El Bendito Desgaste -O Soledad y Cansancio 2 parte

2a parte

Juan Luis Molina

Me encanta el término "prisionero de Jesucristo." Hay quien afirme que Pablo tuvo que ser "aprisionado" para que Dios le pudiese declarar el Gran Secreto. Hoy estoy persuadido de que Dios nuestro Padre hace lo mismo: hace "prisionero de Jesucristo" a todo aquel que escogió para contarle el Gran Secreto y lo encierra consigo. Necesita "aprisionarlo" primero. Eso es lo que ha hecho con cada uno de nosotros. Quién podrá salirse de la Presencia de Dios?. La celda de Dios con cada uno es distinta y especial, nadie te la podrá describir. No juzgues tú que tu cansancio y tu soledad, no hagan parte de la celda.

Probablemente has estado más de cerca a Dios en tu soledad y cansancio que cuando disfrutabas una "vida abundante".

En la celda de Dios con cada uno hay desgaste y renovación. Las dos cosas al mismo tiempo. Y mientras más viejos nos hacemos encarcelados y secando del todo, más confiados estamos en que somos enseñados y renovados por el Espíritu Santo sin nuestra intervención carnal. Aquí no llegan ya las voces de los hombres, sino que todos los que escuchan la Voz de Su Amo, permanecen muy calladitos y encerrados consigo Mismo. No se atreven estos sino a sollozar de vez en cuando, o soltar algunos gemidos indecibles que el Espíritu Santo escudriñe.

El "prisionero de Jesucristo" se desgasta a toda hora al mismo tiempo que lo renueva Dios en Cristo sin su intervención, sino por la fe sola.

Y lo cierto es que reposamos de nuestras obras en el desgaste que sufre toda la Humanidad.

Qué será más fácil, esperar y depender en Dios en Cristo todas las cosas, o desesperar en los quehaceres mundanos con el intento de que nuestra vida natural mejore? De qué manera nos queremos "desgastar"? - Pues, tened por seguro que, el desgaste, se produce de igual modo en la Celda de Dios con cada uno, que en el mundo del hombre natural. No hay diferencia alguna. Sin embargo, sin duda alguna también, ciertamente y con toda seguridad, que "desgastarse" en la Presencia del Resucitador de muertos, debe ser bien mejor, que "desgastarse en medio de lobos". Cuando a David se le puso en frente el castigo en manos de los hombres, o el de Jehová Dios, para que escogiera, David escogió sin dudarlo el castigo de Jehová Dios, diciendo que en Sus manos misericordiosas caería, y suplicándole a Su Dios Jehová le pedía que no cayese en manos "de los hombres".

Esta es la diferencia que hay en el desgaste que todos sufrimos. Sin embargo, la mayoría de los cristianos eclesiásticos, escogen desgastarse (que es su castigo y condena) al lado de los hombres, y nunca llegan a conocer, al menos en esta vida, lo reconfortante que es desgastarse, llevar su condena, en la absoluta dependía del Dios Resucitador de los muertos.

Desaparece en Su fuego purificador todo el temor a la muerte, tanto la tuya como la de tus seres queridos. El nacimiento o la muerte del cuerpo y del alma es una misma cosa, y ya viene empapada con ella todo nacido de madre no virgen. Nada podemos hacer con esta condena, sino aceptarla mansamente.

Y entonces aguardar.

Es como sucedía a los leprosos de Levíticos, tenían que salir rápidamente del Campamento y aguardar que el Sacerdote le considerase "limpio" de su azote. Solo así podía presentarse ante el Templo en la reunión de Dios.

Afortunado Desgaste

Es increíble nuestro Dios Padre! Un cierto día, al acercarme yo a Él con una hermana mía, queriéndole adorar en el Lugar Santísimo, me tocó un poco de Su brillo y me expulsó de Su Presencia sin contemplaciones. Este testimonio es verdadero, y sirvió para enseñarnos que, nosotros, no debíamos desear ardientemente fundirnos con Dios, como yo pretendía.

En Cristo, quise revestirme de Su justicia y quería por todos los medios introducirme con ella en el Lugar Santísimo. Se me permitió abrir la puerta, y enseguida me convergió en cenizas y me caí del caballo. Es verdad que salí de aquel Horno sin olor a quemado, pero nunca jamás me entraron ganas de acercarme siquiera a la puerta del Santísimo para adorar.

En esos días, el Espíritu nos andaba entreteniendo a esta hermana y a mí con el Libro de Levítico. Ella y yo discutíamos a diario "nuestra lepra y nuestra menstruación," tal como como lo asevera Levítico y nos abría para nuestro entendimiento Este Libro. Es algo fascinante ver nuestra propia muerte tan de cerca. Quién nos estaba mostrando todos estos escenarios? - Eran los ojos abiertos de nuestro Cristo. Nosotros jamás habríamos podido imaginar una cosa de esas. Nadie puede ver su muerte si Dios no se la enseña.

Este era mi estado de Espíritu cuando me arrojé hacia adelante y quise abrir la Puerta del Santísimo. En la traducción llegamos a ver que tan solo el Sumo Sacerdote se adentraba una vez al año en Aquel Lugar Santísimo. Todo el Pueblo reunido escuchó Su Voz en este solemne requisito!

- En este punto, pensé que al estar investido de Cristo, ahora podría acercarme al Lugar Santísimo y ver Su Gloria, no dice el apóstol que nos acerquemos confiados para hallar el oportuno socorro? Sin embargo no se me permitió entrar con adoraciones. Yo tan solo pretendía deseaba ofrecerle "adoración. Se me derritieron todas mis persuasiones, se me quemaron las asas como a Ícaro enamorándose del Sol!

Cuando el Espíritu Santo me derritió las ganas de repetir tonterías, entonces le imploré Su oportuno socorro, y el Espíritu me puso de nuevo el deseo y volvió a inclinar mis ojos hacia la traducción de Levítico, y en el capítulo que trabajaba relataba el día de alegría que fue para Israel ver la Gloria de Dios y oír la Voz de Jehová en cuanto a SUS OFRENDAS ACEPTES. Hubo fiesta prolongada todo el día, y en aquella ocasión se invistieron a los hijos de Aarón por sacerdotes. Eran los Ministros seleccionados por Dios para mediar entre el Pueblo y Jehová Su Dios como Sus representantes.

Ahora bien, al terminar la fiesta y en esa misma noche, se nos revela en Levítico, a dos de los hijos de Aarón, los principales, y entre ellos el primogénito, se introdujeron por su cuenta "con fuego extraño" en el Lugar Santísimo... y "fueron reducidos a cenizas" LITERALMENTE!

Esto me impresionó bastante, a mí y a esta hermana, como os podéis imaginar. Todos estos acontecimientos sucedieron sucesivamente, y así es como el Espíritu, sin necesidad de salir de casa, nos derrite en nosotros TODAS NUESTRAS PERSUASIONES CARNALES. Ella, mi hermana en la experiencia, no fue tan osada como yo y se quedó fuera. Pero vio mi espanto en mi rostro cuando me detuvo Dios, diciéndole yo que ni se nos ocurriera siquiera volver a repetirlo. Nadab y Abiú entraron con el mismo "fuego extraño" que yo abrí la puerta a la Presencia de Dios - para ofrecer adorando. Ellos entraron a adorar borrachos con el vino de la fiesta. Yo entré a adorar embriagado de la Sangre del Cordero. Desde entonces tengo pocas ganas de presentarme confiado para "adorar", y me acerco más bien para pedir mi "oportuno socorro".

Ayer, en el cansancio y soledad de mi desgaste afortunado, recibí aquella bendita carta de Tania sobre "la adoración" que os envié para algunos de vosotros, y me sonaron todas las campanillas espirituales. Me recordó el Espíritu todo esto y le respondí que procurase en el Maestro la Verdadera Adoración, y que los verdaderos adoradores nada saben si es que adoran, sino que requieren permanentemente del "oportuno socorro"! Después Juan Aillón envía el documento hoy de Abel - La Verdadera Adoración por Fe de nuestro bien amado Dr. Bullinger. Y reenvío a Tania el documento diciéndome el Espíritu que es tan vivo y real para ella como para mí. Dios mío, qué precisa y exacta declaración es esta! Qué sencilla y literal es esta afirmación: que nosotros no podemos adorar a Dios con nada nuestro. Tiene que ser solamente proveniencia ESPIRITUAL!

Bien siguen ardiendo en nosotros todas nuestras persuasiones sin necesidad de "fundirnos con Dios" en pretendidas adoraciones. Sino permitiéndole que siga haciendo Él, la "buena obra en nosotros". No hay "evolución" aquí. Sino que somos nosotros los que nos desgastamos con gusto, con sumisión experimentada. Con la fe sola. Y quemándonos Dios nuestras persuasiones e imaginaciones carnales a Su Puerta, reposamos en la obra acabada de Cristo Jesús en nosotros, la cual imagen se va haciendo cada vez más clara en las aguas cristalinas de Su sola Palabra profética más segura. Esta es toda nuestra espera hacia el Llamamiento Supremo; y somos testigos sentados en primera fila de todo lo que ahí viene, hasta Su Plena concreción.

Entendéis por qué no se debe poner ni a hijo ni a madre entre Dios y nosotros? Veis ahora la razón de nuestra soledad y cansancio? Quién quiere salir fuera del campamento y darse por leproso y menstruoso?....sencillamente, solo unos cuanto locos y necios.

 

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