SOLEDAD Y CANSANCIO
Parte 1
De Juan Luis Molina
Es terrible en muchos sentidos la espera diaria sin
salirnos del Lugar Supremo - la tercera gloria. A veces, bien nos gustaría ser útiles
y tener agendas programadas. Programas con nuestros hijos y mujeres,
actividades de Iglesia edificantes, atender un trabajo remunerativo. Hay un sin
fin de cosas que ya no podemos hacer. A veces nos acordamos de las "ollas
llenas de grosuras de los egipcios" y nos queremos volver a los
quehaceres; nos cansamos de esperar sentados y nos revuelca en el fango la idea
de que se pueda retrasar en Su Llamamiento desde el aire. Estamos ciertos y
conscientes en el Espíritu de que será para breve, pero el hecho de pensar que
puede demorar "dos años o tres" nos abate del todo el cuerpo y el
alma. Por lo menos a mí. Me pongo a pensar en la manera con la cual engañaré al
tiempo para que se me pase todo volando y en un abrir y cerrar de ojos.
Pero así que me surge el pensamiento, la idea de
levantarme, se me quema y derrite en el fuego de Su Espíritu encendido, y entre
Sus llamas relucientes me dice así:
Eso sería, mefi-boset, como volverte al Egipto donde vivía
tu viejo hombre, aquel que desfiguré sin contemplaciones hace ahora unos dos
mil años. Volverías a ser un pordiosero esclavo de todos los rudimentos del
mundo. Tú llegas de fuera como forastero en esa tierra y eres además lisiado de
ambos pies; no tienes credenciales actualizadas mundanas contigo; tendrías que
contentarte con las pocas migajas que los hombres, y los hombres de Iglesia,
tuvieran para echarles a sus cerdos."
Y sigue diciendo
Arrastrarías penosamente tu alma deseando lo mismo que
ahora aguardas, sin moverte de tu cuarto y encerrado con Migo."
Y concluye sentenciando
"...Y cómo serías recibido por los ejércitos del
Egipcio si te presentases así, sabiendo que vienes del campamento de Su
Enemigo"
Así que me entran unos escalofríos enormes, solo de
pensarlo, y ya no me deja abrir mi boca. A veces me quejo en Su Presencia y
le dejo caer estos sollozos que aquí os escribo. La soledad del que está En
Cristo es insoportable y ciertamente nos desgasta del todo. Pero si nos salimos
de ella nos morimos de frío.
No siempre es así, sino que hay momentos delicados y
hermosos en nuestra espera; pues es cierto que no cesa el Espíritu de enseñarnos
al Padre, y cada vez más de cerca. Aun en los momentos de más soledad y
cansancio, se dan los sueños y revelaciones y visiones más maravillosos. Jesucristo
fue un varón "experimentado en quebranto", que viendo lo que le
aguardaba, menosprecio el oprobio. Viendo el resultado de Su agonía, en su
comparación, la agonía nada significaba. Pues así nosotros en Cristo, de igual
manera menospreciamos todo en comparación con el amor en Cristo y el
acercamiento constante al Padre, y también damos la soledad y el cansancio por
vieja basura. El propio Espíritu lo derrite todo en nosotros y se renueva
interiormente de manera activa.
Me encanta el término "prisionero de
Jesucristo." Hay quien afirme que Pablo tuvo que ser
"aprisionado" para que Dios le pudiese declarar el Gran Secreto. Hoy
estoy persuadido de que Dios nuestro Padre hace lo mismo, hace "prisionero
de Jesucristo" a todo aquel que escogió para contarle el Gran Secreto.
Necesita "aprisionarlo" primero.
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