PALABRAS DE SABIDURÍA HUMANA
 
"Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.
Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos.
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?
Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.
Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor." 
 
1 Corintios 1: 17-31.
 
         La más familiar y más olvidada de las verdades es esta: que la carne en el creyente es exactamente la misma que la carne en el incrédulo. Esto ya se sabe, dicen muchos, indudablemente, pero ciertamente se descuida a diario por casi todos los cristianos, así como no fue tenido en cuenta por los santos en Corinto; y como el mal que la carne trae dentro de la Iglesia siempre se parece al mal que prevalece en el mundo circundante, así vemos aquí los vicios de la sociedad Griega penetrando en la asamblea Corintia. La licencia al andar y la licencia para especular distinguían al mundo en el cual estos nuevos convertidos moraban, y la licencia al andar y la licencia de especular eran los males que pronto aparecieron en la iglesia. La licencia al andar se mostró en la tolerancia hacia la conducta moral, de tal manera, que ni aun se nombraba "entre los gentiles" (1 Corintios 5:1); además, en la embriaguez e indulgencia estando a la mesa del Señor y en el carácter desordenado y anárquico de sus reuniones. La licencia para especular se mostró en sus razonamientos escépticos acerca de la resurrección, en sus maneras de identificarse ellos mismos con la adoración de ídolos, y en su disposición a dividir en escuelas de doctrina conforme a la preferencia por ciertos maestros de cada uno.
 
         Ellos no veían, de hecho, la ruina del hombre. Ellos creían, desde luego, tal como los Cristianos lo hacen actualmente, en la caída como un hecho; pero no lograban, como estos tampoco lo hacen, captar las consecuencias que eso conlleva dentro. Bien podrían admitir que la caída alejó al hombre de Dios, pero parece ser que no no comprendieron el hecho de que cegó tan completamente su naturaleza moral como para hacerles incapaz de ver la verdad de Dios; y este es exactamente el error de nuestro propio tiempo: Muchos piensan, efectivamente, que la carne requiere ser remendada, y que sea susceptible de ser mejorada. Otros, de nuevo, admiten su ruina moral, y confiesan la necesidad de una nueva naturaleza; pero cuán pocos ven la total incapacidad de la sabiduría natural del hombre para juzgar correctamente en los asuntos de Dios. Los Corintios, pasando por alto esta verdad, trajeron su propia sabiduría carnal a las cosas divinas, y el resultado inevitable fue confusión y división. Ellos se estaban dividiendo en escuelas de doctrina, el germen de sectas como las nuestras; y el apóstol declara que ellos eran carnales, y andaban como hombres (1 Corintios 3:3).
 
         El pasaje que tenemos ante nosotros fue escrito con el propósito de hacer frente a esta tendencia a exaltar, o más bien a permitir, la sabiduría humana en el conocimiento de Dios y Su Escritura. Pablo dice que Cristo le envió: "a predicar el evangelio; pero no con sabiduría de palabras, para que no sea hecha inefectiva la cruz de Cristo." (1 Corintios 1:17 - VM). ¡Cuán solemne es esto a la luz de lo que vemos hoy en día a nuestro alrededor! ¿En cuántas de las predicaciones del día de hoy no sólo la sabiduría humana es permitida, sino exigida? Los predicadores son procurados y oídos por su elocuencia, su lógica, sus talentos, más que por la fidelidad con que ellos puedan presentar la verdad de Dios. El sencillo sometimiento a la Escritura no está al nivel del pensamiento moderno, esto demuestra que el predicador no se ha mantenido al mismo paso del progreso de la época. Pero la Palabra de Dios es clara. La cruz de Cristo y la sabiduría humana no pueden ir juntas. Si la cruz de Cristo ha de ser exaltada, la sabiduría humana debe ser abatida. Si la sabiduría humana ha de ser magnificada, se despoja a la cruz de Cristo de todo su efecto. ("Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no empero con sabiduría de palabras, para que no sea hecha vana la cruz de Cristo." 1 Corintios 1:17 - VM).
 
         La razón es sencilla; "Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios." (1 Corintios 1:18). Los pensamientos del hombre difieren de tal manera de los de Dios, que incluso en la exhibición más maravillosa del poder salvador de Dios el hombre no puede discernir nada más que locura. No es de extrañar; pues si Dios ha de ser conocido del todo, Él debe ser conocido moralmente. Pero las conciencias de los hombres evaden considerar a Dios en Su carácter moral. Por tanto, desde hace mucho tiempo, "como a ellos no les pareció bien conservar el verdadero conocimiento de Dios, Él los entregó a una mente réproba." (Romanos 1:28 - NTHA). Los mismos sabios se volvieron necios en las cosas de Dios. Las personas más eruditas y filosóficas en el mundo admitieron su ignorancia al levantar un altar "AL DIOS NO CONOCIDO." (Hechos 17:23). Otros anduvieron a tientas en inútiles especulaciones, pero todos estaban igualmente ciegos en cuanto a lo que Dios realmente sería. Esto fue sucediendo conforme a la sabiduría de Dios; pues como Él es santo y justo, estas son las primeras cosas que un pecador debe aprender, y estas son precisamente las verdades a las cuales la sabiduría natural nunca puede llegar. Dios debe ser conocido, no como el hombre caído puede entenderle, sino como Él se ha revelado; y esto sólo lo puede comprender el alma enseñada por el Espíritu. " Porque el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente." (1 Corintios 2:14).
 
         Pero cuando "en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación." (1 Corintios 1:21). Pues la salvación de Dios debe dirigirse a la ruina moral del hombre, y este es exactamente el hecho que la soberbia de la sabiduría humana no reconocerá ni puede reconocer jamás. De ahí que la cruz se convierta en el escarnio del sabio, la piedra de tropiezo del mundano. Poder y sabiduría son las dos cosas que el hombre admira, pero tienen que ser poder y sabiduría adecuadas a sus propios pensamientos. Los Judíos esperaban un mesías revestido de majestad y gloria terrenales; los Griegos buscaban un dios adecuado a sus propias especulaciones filosóficas. ¿Cómo podían ambos, entonces, reconocer o recibir a un Salvador que vino vestido de humildad y debilidad? "Pues que los judíos piden señales, y los griegos buscan la sabiduría; mas nosotros predicamos un Mesías crucificado, tropezadero para los judíos, y para los gentiles insensatez; mas para los que son llamados de Dios, así judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios." (1 Corintios 1: 22-24 - VM).
 
         Era imposible para el Judío, que no tenía ningún sentido de la ruina moral de su pueblo, reconocer el poder de Dios en Aquel que había visto ser burlado y escupido, azotado y crucificado. Era imposible para el Griego, que no tenía conciencia alguna de pecado o necesidad de redención, y que estaba procurando solamente la gratificación de su intelecto, discernir la sabiduría de Dios en la muerte de un oscuro aldeano Galileo que había sido crucificado entre dos ladrones y dos malechores. Para percibir la sabiduría y el poder de Dios en una escena semejante tiene que haber un completo abandono de toda pretensión humana, el sometimiento de corazón a la justicia de Dios, la conciencia de necesidad como un pecador perdido, arruinado. Es solamente "para los llamados, así judíos como griegos" (1 Corintios 1:24), que este poder y esta sabiduría de Dios puede resplandecer desde un trasfondo semejante.
 
         ¡Pero para ellos, para estos llamados y hechos uno en un solo Cuerpo, qué maravillas de poder y sabiduría se develan aquí! ¿Dónde hubo una victoria tan completa y de tal alcance como la que fue consumada cuando este Varón de dolores inclinó Su cabeza y entregó el espíritu? La férrea esclavitud del pecado y Satanás, de la tumba y la muerte, fue rota para siempre; el velo que ocultaba a Dios del hombre, y que impedía que el hombre se acercara a Dios, se rasgó en dos de arriba abajo: el justo juicio de Dios fue soportado por el sacrificio sin mancha, y el manantial de Su gracia y amor fue liberado para fluir en corrientes de las más ricas bendiciones a un mundo arruinado. Esa fue la exhibición del poder de Dios en Cristo crucificado; ni Su sabiduría fue menos conspicua o menos adorable. Si es en la Iglesia donde Dios exhibe ahora Su multiforme sabiduría a los principados y potestades en los lugares celestiales (Efesios 3:10), ¿dónde habría estado esa Iglesia en las horas de tinieblas pasadas por el Santo en la cruz? Escondida en Dios. Fue allí que la sagacidad y el engaño de Satanás fueron cambiados para su propia confusión, su aparente victoria fue cambiada en derrota, la aparente derrota de Cristo fue convertida en triunfo. Desde allí, desde ese más profundo abismo, fue que Él ascendió a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres (Efesios 4:8); pues verdaderamente "lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres." (1 Corintios 1:25).
 
         Y este es siempre el modo de Dios, "para que ninguna carne se gloríe delante de Dios." (1 Corintios 1:29 - NTHA). Fue así cuando Jesús estuvo en este mundo; pues entonces las cosas de Dios estaban escondidas de los sabios y entendidos y reveladas a los niños (Lucas 10:21). Fue así en tiempos antiguos. Fue por la insensatez de tocar trompetas de cuerno de carnero alrededor de una poderosa fortaleza que "cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días." (Hebreos 11:30; Josué capítulo 6). Fue por la debilidad de la aguijada (vara para arriar bueyes) de Samgar, los trescientos de Gedeón, la simple quijada de Sansón, que Israel fue librado, y los ejércitos extranjeros fueron puestos en fuga. Por todas partes vemos a Dios escogiendo "lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios", y "lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos." (1 Corintios 1:27 - NVI).
 
         Así es, y siempre ha sido, el modo de obrar de Dios. Por dondequiera que nosotros miremos se hace claro que la sabiduría natural del hombre es corrupta e inútil en las cosas de Dios, y que Dios ha derramado Su desprecio sobre ella, y ha escogido en cambio obrar mediante aquello que la sabiduría del mundo desprecia como insensato. El plan de Dios y Su propósito es despojar al hombre caído de toda gloria para poderlo llegar a hacer que Cristo Jesús sea para él "sabiduría, justificación, santificación y redención." (1 Corintios 1:30). Es algo peor que inútil, entonces, traer la cosa que Dios ha desacreditado de esta manera, a la predicación del evangelio, a la enseñanza de la verdad de Dios, o al manejo de Su Iglesia. Cuando se trae la sabiduría mundana a la predicación del evangelio, su efecto es hacer vana la cruz de Cristo; cuando se trae a la enseñanza de la verdad de Dios, su efecto es causar contiendas y sectas, es sustituir ese Gran Misterio en el cual "están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento" (Colosenses 2:3) por "filosofías y huecas sutilezas" (Colosenses 2:8); cuando es traído al manejo de la Iglesia, su efecto es suplantar las instrucciones de las Escrituras, por reglas y formas  inventadas por el hombre. Ya sea que tome la forma de sabiduría o ceremonial, de racionalismo o ritualismo, o de sujección a los líderes antes que a la Cabeza instituida en Su Cuerpo - la plenitud completa de cada miembro. To esto es, como vemos en la epístola a los Colosenses, una cosa intrusa y perturbadora, de la cual los que están muertos con Cristo deberían ser librados conociendo Su liberación.
 
         No hay más que una norma para el nuevo hombre, y esa es la Palabra de Dios; no hay más que un intérprete de la Escritura, y ese es el Espíritu Santo. Aquí tenemos la sabiduría de Dios, y no la del hombre; y si lo entendiéramos correctamente, debemos hacerlo así desechando completamente la sabiduría humana y tomando el lugar de niños escolares en la escuela de Dios. Si algún hombre "cree ser sabio en esta edad presente, hágase necio para llegar a ser sabio." (1 Corintios 3:18 - RVA). En una edad cuando la sabiduría humana y la ciencia se exaltan ellas mismas contra Dios, e incluso creyentes verdaderos son engañados por sus pretensiones, es bueno ver claramente la inutilidad absoluta de estas cosas para ayudarnos a entender la mente de Dios, y para asir con mano más firme la verdad de la autoridad suficiente para todo y soberana de esa Palabra. la cual  "es útil para enseñanza, para reprensión, para corrección, para instrucción en justicia; a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, estando bien preparado para toda buena obra." (2 Timoteo 3:16, 17 - VM).


Porque cuando somos débiles...entonces somos fuertes en Cristo.

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