LOS HECHOS DE LOS APOSTOLES PARTE 2
CAPÍTULO TRES
Un día Pedro y Juan estaban subiendo al Templo al tiempo
de la oración – a las tres de la tarde. 2 Había un hombre cojo desde su nacimiento
que estaba siendo llevado a la puerta del Templo llamado la Hermosa, donde era
depositado cada día para mendigar limosna de los que se acercaban al patio del
Templo. 3 Cuando él vio a Pedro y a
Juan entrando, les pidió dinero. 4 Y
Pedro, fijando en él sus ojos, como también Juan, le dijo: “¡Míranos!” 5 Así que el hombre les prestó atención,
aguardando alguna cosa de parte de ellos.
6 Entonces Pedro dijo: “Plata y oro no tengo,
pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, anda.” 7 Y tomándole de su mano derecha, le ayudó a
levantarse, e instantáneamente los pies y las ancas del hombre se
fortalecieron. 8 Saltó sobre sus pies y comenzó a andar.
Entonces se introdujo en el Templo con ellos, andando y saltando, y alabando a
Dios. 9 Cuando la gente lo vio
andando y alabando a Dios, 10 le
reconocieron como siendo el mismo hombre que acostumbraba sentarse mendigando a
la puerta del Templo llamado La Hermosa, y se llenaron de temor, maravillados
con lo que le había sucedido. (Hechos 3:1-10).
Pentecostés,
en su asentamiento escritural, anticipa el Milenio. Sus dones son denominados
“los poderes (milagros, dunameis) de
la edad venidera”, y el juicio sumario de Ananías y Safira por mentir al
Espíritu Santo es un tipo del Día del Señor. Tal como dice el Salmista:
Aquel que practica engaño no morará en Mi casa: aquel que
hable mentira no permanecerá ante Mis ojos. Súbitamente (día tras día, cada
mañana) destruiré a todos los perversos de la tierra; para hacer desaparecer
todo hacedor de iniquidad de la ciudad del Señor.
Habrá un
directo juicio por el pecado en cada día en el Milenio, para que el estándar
del reino de Dios pueda ser mantenido. En esta edad de gracia tales juicios se
hallan suspendidos. Si así no fuese, los inicuos y malhechores tendrían un
grave problema. El juicio mortal de Ananías y Safira no es el único juicio en
los Hechos. Posteriormente se registra también el juicio de ceguera que cayó
sobre Elimas.
La
Escritura nos dice que muchas…milagrosas
señales fueron hechas por los apóstoles, así que Lucas tan solo debe
reflejar o referir unas cuantas. Estas señales fueron prácticos testimonios que
estaban siendo experimentados en aquel tiempo en cuanto a los que sucedería
realmente en el reino terrenal. Las palabras de Joel habían declarado que
habría “señales en la tierra”, así que todo esto está de acuerdo y en armonía
con la profecía.
Claro que
no solamente hubo milagros de juicio por el pecado, sino que la mayoría fueron
milagros de bendiciones, por eso Lucas ahora narra uno de ellos, es decir, la
sanidad del hombre cojo que tuvo lugar a la Puerta Hermosa del Templo. Era la
hora novena, que corresponden a las tres de la tarde nuestras. Pedro le asegura
que no tiene dinero para darle, pero, tomándole de su mano derecha, le ayudó a
levantarse, y el hombre, viendo que sus pies y piernas fueron fortalecidos, se
regocijó en gran manera, alabando a Dios y expresando su regocijo no solo por
esta vía, sino además saltando sobre sus pies corriendo por el templo. No
sabemos si él se daba cuenta que estaba cumpliendo la Escritura que fue dada del
futuro Mesías diciendo Tu Dios…vendrá a
salvarte. Entonces serán abiertos los
ojos del ciego y los oídos del sordo destapados. Entonces el cojo saltará como
un ciervo, y la lengua del mudo gritará de alegría.
El acto de
Pedro fue más que un milagro, fue una señal, una de las muchas señales
milagrosas que Dios había dado para la obra y testimonio de Su amado Hijo en la
confirmación de Su título de Mesías, y ahora Sus fieles seguidores estaban
continuando a dar el mismo testimonio y recibiendo la misma confirmación de
Dios.
11 Mientras el mendigo sujetaba a Pedro y a
Juan, todas las personas estaban atónitas y acudieron a ellos. 12 Cuando Pedro vio esto, les dijo: Hombres de
Israel, ¿por qué os sorprendéis tanto de esto? ¿por qué ponéis vuestros ojos
sobre nosotros como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a este
hombre? 13 El Dios de Abraham, Isaac
y Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a Su siervo Jesús. A quien
vosotros entregasteis para ser muerto, y afrentasteis ante Pilatos, aunque él
había decidido soltarle. 14 Vosotros
habéis afrentado al Santo y Justo y pedisteis que se os soltase un asesino. 15
Habéis dado muerte al Autor de la vida,
pero Dios le levantó de la muerte.
De eso somos nosotros testigos. 16
Por fe en el nombre de Jesús, este hombre a quien vosotros veis y conocéis ha
sido sanado. Es el nombre de Jesús y la fe que viene a través de Él lo que ha
dado a este hombre su completa sanidad, como bien podéis todos ver.
17 Ahora, hermanos, yo sé que habéis actuado
en ignorancia, así como vuestros líderes. 18 Pero así es como Dios ha cumplido lo que predijo a través de todos los
profetas, diciendo que Cristo tenía que padecer. 19 Arrepentíos, por tanto, y volveos para Dios, para que vuestros pecados
puedan ser borrados, para que vengan tiempos de refrigerio de parte del Señor, 20
y para que pueda enviar al Cristo que
había señalado para vosotros – a Jesús. 21 Él debe permanecer en el cielo hasta que llegue el tiempo apuntado por
Dios para restaurar todas las cosas, tal como prometió desde tiempo atrás a
través de Sus santos profetas. 22 Porque
Moisés dijo, “el Señor vuestro Dios levantará para vosotros un profeta como yo
de entre vuestro propio pueblo; a Él debéis oír en todo lo que os diga. 23 Y cualquiera que no lo oiga será
completamente cortado de entre su pueblo.
24 De hecho, todos los profetas desde Samuel
en adelante, así como otros muchos que han hablado, han predicho estos días. 25
y vosotros sois los herederos de los profetas
y del pacto que Dios hizo con vuestros padres. Él le dijo a Abraham, “A través
de tu descendencia todos los pueblos de la tierra serán benditos” 26 Cuando Dios levantó a Su siervo, Él lo
envió primeramente a vosotros, para bendeciros volviéndose cada uno de vosotros
de sus malos caminos” (Hechos 3:11-26).
El
resultado de todo lo que sucedió fue típico de lo que Dios estaba preparando
hacer por Israel, si tan solamente se volviesen al Señor y realmente se
arrepintiesen, cambiando de esa manera su actitud mental. Pedro no dejó pasar
esta oportunidad, para resaltar el propósito de Dios. Su discurso contiene
verdades de una importancia excepcional. Él le dijo a la multitud de Judíos
reunidos que no pensasen de ellos nada en especial. Lo que Dios había hecho a
través de ellos por este hombre cojo, podría hacerlo por Israel. Dios
primeramente glorificó a Su Siervo Jesús, deshaciendo la obra que hicieron
crucificándole y aceptando que se librase a un asesino en Su lugar. Cristo
continúa siendo el Mesías. Ahora ha sido levantado de la muerte; todo esto
había sido previsto por Isaías cuando escribió He aquí Mi siervo…será exaltado y levantado, y puesto muy en alto.
Pedro no
dejó de acusar a sus oyentes Judíos. Puso sobre ellos la responsabilidad por la
crucifixión de su Mesías y Rey. Pero el apóstol y los que con él se asociaban
fueron testigos de la resurrección del Señor. Había sido gloriosamente
vivificado y fue a través del gran poder de Su Nombre que este hombre cojo
había sido sanado cuando puso su confianza en el Cristo que Pedro nombró y
recibió Su gran poder, el cual sanó su cuerpo enfermo y debilitado. Esto
demuestra que los milagros de sanidad en los Hechos tuvieron la misma
maravillosa calidad que los registrados en los Evangelios.
Cualquiera
podría pensar que el pecado máximo de haber asesinado a su Rey, su Mesías y
Salvador, resultaría finalmente en su permanente exclusión de parte de Dios.
Hay intérpretes de la Escritura que de hecho así lo creen y así enseñan que
sucedió en este punto, y que Dios ya no se ocupa ni tiene nada que ver con
Israel, sino solo con la iglesia.
Pero, si
así fuese, entonces contradice todo lo que Pedro está enseñando en este pasaje
tan importante. Él asegura que su arrepentimiento y vuelta a Dios resultaría en
el lavamiento de sus pecados, y eso incluye el asesinato de su Salvador -
¡Aunque resulte increíble que un tan terrible pecado pudiera ser perdonado!
Su
arrepentimiento volviéndose para Dios fue siempre la divina condición impuesta
en toda su historia de fracaso, para recibir el perdón y la restauración de
Dios.
Cuando haya venido sobre vosotros tribulación, y estas
cosas os hayan sobrevenido, aun en los últimos días, si vosotros os volvéis al
Señor vuestro Dios y fueseis obedientes a Su voz…Él no se olvidará de vosotros,
ni os destruirá…
Recuerda, te ruego Dios, la palabra que Tú mandaste a Tu
siervo Moisés, diciendo: Si vosotros transgrediereis, Yo os esparciré por entre
todas las naciones: pero si os volviereis para Mí y guardareis Mis mandamientos
para ponerlos por obra; aunque os haya esparcido hasta las más remotas partes
debajo del cielo, Yo os volveré a reunir desde allí, y os traeré a un lugar que
habré escogido para asentar Mi Nombre en él.
…Yo os juzgaré, Oh casa de Israel…arrepentíos, y volveros de todas vuestras transgresiones,
para que la iniquidad no sea vuestra ruina.
Volveos,
Oh hijos rebeldes, dijo el Señor, porque Yo soy Tu marido.
Así dice Jehová de los ejércitos: Volveos a Mí…y Yo me volveré a vosotros, dice Jehová de los
ejércitos.
Por estos
versículos se hace evidente que Pedro no estaba diciéndoles nada de nuevo a los
Judíos cuando les estaba mandando arrepentirse y pidiéndoles que se volviesen a
Dios.
¿Cuál
hubiera sido el resultado de su arrepentimiento y vuelta a Dios? Ahora precisamos
de darle mucha atención a las siguientes palabras de Pedro y observarlas muy de
cerca, porque muy pocos han entendido lo que dice, y la gran mayoría
sencillamente las ignora completamente.
19 Arrepentíos, pues, y volveros para Dios,
para que vuestros pecados puedan ser perdonados, para que vengan tiempos de
refrigerio de parte del Señor. 20 Y
PUEDA ENVIAR AL CRISTO, QUE HA SIDO SEÃLADO PARA VOSOTROS – A JESÚS. 21 Él debe permanecer en el cielo hasta el
tiempo determinado por Dios para RESTAURAR TODAS LAS COSAS, COMO PROMETIÓ DESDE
LARGO TIEMPO ATRÁS A TRAVÉS DE SUS SANTOS PROFETAS. (Hechos 3:19-21).
Pedro deja
claramente ver lo que hubiera sucedido si Israel hubiese sido obediente a estos
dos mandamientos, y, posteriormente, lo que sucedería si desobedeciesen a Dios.
Si fuesen
obedientes, ciertamente que grandes acontecimientos hubieran tenido lugar. Los tiempos de refrigerio hubiesen sido una
realidad de parte del Señor y este refrigerio
no habría sido ni más ni menos que el reino del Mesías que todos los profetas desde Samuel en adelante
habían predicho y descrito (vers.24). El testimonio dado por todos ellos
acerca del gobierno de Dios sobre la tierra ocupa todo el Antiguo Testamento.
Al tiempo que Pedro habló, Cristo había ascendido al cielo, pero Él no
permanecería allí para siempre, sino tan solo hasta el tiempo en el cual se daría la restauración de todas las cosas,
el cual además habían prometido de parte de Dios todos los profetas del Antiguo Testamento. Este reino había sido
planeado por Dios para cubrir toda la tierra y para que con él se diese a
conocer. Sería entonces que Su conocimiento cubriría la tierra como las aguas cubren el mar (pero
observe todo el capítulo). Israel era el pueblo escogido por Dios para darse a
conocer hasta lo último de la tierra,
y su territorio había sido ofrecido incondicionalmente a través del don de Dios
hecho a Abraham. Su ciudad, la ciudad de Dios, Jerusalén, era el centro desde
donde se esparciría la luz de la verdad de Dios. Por eso se dan los lugares
circundantes de una manera progresiva: Jerusalén,…Judea,…
Samaria,… y hasta lo último de la
tierra.
La parte
más importante del discurso de Pedro era que si ellos se arrepintieran y se
volvieran para Dios, el Señor Jesucristo les habría sido enviado de vuelta. Él
había sido ungido para ellos en propósito del reino de Dios (vers.20) como Rey
y Salvador y había antes venido en esa posición, pero ellos le repudiaron.
Ahora Dios está dispuesto a perdonarles este pecado también, y a darles “otra
oportunidad”, para que el gran reino del Antiguo Testamento, dado a conocer por
todos los profetas, pudiese entonces ser erguido y restaurado. La promesa, y la
misericordia, y la gran paciencia de Dios fueron tremendas, pues Él siempre
lleva a cabo lo que dice. Pero todo estaba suspenso en una sola condición. La
Restauración no significa traer nada nuevo, sino el traer vuelta algo ya
anunciado desde la antigüedad.
Nadie, ni
tan siquiera los apóstoles, sabían exactamente lo que habría de suceder al
propósito del reino terrenal si es que Israel fracasase y decidiese no
obedecer, por la simple razón de que las Escrituras, hasta este punto, todavía
no había revelado lo que vendría a acontecer. Naturalmente, todos los que eran
creyentes esperaban y oraban para que Israel al fin y al cabo fuese obediente,
y entonces, el reino, que en la altura se hallaba tan cercano con el retorno de
Su Rey, y que había sido proclamado tanto por Juan el Bautista como por el
propio Señor Jesús, habría venido a ser una realidad.
Pero
debemos recordar que, lo que se halla cercano en los propósitos de Dios, puede
desaparecer y no tener lugar, si la divina condición para que suceda no viene a
ser cumplida. Y esto fue precisamente lo que ocurrió, porque la paciencia de
Dios se mantuvo durante los 35 años cubiertos por el periodo de los Hechos. No
sucede sino cuando se llega al último de sus capítulos del libro, donde se nos
dice que a Israel le fueron cegados sus ojos y tapado sus oídos, y su corazón
se queda tan endurecido que la práctica realización del reino se hizo imposible
en aquel tiempo. Estaba basado sobre el gran fundamento del Nuevo Pacto de Dios
con Israel, el cual tenía su centro en un tierno y obediente corazón puesto en
él por el propio Dios (pero lea todo el pasaje, versículos 31-37).
El reino
terrenal se quedó en suspense desde este punto, aguardando por el tiempo cuando
Israel vea el retorno del Mesías, y por fin además se convenza de su terrible
pecado al repudiarlo por segunda vez. Entonces, como el propio Dios dice, mirarán al que ellos traspasaron, y toda
la nación venga a condolerse con llantos viendo su desobediencia. Como está
escrito: Mirad, Él viene con las nubes, y
todo ojo le verá, aun mismo todos los que le traspasaron, y todos los
habitantes de la tierra harán lamentación por Él. Entonces Israel por fin
tendrá su verdadero Día de Expiación y vendrán ciertamente a arrepentirse
vueltos para Dios. La ceguera que se abate sobre Israel en Hechos 28 no será
para siempre, pues Pablo dice que esta ceguera permanece solamente hasta que la plenitud de los Gentiles en esta edad
presente haya entrado (Romanos
11:25). Cuando la plenitud del propósito de Dios para con los Gentiles se
cumpla en este era actual, entonces todo
Israel vendrá a ser salvo, pues en Su aplazada Segunda Venida, saldrá de Sion el Libertador, y los
descendientes de Jacob se volverán de sus malos caminos: porque este es Mi
Pacto para con ellos, cuando quite de ellos sus pecados (Romanos 11:26,
27), una clara referencia al Nuevo Pacto de Jeremías 31 que ya hemos
considerado. A pesar del pecado y fracaso de Israel, todavía se mantiene siendo
la nación elegida de Dios y siendo amados por Él, por causa de los padres, de
Abraham, de Isaac y de Jacob, con quienes Dios había hecho los pactos INCONDICIONALES (vea los versículos 28, 29). Estos
versículos están garantizados por la expresiva declaración: Porque irrevocables son los dones y el
llamamiento de Dios (vers.29) – no están sujetos a alteración alguna de
parte de Dios.
Cuando son
apreciados estos hechos, entonces entendemos bien y nos damos cuenta de algo
que se repite constantemente y de lo cual pocos han comprendido, esto es, por qué la Segunda Venida de Cristo fue
resaltada como estando tan próxima y a la
mano en todas las tempranas epístolas escritas durante el periodo de los Hechos.
Observe las siguientes Escrituras: …así
que nada os falta en ningún don, aguardando la venida de nuestro Señor
Jesucristo. …el tiempo es corto, así
que el que tenga esposa, sea como si no la tuviera. ¿Por qué? supliendo la
respuesta dice Maran-atha, que
significa el Señor ya viene, y sin
embargo, después de los Hechos, el apóstol le recomienda a las viudas que no
puedan contenerse a casarse. A los creyentes romanos Pablo les escribe: El Dios de paz aplastará a Satanás debajo de
vuestros pies en breve, o lo que es igual: En breve tiempo aplastará a Satanás debajo de vuestros pies.
La noche está avanzada, y se acerca el día; o como dice la Nueva Versión Internacional: La noche está casi acabada, y el día casi
está aquí. Porque aún un poquito de tiempo, y Aquel que tiene que venir, no se
demorará. A todas estas referencias debemos añadir el testimonio de Pedro,
Santiago, Juan, y de Judas: El fin de
todas las cosas está próximo; La venida del Señor está cercana. El juez esta
delante de la puerta. El Señor viene con las decenas de millares de Sus santos (Judas
14). Estas cosas…han sido escritas para
nuestra instrucción, para quienes el fin del tiempo ha llegado. Este es el
último tiempo (la última hora)…pues muchos anticristos han salido, por eso
sabemos que es el último tiempo (la última hora).
Este
conjunto unificado de testimonios sobre el fin del tiempo y la proximidad de la
Segunda Venida de Cristo es abrumador y nos dan un abundante testimonio de la
realización de la promesa en el envío de vuelta de Cristo si Israel se hubiese
arrepentido. Y el motivo por el cual no regresó no se debió a que los creyentes
estuviesen siendo indiferentes o con falta de preparación, o que hubiesen
cometido algún error al esperar así el retorno de Cristo, sino a que Israel no
obedeciese al mandato de Dios a arrepentirse y volverse hacia Él, y por esa
razón cayó en la ceguera e incredulidad temporal que les afecta hasta hoy en
día. Dios nos asegura que Él no alterará Su promesa hecha a David, su simiente,
y su trono. Dios no ha desechado a Su
pueblo que antes conoció, así que cuando Cristo regrese, Todo Israel vendrá a ser salvo. El
eterno propósito le da a la nación una eterna seguridad, a pesar de su ceguera
e incredulidad.
Lo que
Dios fue haciendo mientras que Israel estaba siendo puesto de parte en
incredulidad en Hechos 28 y Su recibirlos de vuelta en el futuro retorno de
Cristo, era ir revelando parte de Su plan, el cual, hasta el final de los
Hechos, fue mantenido secreto (un misterio) en Sí Mismo, y que por tanto era
completamente desconocido para la humanidad, y eso concierne al propósito de
Dios para los lugares celestiales y a un llamamiento “supremo”. Este Secreto se
revela en el ministerio en prisión de Pablo después de los Hechos (Efesios y
Colosenses).
Lo que resulta
impresionante es comprobar que haya tan poquísimos escolares Bíblicos que hayan
sido capaces de deducir y darse cuenta de la clarísima enseñanza de Pedro en
Hechos 3 concerniente al posible retorno de Cristo en aquel tiempo dependiente
del arrepentimiento de Israel y su vuelta a Dios. El fracaso de Israel y su
repudio de esta segunda ofrenda supuso que se quedase en suspense, durante un
cierto periodo, esta Venida y el asentamiento del reino mediador del Antiguo
Testamento sobre la tierra. Y por eso la oración del Señor sigue estando
todavía vigente: Venga Tu reino. Sea
hecha Tu voluntad en la tierra como en el cielo. Cuando Pedro daba su
importante discurso en Hechos 3 que estamos considerando, la Segunda Venida del
Señor se encontraba sin duda alguna muy próxima.
No es que,
al decir que Su futuro adviento estuviese cerca,
Dios, tuviese en mente el recuento de Su tiempo, que es diferente del nuestro
(como muchos enseñan). La Biblia no está así escrita, sino que tiene en cuenta
al tiempo como lo reconocemos nosotros los humanos, y cercano significa cercano y
lejano significa lejano, y si fuese de otra manera, entonces las palabras carecerían
de significado y utilidad para el propósito de revelación que Dios le atribuyó
para que las comprendiésemos.
El hecho
de que la Segunda Venida estuviese cercana en el periodo de los Hechos, y que
todavía no haya venido a realizarse, ha sido siempre un gran problema para los
estudiantes Bíblicos serios y aplicados, y muchos han sido guiados a pensar y a
concluir que Cristo y los más tempranos creyentes cometieron muchos errores
acerca del tiempo de la Segunda Venida. Pero todos los obstáculos desaparecen
cuando nos damos cuenta que estaba sujeta a una sola condición y se le da su
debido lugar en la realización del reino de Dios.
Pedro
acaba su discurso diciéndoles a los Judíos que estaban escuchando que ellos
eran los herederos de los profetas, y
eso significa todo lo que los profetas habían anunciado. Y no solo eso, sino
que además eran los herederos del
pacto incondicional que Dios le había dado a Abraham cuando le dijo: En tu simiente serán benditas todas las
naciones de la tierra (vers.25). Esto no era ni más ni menos que el reino
terrenal de Dios en germinación. Era el reino con toda su paz y riquísimas
bendiciones que los profetas del Antiguo Testamento habían tan claramente dado
a conocer.
CAPÍTULO CUATRO
Los sacerdotes y el capitán de los guardias del Templo
con los saduceos se acercaron a Pedro y a Juan mientras hablaban al pueblo. 2 Y estaban
furiosos porque los apóstoles estaban enseñando al pueblo y proclamando en
Jesús la resurrección de los muertos. 3
Y tomando a Pedro y a Juan, y porque estaba anocheciendo, los pusieron en la
cárcel hasta el día siguiente. 4 Pero
muchos de lo que oyeron el mensaje creyeron, y el número de los varones era
como de cinco mil.
5 Al día siguiente los gobernantes, ancianos
y maestros de la ley se reunieron en Jerusalén. 6 Anás el sumo sacerdote, y también Caifás, Juan, Alejandro y los demás
varones de la familia del sumo sacerdote. 7 Y poniendo a Pedro y a Juan delante de ellos comenzaron a preguntarles:
¿Bajo el poder de cuál nombre hacéis estas cosas?
8 Entonces Pedro, lleno con el Espíritu
Santo, les dijo: Gobernadores y ancianos del pueblo, 9 Habiendo sido llamados a ser interrogados acerca del beneficio hecho a
un hombre enfermo de cómo haya sido sanado, 10 sabed lo siguiente, vosotros y
todo el pueblo de Israel: Es por el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien
vosotros crucificasteis, que este hombre se halle entre vosotros sanado. 11 Él
es
“la piedra que los
edificadores desecharon, la cual ha venido a ser la cabeza del ángulo”
12 Y en ningún otro se encuentra la
salvación, pues no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres por el cual
podamos ser salvos. (Hechos 4:1-12).
Lucas
comienza este capítulo dándonos el resultado del importante discurso que Pedro
acababa de pronunciar. Este discurso, junto con la sanidad del hombre cojo,
había sido la causa por la cual una gran multitud se había reunido, y las
autoridades del Templo pensaron que tenían que intervenir en los
acontecimientos. El “capitán del Templo” era el jefe de la policía del Templo,
y era el responsable por guardar el orden en sus inmediaciones. En su rango, se
hallaba por debajo del sumo sacerdote y tenía a su cargo un cuerpo
interviniente de Levitas. Con ellos vinieron además un cierto número de
Saduceos. Estos repudiaban la verdad de la resurrección y podemos entender la
causa por la cual estaban tan airados contra Pedro al enseñar en público una
tan sumamente importante doctrina. Y no solo eso, sino que, además, el efecto
de la predicación hizo con que, a los 3.000 que creyeron en el día de
Pentecostés ahora sumasen como 5.000, contando solo los varones (vers.4).
Los
líderes de la nación no podían permitir esto, así que al día siguiente se
realizó una reunión del Sanedrín donde hacían parte los gobernantes y escribas,
y del cual Anás era el sumo sacerdote, Caifás, Juan y Alejandro. Todos estos
confrontaron a Pedro y a Juan, queriendo saber bajo qué autoridad habían hecho
todas estas cosas.
Y Pedro,
fortalecido por el Espíritu Santo, habló sin temor alguno, aunque se estaba
dirigiendo al tribunal supremo de la nación Judía, acusándoles y poniendo sobre
ellos la responsabilidad por la muerte del Señor Jesús (vers.10). Dios le había
levantado de la muerte, y esta fue Su respuesta para lo que habían hecho
crucificándole. Se debió al poder de la resurrección del Señor que el hombre
cojo que tenían delante hubiera sido sanado. Ellos, los expertos, los
“edificadores”, habían repudiado al Mesías por sus edificios, tal como el
propio Cristo había señalado. Y Pedro no dudó a la hora de decir que la
salvación de Dios tan solo se halla en Cristo. Es genial ver a Pedro hablarle
así al Sanedrín y proclamando la necesidad de la salvación en el nombre de
Jesucristo y no en otro cualquiera. Esto es lo que el Señor Jesús les había estado
instruyendo: “Mirad que no os preocupéis
por lo que habéis de responder en vuestra defensa, pues Yo os daré las palabras
y la sabiduría en aquella misma hora que vuestros adversarios no podrán
resistir o contradecir.
13 Cuando ellos vieron el denuedo de Pedro y
de Juan y se dieron cuenta de que eran hombres sin instrucción, gente del
vulgo, se quedaron atónitos y recordaron que habían estado con Jesús. 14 Pero una vez que tenían delante de ellos al
hombre que había sido sanado, nada pudieron responder. 15 Así que les ordenaron que salieran fuera
del Sanedrín y entonces conferenciaron entre sí. 16 ¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Se preguntaron. Todos los que
habitan en Jerusalén saben que han hecho un maravilloso milagro, y nosotros no
podemos negarlo. 17 Pero para que no
difundan más estas cosas de aquí en adelante entre el pueblo, debemos avisar a
estos hombres que no enseñen más a nadie en este nombre.
18 Entonces los llamaron de nuevo y les
mandaron que nada hablasen o enseñasen en el nombre de Jesús. 19 Pero Pedro y Juan respondieron “Juzgad por
vosotros mismos si está cierto que os obedezcamos a vosotros antes que a Dios”.
20 Pues nosotros no podemos dejar de
decir lo que hemos visto y oído”.
21 Y después de haberlos azotado los soltaron.
No pudieron ponerse de acuerdo en la manera de castigarlos, porque todo el
pueblo estaba alabando a Dios por lo que había sucedido. 25 Porque el hombre que había sido
milagrosamente sanado tenía más de cuarenta años. (Hechos 4:13-22).
El
Sanedrín se quedó admirado con el hecho de que Pedro y Juan hablasen con tanto
denuedo y claridad, y sin embargo nunca habían recibido educación alguna de
parte de los rabinos. Entonces se acordaron de que estos hombres habían estado
con Jesús, de que habían sido seguidores de Cristo. “Habían estado con Jesús”,
fueron sus compañeros, y aprendieron de Él. Todo el pueblo había dicho antes lo
mismo de Cristo: ¿Cómo sabe éste de
letras, si nadie le ha enseñado?
Los
líderes del Sanedrín se dieron cuenta de que nada podían hacer contra ellos una
vez que el hombre cojo permanecía a la vista de todos, probando así la
veracidad de lo que Pedro había dicho. Así que mandaros a Pedro y a Juan que
salieran de la reunión. Sería inútil negar lo que había sucedido teniendo con
ellos al hombre sanado, especialmente porque la sanidad que realizaron les
había dado mucha popularidad entre la gente, y por tanto sería inútil y
peligroso castigarlos. En sus perversas cavilaciones decidieron atemorizarlos,
y azotándoles les avisaron de que se verían en serios problemas si continuasen
hablando de Cristo y enseñando en Su Nombre.
La
respuesta de Pedro fue que si tuvieran que decidir entre obedecer a Dios u
obedecer a los hombres, entonces no tendrían duda alguna de cuál sería su
elección. Ciertamente pondrían a Dios primero y por eso dijeron: No podemos dejar de decir lo que hemos visto
y oído (vers.19, 20). El Sanedrín tuvo que decidir soltarlos después de
haberlos azotado.
23 Cuando fueron libertados, Pedro y Juan
vinieron a los suyos y les contaron todo lo que los sacerdotes y ancianos les
habían dicho. 24 Cuando oyeron esto,
levantaron sus voces a Dios juntos en oración y dijeron: “Soberano Señor, que
hiciste el cielo y la tierra y el mar, y todas las cosas que hay en ellos, 25
Tú dijiste por el Espíritu Santo a
través de los labios de Tu siervo, nuestro padre David:
“¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos
conspiran en vano? 26 Los reyes de la tierra y los príncipes se juntaron en uno contra el
Señor y contra Su Cristo”.
27 Porque Herodes y Poncio Pilatos se juntaron
con los Gentiles y el pueblo de Israel en esta ciudad para conspirar contra Tu
santo siervo Jesús, a quien Tú ungiste. 28 Así cumplieron lo que Tu poder y voluntad habían decidido de antemano
que sucediera. 29 Ahora, Señor,
considera sus amenazas y permite a Tus siervos que hablen Tu palabra con gran
denuedo. 30 Extiende Tu mano para
sanar y realizar milagrosas señales y maravillas a través del Nombre de Tu
santo siervo Jesús.
31 Y después que hubieron orado, el lugar
donde estaba reunidos tembló. Y todos fueron llenos con el Espíritu y hablaron
la palabra de Dios valientemente. (Hechos 4:23-31).
Cuando
Pedro y Juan fueron libertados, volvieron a los demás apóstoles y les contaron
todo lo que había sucedido. Entonces con gozo se juntaron en oración,
dirigiéndose a Dios como el Soberano Señor, el gran Creador, el Controlador de
todas las cosas y en cuyas manos reposaban confiados en la fe, y citaron las
primeras palabras del Salmo 2, reconociendo que lo que habían experimentado se
hallaba en armonía con este Salmo. Roma hacía parte y era tipo de las naciones
que conspiraron, y los líderes Judíos fueron un tipo de las gentes que
conspiraron contra el Señor. Herodes Antipas, el gobernador de Galilea y Perea,
fue una figura de los reyes terrenales, y Poncio Pilatos otro de sus
antagonistas gobernadores.
La
totalidad del Salmo mostraba que todos estos se unirían contra el Señor, pero a
pesar de eso, sin ellos saberlo, estaban a cumplir los designios de Dios
(vers.27, 28) concerniente al sufrimiento del Mesías.
Pedro y
Juan sabían que la oposición no había terminado, y que todavía precisaban el
fortalecimiento de Dios para que pudiesen continuar a realizar su ministerio
con todo denuedo. Por eso pidieron más milagrosas señales y dones que confirmasen
su ministerio, y el libro de Hechos nos muestra cuán maravillosamente respondió
Dios sus oraciones. Todo tipo de milagros espectaculares continuaron a
realizarse a través de este periodo. Fueron públicas señales vistas por mucha
gente, y fueron un continuo testimonio para la nación escogida de Israel de que
Dios estaba seriamente comprometido a restaurar de nuevo el reino que de manera
tan gráfica había sido expuesta por los profetas del Antiguo Testamento; por
eso su necesidad de obedecer al mandamiento de Dios a arrepentirse y volverse
para Él.
Mientras
los creyentes oraban, Dios comenzó a responderles sus oraciones haciendo
temblar el lugar donde se encontraban, probablemente por un terremoto, y
llenándoles con el poder del Espíritu Santo, para que continuasen dando con denuedo sus valientes testimonios
(vers.31). Este fue un refrescante consolador llevado a cabo por el Espíritu
Santo. Y no se denominó un refrescante bautismo.
32 Todos los creyentes eran de un mismo sentir
de mente y corazón. Ninguno decía que fuesen propietarios de sus pertenencias,
sino que compartían entre sí todo lo que tenían. 33 Con gran poder los apóstoles continuaron a testificar la resurrección
del Señor Jesús, y gracia en abundancia inundaba a todos ellos. 34 No había ningún necesitado entre ellos.
Pues de tiempos a tiempos aquellos que tenían propiedades o casas las vendían,
y traían el dinero de la venta 35 y
lo ponían a los pies de los apóstoles, y era distribuido para cada uno según la
necesidad que tuviera.
36 Y José, un Levita de Chipre, a quien los
apóstoles llamaban Barnabás (que significa hijo de consolación), 37 vendió un campo que poseía y trajo el
dinero y lo puso a los pies de los apóstoles. (Hechos 4:32-37).
La próxima
sección del libro de Lucas describe la unidad de todos los creyentes en aquel
tiempo. Continuaron a testificar la resurrección del Señor. Este testimonio se
asociaba íntimamente con la restauración del reino, que forma una parte tan
importante del discurso de Pedro proferido a los Israelitas (al cual referimos
y hemos visto). Vuelve a repetirse en la réplica de Pedro al Sanedrín, cuando
dice:
Pedro y los demás apóstoles replicaron: “¡Debemos
obedecer a Dios antes que a los hombres!” – a Quien vosotros asesinasteis
colgándole de un madero. A éste exaltó Dios a Su propia mano derecha como
Príncipe y Salvado para poder dar arrepentimiento y perdón de pecados a Israel.
Nosotros somos testigos de estas cosas, y así también lo es el Espíritu Santo,
a Quien Dios ha ofrecido para todos los que le obedecen.
Ya
habíamos oído y leído muchas exposiciones relativas a la resurrección de
Cristo, pero no habíamos visto ninguna que declare y establezca con tanta
transparencia como esta, que, la única razón válida para la resurrección del
Señor Jesús, fuese darle la oportunidad de arrepentimiento y el perdón de
pecados a Israel. Cuando recordamos el divino mandamiento a Israel (declarado
una vez más por labios de Pedro en 3:19, 20), podemos con toda certeza apreciar
la importancia de este arrepentimiento en el propuesto reino terrenal de Dios,
pues hubiese hecho posible Su más temprano retorno y la restauración del reino
de Dios sobre la tierra, todo lo que había sido dicho por los profetas del
Antiguo Testamento. Ahora vamos a citar a C.H.Welch en esta materia:
A ningún Judío sería necesario avisarle diciéndole que,
así como la fiesta de Pentecostés con su énfasis sobre la palabra “cincuenta” era un recuerdo anual
recurrente del día de Jubileo, del mismo modo, el cumplimiento final profético
de todo lo que se establece en Pentecostés, sería el verdadero gran jubileo
hacia el cual señalaban todas las profecías. Creyendo, por tanto, “la doctrina
de los apóstoles”, estos creyentes pusieron su fe en práctica. Si el jubileo
estaba próximo y “a la mano”, entonces cada uno de ellos iría a recibir su
heredad, toda su privación de derechos confiscados sería abolida, todas las
compraventas de terrenos y posesiones pasaría a ser irrelevante y sin valor
alguno; consecuentemente, aunque nadie pueda ni vender ni comprar su heredad,
podría vender, eso sí, todas las demás cosas que hubiese adquirido, siempre que
empleando los beneficios para el bien común, mientras aguarda al Señor viniendo
desde el cielo. (del libro: Desde
Pentecostés hasta la Prisión pag.58).
Barnabás,
que fue un Levita, se menciona de una manera especial en el libro de Lucas como
un ejemplo de esto mismo: teniendo un
terreno, lo vendió, y tajo el dinero, y lo depositó a los pies de los
apóstoles. Jeremías compró tierra para demostrar su fe en la prometida
restauración del Señor, y Barnabás vendió tierra para demostrar la misma
convicción. La ley que gobernaba la venta de terreno se halla en Levíticos 25.
El acto
voluntario de Barnabás vendiendo su tierra adquirida y depositando los
provechos a los pies de los apóstoles se halla en directo contraste al acto de
Ananías que viene a seguir luego. Éste vendió también un campo que poseía;
también, además, depositó beneficios a los pies de los apóstoles, pero con una
diferencia: se guardó para él propio parte del precio fingiendo que lo
entregaba todo. Pedro deja claro que no había obligación alguna acerca de
vender tierra cuando dijo: Si la hubieras
retenido, ¿no seguiría siendo tuya? Y una vez vendida, ¿no se te quedaba su
precio en tu poder? El pecado de Ananías consistió en querer engañar a Dios
el Espíritu Santo. El pecado de Ananías fue el pecado de Acán en Josué 7.
CAPÍTULO CINCO
Ahora bien, un hombre llamado Ananías, junto con su mujer
Safira, también vendió una pieza de su propiedad. 2 Con pleno
conocimiento de su mujer se guardó para sí parte del dinero, aunque vendió el
resto y lo puso a los pies de los apóstoles.
3 Entonces Pedro dijo: Ananías, ¿Cómo has
podido permitir que Satanás llenara tu corazón para que mintieras al Espíritu
Santo – guardándote para ti parte del dinero que recibiste por la tierra? 4
¿No era tuya antes de venderla? Y
después de vendida: ¿No se te quedaba para ti todo el dinero? ¿Qué te hizo
pensar tamaño disparate? Mira: No has mentido a los hombres (que sería
perdonable), sino a Dios.
5 Cuando Ananías escuchó lo dicho, cayó a
tierra y falleció. Un gran temor cayó a todos los que escucharon lo sucedido. 6
Entonces los jóvenes se hicieron cargo,
cargando su cuerpo, y llevándole a sus costados le sepultaron.
7 Como
unas tres horas después llegó su esposa, no sabiendo lo que había ocurrido. 8
Pedro le preguntó: ¿Dime una cosa, fue
por tanto éste el precio que tú y
Ananías recibisteis por la tierra?
¡Sí! Dijo ella: ¡ese es el precio!
9 Pedro le dijo: ¿Cómo te atreves a probar
al Espíritu del Señor? ¡Mira! Los pasos de los varones que enterraron a tu
marido se hallan a la puerta, y serán los mismos que te cargarán a ti también.
10 En ese preciso instante desmayó y murió.
Entonces llegaron los jóvenes y, hallándola muerta, la cargaron y sepultaron al
lado de su marido. 11 Cayó un gran
temor en toda la iglesia y en todos aquellos que escucharon acerca de estos
acontecimientos. (Hechos 5:1-11).
Bajo el
punto de vista de algunos, se juzga demasiada severidad por tan solo decir una
mentira, pero debemos acordarnos de que el sumario juicio del Señor se
encontraba en operación durante el periodo de los Hechos, puesto que los
milagros eran, tal como se declara, el
poder (milagroso) de la era o edad venidera, esto es, el millenium, y en esta era no solo habrá
milagros de bendición, sino además milagros de juicios, del mismo modo:
Aquel que opere fraude no habitará en el interior de Mi
casa: Aquel que profiera falso testimonio no permanecerá delante de Mi vista.
Mañana tras mañana destruiré todo perverso de la tierra; cortando y separando a
todos los hacedores de iniquidad de la ciudad del Señor.
Estas
fueron las palabras de David, pero a quien relatan es al más grande Hijo – al verdadero David, y Su venidero gobierno sobre
la tierra en Su reinado. Su voluntad será un gobierno de derechos justos y un
gobierno pacífico. Va mucho más allá de todo lo que el hijo de Isaí hubiera
podido colmatar, aunque consiguiese mantener su casa tan pura como posible. El
pecado no será permitido que prospere cuando sea el Señor Quien gobierne,
puesto que cada día vendrá a realizarse un juicio sumario por el pecado, y los
malhechores serán quitados del medio. El pecado se corta de raíz. El Señor
tendrá que “gobernar con una vara de hierro” para comprobar efectivamente que
la justicia se mantiene y establece. Pentecostés y todo aquello que sucedió
anticipa el milenio. Hemos visto en los Hechos estos dos tipos de juicios, un
milagro de bendición, la sanidad de un hombre cojo, un reflejo de lo que el
Señor pretendía hacer con los enfermos y pecadores Israelitas; y, en el caso de
Ananías, un aviso a la nación escogida: que el castigo aparecería a
seguir, si ellos persistiesen en su
incredulidad y enemistad. Volveremos a ver este punto de nuevo más adelante.
Si Dios
emitiese Sus juicios hoy en día entre Su gente que hable mentiras, ¡nos hace
temblar solo de pensar en lo que sucedería! Tal como alguien dijo, “los
transportistas” no darían a bastos con los funerales. Durante esta presente era,
se encuentra en operación una dispensación de gracia, la gracia reina. Y al
mismo tiempo los juicios han sido temporalmente aplazados, pero eso está claro
que no altera la obra de la cosecha y la
siega.
Este hecho
tan solemne de parte de Dios produjo un gran
temor en todos los que oyeron lo que
había sucedido (5:5), pero eso no es todo, porque tres horas después la esposa
de Ananías llegó, no sabiendo lo sucedido. Bajo el interrogatorio de Pedro,
ella cometió el mismo fraude que su marido y recibió el mismo castigo. Cayó
redonda a los pies de Pedro y murió (vers.9, 10).
12 Los apóstoles realizaron muchas milagrosas
señales y maravillas entre el pueblo. Y yodos los creyentes se acostumbraron a
encontrase reunidos en el Pórtico de Salomón. 13 De los demás, ninguno se juntaba con ellos, aunque sí que los tenían en
alta estima los del pueblo. 14 De todas maneras, más y más creyentes se
añadían a diario, entre hombres y mujeres, al Señor. 15 Como resultado de eso, el pueblo traía a
sus parientes enfermos y los sacaba a la calle en sus camas y amacas para que
al menos la sombra de Pedro tocase sobre algunos mientras pasaba. 16 Mltitudes se juntaban también provenientes
de las ciudades alrededor de Jerusalén, trayendo con ellos sus enfermos y los
que estaban atormentados por espíritus inmundos, y todos ellos eran sanados. (Hechos
5:12-16).
Lucas
registra los muchos milagros que los apóstoles realizaban. Estos milagros no
eran solo espectáculos públicos, sino que eran denominados “señales” porque
contenían un significado, tenían una explicación. Eran señales del reino terrenal. Del mismo modo que el Señor en Su
ministerio terrenal había estado continuamente sanando al pueblo de
deformidades y enfermedades como había demostrado de antemano, así los
apóstoles estaban otorgando el mismo poder, puesto que estaban dando a conocer
el mismo reino que el Antiguo Testamente había descrito. Dios le había
prometido a Israel que una de Sus bendiciones sería la buena salud. El los
amaría, les bendeciría, y los multiplicaría en el territorio que había jurado a
sus padres que les daría. Seréis benditos
por encima de todas las gentes…y el Señor quitará de ti toda dolencia…No
hay que maravillarse de que vengan a poder disfrutar de una larga vida en esta
tierra prometida. Dios sabía que si Su bendición viniera a ser disfrutada en su
plenitud, la sanidad tiene por obligación que acompañarla, Entonces podemos
entender bien el por qué la sanidad ocupa un tan amplio lugar en el ministerio
reinante del Señor Jesús, y aquel de los apóstoles que viene a seguir a Su
resurrección. Mirando hacia delante al reino venidero con todo su gozo, Isaías
predice.
19 Me regocijaré sobre Jerusalén y me
deleitaré en Mi pueblo; el sonido del llanto y del clamor ya no se oirá más en
ella.
20 Nunca más habrá
en ella un niño que viva pocos días, o un anciano que no viva sus años; aquel
que muera de cien años será tenido por joven; aquel que no llegue a los cien
años será considerado maldito.
Así,
pues, no solamente la buena salud debe
ser experimentada de manera general por todas las personas, sino que, además,
debemos creer, leyendo estos versículos, que se gozará de una larga vida. Estas
milagrosas sanidades ocupan un papel muy importante en el reino Mesiánico
cuando recordamos estos acontecimientos; no son sencillamente milagros
fortuitos o al acaso. Cuando son considerados en su Escritural sentido
confirman el gran plano que Dios está realizando y llevando a cabo. Si les
quitamos este sentido, tal como hacen algunos, causa muchos malentendidos y
confusiones.
No es de
admirar, por tanto, que muchas más personas, contemplando estas señales
maravillosas, crean y aumenten el número de los salvos. Aun mismo la sola
sombra de Pedro era capaz de hacer sanidades, exactamente igual que
posteriormente, el apóstol Pablo, aun mismo sus delantales hicieron lo mismo.
Las
multitudes ahora se reunían y traían con ellos a sus enfermos y los que estaban
siendo atormentados por espíritus inmundos, y todos ellos fueron sanados. No
había excepciones (vers.16).
17 Entonces el sumo sacerdote y todos sus
asociados, que eran miembros del partido de los Saduceos, se llenaron de
envidia. 18 Arrestaron a los
apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. 18 Pero durante la noche un ángel del Señor les abrió las puertas de la
cárcel y los sacó afuera. 20 ¡Id!
Permaneced en el patio del Templo – les dijo – ¡y contadle al pueblo todo el
mensaje de esta nueva vida!
21 Al mediodía entraron en los patios del
Templo, tal como habían sido avisados, y comenzaron a enseñarle al pueblo.
Cuando el sumo sacerdote y sus asociados llegaron, convocaron a todo el
Sanedrín – la plena asamblea de los ancianos de Israel – y enviaron a la cárcel
por los apóstoles. 22 Pero cuando
llegaron a la cárcel, los oficiales no los hallaron allí. Así que volvieron y
reportaron: 23 La cárcel con toda
seguridad hemos visto sus puertas cerradas, con los guardias al frente
protegiéndolas; pero cuando las abrimos, a nadie encontramos dentro! 24 Oyendo este informe, el capitán de la
guardia del Templo y el sumo sacerdote se quedaron desorientados, preguntándose
¡¿en qué acabaría todo esto?!
25 Entonces entró uno y dijo: ¡Mirad! ¡Los
hombres que pusisteis en la cárcel se hallan en pie y enseñando al pueblo en
los patios del Templo! 26 Entonces,
el capitán se presentó con sus oficiales y trajeron a los apóstoles. No usaron
de violencia, porque le tenían miedo de que el pueblo los apedrease.
27 Habiendo traído a los apóstoles, les
hicieron presentarse delante del Sanedrín para ser interrogados por el sumo
sacerdote. 28 ¡Os dimos órdenes
estrictas para no enseñar en este nombre! Les dijo. ¡Habéis llenado a Jerusalén
con vuestras enseñanzas y estáis determinados a declararnos culpables de la
sangre de este hombre!
29 Pedro y los demás apóstoles replicaron”
¡Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres! 30 El Dios de nuestros padres la levantado a Jesús de la muerte – a quien
vosotros asesinasteis colgándole sobre un madero. 31 Dios lo ha exaltado a Su diestra como Príncipe y Salvador para que
pueda ofrecer el arrepentimiento y el perdón de los pecados a Israel. 32 Nosotros somos testigos de estos asuntos, y
con nosotros el Espíritu Santo, a Quien Dios ha otorgado para aquellos que Le
obedecen. (Hechos 5:17-32).
El efecto
de todo esto en el partido de los Saduceos fue que se llenaron de ira. Habían
ya iniciado la persecución de Pedro y de Juan; ahora extenderían sus redes a
los apóstoles en su totalidad y pretenden encarcelarlos a todos, obviamente
entendido, para tomar más drásticas medidas que las tomadas con Pedro y Juan.
Pero no contaban con Dios. Durante la noche un ángel del Señor abrió las
puertas de la cárcel y los sacó afuera. La palabra griega traducida ángel significa un mensajero, y bien podía haber sido un ser humano, pero es muy
poco probable. Lo que es cierto es que Dios abrió las puertas de la prisión por
Su propio poder, cualquiera sea el instrumento empleado para eso.
Para el
día siguiente se convoca una reunión de los Saduceos y los oficiales que habían
enviado les reportan que las puertas estaban ciertamente cerradas y con los
guardias a sus puertas cada una protegiéndolas en pie. Cuando se abrieron las
puertas, dieron de caras con que los prisioneros habían desaparecido. De hecho,
en el mismo instante, ¡los denominados así prisioneros se hallaban de pie en
los patios del Templo enseñando al pueblo! El Sanedrín estaba atónito y
totalmente confuso; y llegan al colmo cuando llega uno que les informa de todos
estos actos.
No cabe
duda de que estaban maravillados: Y que cavilaban en sus corazones: ¿Cómo será
posible que los apóstoles hayan caído en las gracias de la policía del Templo?
De otra manera: ¿cómo podrían haber escapado? Esta no fue la única ocasión
durante el periodo de los Hechos en que las puertas de la prisión se abren
milagrosamente, puesto que Pedro tuvo que pasar por la misma experiencia en el
capítulo 12. Todo esto confirma lo que hemos visto concerniente a estos
especiales milagros, los cuales fueron signos o señales del reino venidero. Hoy
en día hay mucha gente sufriendo por por sus fieles testimonios Cristianos y
siendo puestos en prisión y aun torturados y asesinados; pero no hay ningún
divino poder que venga a libertarlos tal como se registra en los Hechos. Esto
no nos resulta embarazoso ni nos confunde cuando guardamos las experiencias
registradas en los Hechos en su Escritural, terrenal Reino instaurado.
Los
apóstoles, una vez liberados, fueron avisados por el ángel a ir para el patio
del Templo y proclamar todo el mensaje de “esta vida”, y esto sin duda se
refiere, NO A LA VIDA ACTUAL, sino aquella vida maravillosa eterna que Cristo
había prometido a cada creyente que pusiese su fe en Él.
El
Sanedrín entonces envía un bando de policía para que traigan a los apóstoles
del patio. Estaban con miedo de emplear la fuerza porque se dieron cuenta de
que el pueblo probablemente los apedrearía si fueran violentos. Aquí son
recriminados y se les recuerda los previos avisos que habían recibido. Los
apóstoles ignoraron por completo sus avisos y siguieron llenando a Jerusalén
entera con sus enseñanzas.
Pedro
evidentemente respondió por todo el grupo, repitiendo lo que ya había
anteriormente dicho, es decir: que debían obedecer a Dios antes que a los
hombres (vers.29), y una vez más acusa a los líderes con el asesinato de
Cristo. La respuesta de Dios fue que levantó a Su Hijo, el Mesías de ellos, de
la muerte, y que lo había levantado para que Israel pudiera arrepentirse y
volverse para Dios, lo cual ya habían sido ordenado que hiciesen a seguir a la sanidad del hombre cojo. Si lo
hubiesen hecho, Cristo habría retornado y el reino dado a conocer en los
profetas del Antiguo Testamento hubiese venido a ser una realidad.
En el
vers.31 Pedro declaró que el Dios de sus padres había levantado a Cristo de la
muerte y que lo había exaltado…como
Príncipe y Salvador con el fin de que Él le pudiera dar arrepentimiento y
perdón de pecados a Israel. En los muchos sermones que se predican sobre la
resurrección de Cristo, ¿Cuántas sacan a relucir esta importantísima razón de
que fuera para dar arrepentimiento y perdón a la repudiada Israel? Casi nunca
se menciona siquiera, sin embargo es un punto vital en los escenarios del reino
de Dios en los Hechos, y los cuales figuran muy claramente en el ministerio
terrenal de Cristo, que serían entonces restaurados y erguidos.
Nosotros
hemos considerado (en páginas posteriores) la gran importancia de este punto, y
al lector se le vuelve a recordar la exposición que con tanta frecuencia ha
sido ignorada. Si esta enseñanza se ignora, entonces se pierde una de las
llaves principales que abre el significado de los Hechos, y la interpretación
entonces no puede estar correcta.
33 Cuando oyeron lo sucedido, se pusieron
furiosos y deseando llevarlos a la muerte. 34 Pero un fariseo llamado Gamaliel, un maestro de la ley, el cual era
honorable para el pueblo, se levantó en el Sanedrín y ordenó que se llevasen
fuera a los hombres durante un rato de tiempo. 35 Entonces les dijo: Varones de Israel, considerad cuidadosamente lo que
vayáis a hacer con estos hombres. 36 Hace
poco tiempo atrás apareció Teudas, clamando se alguien importante, y como
cuatrocientos hombres se juntaron con él. Él fue asesinado, y sus seguidores
fueron dispersos, y todo vino a ser en vano. 37 Después de él, Judas el Galileo apareció en los días del censo y lideró
un bando de gente en revuelta. Éste también fue muerto, y todos sus seguidores
fueron dispersos. 38 Así, pues, en
el caso presente quiero avisaros: ¡Dejad en paz a estos hombres! ¡Dejadlos marcharse!
Pues si su propósito o actividad es de origen humano, se desvanecerá. 39 Pero si es de Dios, no seréis capaces de
resistir de parar a estos hombres; ¡no sea que estéis hallados luchando contra
Dios!
40 Su manera de hablar les persuadió. Mandaron
llamar a los apóstoles y los azotaron. Entonces les ordenaron que no hablasen
más en el nombre de Jesús, y los dejaron que se fueran.
41 Los
apóstoles dejaron el Sanedrín, regocijándose debido a que habían sido
considerados dignos de sufrir desgracias por el Nombre. 42 Día tras día, en el patio del Templo y de
casa en casa, nunca pararon de enseñar y proclamar la buena nueva de Jesús es
el Cristo. (Hechos 5:33-42).
El
discurso que Pedro le dirige a los Saduceos los enfurece y deseaban matar a los
apóstoles que les estaban causando tan graves problemas (vers.33). Sin embargo,
se levantó un prominente Fariseo al cual no podían ignorar. Era Gamaliel, el
maestro con voz cantante de su día. Era nieto y discípulo de Hillel, y ahora
era el líder de la escuela de Hillel. Contaba en sus filas con discípulos
conocidos, entre los que se hallaba Saulo de Tarso. Gamaliel entonces toma
parte de la discusión y ordena que los apóstoles sean puestos de fuera de la
sala de reunión para que puedan conferenciar libremente sus colegas del
concilio (vers.34).
Gamaliel
entonces les avisa para que no se precipiten en sus actos. Les recuerda que un
insurgente Teudas y un cierto número de seguidores ya antes habían levantado
problemas, pero solo consiguió que lo mataran y sus seguidores se dispersaron.
Después vino una revuelta liderada por Judas el Galileo. Esta revuelta fue
destruida por Roma, pero el movimiento continuó existiendo en el partido de los
Zelotes. Gamaliel insistió diciendo que Dios estaba presente y que, si no tuviesen
cuidado, bien podían ser hallados luchando contra Dios. Así, por tanto,
tuvieron que soltar a los apóstoles y dejarles marcharse (vers.38, 39).
Se
estableció un buen consenso en sus palabras y prevalecieron en el concilio.
Finalmente, decidieron azotarlos (cuarenta azotes menos uno era el castigo
usual) y después los dejaron marcharse, avisándoles de nuevo para que no
hablasen en el nombre de Jesús (vers.40.
Eso no
hizo con que los apóstoles desmayasen. Consideraron ser un honor el sufrir por
el Señor y continuaron enseñando y dando a conocer el hecho de que el Señor
Jesús era el verdadero Mesías (vers.53).
CAPÍTULO SEIS
En aquellos días cuando el número de los discípulos
aumentaba en número, los Judíos Griegos entre ellos se quejaron contra los
Judíos Hebreos por causa de que las viudas estaban siendo desatendidas en la
distribución diaria de alimentos. 2 Así que los Doce reunieron a todos los
discípulos y dijeron: No sería correcto que nosotros dejásemos de lado el
ministerio de la palabra de Dios para servir a las mesas. 3 Hermanos, escoged siete varones de entre
vosotros que tengan buena reputación por estar llenos del Espíritu y de
sabiduría. Sobre ellos pondremos esta
responsabilidad. 4 Y nosotros
seguiremos dando nuestra atención a la oración y al ministerio de la palabra.
5 Esta propuesta agradó a todo el grupo.
Escogieron a Esteban, un varón lleno de fe y del Espíritu Santo; también a
Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas, y a Nicolas de Antioquía, un
converso al Judaísmo. 6 Ellos
presentaron estos hombres a los apóstoles, los cuales oraron e impusieron las
manos sobre ellos. 7 Así que la
Palabra de Dios se expandía. El número de los discípulos en Jerusalén aumentaba
rápidamente, y un gran número de sacerdotes pasaron a ser obedientes a la fe. (Hechos
6:1-7).
Los
versículos de entrada de este capítulo trata con uno de los primeros problemas
que la temprana Cristiandad tuvo que enfrentar. Existían entonces dos orígenes
de Judíos creyentes. Algunos vivían en Palestina y otros eran de la Dispersión.
Los primeros era Judíos Hebreos y los segundos, Judíos Griegos o Helenos. La
Versión Autorizada los denomina “Griegos”. Estos no eran Gentiles sino Judíos
de fuera de Palestina. Tenían contacto con el mundo Gentil sin haberse
contaminado con los hábitos Gentiles. Hablaban el Griego. Surge un problema
entre estas dos compañías.
Tal como
la Nueva Versión Internacional explica, los Judíos Griegos se quejaron de que
sus viudad estuviesen siendo descuidadas en la distribución diaria de
alimentos. Los apóstoles decidieron acabar con el problema de raíz. Estaban
persuadidos de que el Señor los había llamado y equipado para el ministerio de
la Palabra y es lo que debería prevalecer en sus vidas. Eso significa que otros
fuesen escogidos para tratar con tales materias. Así, pues, les dijeron a los
discípulos que escogieran siete varones para encargarse de esta obra. Debían
ser totalmente honestos y confiables, varones en los cuales se pudiese confiar.
Además, debían de andar bajo el control del Espíritu Santo. Es muy sugestivo
que el carácter aquí venga delante de los dones espirituales. Ningún montante
de “espiritualidad” podría justificar el designio de aquel que no tuviera una buena reputación de los de fuera. (Vers.
Revisada).
Fueron
escogidos siete varones y todos tenían nombres Griegos. Algunos de ellos sin
duda alguna eran del grupo Heleno. Lucas se centra en Esteban y en Felipe; de
los demás sabemos poca cosa. Todos fueron presentes a los apóstoles, los cuales
los encomendaron para esta labor y posteriormente para otros servicios también.
Ellos
oraron e impusieron sus manos sobre los escogidos. La “imposición de manos” se
refiere un cierto número de veces en el Antiguo Testamento. Se utilizaba en el
Antiguo Testamento de varias maneras: al tiempo de otorgar una bendición, y
además, para expresar identificación, como en el caso de uno que sacrifica,
deposita sus manos en la víctima sacrificial. También aparece en el caso de la
elección de un sucesor. En este caso presente la imposición de las manos
identifica a los siete con los doce, como sus diputados. De ninguna forman se
imparte el don del Espíritu Santo, puesto que los siete ya estaban llenos del Espíritu (vers.3).
En el
versículo siete, Lucas introduce un breve comentario del progreso que se iba
dando. Hace este mismo comentario en otras cinco ocasiones. C.H. Turner señala
que esos comentarios dividen en seis partes al libro, cada una en media durando
cinco años. A pesar de toda la oposición del enemigo, la verdad de Dios fue
expandiéndose y Su propósito siendo cumplido.
8 Ahora bien, Esteban, un varón lleno de la
gracia y del poder de Dios, hacía grandes maravillas y milagrosas señales entre
el pueblo. 9 Pero al mismo tiempo se
levantó un obstáculo, de parte de los miembros de la Sinagoga de los Libertos
(como se denominaba) – Judíos de Cirene y Alejandría con los de las provincias
de Cilicia y Asia. Estos hombres comenzaron a argumentar con Esteban. 10 pero no podían resistir contra su sabiduría
ni contra el Espíritu por el cual hablaba.
11 Entonces de manera secreta persuadieron
algunos hombres a que dijesen; ¡Nosotros le oímos decir a Esteban palabras de
blasfemia contra Moisés y contra Dios!
12 Y así instigaron al pueblo y a los ancianos
y a los maestros de la ley. Prendieron a Esteban y lo llevaron delante del
Sanedrín. 13 Se inventaron falsos
testimonios, que decían, ¡este aquí no
cesa de hablar contra este santo lugar y contra la ley. 14 porque
le hemos oído decir que este Jesús de Nazaret destruirá este lugar y mudará las
costumbres que Moisés nos legó a nosotros. 15 Todos los que se hallaban sentados en el Sanedrín fijaron sus ojos
airados sobre Esteban, y vieron su rostro como la faz de un ángel. (Hechos
6:8-15).
El
ministerio de Esteban fue acompañado por las mismas milagrosas señales del
reino que los apóstoles realizaban. Esta era la vía por la cual Dios atestaba y
confirmaba este ministerio del reino, que sigue desarrollándose durante todo el
periodo de los Hechos. Pero Satanás no permite que todo esto se lleve a cabo
sin oposición. El conflicto espiritual entre Dios y Satanás nunca reposa ni
cesa. Esteban dio su testimonio a la verdad de Dios en una de las muchas
sinagogas en Jerusalén. La sinagoga había sido erguida para los asuntos
espirituales Judíos en los últimos años del Antiguo Testamento, y su objetivo
se destinaba a la lectura y exposición de las Escrituras del Antiguo
Testamento. También servía como un centro comunitario allá donde hubiera
Judíos. En una ciudad muy poblada podía haber varias sinagogas. La que Lucas
menciona sería probablemente visitada por hombres libres y sus familiares
provenientes de las cuatro áreas mencionadas: Cirene, Alejandría, Sicilia y
Asia.
En esta
sinagoga un número de Judíos se enfrentaban a Esteban y argumentaban con él.
Los que provenían de Cilicia eran principales, pues entre ellos había un joven
varón, Saulo de Tarso, un nativo de Cilicia, que sin duda alguna tomó parte en
estas disputas. A pesar de todo su celo, los opositores no podían resistir en
contra de la sabiduría de Esteban y del poder del Espíritu Santo que a través
suyo se manifestaba (vers.10). Persuadieron sobornando a unos cuantos para que
diesen falsos testimonios contra él y nos acordamos de cómo el Señor Jesús
sufrió falsas acusaciones delante de Caifás: ¡Que Él destruiría el Templo y lo edificaría en tres días! Los
enemigos de Esteban se deben haber quedado de una pieza viendo que sin duda
alguna les estaba refiriendo las profecías de un Mesías sufriendo. Debió
llamarles su atención a las declaraciones proféticas del Señor que, a pesar de
la veneración para la cual había sido erguido el Templo, ni una sola piedra
quedaría en pie, sobrepuesta a otra. Les señalaría que el Padre procura a los
adoradores espirituales que no se limitasen al Templo en Jerusalén, o el monte
en Samaria. Todo esto y mucho más debió incendiar a los sacerdotes y zelotes de
la ley mientras oían los poderosos argumentos de Esteban, los cuales eran
látigos de amenazas para el sustento de sus vidas si el Templo dejase de
existir.
Por lo
sucedido Esteban fue arrestado y llevado a prestar cuentas delante del
Sanedrín. Sus opositores, y aquellos que dieron falsas evidencias, señalaron
que él estaba contra el Templo y contra la ley de Moisés, y ciertamente no
podrían haber sido acusados de nada peor, puesto que el Templo era el centro
neurálgico del Judaísmo. Cualquier acusación contra el Templo, además, afectaba
sus salarios, así como también a sus ideales religiosos. Pero a medida que los enemigos
le observaban, lo comenzaron a ver con la faz de un ángel. Sucedió lo mismo que
con la faz de Moisés cuando descendió del Sinaí, reflejando la gloria del Señor
que le había aparecido en la cima del monte.
Por lo
menos una de las personas que estuvieron presentes no se olvidó de todo esto, y
esa persona era Saulo de Tarso. Desde éste puntual momento, no tuvo reposo en
su mente hasta llegar a experimentar aquello que Esteban había llegado a
conocer: La gloria y maravilla del verdadero Salvador y Mesías – el Señor
Jesucristo.
CAPÍTULO SIETE
Entonces el sumo sacerdote le preguntó: ¿¡Son ciertas
estas acusaciones!?
2 A lo cual
replicó: ¡Hermanos y padres, oídme! El Dios de gloria apareció a nuestro padre
Abraham mientras él estaba en Mesopotamia, antes de que viviera en Harán. 3
¡Sal de tu tierra y de tu parentela! Le
dijo Dios, ¡y vete al territorio que Yo te mostraré!
4 Así que dejó la
tierra de los Caldeos y se estableció en Harán. A seguir a la muerte de su
padre, Dios le envió a esta tierra en la cual habitáis ahora vosotros 5 Dios no le dio herencia aquí, ni mismo un
pedazo donde asentar su pie. Pero le prometió que él y su descendencia después
de él poseerían el territorio, aun cuando al tiempo de la promesa Abraham no
tuviera hijo alguno. 6 Dios le habló
de la siguiente manera: ¡Tus descendientes serán extranjeros en un país ajeno,
y serán esclavos y maltratados durante cuatrocientos años. 7 ¡Pero Yo castigaré a la nación para la cual
sirvieron como esclavos! Dijo Dios, ¡y después saldrán libres del tal país y me
adorarán en éste lugar! 8 Entonces
le dio a Abraham el pacto de la circuncisión. Y Abraham vino a ser el padre de
Isaac y lo circuncidó ocho días después de su nacimiento. Posteriormente Isaac
vino a ser el padre de Jacob, y Jacob llegó a ser el padre de los doce
patriarcas.
9 Los patriarcas, como estaban celosos de
José, lo vendieron como esclavo para Egipto. Pero Dios estaba con él 10 y lo libró de todas sus tribulaciones. Le
dio sabiduría y lo capacitó para ganarse el afecto del Faraón rey de Egipto;
por eso lo hizo que gobernase sobre Egipto y en todo su palacio.
Entonces llegó el hambre golpeando a todo Egipto y
Canaán, trayendo con ella un gran sufrimiento, de tal manera que nuestros
padres no hallaban alimentos. 12 Cuando Jacob oyó decir que había cereales
en Egipto, envió a nuestros padres en su primera visita. 13 En su segunda visita, José se dio a conocer
diciéndoles quién era, y el Faraón se interesó en saber acerca de la familia de
José. 14 Después de esto, José envió
a por su padre Jacob y toda su familia, setenta y cinco al total. 15 Entonces Jacob descendió a Egipto donde
tanto él como nuestros padres murieron. 16 Sus cuerpos fueron traídos de vuelta a Siquem y puestos en la tumba que
Abraham había comprado de manos de los hijos Hamor en Siquem por una cierta
cantidad de dinero.
17 A medida que se acercaba el tiempo para
que Dios cumpliese Su promesa a Abraham, el número de nuestro pueblo en Egipto
fue incrementándose muchísimo. 18 Entonces
otro rey, que no sabía nada de José, pasó a ser el gobernador de Egipto. 19
Trató pérfidamente con nuestro pueblo y
oprimió a nuestros progenitores forzándoles a repudiar sus recién nacidos para
que muriesen.
20 En
aquel tiempo nació Moisés, y no era un niño cualquiera. Durante tres meses fue
educado en la casa de su padre 21 Cuando
fue dejado a la muerte, la hija del Faraón le tomó y lo trajo tomándole por su
hijo. 22 Moisés fue educado en toda
la sabiduría de los egipcios y fue poderoso en palabra y obras.
23 Cuando Moisés tenía cuarenta años, decidió
visitar a sus compañeros Israelitas. 24 Vio a uno de ellos ser maltratado por un egipcio, así que salió en su
defensa y lo vengó, matando al egipcio. 25 Moisés pensó que su propio pueblo se daría cuenta de que Dios estaba
empleándole para rescatarlos, pero ellos no lo veían así. 26 Al día siguiente se acercó a dos israelitas
que se estaban peleando. Intentó reconciliarlos diciendo: ¡Varones, vosotros
sois hermanos! ¿¡Por qué queréis heriros el uno al otro!?
27 Pero el hombre que estaba golpeando al otro
se dirigió a Moisés y le dijo: ¡¿Quién te ha puesto a ti por gobernante y juez
sobre nosotros?! 28 ¡¿Quieres tú
matarme como mataste ayer al egipcio!? 29 Cuando Moisés lo oyó, huyó hasta Madián, donde residió como extranjero
y allí tuvo dos hijos.
30 Después de que pasaron cuarenta años, un
ángel se le apareció a Moisés en las llamas ardiendo de una zarza en el
desierto próximo del Monte Sinaí. 31 Cuando
lo vio, se quedó pasmado con la visión. A medida que se acercaba para verla más
de cerca, escuchó la voz del Señor: 32 ¡Yo
soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob! Y Moisés
temblando de miedo ni se atrevía a mirar.
33 Entonces el Señor le dijo: ¡Quita de ti tus
sandalias; el lugar donde tú estás en pie es tierra santa! 34 ¡Yo he visitado la opresión de Mi pueblo en
Egipto. Escuché su gemido y he descendido para librarlos! ¡Ahora ven! ¡Yo te
enviaré a Egipto!
35 Éste es el
mismo Moisés a quien ellos repudiaron diciendo: ¿Quién te ha hecho a ti gobernador y juez? Él había sido enviado
para ser su gobernador y libertador por el propio Dios, a través del ángel que
se le apareció en la zarza. 36 Él
los sacó fuera de Egipto y realizó maravillas y milagrosas señales en Egipto,
en el Mar Rojo, y durante cuarenta años en el desierto.
37 Este es aquel Moisés que le dijo a los
Israelitas: ¡Dios os enviará un profeta como yo de vuestro propio pueblo!
38 Se hallaba en la asamblea en el
desierto, con el ángel que le hablaba en el Monte Sinaí, y con nuestros padres;
y él recibió palabras vivas que han pasado hasta nosotros.
39 Pero nuestros padres se recusaron a
obedecerle. En vez de eso, le repudiaron y sus corazones se volvieron para
Egipto. 40 Le dijeron a Aarón:
¡Haznos dioses que vayan delante de nosotros. Pues en cuanto a éste Moisés que
nos sacó de Egipto – no sabemos lo que pueda haberle ocurrido! 41Este fue aquel tiempo cuando hicieron un
ídolo en forma de becerro. Le llevaron sacrificios y tuvieron una celebración
en honor de lo que habían hecho sus manos. 42 Pero Dios se apartó de ellos y los entregó a que rindieran adoración a
los cuerpos celestes. Esto coincide con lo que está escrito en el libro de los
profetas: ¡¿Acaso me trajisteis sacrificios y ofrendas durante los cuarenta
años en el desierto. Oh casa de Israel?! 43 ¡Antes bien levantasteis vuestros ojos hacia el santuario de Moloc, y a
la estrella de vuestro Dios Rephan, los ídolos que os hicisteis para adorarlos!
¡Por eso os enviaré en exilio más allá de Babilonia.
44 Nuestros progenitores tenían el Tabernáculo
del Testimonio con ellos en el desierto. Había sido hecho conforme Dios le dijo
y dirigió a Moisés, de acuerdo al modelo que había visto. 45 Habiendo recibido el Tabernáculo, nuestros
padres bajo Josué lo trajeron con ellos cuando tomaron el territorio de las
naciones que Dios iba expulsando delante de ellos. Permaneció en el territorio
hasta el tiempo de David, 46 quien
por su vez disfruto del favor de Dios y quiso providenciar un hogar de
habitación para el Dios de Jacob. 47 Pero
fue Salomón quien edificó la casa para el Señor.
48 Con todo y con eso, el Altísimo no habita
en casas hechas por el hombre. Tal como los profetas dijeron:
49 ¡El cielo es Mi trono, y la tierra es el
estrado de Mis pies! ¿¡Qué tipo de casa me edificaréis!? Dice el Señor. O
¡¿Dónde debe estar mi lugar de reposo?! 50 ¿¡No han sido Mis manos las que hicieron todo esto!? (Hechos
7:1-50).
Dos
acusaciones pendían de Esteban: (1) hablar en contra del santo Templo, (2)
mudar las costumbres que Moisés divulgó. En la defensa de Esteban del evangelio
de la gracia (pues es el que vigoraba) vemos una previsión de las grandes y
fundamentales verdades que fueron contenidas posteriormente en la epístola a
los Hebreos, es decir, que los rituales Judaicos no eran sino meras sombras
reflejando por detrás la verdad espiritual, la cual se cumplía en la obra y el
testimonio del Señor Jesucristo. Y cuando este cumplimiento se hubo realizado,
¡ya no había necesidad alguna de sombras! Pero los Judíos se imaginaron que su
ritual sería eterno y que nunca podría ser alterado. Cuando un Judío se salvaba
por la gracia, le resultaba muy penoso “desaprender” todo esto, pero era
absolutamente necesario si quisiese aprender de fresco las riquezas de la
gracia contenidas en el evangelio de Cristo.
En su
cuidadosa y poderosa exposición de las Escrituras relativas a estos dos cargos
o acusaciones contra él, Esteban explica su posición por el método histórico, y
da un breve sumario del trato de Dios con el pueblo de Israel y los Gentiles.
Es el mismo método empleado por Pablo en Psidia de Antioquía (y más tarde). En
este discurso Esteban demuestra que las apariciones y adoraciones de Dios no se
confinaban a Jerusalén o al Templo Judío. Los tratos de Dios con Abraham y
otros antes del tiempo de Israel probaban eso mismo.
Esteban se
vuelve para el comienzo de la historia de Israel y empieza con el Dios de Gloria apareciéndose a Abraham.
La palabra “gloria” es muy difícil de interpretar en las Escrituras, mayormente
porque relata y tiene que ver con algo que está fuera de toda experiencia
humana, y realmente se confina solo a Dios. Moisés añoraba ver la gloria de
Dios, pero Dios le explicó que estaba pidiendo algo imposible, pues una plena
exposición de esa gloria lo hubiera consumido. Pero a pesar de eso Dios le dijo
que haría pasar Su gloria delante de él, al mismo tiempo que se cubría sus
ojos, y entonces después Moisés podía abrirlos y verla de espaldas (vers.23), o tal vez mejor, Moisés podría ver “Su
resplandor”. Cuando el Señor Jesús tomó
para Sí un cuerpo humano, Él dejó de lado la gloria que era Suya, y cuando
estaba a punto de retornar al Padre, Él pide al Padre que restaure aquella
gloria. Tal vez la mejor manera de comprender el título “el Señor de gloria” que Esteban emplea, es tomarla como
refiriéndose al Shekinah, la visible
y deslumbrante radiación de Dios que fue manifiesta posteriormente en el
Tabernáculo y el Templo. Esta visión fue expresada por la columna de nube por el día y la columna de fuego por la noche.
Esteban era un Judío y de manera natural asociaría la gloria de Dios con el
Tabernáculo y el Templo por esa vía; Moisés la vio en la zarza encendida que
ardía continuamente.
Después
del llamamiento de Abraham, hubo dos grandes tipos de Cristo – José y Moisés, y
un punto importante es que tanto José como Moisés fueron repudiados, pero
aceptes por Israel la segunda vez. Ninguna de las palabras de Esteban podían
rebatirse como equivocadas, y su aplicación a los líderes Judíos estaba siendo
devastadora y derramaron para fuera toda su ira y odio. Esteban estaba
realmente proclamando el mismo mensaje que el Señor Jesús dio y leyó el Antiguo
Testamento a la luz de la vida y muerte de Cristo. Exhortamos a nuestros
lectores a examinar cuidadosamente los libros de Éxodo, Levíticos, Números y
Deuteronomio, para que puedan ver lo que Estaban está exponiendo. Él trata con
mucho cuidado a Moisés y servirá de ayuda darnos cuenta de que la vida de
Moisés se divide en tres periodos de 40 años cada uno: en Egipto 40 años; en
Madián 40 años; y gobernó a Israel durante 40 años, así que tenía 120 años a su
muerte. Esteban está deduciendo un paralelo entre Moisés y Cristo.
Demostró que
Dios - el Altísimo - no se limita a ningún edificio, por muy espléndido que
pueda ser. Salomón se dio cuenta de eso y lo puso de manifiesto en su oración:
¿Pero será posible que Dios habite en la tierra? ¡He
aquí, el cielo y el cielo de los cielos no pueden contenerlos a Él! ¿¡Cuánto
más en esta cas que yo he construido!?
Dios es
espíritu y puede ser adorado en cualquier parte por cualquier individuo que
haya aprendido que hay una sola vía para aproximarse de Dios, es decir, a
través de Cristo, el Camino, pues Él propio dijo: Nadie viene al Padre excepto por Mí. Ahora estamos universal y
espiritualmente libres de los ataques raciales de los Judíos y las limitaciones
nacionales, y Esteban contempla lo que tiene adelante - a ese posterior tiempo.
Esteban muestra
claramente que entendía todo esto. Además, señaló que la actitud de Israel
repudiando y crucificando a Cristo fue exactamente la misma actitud que habían
desarrollado antes sus padres en sus tratos con los profetas enviados por Dios.
Los persiguieron y asesinaron. Toda su historia (de Israel) está marcada por el
repudio de la palabra de Dios. Aun mismo cuando fueron liberados y rescatados
de la cruel esclavitud de Egipto, en su viaje de ida a la tierra prometida
desearon volverse atrás y lo hubieran hecho si hubiese sido posible. Dios les
reprochaba por su continua idolatría, por la adoración del becerro de oro hasta
los días de David y los días de Salomón. Las referencias a Moloc y al dios
Rephan tienen que ver con la adoración de los planetas, tal como las naciones
paganas. Moloc y Rephan se asociaban con Saturno.
Esteban
además refiere el origen del Templo. Si bien Dios le permite a Salomón
construirle una casa, Dios no en tanto no tiene el propósito de limitarla a
Israel. Su función principal sería venir a ser una casa de oración para todas
las naciones: Mi casa será llamada una
casa de oración para todos los pueblos. El Señor Jesús se refiere a esto
mismo y lo confirma cuando enseñándoles, dijo: ¿No está escrito: Mi casa
será llamada casa de oración para todas las naciones? Es digno de
observación, además, que en la dedicatoria oración de Salomón no haya mención
alguna a los sacrificios.
51 ¡Duros de cerviz e incircuncisos de
corazón y oídos! Vosotros sois iguales que vuestros padres: ¡Siempre resistís
al Espíritu Santo! 52 ¿A cuál de los
profetas no persiguieron vuestros padres? Mataron aún mismo a los que predijeron la venida del Justo. Y vosotros
ahora lo habéis traicionado y asesinado – 53 vosotros que recibisteis la ley que fue traída por medio de ángeles,
pero no la obedecisteis.
54 Al punto que oían estas cosas, se pusieron
furiosos y crujían sus dientes contra él. 55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, subió sus ojos al cielo y vio
la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la diestra de Dios. 56 ¡Mirad! Les dijo él: ¡Yo veo el cielo
abierto y al Hijo del Hombre en pie a la diestra de Dios!
57 En esto se taparon sus oídos y, gritando
lo más fuerte que podían, todos se lanzaron a echarle mano. 58 Le sacaron con violencia fuera de la ciudad
y comenzaron a apedrearlo. Entre tanto, los testigos depositaron sus vestidos a
los pies de un joven varón llamado Saulo.
59 Mientras le apedreaban, Esteban oraba
diciendo: ¡Señor Jesús, recibe mi espíritu! 60 Entonces cayó sobre sus rodillas y gritó: ¡Señor, no les tomes en
cuenta su pecado! Y cuando dijo esto, durmió. (Hechos 7:51-60).
Esteban,
el acusado, pasa ahora a ser él quien acusa. Las palabras que emplea a los
líderes Judíos eran afiladas como cuchillos. Porque para ellos, más que para
cualquiera de todo el pueblo, ser denominados incircuncisos de corazón y oído debió ser algo absolutamente amargo
y humillante: Vosotros siempre resistís
al Espíritu Santo, les dijo
(vers.51). Por un lado se gloriaban de poseer con ellos la ley de Dios, por el
otro la violaban con total impunidad, y no eran otra cosa sino asesinos
(vers.52).
Lucas nos
dice que eran incircuncisos de corazón.
En la misma palabra y forma verbal (diaprio,
pasivo imperfecto) se emplea hablando del efecto que produce el discurso de
Pedro sobre los Saduceos. Los líderes se enfurecieron hasta el colmo.
Comenzaron a “rechinar sus dientes”, como un bando de lobos feroces
hambrientos. Esteban debió reconocer que todo esto significaba la muerte para
él. Alzó sus ojos al cielo y vio la Gloria de Dios y al Hijo del Hombre en pie
a la diestra de Dios (vers.54-56). En todas las demás partes, se ve a Él
sentado ya a la diestra del Padre. Los expositores han presentado varias
razones para este caso, pero es mejor ignorarlos si en la Palabra no se nos da
la explicación. Aquí tenemos la última ocurrencia del título EL HIJO DEL HOMBRE en el Nuevo
Testamento.
En su
furia los miembros del Sanedrín le echaron mano a presadamente y la violenta
turba que surgió la vemos algunas veces hoy en día. No se puso a votación por
el Sanedrín. No tenían el derecho de llevar a nadie a la muerte sin el
consentimiento y permiso de Roma. En su furia desmadrada ignoraron ambas cosas.
Si hubiesen pensado en eso se habría dado cuenta rápidamente que Pilatos no
iría a tomar un incidente de esa orden como si no concerniese a Roma.
Arrastraron violentamente a Esteban fuera de la ciudad y comenzaron a
apedrearle hasta la muerte. Esteban oraba: Señor
Jesús, recibe mi espíritu, y entonces al igual que Su Salvador, oró por sus
enemigos: Señor, no les tengas en cuenta
éste pecado. Lucas añade en el registro con mucha belleza: Cuando hubo dicho esto, durmió (se cayó dormido) (vers.60). Al fin y al cabo, para el
valiente siervo del Señor, hubo reposo. Empleó las mismas amorosas figuras que
su Salvador utilizó cuando murió Lázaro. Cristo dijo: nuestro amigo Lázaro duerme; pero Yo voy ahora, para que pueda
levantarlo del sueño. ¿Por qué no disfrutan todos los cristianos empleando
esta palabra para la muerte? La muerte para el creyente en Cristo no es nada
más que un simple irse a dormir, y
esta es la figura que aparece constantemente suya en las santas Escrituras. La
Resurrección es el despertar de Señor a Sus hijos cuando les llegue el día
eterno con toda su maravilla y regocijo. Nuestra palabra “cementerio” proviene
de la palabra griega que significa “el lugar de reposo” de la muerte. Esteban
fue el primer mártir del Nuevo Testamento y fue bien llamado Esteban, porque proviene de la palabra
griega que significa “corona”. ¿No le dijo posteriormente el Salvador a Juan en
Su mensaje a la iglesia de Esmirna: se
fiel hasta la muerte y Yo te daré la corona de vida?
Qué honor
tan grande para el Rey de reyes coronar a los vencedores. Con toda seguridad
Esteban será contado entre ellos.
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