Los Escogidos de Dios – Los Electos
Retirado de bibleunderstanding.com
Traducción – Juan Luis Molina
La palabra “elección” es
una Palabra tan sagrada de la
Escritura como las palabras “redención”, “sangre” y “justificación”;
y a pesar del hecho de que sea un tema muy a menudo que produzca intimidación y
confusión en vez de edificación, todavía y sin embargo sigue siendo un tema
digno de nuestra atención.
Las siguientes ideas no son
finales ni exhaustivas, sino antes bien se ofrecen para inspirar un examen
posterior y para verificar que no son así tan confusas como podamos juzgar al
principio. Ojalá que el Señor nuestra Cabeza a través de las coyunturas y
tuétanos nos dé un crecimiento y edificación en esta área de doctrina.
Hoy estoy haciendo un helado, un
helado de caramelo. Y bien pueden protestar los chocolateros en mi casa que tan
solo escogen uno y solo uno de los sabores, el chocolate. Permítame que utilice
algunas palabras Escriturales para este proceso. Yo elegí o escogí el caramelo,
el caramelo fue mi elección. De entre todos los sabores disponibles, basado en
el conocimiento que tengo de los helados, yo escogí el caramelo.
Quiero por favor que comprendas
que, al haber así escogido el caramelo, no estoy siendo fatalista ni condenando
ningún otro sabor, digo esto por si alguno entiende en la palabra “elección”
cualquier otra cosa que no sea una simple selección.
Tanto los hombres como Dios
ejercitan esta libertad de elegir como veremos aquí, donde las mismas palabras
Hebreas y Griegas son empleadas:
Escogió Moisés varones de
virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil,
sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez (Éxodo 18:25).
Porque tú eres pueblo santo
para Jehová Tu Dios; Jehová Tu Dios te ha escogido para serle un pueblo
especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra (Deut.7:6)
Agradó la propuesta a toda la
multitud: y eligieron a Esteban… (Hechos 6:5).
Y orando dijeron: Tú Señor,
que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido
(Hechos 1:24)
Es interesante observar que estas
elecciones se llevaron a cabo entre un grupo común. Yo elegí el caramelo entre
una lista completa de sabores de helados. Moisés escogió a hombres entre el
pueblo de Israel, Dios escogió a Israel entre las naciones, Esteban y seis más
fueron escogidos entre la hermandad, y Matías fue seleccionado entre dos
candidatos. Tal vez todo esto nos dé más claridad para comprender la
importancia de las palabras afirmando que muchos son llamados, más pocos
escogidos que se hallan en Mateo 20: (15) – 16 y 22:14, y compare con Lucas
13:28-30. Una vez más se hace una elección entre un grupo común.
Existe un número de individuos y
de compañías elegidos o seleccionadas en el Nuevo Testamento, y nuevamente, son
provenientes de un grupo común. El propio Cristo, el Hijo de Abraham, el Hombre
de Dios, fue escogido como el Siervo lleno de poder por el Espíritu
(Isaías 42:1 y Mateo 12:18-20). El Señor escogió a los 12 de entre
muchos discípulos para ser apóstoles (Lucas 6:13). Al mismo tiempo que
Israel permanecía irreductible en su obstinación y siendo incircunciso de oído
y corazón, sin embargo había entonces además un remanente elegido en su
seno (vea Romanos 11:5 y 7). Eso no quiere decir que Israel fuse completamente
condenado, puesto que habían sido una elección como nos muestra Romanos
11:28. En este caso lo que ocurrió fue que, de entre una compañía elegida
(Israel), fue escogida además una pequeña compañía de Gentiles mezclada
con aquellos. Pedro fue un apóstol elegido entre los demás apóstoles,
puesto que, entre otros apóstoles, Pedro fue escogido para abrirle la
puerta a los Gentiles durante el periodo de los Hechos (vea Hechos 15:7). Pablo
fue separado desde el vientre de su madre para predicarle a los Gentiles
(Gálatas 1:15).
Cuando meditamos acerca de las elecciones
de Dios, observamos entonces uno o dos puntos interesantes. Romanos 11 es
realmente la culminación de una sección que comienza en el cap.9, donde está
escrito:
Y no solo esto, sino también
cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro Padre (pues no habían aún
nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios
conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama)
(Rom.9:10-11).
La elección de Dios de Jacob
estaba asociada con un propósito, y la elección fue anterior a que los gemelos
pudieran haber hecho bien o mal alguno. De la misma manera en nuestros ejemplos
de la elección en las compañías referidas anteriormente, también había un
propósito en mente asociado. Cristo fue el salvador del Mundo y el Mesías de
Israel. Los 12 fueron enviados para llevar a cabo una labor (Mat.10), y el
remanente de Romanos fue de hecho una preservación del propósito terrenal al
tiempo en que Israel, tropezando, se recusaba a llevarla a cabo. En Romanos 9,
que citamos anteriormente, vemos que Dios hizo una elección conforme a Su
propósito de entre ambas ramas que eran salvos, si comparamos Rom.9:6-7 y
11:26-27.
Volviendo ahora a la esfera humana,
comprobamos que hacemos elecciones por un propósito estipulado de antemano
también. Escogemos una casa en la cual podamos degustar el helado, un coche
para adquirir y un trabajo para pagar el helado. Todas las elecciones tienen un
objetivo en vista. Además, todos hacemos la elección de acuerdo al conocimiento
previo, y de hecho, algunos de nuestros conocimientos los hemos adquirido mucho
antes de hacer la elección, y que las personas tenían un conocimiento de
antemano, es por demás evidente en la Escritura como vemos en Hechos 26:4 y 2ª Pedro
3:17.
Si nosotros los humanos podemos
hacer elecciones basadas en el previo conocimiento, entonces ¿no debemos
aceptar que nuestro Dios pueda hacer lo mismo? Encontramos unos pocos
versículos de Escritura que indican una divina elección basada en el
conocimiento, o mejor dicho, en el previo conocimiento de antemano:
Cuando el Señor escogió a Sus
discípulos para ser apóstoles, uno de los cuales iría a traicionarle, leemos:
Pero hay algunos de vosotros
que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quienes eran los que no
creían, y quien le habría de entregar (Juan 6:64).
El Señor sabía de antemano quien
iría o no iría a creer, y basado en este conocimiento previo tomó Sus
decisiones e hizo Sus elecciones, incluyendo la de Judas. Y cuando el traidor
traicionó e Israel por mano perversa crucificó y asesinó a Su Rey, todo se
cumplió por el conocimiento previo de Dios (Hechos 2:23 y 1ª Pedro 1:20).
Es bien cierto que Israel fuera
obstinado e incircunciso de oído y corazón, sin embargo fueron sus miembros una
electa o escogida nación que Dios conoció de antemano:
Digo, pues: ¿Ha desechado Dios
a Su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy Israelita, de la
descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a Su
pueblo, al cual desde antes conoció (Rom.11:1-2).
Romanos 8:29 es otro pasaje que
nos muestra las divinas consecuencias del previo conocimiento.
Merece la pena leer Números 16 en
este contexto de la elección, una vez que trata de la elección de Dios, o mejor
dicho, de Sus elecciones. Se cita por Pablo en 2ª Timoteo, donde claramente
afirma que Dios conocía de antemano aquellos que eran Suyos. Él conocía el
sacerdocio elegido de entre la tribu de Leví en Números 16, pero además también
nos conoció a nosotros, los creyentes actuales, que somos referenciados como
siendo una casa y distintos vasos en el interior de dicha casa:
Pero el fundamento de Dios
está firme, teniendo este sello: “Conoce el Señor a los que son Suyos” y
“Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2ª
Tim2:19 y lea el 20).
El saludo de Pedro en su primera
epístola también pone de manifiesto la elección de Dios basada en el previo
conocimiento:
Elegidos según las presciencia
de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con
la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas (1ª Pedro 1:2).
Volviendo ahora a una epístola
enriquecida con la verdad actual vigente, en Efesios 1 encontramos el siguiente
resonante pasaje:
Bendito sea el Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los
lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en Él antes de la fundación
del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él en amor,
habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos Suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de Su voluntad – para alabanza de la gloria de
Su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado (Efesios 1:3-6).
Aunque las palabras previo
conocimiento o conocimiento de antemano no se hallen aquí presentes,
la palabra escogió nos dice sin embargo que Pablo está revelando otra
elección, otra compañía escogida y asociada con un propósito dirigido en Su
objetivo al medio celestial (y no terrenal). Pablo se está dirigiendo a
los que ha descrito antes como siendo santos y fieles, o fieles santos.
Pablo les está revelando a esos santos que Dios ha hecho una elección
con respecto a ellos, la cual dice que fue hecha en Cristo, antes de
la fundación del mundo. Las personas pueden estar en Adán o en
Cristo (1ª Cor.15:22 y 2ª Cor.5:17) y la elección de Dios, Su selección
nuestra no fue estar en Cristo, sino que conociendo de antemano nuestra
permanencia en Cristo, lo que escogió fue qué seríamos y dónde estaríamos.
Nosotros fuimos sellados en Cristo cuando creímos, no cuando Dios hizo Su
elección respecto a nosotros, tal como está escrito:
En Él también vosotros,
habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y
habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Efesios
1:13).
La cuestión más resonante y
significativa en Efesios es que, la elección que nos dice respecto fue
trazada antes de Adán, antes de Abraham, antes de la Ley. La elección del Padre
respecto a nosotros, Su elección por nosotros hoy en día, se destinó a una
herencia, no terrenal, sino delante de Él y a Su lado, en el mismísimo lugar
donde ahora se halla Cristo sentado a Su diestra:
Según nos escogió en Él antes
de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él
en amor. Hizo esta elección predestinándonos para ser adoptados hijos
Suyos a través de Jesucristo, de acuerdo al puro afecto de Su voluntad
(Efesios 1:4-5).
En Cristo, nosotros también hemos
sido llamados a ser pertenencia de Dios (y hemos obtenido una herencia
en los lugares celestiales), pues hemos sido predestinados conforme el
propósito de Aquel que cumple todas las cosas de acuerdo al designio de Su
voluntad (Efesios 1:11)
Pero Dios, que es rico en
misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en
pecados, nos dio vida juntamente con Cristo – por gracia sois salvos – y
juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las
abundantes riquezas de Su gracia en Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús
(Efesios 2:4-7).
En Romanos 9:10-11, la elección
de Jacob sobre Esaú y el propósito asociado con esta elección no fue de
acuerdo a las obras que pudieran haber hecho. La gracia de Dios en la
elección es lo que tiene que ser ensalzada. Y ahora, en nuestro llamamiento, en
la elección de Dios hecha por nosotros, del mismo modo, no se ha hecho de
acuerdo a ningún mérito propio que tengamos como personas, así que, mis
queridos amigos, mis elegidos compañeros, seamos sumisos y alabemos solo a
Dios, puesto que…
…por gracia somos salvos, por
medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios: no por obras, para
que nadie se gloríe. Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales preparó Dios de antemano para que anduviésemos en
ellas (Efesios 2:8-10).
LAS COMPAÑIAS EN CRISTO
Quienes
son los santos que están en Cristo? Hay una multitud de compañías y
ecclesías "en Cristo", y cada uno se hará visible dónde lo haya
destinado Dios en el Bema. Hay, además, de entre estas compañías, los que
ocuparán espacios terrenales en el Milenio, y otras en cambio que herederán
espacios celestiales?
Así,
pues, tenemos, por ejemplo, aquella multitud como la arena del mar que no puede
ser contada de miembros de las naciones actuales, que vemos en el Bema. Estos
son los pobres y los mansos que heredarán la tierra.
Hay,
además, el Territorio definido en el Apocalipsis donde se halla la "nueva
Jerusalén terrenal", y aquí habitará la compañía o ecclesía de los Judíos,
que llevarán el conocimiento de Dios como las aguas cubren el mar por entre las
naciones de la tierra (aquella multitud que habrá heredado la tierra). Este objetivo,
este llevar el Conocimiento de Dios por la tierra, curiosamente, es aquel tal
Ministerio de Reconciliación que fue suspenso en Hechos 28, y toda
"iglesia visible" que hoy nos diga que "lleva el conocimiento de
Dios por el mundo", no deja de ser fraudulenta y engañosa, y en su seno
solo se predica aquello que enseñaron los "lobos rapaces" en ellas
introducidos.
Existe,
además, la ecclesía o compañía denominada de "los Vencedores", y esta
especial compañía tiene Su heredad aguardando, no ya en la tierra, sino en la Ciudad cuyo arquitecto y
constructor es Dios: La
Jerusalén Celestial , la tal Ciudad que procuraba Abraham sin
llegar a haber alcanzado. Todos los que hacen parte de la "nube de
testigos" de Hebreos 11 hacen parte de esta selecta compañía "en
Cristo", además del remanente de entre las tribus de Israel que se predice
en el Apocalipsis.
Y
hay, también, una selecta compañía de elegidos "desde antes de la
fundación del mundo" y revelada solamente en el Gran Secreto, cuya morada
y heredad también es en los celestiales; pero no ya en la Ciudad de Dios que también
se halla en los celestiales, sino "por encima de todos los cielos",
es decir, en el mismísimo lugar donde ahora mismo se halla Cristo sentado: a la
diestra del Padre. Y esta selecta y elegida compañía se denomina "El
Cuerpo de Cristo".
Estos
son los que ya no tienen confianza en la carne (ni en la suya ni en la de
nadie); los que cada día que pasan odian más este mundo de la carne, y por
tanto no esperan mejorar al mundo ni que este se convierta, sino que aguardan
su completa perdición, así como el colmo de la apostasía llegando a las
"ecclesías o compañías visibles". Estos son los que son enseñados por
el Espíritu Santo directamente en cuanto a las riquezas que poseen en Cristo.
Son, además, los que saben perfectamente que nada son...ni apolos ni pablo. Los
que ya no honran ni llaman nunca más a "padre" o "madre",
que no sea a Su Padre celestial que los ha transportado a Su diestra. Y son,
por elección divina, los que se extienden adelante, a lo perfecto, y han dejado
del todo los pobres rudimentos que se quedaron para atrás, regulando la carne.
Todas
estas compañías o ecclesias son "EN CRISTO" y son reductos de salvos,
y cada uno va siendo consciente a cuál de ellas pertenece. Si vemos bien, la
gran mayoría "cristiana", pone y deposita sus ojos en los asuntos
terrenales, en las regulaciones de la carne, en la expansión suya por el mundo
y la tierra; es decir, procuran por todos los medios "permanecer
terrenales". Muy pocos son, en cambio, los que habiendo dejado su amistad
por el mundo, se extiendan al cielo, donde Sus verdaderas vivas andan
escondidas. Todo esto, todos estos "impulsos del corazón" de cada
uno, se hará manifiesto en el Juicio del Bema, y ahí será entonces donde Dios
en Cristo destine a cada uno a Su sitio predestinado.
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