la epístola muestra que sería personalmente bien
conocido entre sus miembros. “Aun Bernabé” (2.13), es una forma de hablar muy
familiar. Pablo les explica que Tito se fue a Grecia, y que Pedro, Jacobo y
Juan aparecieran siendo los pilares o columnas, pero a Bernabé lo conocían
bien. Bernabé se halla implicado en el “nosotros” aquel de: “el evangelio quenosotros os
predicamos”. Bernabé fue escogido y separado con Pablo para la evangelización
de Sur Galacia. Al cierre de Hechos 15 Bernabé se separa de Pablo y se va para
Chipre. No tenemos registro alguno que nos diga que Bernabé se juntase de nuevo
a Pablo acompañándole en sus viajes misioneros. Ahora observe lo siguiente: si
el punto de Norte Galacia fuese adoptado, Pablo habría visitado esa región
después que Bernabé se hubiese apartado de él. Las iglesias del Norte Galacia
no tendrían ningún conocimiento suyo, y así su ejemplo sería desprovisto de
peso alguno. Todo se vuelve claro y simple si se sobre entiende tratarse de Sur
Galacia.
La declaración en Hechos
con respecto a Timoteo, y la declaración en Gálatas referente a Tito, deben
tomarse como una reflexión de la acusación impuesta contra el apóstol, y su
refutación.
Hechos 16. Gálatas 2.
Timoteo
Tito
Con él.
Conmigo.
Griego (madre Judía).
Griego.
Tomado y
circuncidado.
No
circuncidado.
Por causa de los
Judíos (dia).
Por
causa de los falsos hermanos (dia)
Decretos venidos de
Jerusalén.
Nada nuevo
en Jerusalén.
Ministerio a los
Gentiles.
Ministerio a
los Gentiles.
Macedonia (Europa).
Hay otros muchos vínculos
con esta temprana sección de los Hechos que iremos viendo en el curso de la
exposición de las epístolas en sí. Además, no podemos esperar comprimir en un
capítulo el argumento que estamos poniendo delante sobre las ciudades de Sur
Galacia visitadas en Hechos 13 y 14 como siendo las iglesias de Galacia. El
lector que desee examinar a fondo el tema debe consultar las varias
publicaciones del Profesor Ramsey al respecto: La Iglesia en el Imperio
Romano antes del Año 170 D.C.; Los Viajes de S. Pablo y el Ciudadano
Romano; y el Comentario Histórico sobre los Gálatas; además de
todas las publicaciones, en mayor o menos escala, que han llegado a surgir en
resultado de la discusión.
En cuanto a la fecha de
la epístola concierne, ha sido asignada por diferentes críticos al cierre, y a
cada etapa intermedia, de la epistolar actividad de su autor. Marcion ubica
“Gálatas” la primera. Aceptando que, tal como hemos enseñado: Antioquía,
Iconio, Listra y Derbe sean las iglesias de Galacia, la necesidad entonces de
ubicar el escrito de la epístola en un periodo subsecuente a Hechos 18:23
desaparece completamente. Tanto Ramsey como Weber creen que “Gálatas” fue
escrita desde Antioquía. Ramsey toma Hechos 13 y Hechos 16 como dos visitas;
Weber considera los viajes de ida y vuelta de 13 y 14 suficientes.
Es extraño que Pablo no
haga referencia alguna a los “Decretos” estipulados en Jerusalén, y este
silencio se toma como una indicación de que la epístola haya sido escrita antes
de Hechos 15. Además, debe ser referido, que, los Judaizantes, difícilmente
podrían haber “obligado” la circuncisión (Gál.6:12), después de la decisión
tomada y decretada en Jerusalén (Hechos 15). La forma de actuar de Pedro en
Gálatas 2 es además mucho más difícil de comprender si la hubiese manifestado
después de Hechos 15. Teniendo en cuenta todo esto, todo nos resulta favorable
para aceptar una fecha más temprana para la epístola, y creemos que no
estaremos equivocados colocándola en primer lugar en el orden cronológico.
Mientras escribía este Capítulo,
el autor ha tenido acceso a un pequeño libro (La fecha de Gálatas por
Douglas Round), que trata con la fecha de la epístola, en el cual el escritor,
si bien acepta el punto de vista de Sur Galacia del Profesor Ramsey, no acepta
en cambio la posterior fecha por él sugerida de su escrita, sino que argumenta
de manera muy sonante la posición que nosotros creemos sea la correcta, es
decir, la más temprana de todas las epístolas. Aquí citamos sus primeras
palabras:
“Antes de la aparición de
sus (del Profesor Ramsey) libros, afirmando la teoría de Sur Galacia, la
epístola a los Gálatas parecía estar en el aire y no tener relación alguna con
los Hechos de los Apóstoles ni con cualquier otro escrito. Su brillante obra
ilumina todo cuanto anteriormente se hallaba en un canto oscuro. El interés así
surgido me llevó a estudiar el sujeto más detalladamente, y, eventualmente, a
formar la opinión expresa en estas páginas, en cuanto a la más temprana fecha
de la epístola. La fecha posterior era el fardo impuesto necesario por cuantos
sostenían la teoría de Norte Galacia. El Profesor Ramsey pudo así librarnos del
peso que heredamos. Pero, en vez de eso, él gratuitamente (a mi parecer) se lía
el peso a su cuello, para gran injuria de la teoría Sur Galacia” que defiende y
es correcta.”
Sin entrar dentro de las
discusiones surgidas en este libro, aquí damos el siguiente sumario de los
puntos esenciales:
1. ¿Sería escrita la epístola antes, o después de Hechos 15?
2. La privada conferencia de Gálatas 2 tuvo lugar a seguir a la segunda visita
del apóstol a Jerusalén, que fue aquella de Hechos 11:30. La referencia a “los
pobres”, y la expresa prontitud de Pablo, coincide con la incumbencia
misericordiosa mencionada en Hechos 11:30.
3. A seguir a la conferencia privada en Jerusalén, Pedro se hace el disimulado
en Antioquía. La cuestión en causa no era: “¿Deberían ser circuncidados los
Gentiles?” Pues eso ya había sido asiente; sino: “¿Deben los circuncidados
comer con los incircuncisos?” En este punto es que Pedro tambaleaba. Pedro
sintió en propia piel la fuerza del reproche, y actuó en conformidad en el
Concilio público posterior (Hechos 15).
4. Pablo visitó dos veces las iglesias de Galacia (Hechos 13). El viaje de
vuelta fue muy importante. La fe que el apóstol les había predicado (13:39), se
les exhortó en ella a “continuar” (14:22), y la persecución que sabían que el
apóstol había sufrido (13:50), hacía parte de lo que ellos propios debían
esperar sufrir también - “debemos a través de mucha tribulación entrar en el
reino de Dios”.
5. Mientras el apóstol permaneció en Antioquía durante un “largo periodo de
tiempo”, algunos de los emisarios de Jerusalén llegaron a Galacia. El resultado
de su visita se registra en Gálatas 1:6. Pablo de una sola vez, desde
Antioquía, y justo antes de la conferencia de Hechos 15, escribió entonces y en
respuesta la epístola.
6. La contención que precisaba la conferencia, necesita que ya hubiese sido
hecha la epístola.
7. Los decretos, formulados por el Concilio, nunca se mencionan en la
epístola. Si el apóstol los hubiese recibido, se hubiese visto obligado, en
toda honestidad, haberlos necesariamente referido. Además, el hecho de que
estos decretos prácticamente exponían la exención de los Gentiles de la Ley,
hubiera sido un fuerte argumento para el apóstol. Si la epístola hubiese sido
escrita después de Hechos 15, ¿no habría asentado el apóstol la cuestión de una
vez por todas haciendo referencia a los decretos?
En la epístola, no nos
cabe duda, el apóstol empleó los más resonantes argumentos que al tiempo
le fueron posibles. La conexión tan íntima y próxima que hay entre Hechos 13 y
la epístola, es también un argumento para la proximidad en el punto de tiempo.
Él argumenta en la epístola como si su enseñanza estuviese muy claramente
presente en la mente.
Gálatas 4:20 sugiere el deseo de volver a visitarles. ¿Por qué no lo hizo? La simple razón es que tenía que ir a Jerusalén para asistir a la conferencia agendada. El sumario del autor es el siguiente:
Gálatas 4:20 sugiere el deseo de volver a visitarles. ¿Por qué no lo hizo? La simple razón es que tenía que ir a Jerusalén para asistir a la conferencia agendada. El sumario del autor es el siguiente:
1. Por este punto de vista ninguna visita de Pablo a Jerusalén se suprime.
2. Se emplean los más forzosos argumentos que pudieran ser utilizado al
tiempo.
3. No se introduce inconsistencia alguna en los Hechos.
4. Cada frase que recaiga sobre la fecha se explica de manera simple y
natural.
5. La autoridad del Concilio en Jerusalén, y el decreto elaborado, permanecen
intactos.
6. La epístola fue escrita desde Antioquía, o uno de sus suburbios vecinos.
7. Las iglesias de Galacia eran las de Psidia, Antioquía, Iconio, Listra y
Derbe.
8. La epístola probablemente sea el más temprano libro de todo el Nuevo
Testamento.
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