LOS HECHOS DE LOS APOSTOLES PARTE 5


CAPÍTULO VEINTIUNO

 

Y después de habernos alejado de ellos nos hicimos al mar en dirección a Cos, y al día siguiente seguimos hasta Rodas y de allí hasta Pátara. 2 y encontrando un barco que navegaría hasta Fenicia, nos subimos a bordo y zarpamos. 3 Cuando avistamos Chipre dimos la vuelta hacia la izquierda y navegamos a Siria, y arribamos en Tiro: pues allí debía el barco descargar el bagaje. 4 Y hallando a los discípulos, permanecimos con ellos allí siete días, los cuales le dijeron a Pablo por el Espíritu: ¡No subas a Jerusalén! 5 Y cuando acabaron esos días, nos levantamos para seguir nuestro camino; y todos nos acompañaron con las esposas e hijos hasta las afueras de la ciudad, y nos arrodillamos en la arena de la playa y oramos. 6 Y después de habernos abrazado el uno al otro, embarcamos; y ellos se volvieron para sus casas. (Hechos 21:1-6). 

Leyendo el previo discurso a los ancianos Efesios pudimos ver que Pablo tenía una cierta urgencia en llegar a Jerusalén, pues llevaba consigo la colecta de las iglesias Gentiles para entregársela a los líderes de Jerusalén y a ser distribuida entre los santos necesitados, y esto estaba de acuerdo con la voluntad del Espíritu Santo. Su viaje misionero estuvo siempre bajo la guía del Espíritu. Había sido “apartado” por el Espíritu Santo, y había sido enviado por el Espíritu Santo, y algunas veces la guía del Espíritu le había precavido de tomar ciertas vías. Todo había sido decidido para él por Dios y él estaba listo para ir a donde el Señor le indicase, tanto si tuviera que enfrentar dificultades como si no. Su único objetivo era acabar la carrera y completar la obra que Dios le había encomendado. Esto es igual que cuando el Señor dijo: Mi comida es hacer la voluntad de Aquel que me envió, y que acabe Su obra, y al cierre de Su ministerio dijo también: He acabado la obra que Tú me diste hacer (A.V.)

Pablo sabía que las tribulaciones y la prisión le aguardaban delante, porque el Espíritu Santo ya se lo había estado avisando, pero él estaba listo para eso. Aquí llegamos el último tramo del fiel viaje hasta Jerusalén. De Mileto tomaron un barco y navegaron hasta Cos, una de las islas Dodecaneso, y al día siguiente llegaron a Rodas. De allí se fueron a Pátara y encontraron un barco zarpando para Siria y Palestina. Después arribaron en Tiro. Una vez que todo esto se hizo navegando por mar en vez de a pie y por tierra, el viaje se acortó considerablemente. En el camino avistaron Chipre, y cuando llegaron a Tiro tuvieron que quedarse allí durante siete días hasta que el barco acabase de descargar sus mercancías. Durante ese periodo visitaron a los creyentes locales, pues había una iglesia en Tiro, y tuvieron un tiempo de feliz comunión con los creyentes que había. Algunos que tenían espíritu de profecía anunciaron los peligros que aguardaban a Pablo en Jerusalén, por eso intentaron persuadirle a que mudara de planes y no subiera. El apóstol, sin embargo, conocía bien cuál era la guía del Señor e interpretó las palabras del Espíritu más bien como una predicción, y no una prohibición, tal como la que recibirá posteriormente a través de Agabo (vers.10, 11).  Era natural que sus amigos intentasen por todos los medios que no sufriera, sin embargo el apóstol, al igual que su Maestro, estaba listo y firme con sus ojos yendo a Jerusalén (A.V.). Al fin de la semana todos los discípulos en Tiro, con sus esposas e hijos, acompañaron a Pablo hasta la playa donde estaba el barco, allí se arrodillaron y oraron, y habiéndose calurosamente abrazado despidiéndose el uno del otro, se metieron en el barco que zarpó luego después para seguir su viaje.

7 Nosotros seguimos viaje desde Tiro y arribamos en Tolemaida, donde calurosamente nos recibieron los hermanos y permanecimos con ellos un día entero. 8 Saliendo al día siguiente, llegamos a Cesárea y estuvimos en la casa de Felipe el evangelista, uno de los Siete. 9 Tenía él cuatro hijas solteras que profetizaban.

10 Después de haber permanecido allí algunos días, un profeta llamado Agabo descendió de Judea. 11 Y acercándose a nosotros, tomó el cinto de Pablo, se ató a sí mismo de manos y pies con él y dijo: ¡Así dice el Espíritu Santo!: ¡De esta manera atarán los Judíos de Jerusalén al dueño de este cinto y le pondrán en manos de Gentiles!

12 Cuando oímos decir esto, tanto nosotros como el pueblo reunido le imploramos a Pablo que no subiera a Jerusalén. 13 Entonces Pablo respondió: ¿¡Por qué estáis llorando y quebrantándome el corazón!? ¡Yo estoy listo no solo a ser encarcelado, sino además a morir en Jerusalén por el Nombre del Señor Jesús! 14 Cuando vimos que no le podríamos persuadir, cesamos diciendo, ¡Sea hecha la voluntad de Dios! (Hechos 21:7-14).

Llegaron a Tolemaida, alrededor de 48 quilómetros al sur de Tiro, que se conoce hoy en día por Accra. Solo estuvieron un día allí, en el cual contactaron algunos de los hermanos y después fueron a Cesárea, que era la capital política de Judea bajo jurisdicción de Roma, donde el procurador vivía. Era una ciudad importante y tenía una magnifico puerto de abrigo. Esta es la tercera vez que vemos a Pablo en Cesárea. Pablo y sus amigos estaban buscando a Felipe el evangelista. Felipe fue uno de los siete oficiales indicados en los tempranos días de la iglesia de Jerusalén para gestionar la ayuda del fondo común para los necesitados. Su obra evangelista siguió a la muerte de Esteban, en Samaria y Palestina, teniendo su casa en Cesárea. Es llamado Felipe el evangelista para distinguirlo de Felipe el apóstol, uno de los Doce.

Pablo y sus amigos debieron haber disfrutado un muy agradable y provechoso tiempo con Felipe. Habían pasado unos veinte años desde los días de Esteban, y se debió hablar largo y tendido acerca del testimonio del Señor habido durante ese tiempo. Lucas nos dice que Felipe tenía cuatro hijas solteras a quienes se les había dado el don Pentecostal de profecía, que relata a la proclamación de la verdad, no necesariamente tratando con el futuro, aunque este pueda estar incluido.

El profeta Agabo proveniente de Judea se juntó con ellos. Poco antes había predicho el hambre del 46 d. C., y ahora predice el arresto de Pablo y su puesta en la cárcel, y lo hizo del mismo modo que lo habían hecho los Cristianos de Tiro, pero eso no quiere decir que el apóstol no debiese continuar su viaje hasta Jerusalén. Agabo adoptó la forma de actuar de algunos profetas del Antiguo Testamento que reforzaban su profecía con una representación. Sedequías se hizo de cuernos de hierro para ilustrar su profecía. Isaías se paseó desnudo y descalzo para representar que los egipcios serían hechos cautivos por los asirios.

Del mismo modo Agabo predijo el encarcelamiento de Pablo atándose a sí propio con el cinto de Pablo (vers.11). Pero el apóstol, aunque le pesaba verlos llorando y que se apenasen tanto por su causa, les dijo una vez más que debía seguir los pasos de la obediencia hacia el Señor, cualquiera que fuese el precio. Y cuando se dieron cuenta que su corazón estaba firmemente resuelto, cesaron, orando para que la voluntad del Señor se llevase entonces a cabo (vers.12-14).

15 Después de esto, nos preparamos y subimos a Jerusalén. 16 Algunos de los discípulos de Cesárea nos acompañaron y nos llevaron a casa de Mnasón, donde teníamos que permanecer. Este era un varón de Chipre y uno de los primeros discípulos. (Hechos 21:15, 16).

La A.V. por “nos preparamos” traduce retomamos nuestro carruaje, lo cual es una expresión inglesa para seguimos a lo nuestro, y continuaron la última etapa del viaje de 100 quilómetros más hasta Jerusalén. Allí se hospedaron en la casa de un tal Mnasón, que era natural de Chipre, y que fue uno de los primeros miembros de la iglesia de Jerusalén.

17 Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron calurosamente. 18 Al día siguiente Pablo y el resto de nosotros fuimos a ver a Jacobo (Santiago), y todos los ancianos estuvieron presentes. 19 Y cuando Pablo lo hubo saludado, le declaró con particularidad las cosas que Dios había ido haciendo entre los Gentiles por su ministerio.

20 Cuando oyeron estas cosas, alabaron a Dios. Entonces le dijeron a Pablo: ¡Mira, hermano!: ¡Cuántos son los miles de Judíos que hayan creído, y  todos ellos son celosos de la ley! 21 Han sido informados que estás enseñando a todos los Judíos que viven entre los Gentiles a que abandonen a Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni acaten nuestras costumbres. 22 ¿Qué vamos a hacer? Con toda seguridad sabrán que estáis aquí, 23 así que qué mira, esto es lo que vas a hacer: Hay cuatro hombres con nosotros que han hecho un voto. 24 Toma estos varones, júntate con ellos en sus ritos de purificación y paga sus gastos, para que puedan rapar sus cabezas. Entonces vendrán a saber todos que no es verdad lo que se dice de ti, sino que tú propio estás viviendo en obediencia a la ley. 25 En cuanto a los creyentes Gentiles, nosotros les hemos escrito nuestra decisión de que se deben abstener de alimento sacrificado a los ídolos, de sangre, de carne de animales ahogados y de inmoralidad sexual.

26 Al día siguiente Pablo tomó a los varones y se purificó a si propio junto con ellos. Entonces se metió en el Templo para señalar el cumplimiento de los días de la purificación, y la ofrenda que debía entregarse por cada uno de ellos. (Hechos 21:17-26).

Al principio fueron recibidos calurosamente por los creyentes de Jerusalén y un cierto número de ellos habían sido amigos personales de Pablo. Al día siguiente visitaron a Jacobo y todos los ancianos estuvieron presentes. No se nos dice nada de Pedro ni de Juan, quienes deberían estar probablemente fuera en viajes misioneros. Jacobo estaba obviamente al cargo del testimonio en Jerusalén. Tanto a él como a lo demás, les dio Pablo un informe detallado de la maravillosa obra que Dios había estado haciendo a través de su ministerio en Éfeso, Filipos, Galacia y por todas partes. Por este motivo alabaron al Señor. Pero Pablo tuvo serias dudas concernientes a su recepción en Jerusalén, las cuales expresa cuando escribió su carta a los Romanos, pues les pide para oren por él, para que pueda ser librado de los incrédulos en Judea y para que el donativo monetario que traía pudiera ser acepte de los santos (A.V.). Debió quedarse admirado viendo cuán pronto sus temores se estaba comenzando a concretizar, cuando los creyentes de Jerusalén le dijeron:

Ya ves, hermano, cuántos muchos miles de Judíos han creído, y todos ellos son celosos de la ley. Han sido informados que tú enseñas a todos los Judíos que viven entre los Gentiles a que abandonen a Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni vivan de acuerdo a nuestras costumbres (21:20-21)

 Esa declaración no era cierta.

Así que de nuevo comenzaron los problemas, y como siempre, procedían de los de su propia nación. Sin embargo, los creyentes tenían un plano en acción y querían que Pablo lo llevase a cabo, pues pensaban que eso removería el prejuicio que algunos se habían forjado contra el apóstol. Sucedió que había cuatro varones jóvenes en número que se habían puesto debajo de un voto Nazarita. Habían evidentemente cometido una profanación ceremonial y tuvieron que pasar por el rito de purificación en el Templo, el cual envolvía el sacrificio de animales, cereales y ofrendas libadas que concluían una semana. El apóstol fue avisado a juntarse con ellos en todo y que pagase los gastos de sus ofrendas, y entonces todos sabrían que no eran verdad los rumores que estaban circulando (vers.23, 24).

Al día siguiente, Pablo llevó a pecho sus avisos y se purificó a sí mismo con los demás. Estaba poniendo en práctica lo que había declarado: que a los Judíos me llego a hacer Judío, para ganar a los Judíos. Y aquellos bajo la ley me hago como si estuviera bajo la ley (aunque yo mismo no esté bajo la ley), para ver si pueda bajo la ley ganar alguno. Lo que él no permitía ni toleraba era que la ley de Moisés fuese el ancla de salvación ni para un Judío ni para un Gentil. El lector debe observar leyendo el vers.18 que el tal “nosotros” en la narrativa es descontinuado en ciertos puntos, pero eso no quiere decir que Lucas estuviese ausente de todos los incidentes que suceden, sino simplemente que no participó en los mismos.

27 Cuando los siete días estuvieron a punto de cumplirse, algunos Judíos de la provincia de Asia vieron a Pablo en el Templo. Levantaron los ánimos de toda la multitud y le echaron mano, 28 gritando: ¡Varones de Israel, ayudadnos! ¡Este es el hombre que enseña a todos en todas partes contra nuestro pueblo y nuestra ley y este lugar! ¡Y además, ha introducido a Griegos en el Templo y han profanado este santo lugar! 29 (habían antes visto a Trófimo el Efesio en la ciudad con Pablo y asumieron que Pablo le había metido en el Templo)

30 Toda la ciudad se alborotó, y el pueblo vino corriendo de todas las direcciones. Empujando a Pablo, lo expulsaron violentamente del Templo, e inmediatamente se cerraron las puertas. 31 Mientras procuraban matarlo, la noticia llegó a oídos del comandante de las tropas romanas diciéndole que la ciudad entera de Jerusalén se hallaba revuelta. 32 Y rápidamente tomó consigo oficiales y soldados y se apresuró yendo hacia la multitud. Cuando los amotinados vieron al comandante y sus soldados, cesaron de golpear a Pablo.

33 Llegando el comandante le arrestó y ordenó que fuese atado con dos cadenas. Y entonces le preguntó quién era y qué es lo que había hecho. 34 Unos entre la multitud gritaban una cosa, y otros otra, y como el comandante no podía llegar a saber la verdad cierta del caso debido a la confusión reinante, ordenó que Pablo fuese llevado a la fortaleza. 35 Cuando Pablo llegó a la escalera, la violencia de la turba era tan grande que tuvo que ser llevado a cuesta hasta la fortaleza por los soldados. 36 La multitud que los seguía siguió gritando: ¡Muera! (Hechos 21:27-36).

Cuando algunos de los enemigos de Pablo, Judíos de Asia, le vieron en el recinto del Templo, se dieron cuenta de que su oportunidad se había presentado para echarle mano y matarlo si les fuera posible. Observe que no eran los Judaizantes los que estaban causando problemas, sino los violentos Judíos que habían ido siguiendo a Pablo de sitio en sitio como hemos visto previamente. Algunos expositores piensan que Pablo hizo algo estúpido tomando el voto en el Templo, sin embargo, como ya hemos señalado, los sediciosos no eran de los Judaizantes; y la peligrosa turba que se formó bien pudo haberse juntado aparte de este incidente, pero hizo con que fuera hecho prisionero durante cinco años. Habiendo visto a Pablo con Trófimo (un Gentil) en Jerusalén, y sabiendo además que Pablo estaba en el recinto del Templo de Israel, acabando el obligatorio ritual en conexión con el voto, asumieron que Pablo había introducido con él a Trófimo en la parte del Templo que estaba reservada para los Judíos solamente. Cualquier Gentil que se hallase allí era punido con la muerte. Han sido descubiertas por arqueólogos dos inscripciones dando este aviso. Para un Judío, esta era la ofensa más grave que podría hacerse, y ciertamente haría con que la ciudad entera se enfureciera contra Pablo. Los Judíos enemigos de Asia lo sabían y por eso se pusieron a gritar diciendo que Pablo había profanado el Templo.

Súbitamente se formó la turba y la multitud echó mano del apóstol, y le sacaron empujándole desde el recinto interior bajando los peldaños hasta el patio exterior. La policía del Templo, viendo el peligro, cerró las puertas entre los dos recintos para prevenir que se pudieran volver a meter dentro. Pablo, en el otro recinto externo, estaba a ser fieramente atacado y vapuleado por la multitud, y su vida fue salva solamente por la llegada a tiempo de los soldados romanos de la fortaleza de Antonia, situada muy próximamente al noroeste del Templo y conectada con él por dos lances de escaleras. Estaba así dispuesta para que pudiese intervenir rápidamente la guardia si se diera una sedición. Habían evidentemente recibido un informe diciendo que los tumultos se estaban extendiendo, así que un destacamento de soldados fue enviado inmediatamente por el tribuno en cargo, y el número de los cuales sería de 200 o más soldados con sus centuriones. Descendiendo a correr por las escaleras, rescataron a Pablo justo a tiempo de entre las manos de sus enemigos Judíos.

 Le arrestaron, y el comandante ordenó que fuera atado con dos cadenas. Naturalmente debió pensar que sería un criminal, pero no podía permitir que fuese linchado por los sediciosos. Tenía que actuar con legalidad. El comandante no pudo llegar a averiguar cuáles eran las acusaciones debido a que la multitud estaba gritando como loca cosas distintas, y la confusión era enorme para reunir los detalles. Así que ordenó a los soldados que pusiesen a Pablo en la fortaleza. La violencia de la turba era tan grande que tuvieron que cargar a espaldas con él. Entre tanto seguían gritando y vociferando: ¡Muera! ¡Muera!

37 Cuando los soldados hubieron introducido a Pablo en la fortaleza, le preguntó al comandante: ¿¡Puedo decirte una cosa!?:

 ¿¡Hablas la lengua griega?! Le replicó - 38 ¿¡No eres tu aquel egipcio que levantó una revuelta y sacó al desierto a cuatro mil terroristas hace algún tiempo?!

39 Y Pablo le respondió: ¡Yo soy Judío, de Tarso en Cilicia, un ciudadano de no poca importancia! ¡Por favor te pido que me dejes hablar al pueblo!

40 Y habiendo obtenido autorización del comandante, Pablo se puso en pie y llamó la atención de la multitud. Cuando por fin se hizo silencio, les dijo en lengua aramea: (Hechos 21:37-40).

El comandante militar, queriendo saber quién era Pablo, le preguntó si no sería un egipcio rebelde que había levantado una previa revuelta que envolvió 4.000 terroristas, y se debió quedar muy sorprendido cuando Pablo se dirigió hablándole en un refinado griego y le pidió permiso para hablarle a la furiosa multitud. El apóstol le aseguró que no era egipcio, sino un ciudadano de la gran ciudad universal de Tarso y nacido Judío. El comandante le dio entonces permiso para hablar, y así Pablo, en uno de los más peligrosos momentos de su vida, se puso valientemente en pie y, apoyándose enteramente en el Señor, comenzó a hablar a sus enemigos en lengua aramea, que no solo era la lengua vernácula de los Judíos de Palestina, sino la manera de hablar común de los que no hablaban griego procedentes de la parte oeste de Asia y la del este, más allá del Éufrates.  

 

 

CAPÍTULO VEINTIDOS

¡Varones hermanos y padres, escuchad mi defensa!

2 (cuando le oyeron que les hablaba en arameo, se quedaron muy callados, y entonces les dijo Pablo):

3 ¡Yo soy Judío, nacido en Tarso de Cilicia! Pero educado aquí en esta ciudad a los pies de Gamaliel: por él fui entrenado de acuerdo a la perfecta manera de la ley de los padres, y llegué a ser más celoso por Dios que todos vosotros los que aquí estáis. 4 Y perseguí este Camino hasta la muerte, atando y metiendo en prisión tanto a hombres como mujeres. 5 Tanto el sumo sacerdote como todo el Concilio pueden testificarlo. Yo obtuve autorización y cartas de representación dirigidas por ellos a sus hermanos Judíos en Damasco, y fui enviado por ellos en misión hasta allí, para traer a esta gente como prisioneros a Jerusalén y ser punidos.

 6 Al caer la tarde, y cuando me aproximaba de Damasco, de repente una brillante luz del cielo me rodeó. 7 Me hizo caer en tierra y escuché una voz diciéndome: ¡Saulo! ¡Saulo! ¡¿Por qué me persigues?!

8 ¡¿Quién eres, Señor?! Pregunté yo.

 ¡Yo soy Jesús de Nazaret, a Quien tú persigues! Replicó Él. 9 Mis compañeros vieron la luz, pero no comprendían la voz de Aquel que me hablaba. 10 ¡¿Qué debo de hacer?! Pregunté.

¡Levántate! Le dijo el Señor, ¡y entra en Damasco! ¡Allí se te dirá lo que tienes que hacer! 11 Y mis compañeros me llevaron por la mano y me metieron en Damasco, pues el brillo de la luz había cegado mis ojos.

12 Un hombre llamado Ananías vino a verme. Era un devoto observador de la ley y altamente respetado por todos los Judíos que allí vivían. 13 Se me acercó y me dijo: ¡Hermano Saulo, recibe tu vista! Y al instante se me devolvió mi vista y le vi.

14 Entonces él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas Su voluntad y para que veas al Justo Único y para que escuches palabras de Su boca. 15 Tú serás Su testigo para todos los hombres de todo cuanto veas y oigas. 16 Y ahora ¿a qué esperas? ¡Levántate, se bautizado, y lava tus pecados invocando  el nombre del Señor!

17 Cuando volví a Jerusalén y me hallaba orando en el Templo, me vi en un trance 18 y vi al Señor hablando: ¡Rápido! Me dijo Él. ¡Levántate y sal de Jerusalén inmediatamente! ¡Pues no van a aceptar tu testimonio a Mi respecto!

 19 ¡Señor!  Respondí ¡Estos hombres saben que fui de sinagoga en sinagoga encarcelando y azotando a los que en ti creían! Y además, cuando se estaba derramando la sangre de Tu siervo mártir Esteban, saben que yo estaba presente dando mi voto y guardando las vestiduras de aquel que irían a asesinar!

21 Entonces el Señor siguió repitiendo: ¡Vete, porque desde ahora Yo te enviaré a los Gentiles! (Hechos 22:1-21).

El hecho de que Pablo se dirigiera a la rebelde multitud en su propia lengua, el arameo, tuvo un efecto sedativo sobre ellos: les hizo escuchar con mucha atención lo que les dijo. Comenzó describiendo sus antecedentes como Judío ortodoxo, su conversión en Damasco y su comisión para evangelizar al mundo Gentil. Esta es la segunda vez que tenemos un recuento resumido de la conversión del apóstol, siendo que el primero lo hizo Lucas en el cap.9. Señaló Pablo que había nacido y crecido en Tarso, y después, bajo la instrucción de Gamaliel, fue intensamente entrenado en la Ley de Moisés. Declaró que era más celoso por Dios que los presentes que estaban reunidos oyéndole, tanto, que persiguió a los seguidores del Camino porque juzgó que las nuevas ideas Cristianas no tenían en cuenta la enseñanza de Dios. Nada le hacía parar arrastrando hombres y mujeres y poniéndolos en prisión, con la pena de muerte pendiente. Él se dirigía a Damasco para echar mano de estos seguidores del credo Cristiano y llevarlos con él de vuelta a Jerusalén para ser castigados, cuando de repente una luz brillante le rodeó y escuchó una voz diciéndole: ¡Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?! ¡Yo soy Jesús de Nazaret, a Quien tú persigues! Y en respuesta, el apóstol solo pudo decir: ¡¿Quién eres, Señor?! Y ¡¿Qué debo hacer, Señor?!

El Señor le contestó diciendo que entrase en Damasco y allí sabría lo que tendría que hacer. Tuvo que ser llevado por la mano, debido a la ceguera que le produjo el resplandor de la luz.

Pablo a seguir describe su encuentro con Ananías, a quien describe como a un devoto observador de la ley y altamente respetado por todos los Judíos allí residentes. De su parte recibió su vista de vuelta y el informe de que había visto al Cristo resucitado y oído Sus palabras, escogiéndole para ser un testigo de todo lo que vería y escucharía, y le instruyó a ser bautizado.

Pablo aquí añade palabras que no se dan en el capítulo nueve, de lo ocurrido después mientras estaba orando en el Templo, cuando el Señor le aparece de nuevo, avisándole a salir de Jerusalén rápidamente, pues su testimonio acerca de Cristo iría a ser repudiado. Pablo afirma y demuestra diciendo que todos conocen bien su anterior antipatía y odio hacia Cristo, y la parte de responsabilidad que le cabía en el apedreamiento de Esteban, y eso debería hacerles creer que su conversión se fundamentaba en un suelo firme. Sin embargo el Señor insistió con él diciendo que debía salir cuanto antes, pues ahora y de aquí en adelante la esfera del testimonio se extendería a los Gentiles.

Hasta este punto la multitud le había estado escuchando con mucha atención, pero así que se refirió a su misión para con los Gentiles, toda la oponente furia de la turba volvió a encenderse, y con ella solo demostraron lo mucho que le odiaban a muerte. Pero hay que recordar que Pablo les había vuelto a referir a los Judíos sus opositores en Corinto, que ellos habían sido escogidos por Dios para ser luz de los Gentiles y que deberían ser para salvación hasta los confines de la tierra (A.V.). Es casi increíble pensar que esta nación hubiera ido cayendo así, cada vez más y más bajo, en las tinieblas y en una incredulidad tan profunda,  resultando finalmente en su repudio por parte de Dios hacia ellos (Hechos 28).

22 La turba escuchó a Pablo hasta que refirió los Gentiles. Entonces se pusieron a grita como locos diciendo: ¡Mátalo y quítalo de esta tierra! ¡No es digno que viva!

23 Y mientras gritaban y se rasgaban sus vestiduras echándose polvo encima, 24 el comandante en jefe ordenó que Pablo fuese guardado en la fortaleza. Ordenó que fuese flagelado y le inquirió para descubrir por qué la turba le estaba gritando de aquella manera. 25 Y como la turba le estaba incitando para que siguiera castigándole, Pablo le dijo al centurión en aquel momento: ¡¿Es lícito que tú azotes a un ciudadano romano que ni tan siquiera ha sido hallado culpable?!

26 Y cuando el centurión escuchó esta sentencia, se fue al comandante y le dio este mismo informe, diciéndole: ¡¿Qué vas a hacer?! Le inquirió: ¡Este hombre es ciudadano de Roma!

27 El comandante entonces se precipitó en ver a Pablo y le preguntó: ¡Dime una cosa, ¿eres tú ciudadano Romano?!

Y Pablo le respondió: ¡Sí, yo soy!

 28 Entonces el comandante le dijo: ¡Yo solo adquirí esa mi ciudadanía a cambio de un alto precio!

¡Sin embargo yo la tengo por nacimiento! Replicó Pablo.

29 Y entonces se espantaron de él los que estaban azotándole y pararon súbitamente. El propio comandante se quedó alarmado cuando se dio cuenta de que había puesto a Pablo, un ciudadano de Roma, encadenado. (Hechos 22:22-29).   

Los opositores se iban quedando cada vez más excitados, echándose polvo encima y rasgando sus vestidos.

El oficial militar romano evidentemente se quedó desesperado queriendo saber el cierne del tumulto, por eso había ordenado que Pablo fuese atado y azotado: para poder sacarle la verdad por su boca. Esta experiencia tan horrible conducía a la muerte muchas veces de la víctima. Pablo declara haber sido flagelado tres veces con espinos por los Romanos y cinco veces a manos de las autoridades Judías. Es difícil imaginarnos el estado en que debió quedar el cuerpo del apóstol después de semejantes tratos, y es que solo podremos explicarlo si al mismo tiempo que con él se hallaba el Todopoderoso Salvador y Señor, Quien a pesar de todo el peligro que se le presentaba le preservaría y guardaría hasta que su obra para Dios fuese finalizada.

En el momento en que estaban dándole una tremenda paliza, Pablo le preguntó al centurión en cargo si es que le fuera legal azotar a un ciudadano Romano sin haber sido hallado culpable, (vers.25). Así que el centurión escucho eso, se lo comunicó enseguida al comandante, diciéndole: ¿Qué vas a hacer? - ¡Este hombre es ciudadano de Roma! Y el comandante se apresuró cuando lo oyó en ir al encuentro de Pablo y volvió a preguntarle: ¿Eres de verdad ciudadano Romano? Y Pablo le respondió que sí, que lo era. El oficial, evidentemente intentando impresionar al apóstol, le dijo: Yo tuve que pagar una alta suma de dinero para obtener esa ciudanía. La compra de la ciudadanía Romana era un acto vigente entonces. Fue instaurado por los emperadores como un medio de recaudar los impuestos del tesoro. Pero Pablo le contesta simple y calmamente con mucha dignidad: yo lo soy por nacimiento. Este comentario hizo sonar la alarma del comandante, puesto que era absolutamente ilegal tratar a un ciudadano romano de esa manera, y él propio recordó que sería severamente castigado al haber actuado así por sus superiores. Se vio forzado a abordar la situación por los medios legales pertinentes, averiguando la causa cierta de estos peligrosos desacatos siguiendo la ley, por eso al día siguiente ordenó que los Judíos del Sanedrín se reunieran y que trajeran a Pablo ante ellos.

30 Al día siguiente, queriendo el comandante averiguar exactamente del motivo por el cual acusaban a Pablo los Judíos, le dio rienda suelta y ordenó que los principales sacerdotes y todo el Sanedrín se reuniera. Entonces trajo a Pablo y le puso cara a cara con ellos. (Hechos 22:30).

Si las acusaciones y cargos contra Pablo dijesen respecto a cualquier asunto de la ley Judía: entonces el Sanedrín debía presentarlos.

 

CAPÍTULO VEINTITRES

Entonces Pablo mirando fijamente a todo el Concilio, dijo: ¡Varones y hermanos: Yo he vivido en toda buena conciencia delante de Dios hasta el día de hoy. 2 Y el sumo sacerdote Ananías ordenó al que estaba al lado de Pablo que le abofetease la boca. 3 Entonces le dijo Pablo: ¡Dios te abofeteará a ti, sepulcro blanqueado! ¿¡Te sientas tú a juzgarme por la ley, y ordenas azotarme, siendo contrario a la ley?!

 4 Y los que estaban a su lado le dijeron: ¡¿Qué haces tú reprendiendo al sumo sacerdote de Dios!?

5 Y Pablo replicó: ¡Yo no sabía, hermanos, que fuese el sumo sacerdote! pues escrito está: ¡NO HABLARÁS MAL DEL GOBERNADOR DE TU PUEBLO!

6 Entonces Pablo, al darse cuenta que una parte de la asistencia eran Saduceos, y la otra Farisea, alzo la voz en el Concilio diciendo: ¡Varones y hermanos, yo soy Fariseo, y el hijo de un Fariseo: y soy inquirido acerca de la esperanza y de la resurrección de la muerte. 7 Y cuando hubo dicho esto, se levantó una disensión entre los Fariseos y los Saduceos; y la multitud se quedó dividida. 8 (Porque los Saduceos dicen que no hay resurrección, ni tampoco ángel, ni espíritu; sin embargo los Fariseos confiesan todo eso).

9 Y se levantó un gran tumulto; y los escribas de la parte Farisea se levantaron y empezaron a decir vigorosamente: ¡No encontramos nada malo que decir de este hombre! ¡Si un ángel del cielo o si espíritu alguno le haya hablado, allá con él! ¡No sea que vengamos a ser vistos luchando contra Dios!

Y la gran discusión llegó a ser tan violenta que el jefe y capitán temió que Pablo fuese hecho en pedazos por sus manos. Así que ordenó a sus tropas que descendiesen y que le tomasen por la fuerza y lo introdujesen en la fortaleza (Hechos 23:1-10).

Habiendo sido traído al tribunal delante de los Judíos, el apóstol toma la iniciativa de dirigirse a aquel cuerpo en su defensa. Bien podía decir y con verdad que en el pasado había vivido en toda buena conciencia a los ojos de Dios, justo igual que escribió después a los Filipenses, diciéndoles que con respecto a la justicia que es por la ley, él era irreprensible. Él no dice “sin pecado”, sino que andaba en conformidad con los mandamientos de Dios. Un poco de tiempo después le aseguró al procurador Félix que su constante deseo era mantener una clara conciencia delante de Dios y del hombre.

Pero no pudo seguir por estos hilos de pensamiento más lejos, porque el sumo Sacerdote Ananías se enfureció crujiendo contra él sus dientes cuando escuchaba los clamores de Pablo, y les dijo a los que estaban alrededor que le golpeasen la boca. Eso era ilegal y particularmente ofensivo para un Judío. Este sumo sacerdote había sido nominado así por Herodes, el rey de Cholsis, que era hermano de Herodes Agripa I. Fue uno de los peores sumos sacerdotes que profanó el oficio sagrado. Josefo nos dice que se adueñó de la orden de sacerdocio robando sus diezmos. El Talmud le describe como ave de rapiña, glotón y degradado. Debió ser para Pablo provocador en extremo que tuviera que ser juzgado por alguien tan hipócrita, y podemos comprender cómo su paciencia se agota cuando dice: ¡Dios te golpeará a ti, sepulcro blanqueado!  Te sientas ahí para juzgarme conforme a la ley, y sin embargo tú propio quiebras la ley ordenando que me golpeen! Las palabras sepulcros blanqueados ya las había pronunciado el Señor describiendo a los mismos hipócritas Fariseos de su día, aquí es la misma expresión (A.V.).

Prácticamente, todo lo que le dijo Pablo a Ananías fue profético, pues es cierto que muere de manera ignominiosa: murió a manos de asesinos y fue debido a su falta de carácter; aun y así, el apóstol admite que él propio era culpable de irreverencia contra el oficio del sumo sacerdote (vers.5). El Señor Jesús, cuando lo llevaron al matadero, no amenazó, aunque protestó el acto. Pablo todavía no había sido acusado formalmente ni hallado culpable después de juzgado.

Ahora dejemos de lado a los que critican a Pablo en este escenario, y consideremos qué es lo que hubiéramos hecho en circunstancias similares a esta. Debemos acordarnos de su aviso en Gálatas 6:1: considerándote a ti propio, que tú también puedes ser tentado.

No solo critican al apóstol en su actitud hacia el sumo sacerdote, sino que además no hesitan en criticar su paso siguiente, en su defensa, cuando declaró que estaba a ser juzgado debido a su esperanza en la resurrección de la muerte (vers.6), sabiendo perfectamente que los Fariseos y los Saduceos discrepaban totalmente en esta materia entre sí. Los Saduceos repudian la resurrección y la realidad de ángeles y espíritus, mientras que los Fariseos creen firmemente ambas doctrinas, y esto era la discrepancia o diferencia más grande que había entre ellos.

Pero es que no se dan cuenta que, la resurrección, era el eje central de la doctrina de Pablo y del evangelio. Sin eso no hay fundamento para la fe Cristiana, y la salvación es una grosería. La esperanza Cristiana se hallaba totalmente ligada con la doctrina de la resurrección. Esto nos demuestra que no fue una mera trampa puesta por Pablo para dividir al Sanedrín, como algunos sostienen, sino que ciertamente hizo lo hizo así (vers.9, 10) porque así tenía que hacerlo.

 De nuevo se levanta una revuelta, y la disputa llega a ser tan violenta que el comandante, para salvar la vida de Pablo, les ordena a las tropas que desciendan y tomen a Pablo por la fuerza y que lo pongan a salvo dentro de la fortaleza.

11 A la noche siguiente el Señor se acercó de Pablo y le dijo: ¡Ten coraje! Porque así como has testificado de Mí en Jerusalén, así debes además testificar en Roma.

12 Y cuando se hizo de día, ciertos Judíos se confabularon y se comprometieron bajo maldición diciendo que no comerían ni beberían hasta que no hubiesen dado muerte a Pablo. 13 Y habían sido más de cuarenta los que habían contraído compromiso en esta conspiración. 14 Y vinieron al sumo sacerdote y los ancianos, y dijeron: ¡Nosotros nos hemos comprometido bajo una gran maldición a no comer nada hasta que hallamos asesinado a Pablo! 15 Ahora, por tanto, con todo el concilio hazle tú saber al comandante bajo el pretexto de que os gustaría discutir algunos asuntos con Pablo más detalladamente, que te lo traiga mañana al tribunal. Nosotros estaremos escondidos y listos para matarle antes de que llegue hasta aquí.

16 Pero el sobrino de Pablo escuchó la trama del caso, y se introdujo en la fortaleza y le dio aviso a Pablo.

17 Pablo entonces llamó a uno de los centuriones y le dijo: ¡Toma contigo a este joven y llévale al comandante! Porque tiene algo que contarle 18 Así que lo tomó, y lo llevó al comandante, y dijo el centurión: ¡El prisionero Pablo me llamó y me pidió que trajera este joven ante ti, que tiene algo que decirte!

19 El comandante tomó al joven por la mano y le llevo consigo aparte, y le preguntó: ¿¡Qué tienes qué decirme!?

20 Él dijo: “Los Judíos se han confabulado para pedirte que lleves a Pablo al Concilio mañana bajo el pretexto de averiguar más al detalle información a su respecto. 21 ¡Pero tú no les des atención! Porque más de cuarenta estarán aguardando al acecho para matarlo. Se han comprometido bajo juramento a no comer ni beber hasta que lo hayan matado. Ya están dispuestos, aguardando tu consentimiento a su pedido.

22 El comandante disuadió al joven y le precavió diciendo: ¡No le cuentes a nadie lo que me has dicho!

 23 Entonces llamó a dos de sus centuriones y les ordenó: ¡Preparaos un destacamento de doscientos soldados, setenta de a caballo y doscientos batidores para ir a Cesárea a las nueve de esta noche! 24 ¡Proveed de montería para Pablo para que pueda llegar a salvo al Gobernador Félix! (Hechos 23:11-24).

Pablo debió ser consciente de que sus previos temores de lo que iría a suceder si subiera a Jerusalén eran reales y se estaban cumpliendo. Este debió ser un tiempo en el cual precisaba de coraje y fortalecimiento, y fue lo que recibió con una nueva aparición del Señor junto a él, tal y como le había ocurrido en tiempos críticos anteriores. Y el Señor le dijo:

¡Ten coraje! ¡De la manera que has testificado de Mí en Jerusalén, así debes además testificar en Roma (vers.11).

Este divino momento debió ser delicioso para él, pues le confirmo y demostró sin duda alguna que había tomado la decisión correcta yendo a Jerusalén, aunque estuviera siempre acompañado por severas pruebas y persecuciones. Además podría finalmente alcanzar su divino deseo de llegar a Roma, que había planeado en su viaje a España, aunque se estuviera realizando por una vía la cual él no se esperaba.

Lucas entonces nos da el registro del extremo fanatismo de los enemigos de Pablo. El único deseo que les ardía en sus corazones era echar mano de Pablo y asesinarle. Pero hasta ahora todos sus planes habían fracasado. Más de cuarenta de estos enemigos se confabularon, haciendo un juramento a no comer ni beber hasta que hubieran dado muerte al apóstol. Confesaron secretamente al sumo sacerdote y a los ancianos sus ardiles planos, y consistía en pedirle al comandante que le trajera a Pablo al Sanedrín con el pretexto de averiguar unos asuntos con más detalle de su persona. Los asesinos estarían escondidos y se abalanzarían matando a Pablo antes que llegara a responder (vers.12-15). Pero el Dios Todopoderoso se hallaba siempre en todo operando en protección de Su siervo. No se nos dice la manera por la cual escuchó el sobrino de Pablo la trama, pero lo cierto es que avisó a Pablo inmediatamente. Pablo se apresuró entonces a llamar al centurión y le pidió que llevase al joven en presencia del comandante, y, cuando el oficial vino a saber el plano del asesinato, tomó medidas drásticas para contrarrestarla, viendo muy claro que Pablo no estaba seguro en Jerusalén. Sería mejor enviarle bajo una guardia más poderosa a Cesárea y allí estaría bajo la responsabilidad del procurador de Judea. Y para el efecto le ordenó a dos centuriones que tuvieran listo un gran batallón de infantería y tropas armadas también de a caballo. Uno de estos caballos debía providenciarse a Pablo para que los cerca de 100 quilómetros hasta Cesárea pudieran ser recorridos en el menor tiempo posible.

25 Y escribió una carta en estos términos:

26 Claudio Lisias

 Al más excelente gobernador Félix

 Mando saludos.

27 Este hombre fue rescatado de los Judíos cuando iba a ser asesinado por ellos, entonces llegué yo con un ejército y se lo quitamos de sus manos, habiendo sabido que era un Romano. 28 Quise averiguar la razón de su acusación, para lo cual lo llevé a su Sanedrín (Concilio). 29 viniendo a saber que la acusación tenía que ver con cuestiones acerca de su ley, pero no hallé cargo alguno contra él que mereciera la muerte ni la prisión siquiera. 30 Cuando me informé que había una conspiración planeada contra este hombre, lo envié inmediatamente bajo tu guardia. También le ordené a sus acusadores que te presenten sus acusaciones contra él.

31 Por eso los soldados, obedeciendo sus órdenes recibidas, tomaron a Pablo con ellos durante la noche hasta Antípatris. 32 Al día siguiente siguió la caballería con él, mientras que los soldados se volvieron a la fortaleza. 33 Cuando la caballería llegó a Cesárea, le entregaron la carta al gobernador y le entregaron a Pablo a su cargo. 34 El gobernador leyó entonces la carta y le preguntó de qué provincia era. Y oyendo que era de Cilicia, 35 le dijo: ¡Ya te oiré cuando lleguen tus acusadores! Y ordenó que Pablo fuese custodiado en el palacio de Herodes. (Hechos 23:25-35).

Además de todo aquel ejército el comandante romano envió con ellos una carta al Gobernador Félix (25-30) explicándole la situación. Fue escrita con mucha habilidad manifestando su buena relación a Félix, su oficial superior. Revirtió el orden de los acontecimientos cuando dijo que, al saber que era ciudadano romano, le rescató. De hecho los acontecimientos sucedieron de otra guisa, y obviamente le escondió a Félix su orden de azotarle, ya que eso le hubiera puesto en entredicho su actuación. Mismo así, se ve que el comandante poseía un instinto protector hacia un compañero ciudadano romano. A su parecer, dedujo que Pablo debía ser libertado, pues no existían cargos contra él que merecieran la muerte o la cárcel siquiera.

Por todos y cada uno de los magistrados que Pablo pasó, fue siempre declarado inocente: Gayo, Lisia el comandante, Félix y Festo. No sabemos lo que ocurrió con los cuarenta confabulados. No se escucha hablar nada más de ellos durante los cinco largos años que Pablo en Cesárea y Roma llegaría a estar aprisionado.

La carta enviada a Félix, al decir  fue de este tipo (A.V.) (o como la Reina Valera: en estos términos), nos demuestra que Lucas no la reproduce verbalmente, sino que nos da sus líneas generales.

 Los soldados, llevando a cabo sus órdenes, tomaron con ellos a Pablo durante la noche hasta Antípatris. Al día siguiente la caballería lo custodió hasta Cesárea, entregaron la carta en mano a Félix, y dejaron a Pablo a su custodia. Félix le preguntó de qué provincia era. Y viniendo a saber que era de Cilicia, una provincia romana, decidió que trataría del caso personalmente, y le dijo a Pablo que estuviera preparado, porque le seguiría escuchando cuando llegasen sus acusadores.

Antonio Félix fue procurador de Judea desde el año 52 al 59 después de Cristo. Fue un esclavo destacado para un puesto honorífico por motivo de la influencia que ejercía su hermano Palas en el tribunal imperial bajo el mando de Claudio. Su tiempo oficiando fue marcado por muchos problemas y sediciones que sometió de manera implacable e impiedosa, haciéndose así un enemigo de los Judíos moderados.

Tácito hace un retrato de su persona diciendo: ejercitaba el poder de un rey con la mente y a la manera de un esclavo ¡no se puede decir que fuese un cumplimiento!

Y ordenó que Pablo fuese puesto bajo guarda en el palacio de Herodes. 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO VEINTICUATRO

Cinco días después el sumo sacerdote Ananías descendió a Cesárea con algunos de los ancianos y un abogado llamado Tértulo, y presentaron sus acusaciones contra Pablo delante del gobernador. 2 Cuando Pablo fue llamado, Tértulo presentó así el suyo delante de Félix: ¡Hemos disfrutado un largo periodo de paz bajo tu mando, y tus antecedentes han hecho grandes reformas en esta nación. 3 En todas partes y en toda manera de hacer te has mostrado excelente, y te lo reconocemos con profunda gratitud!  4 ¡Pero para no serte gravoso y no extenderme demasiado, te ruego humildemente me escuches brevemente!:

5 ¡Hemos hallado que este hombre es agitador y que levanta muchos problemas, encendiendo revueltas entre los Judíos por todo el mundo. Es el cabecilla de la secta del Nazareno 6 y aún tiene la osadía de pisotear profanando al Templo; por eso le echamos mano!

9 Y Los Judíos unieron sus voces con las acusaciones, afirmando y dando a ver que estas cosas eran así (Hechos 24:1-9).

Cinco días después, un cierto número del Sanedrín, liderado por el sumo sacerdote, vino a Cesárea para presentar su caso contra Pablo. Trajeron además con ellos a un abogado Romano, llamado Tértulo, y era necesario que así lo hicieran, una vez que los Judíos no estaban familiarizados con el proceder legal Romano,  así que eso era lo que se acostumbraba hacer en las provincias. El abogado comenzó intentando alagar lo más posible a Félix  para caer en su gracia y serle simpático al gobernador. Lo que dijo estaba muy lejos de ser cierto, pero a los oídos de Félix sonaba muy bien su alabanza guardando tan hábilmente la paz en la provincia, especialmente, cuando Tértulo siguió acusando a Pablo de ser un agitador de la paz. Es obviamente solo un sumario del discurso que Tértulo hizo, pero suficiente para dejarnos ver claro su incumbencia. 

Los tres cargos o acusaciones que fueron imputados a Pablo fueron:

(1)  Era una peste pública, y promotor de sediciones entre todos los Judíos por todo el Imperio.

(2)  Era el cabecilla de la secta de los Nazarenos.

(3)  Había atentado profanando al Templo.

Esto implicaba que el apóstol había cometido ofensa tanto contra los Romanos como contra la ley Judía. La palabra traducida “peste” (A.V.) o “plaga” (en la Reina Valera) es muy fuerte. Tal como A.T. Robertson dice: ¡imaginemos al más grande predicador de todas las edades siendo considerado como una peste y plaga por un asalariado abogado de nuestros días actuales!  No es preciso decir que estos cargos estaban completamente falseados, siendo que el tercero era el más mentiroso.

10 Cuando el gobernador le dio señal para que hablase, Pablo respondió: ¡Yo sé bien que desde hace ya un buen número de años vienes siendo juez sobre esta nación; así que gratamente presentaré mi defensa! 11 ¡Fácilmente podrás verificar que no hace más de doce días atrás, subí a Jerusalén a adorar. 12 Mis acusadores no pudieron hallarme argumentando con nadie en el  Templo, o soliviantando una multitud en la sinagoga ni en parte alguna en la ciudad. 13 Y ninguno podrá probarte las acusaciones que ahora están tejiendo contra mí. 14 Sin embargo, si admito que adoro al Dios de nuestros padres como seguidor del Camino que soy, al cual llaman ellos de secta. Yo creo todo lo que concuerda con la Ley y lo que está escrito en los Profetas, 15, y tengo la misma esperanza en Dios que estos hombres: que tiene que haber una resurrección tanto de justos como de perversos injustos. 16 Así que siempre trato de guardar mi conciencia limpia delante de Dios y de los hombres!

17 ¡Después de una ausencia de varios años, me acerqué a Jerusalén para entregarle a mi pueblo los donativos para los pobres y para presentar ofrendas. 18 Me hallaba ceremonialmente limpio cuando me hallaron en el Templo. Y no había ninguna multitud conmigo, ni estábamos envueltos en cualquier disturbio. 19 Pero hay algunos Judíos de la provincia de Asia que deberían estar aquí presentándote sus acusaciones, si prueba alguna tuvieran contra mí. 20 O al menos, que alguno de los que están aquí te diga claramente cuál sea el crimen que cometí cuando fui llevado delante del Sanedrín – 21 a menos que tenga que ver con lo que dije en su presencia: ¡Es por causa de la resurrección de la muerte que estoy siendo juzgado delante de vosotros hoy! (Hechos 24:10-21).

Pablo ahora es convidado a presentar su caso. Comienza cumplimentando con un saludo, que en su caso era verdadero, y a seguir dijo que no hacía más de doce días que había subido a Jerusalén para adorar. Los días fueron siendo ocupados de la siguiente manera:

El primer día: Llegada a Jerusalén.

El segundo día: Entrevista con Jacobo y etc.

El tercer día: Purificación en el Templo.

AL SÉPTIMO DÍA se dio casi por cumplida la purificación y  se dio el arresto de Pablo.

Al octavo día: Presente ante el Sanedrín.

Al noveno día: Se revela la conspiración.

Al décimo día: Se llega a Cesárea.

Al onceavo día y al doce: En custodia.

Al treceavo día: el juicio ante Félix.

El apóstol siguió demostrando que nada tenía que ver con la turba ni había causado una revuelta asamblea, porque no discutió con nadie en la ciudad, en el Templo, ni en la Sinagoga, y por eso no había ni una sola acusación que pudieran probarle de manera sustancial.

 Pero era cierto que él adoraba al Dios de Israel y creía de todo corazón en las Escrituras del Antiguo Testamento, tanto en la ley como en los profetas, y que abrazaba la esperanza de la resurrección. Dejó claro que habría una resurrección de dos clases, de los justos (los justificados por fe tal como su carta a los Romanos declara), y de los injustos (los injustos que nada sabían de una tal justificación). Lo que no hace es enseñar que ambas clases refieran a los creyentes: aquellos que andan en el espíritu como los que andan en la carne. Esto es totalmente opuesto y contradictorio en el empleo de las palabras “justicia” y “justificación”, aquí y en Romanos. Ningún creyente, cualquiera que sea su conducta diaria, es jamás nombrado “injusto”, sino que es llamado “carnal” si es que ande conforme a su vieja natura pecaminosa: la carne. En Romanos y Gálatas “carne” y “espíritu” están las dos en oposición relativa a los creyentes. Pablo acabó señalando que los Judíos Asiáticos que le habían acusado no estaban presentes, y que si hubiesen tenido algo de verdad en sus acusaciones, deberían estar allí en ese momento como sus prosectores. El único desacuerdo que podían señalarle tenía que ver con la resurrección, y eso con toda certeza que no era un crimen.

22 Entonces Félix, que estaba bien al corriente con el Camino, suspendió para más tarde el proceso, y dijo: ¡Cuando el comandante Lisias venga, decidiré que hacer en tu caso! 23 Y Ordenó que Pablo fuese puesto bajo custodia, pero que le concedieran ciertos privilegios como ser visitado de sus amigos o que le suplieran de lo que precisase.

24 Varios días después se presentó Félix con su mujer Drusila, que era Judía. Entonces mandaron a buscar a Pablo y le oían de buena gana hablar de la fe en Cristo Jesús. 25 Pero cuando Pablo se refirió sobre la justificación, el dominio propio y el juicio venidero, Félix tuvo miedo y dijo: ¡Ya basta por ahora! ¡Ahora vete. Cuando lo vea conveniente te llamaré de nuevo! 26 Y al mismo tiempo también esperaba que le diese algún dinero.

27 Cuando hubieron pasado dos años, Félix fue sustituido por Porcio Festo, pero debido a que Félix buscara granjearse el favor de los Judíos, mantuvo a Pablo en la prisión. (Hechos 24:22-27).

Es evidente que Félix pudo ver bien que Pablo estaba inocente de los cargos hechos contra él, pero la actitud de Félix fue que ya tenía demasiados problemas con los Judíos y no deseaba que se ofendieran más. Félix tenía algún conocimiento del Cristianismo en este tiempo (probablemente asistido por su esposa Drusila, que era Judía), y así que Pablo se puso a hablar acerca de la fe en Cristo Jesús, y tocó el tema de la justificación, del dominio propio y del juicio venidero, comenzó a temblar de miedo y rápidamente acabó con la conversación. Y además, esperaba que Pablo intentara sobornarle con una cierta suma de dinero, por eso envió sucesivas veces a llamarlo, y esto se fue alargando durante dos años, a seguir a los cuales, fue Félix sustituido por Porcio Festo. Pero dejó a Pablo en prisión, en parte por despique no habiendo obtenido su deseo cumplido, y en parte por querer agradar a los Judíos (vers.24-27).

Tal vez debamos observar de paso que, la esposa de Félix proviniera de una terrible familia. Ella era una de las tres hijas de Herodes Agripa I. Su padre asesinó a Jacobo, su tío abuelo, Herodes Antipas, decapitó a Juan el Bautista, y su abuelo, Herodes el Grande, asesino a los niños de Belén. ¡Vaya un registro!

 

CAPÍTULO VEINTICINCO

Tres días después de haber llegado a la provincia, Festo subió desde Cesárea hasta Jerusalén, 2 donde tanto el sumo sacerdote como los líderes Judíos aparecieron ante él y presentaron las acusaciones contra Pablo. 3 Con urgencia le pidieron a Festo, como un favor hacia ellos, que transfiriese a Pablo a Jerusalén, pues habían preparado una emboscada para asesinarle en el camino. 4 Y Festo respondió: ¡Pablo está siendo mantenido en Cesárea, y yo propio me acercaré allí en breve. 5 Dejad que algunos de entre vuestros líderes vengan conmigo y presenten los cargos contra el varón que esta allí, si es que mal alguno haya hecho. (Hechos 25:1-5).

Tres días de su llegada a Cesárea, Festo se fue a Jerusalén para reunirse con el Sanedrín y otros líderes Judíos, lo cual era la norma vigente para un nuevo procurador llevar a cabo.

Los Judíos enemigos de Pablo en Jerusalén se deben haber congratulado sabiendo que Félix había dejado a Pablo prisionero en Cesárea. Ahora esperaban que Festo les favoreciese enviando órdenes a Cesárea para que trajeran a Pablo a Jerusalén, y de camino llevarían a cabo un atentado más para asesinarle.

Festo, sin embargo, no ve necesidad alguna para eso, y sin duda el Señor estaba supervisándolo todo. Decidió que, una vez que el volvería en breve para Cesárea, podría acompañarle una diputación responsable de parte de los líderes Judíos, y allí podrían acusarle cara a cara.

6 Después de pasar ocho o diez días con ellos, descendió a Cesárea, y al día siguiente reunió la corte y ordenó que Pablo fuese traído delante de él. 7 Cuando Pablo apareció, los Judíos que habían descendido desde Jerusalén le rodearon, trayendo con ellos muy graves acusaciones contra él, las cuales no podían probar.

 8 Entonces Pablo elaboró su defensa: ¡Yo no he hecho nada malo contra la ley de los Judíos ni tampoco contra el Templo, y menos contra el Cesar!

9 Y Festo, deseando ponerse del lado de los Judíos, le dijo a Pablo: ¡¿Estás dispuesto a subir a Jerusalén y a ser juzgado delante de mí allí sobre estas acusaciones?!

10 Y Pablo respondió: ¡Yo me hallo ahora mismo delante del tribunal del Cesar, en el lugar donde es propi que venga a ser juzgado! ¡Yo no he hecho nada errado a los Judíos, como bien puedes averiguar por ti mismo. 11 Sin embargo, si se halla que sea culpable de hacer cualquier cosa que merezca la muerte, yo no me recuso a morir. Pero si las acusaciones contra mí por estos Judíos no son ciertas, ninguno tiene el derecho de entregarme en sus manos!  ¡Al Cesar apelo!

12 Y después que Festo hubiese conferenciado con su Concilio, declaró: ¡Al Cesar has apelado – al Cesar irás! (Hechos 25:6-12).

Eso significaba que el caso contra el apóstol se mantenía en abierto todavía, lo cual no hubiera sucedido si Félix hubiese ejercido su deber en darle la razón descargando sus acusaciones.

Después de una semana en Jerusalén, Festo se volvió a Cesárea con la diputación del Sanedrín. El día siguiente ordenó que Pablo fuese presente en el tribunal y, tomando su asiento como juez, les dio la oportunidad a los Judíos de relatar sus cargos contra él. Eso fue lo que hicieron y , aunque eran muchos, ninguno de ellos pudo probarlos.

 Pablo respondió que él nada había hecho de equivocado contra los Judíos, o el Templo, o el Cesar. Pero Festo, tomando la misma actitud que Félix, quiso congratularse con los Judíos, y por eso le preguntó a Pablo si estaba listo para ir a Jerusalén y enfrentar un tribunal en su presencia allí.

 Por muy razonable que esto pueda parecernos a simple vista, a Pablo no le parecería así. ¿Para qué verse en dificultades una vez más? Si Festo comenzase su gobierno intentando pacificar a estos Judíos, podría posteriormente obtener de él algunas concesiones que podían ser aún más peligrosas. Solo había una puerta de escape para Pablo, como ciudadano Romano de pleno derecho: libertarse por sí mismo de esta difícil situación: ¡Permitir que la justicia Romana decida!

Como ciudadano Romano que era podía apelar al Cesar y al soberano tribunal en Roma. Sin duda alguna Festo oyó la decisión de Pablo con alguna atención – pues él propio también se hallaba en una mala posición. Y al reunirse con sus consejo vio que se libraría de todo este problema si Pablo fuese a Roma, por eso respondió a Pablo y le dijo ¡Al Cesar irás!

13 Unos pocos días después el Rey Agripa y Berenice llegaron a Cesárea para presentar sus debidos respetos a Festo. 14 Y habiendo pasado muchos días allí, Festo discutió el caso de Pablo con el rey, y dijo: ¡Hay un hombre aquí que Félix dejó prisionero. 15 Cuando fui a Jerusalén, el sumo sacerdote y los ancianos de los Judíos presentaron los cargos contra él, y le pidieron que le condenase!

16 ¡Yo les dije que no es costumbre Romana entregar a nadie antes de que haya podido enfrentar a sus acusadores y hubiese tenido la oportunidad para defenderse a sí propio contra sus acusaciones. 17 Cuando vinieron hasta aquí conmigo, no tarde en abrir el caso, sino que convoqué al tribunal el día siguiente y ordené que trajeran al hombre en persona. 18 Cuando sus acusadores se pusieron a hablar, no le acusaron con ninguno de los crímenes que yo esperaba. 19 En vez de eso, no son sino disputas que tienen entre ellos con él acerca de su propia religión y sobre un hombre muerto de nombre Jesús a quien Pablo proclama que estaba vivo. 20 Yo no veía bien cómo iría a investigar tales asuntos; por eso le pregunté si estaría dispuesto a ir a Jerusalén y enfrentar allí el tribunal sobre estas acusaciones. 21 Y cuando Pablo hizo su apelo para ser supervisado por decisión Imperial, ordené que fuese custodiado hasta que pudiera mandarle al Cesar.

22 Entonces Agripa le dijo a Festo: ¡Me gustaría escuchar a este hombre por mis oídos!

Ý él replicó: ¡Mañana sin falta le oirás! (Hechos 25:13-22).

Afortunadamente para Festo, otra mudanza de acontecimientos vino en su ayuda. El noroeste de su provincia era un reino gobernado por Herodes Agripa II. Era el hijo de Herodes Agripa I, Rey de Judea desde el año 41al 44 después de Cristo. Recibió un reino pequeño entre el Líbano y Anti Líbano en sucesión a su tío. En el año 53 entregó su reino a cambio por uno más grande y este fue aumentado tres años después por Nerón, que le anexó un número de ciudades y pueblos alrededor del Lago de Galilea.

Herodes Agripa II estaba en este tiempo en Palestina presentando sus respectivos saludos al nuevo representante imperial – Festo, cuya jurisdicción se hallaba sobre la provincia adjunta a su reino.

Este Agripa apodado “el joven” tenía la reputación de ser una autoridad en el Judaísmo, y por eso decidió Festo que Agripa podría ayudarle a elaborar el informe que debía acompañar al apelo de Pablo al emperador.

Para el efecto se dispuso a aprovechar la oportunidad de poner al tanto a Agripa con lo que estaba sucediendo con respecto a Pablo, a quien Félix había dejado en prisión. Los sacerdotes y ancianos de los Judíos habían presentado sus acusaciones contra él y querían que Festo le condenase. Festo le había preguntado si estaba dispuesto a ser interrogado en Jerusalén, pero Pablo había recusado e hizo su apelo al Emperador; así que fue custodiado hasta que pudiera ser enviado al César. Y Agripa respondió a Festo diciendo: ¡A mí me también me gustaría mucho poder escuchar a este hombre! A lo que Festo le replicó diciendo que, al día siguiente, sin duda se lo presentaría y podría hacerlo a su deseo.

23 El siguiente día Agripa y Berenice vinieron con gran pompa e hicieron aparición en la sala de audiencia con los oficiales de alto rango y los líderes de la ciudad. Y a mandato de Festo, trajeron a Pablo. 24 Y Festo dijo: ¡Rey Agripa, y todos los que estáis presentes con nosotros. Vosotros veis bien a este hombre! ¡La comunidad entera Judía me había pedido acerca de él tanto en Jerusalén como aquí en Cesárea, a gritos que no era él digno de que viviera ni más un día! 25 ¡Pero viendo yo que no había nada que hubiera hecho que mereciera su muerte, no pude soltarle porque apeló al Emperador y decidí antes enviarle a Roma. 26 Pero es que no tengo nada que escribir en cuanto al informe para Su Majestad sobre él. Por tanto, yo os lo pongo delante de todos vosotros, y especialmente delante de ti, Rey Agripa, para que en resultado de esta investigación pueda yo tener algo que escribir. 27 Pues juzgo irrazonable enviar un prisionero sin especificar las acusaciones contra él. (Hechos 25:23-27).

Al día siguiente Agripa y su esposa se juntaron con el cuerpo de procuradores y los ciudadanos principales de Cesárea. Entonces fue traído Pablo y Festo les dijo que no había podido hallar nada sustancial en las acusaciones principales que sus enemigos habían presentado contra él, pero que apreciaba la colaboración de Agripa en el asunto del informe que debía enviar a Roma. Por eso le entregó el caso de Pablo al Rey. Esto no iría a ser un tribunal, sino una examinación para ayudar a Festo a superar un problema.            

 

 

CAPÍTULO VEINTISÉIS

 

Entonces Agripa le dijo a Pablo: ¡Tienes permiso para hablar por ti mismo!

Así que Pablo hizo señal con su mano y comenzó su defensa: 2 ¡Rey Agripa, me siento afortunado de estar ante ti hoy día para hacer mi defensa contra las acusaciones de los Judíos. 3 Especialmente porque tú estás bien al corriente con los hábitos y asuntos Judíos. Por tanto, te ruego que me escuches pacientemente.

4 Todos los Judíos saben bien la manera en que he vivido siempre desde que era niño: desde el principio de mi vida en mi propia nación, y también en Jerusalén. 5 Todos me conocen desde hace mucho tiempo y pueden testificar, si quisiesen, que de acuerdo a la estricta secta de nuestra religión, he vivido como un Fariseo. 6 Y ahora estoy aquí siendo examinado debido a mi esperanza en lo que Dios ha prometido a nuestros padres. 7 Es decir, la promesa a nuestras doce tribus que aguardo ver cumplidas y por las cuales sirvo a Dios de día y de noche. ¡Oh Rey! ¡Se debe a esta esperanza que los Judíos me acusen! 8 Pero, ¿qué os hace pensar a cualquiera que estáis aquí que sea imposible que Dios levante a los muertos?

9 Yo propio además, antes, estaba convencido que era necesario hacer todo lo posible para oponerse al Nombre de Jesús de Nazaret. 10Y es justamente eso mismo lo que hacía en Jerusalén: Bajo la autoridad del sumo sacerdote metía a muchos de los santos en prisión, y cuando eran llevados a la muerte, mi voto era contra ellos. 11 Muchas veces me dirigí de sinagoga en sinagoga para castigarlos y forzarlos a blasfemar. Y en mi obsesión contra ellos, llegué mismo a ir a ciudades extranjeras para perseguirlos.

12 En uno de esos viajes estaba dirigiéndome hacia Damasco con la autoridad y comisión del sumo sacerdote. 13 Y a eso del caer la tarde, Oh Rey, yendo en camino, vi una luz del cielo, más brillante que el sol, inundándonos a mí y a mis compañeros alrededor. 14 Todos caímos al suelo y yo oí una voz diciéndome en Arameo: ¡Saulo, Saulo: ¿Por qué me persigues?! ¡Duro para ti es darte coces en el aguijón!

15 Entonces pregunté: ¡¿Quién eres, Señor?!

¡Yo soy Jesús, a Quien tú persigues! Replicó el Señor. 16 ¡Levántate y ponte de pie! - ¡Mira! -  Me aparezco a ti para apartarte como un siervo y como un testigo de cuanto has visto de Mí y de todo lo que te mostraré. 17 Te rescataré de tu propio pueblo, y de los Gentiles, a los cuales ahora te envío: 18 para que abras sus ojos y los conviertas de las tinieblas a la luz admirable, y del poder de Satanás a Dios, para que puedan recibir perdón de los pecados y sean contados entre los que son santificados por la fe en Mí.

19 Así, pues, Rey Agripa, como ves, no he sido desobediente a la visión del cielo. 20 En primer lugar a los que se hallaban en Damasco, después a los de Jerusalén y en toda Judea, y además a los Gentiles, a todos les he predicado que deberían arrepentirse y volverse para Dios, y a probar su genuino arrepentimiento por sus obras. 21 Eso es por lo que los Judíos me echaron mano en los recintos del Templo y procuraron matarme. 22 Pero he tenido siempre conmigo a Dios de mi lado ayudando hasta el día de hoy, y así he llegado hasta aquí testificando a chicos y a grandes: ¡Nada estoy diciendo que vaya más allá de lo que los profetas y Moisés han dicho que sucedería! 23 Que el Cristo habría de padecer y, al pasar a ser el primero a levantarse de la muerte, proclamaría la luz a Su propio pueblo y a los Gentiles. (Hechos 26:1-23).

La defensa de Pablo ante Agripa es la plenitud de todo cuanto se registra. Ya no se hallaba bajo examen sino que se auto evalúa a sí propio y aprovecha esta oportunidad para testificar por Cristo y dar un recuento completo de todo cuanto había sucedido: En el Señor había sido avisado Ananías que Pablo portaría Su Nombre delante de los Gentiles, reyes, y el pueblo de Israel. Así que Pablo cumple ese testimonio delante del rey agripa. Y fue una obra maestra de testimonio concerniente a Su Señor y a la parte que le había tocado a él hasta este punto. Le dijo a Agripa que se sentía grato de poder elaborar su defensa delante de él, pues era una autoridad en cuanto a las costumbres Judías y sus discusiones, y este era un hecho indudable.

El apóstol comienza volviendo al asunto ya cubierto por Hechos 9 y Hechos 22 – su vida más temprana, su celosa persecución, y la visión del Señor Jesús en el camino a Damasco. En el vers. 16, trilla nuevos caminos. La Verdad hasta ahora no registrada se da a revelar ahora, y esto es de vital importancia para nosotros, pues nos dar un entendimiento en cuanto al propósito de Dios que se hallaba por descubrir.

Aquí se nos dice por primera vez lo que el Señor le dijo a Pablo en el camino a Damasco. Esto puede ser puesto en cuestión, pero si vamos a Hechos 9 encontraremos que en el primer y segundo versículos hay un registro del viaje a Damasco. Los versículos 3 y 4 registran la visión y la voz. El 5 revela que es el Señor Quien habla. El 6 dice que Pablo vaya a la ciudad y aguarde por instrucciones. Los vers.15 y 16 registran lo que el Señor le dijo a Ananías acerca de Pablo, pero eso es todo.

Está claro, por tanto, que todo lo que Cristo le dijo a Pablo no se halla registrado en Hechos 9 y estos es cierto que sucede además en Hechos 22: Este capítulo registra las palabras de Ananías (vers.13-15), y nosotros aprendimos que Pablo vendría a ser un testigo de todo cuanto había visto y oído. ¡Pero es a Hechos 26 que tenemos que llegar hasta descubrir por primera vez lo que el Señor Jesús le dijo a Pablo actualmente, en su conversión y comisión. Aquí damos los versículos 15 a 18 en la A.V.:  

Yo soy Jesús a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte en pie: porque me he aparecido a ti para este propósito: para hacerte un ministro y un testigo tanto de estas cosas que tú has visto, como de aquellas cosas en las cuales me iré apareciendo a ti; Deliberándote a ti del pueblo, y de los Gentiles,  para los cuales te envío: A que abras sus ojos, y a que los conviertas de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, para que puedan recibir el perdón de los pecados, y heredad entre los que han sido hechos santificados por la fe que está en Mí.

“Tanto” sin duda que se refiere a dos cosas: su presente ministerio que vuelve a referir en los versículos 19-23, y un futuro aparecimiento del Señor en el cual Pablo sería enviado a los Gentiles, para convertirlos de las tinieblas a la luz, y para librarlos de la ceguera del poder de Satanás, y así pudieran venir a recibir el perdón de los pecados y una herencia entre los santificados. Cristo ya le había revelado que le aguardaban cárceles y prisiones.

Y esto es exactamente lo que sucedió. Vino a ser un prisionero en Roma y recibió la revelación de un nuevo llamamiento, la creación de un “nuevo hombre” (de entre Judío y Gentil) que había sido seleccionado por el Padre antes de la creación. Esta parte del propósito de Dios había sido un secreto (misterio) escondido en Dios Mismo (R.V.), pero ya no sería más secreto alguno, sino una verdad que Dios quería que fuera proclamada y dada a conocer.

Sucede durante esta, su misión en la prisión, que Pablo escriba la epístola a los Efesios, Filipenses, Colosenses, 2ª Timoteo y Filemón; y una lectura con este entendimiento demostrará cómo el testamento del Señor se cumple plenamente en ellas:

 Primero la abolición de las tinieblas por la luz: los ojos de tu entendimiento han sido iluminados (A.V.). El Padre nos ha librado del poder del poder de las tinieblas (A.V.), para convertirles de las tinieblas a la luz. Sus pecados son completamente perdonados debido al derramamiento de sangre del Señor, la ofrenda de Sí Mismo sobre la cruz del Calvario. Estos poseen una herencia celestial, han sido juntados para ser partícipes de la herencia de los santos en (la) luz (A.V.). Y los tales se hallan sentados en los lugares celestiales en Cristo, y son por tanto avisados para que no pongan sus ojos en las cosas terrenales, sino en aquellas cosas que son de arriba, donde se sienta Cristo a la mano derecha de Dios (A.V.).

Todo esto hace parte del ministerio encomendado a Pablo en la promesa del Señor: aquellas cosas en las cuales te he aparecido. Fue de hecho un ministerio en prisión donde Pablo era el prisionero de Cristo Jesús por causa de vosotros Gentiles, y estos estaban en la mente del Señor: …Gentiles, a quienes ahora te envío. En todo lo que desde aquí al resto de los Hechos concierne, era el evangelio de la gracia que tenía que dar a los alejados Gentiles, pero de aquí en adelante sería dada la plena revelación con el descubrimiento del Gran Secreto que Dios había estado escondiendo en Sí Mimo desde hacía largo tiempo, y ahora sería especialmente revelado y declarado en las cartas de Pablo en la prisión.

Estos Gentiles habían estado en una condición sin ayuda y sin esperanza, alejados de Dios, pero en este nuevo llamamiento han sido hechos cercanos y unidos al Señor Jesús, el Cual es el Centro y Cabeza de esta nueva compañía de creyentes (al margen: Cristo entre vosotros A.V.). Pablo siguió su propio testamento declarando su obediente respuesta a la visión celestial predicando las buenas nuevas ofrecidas a él por parte del Señor, y debido a eso mismo, y a su referencia a los despreciados Gentiles, los Judíos le echaron mano en los recintos del Templo y procuraron asesinarle; y sin embargo el apóstol siguió insistiendo que no había revelado nada para allá de lo que los profetas y Moisés habían declarado y dado a conocer.

Esto es extremamente valioso como ayuda, pues nos ofrece la esencia del ministerio hasta aquí de Pablo y lo limita al reino Mesiánico del Antiguo Testamento, el cual, como ya hemos visto, era el tema dominante de todos los profetas; y además las buenas nuevas del reino del ministerio terrenal del Señor, y aquel periodo cubierto por los Hechos de los Apóstoles. Así que si aquí intentamos forzosamente introducir una verdad que vendría a ser solo revelada posteriormente por Pablo, siendo el prisionero para los Gentiles, y después que Israel viniera a ser repudiada en incredulidad al final de los Hechos, tan solo nos causará graves problemas y obstáculos, y deberíamos no hacerlo, porque: ¡Eso contradice lo que Pablo acaba de decir!

24 En este punto Festo interrumpió la defensa de Pablo, y gritó diciendo: ¡Tu mucho saber te está volviendo loco!

 25 Y Pablo replicó: ¡Yo no estoy loco, mi más que excelente Festo  - sino que lo digo es verdad y muy razonable! 26 El Rey sabe bien estos asuntos, y yo puedo hablarle libremente. Y estoy plenamente persuadido que a nadie entre los presentes le resulta extraño, pues no es algo que se halla hecho a las escondidas. 27 ¡Rey Agripa - ¿Crees en los profetas?! ¡Yo sé bien que crees!

28 Entonces Agripa le dijo a Pablo: ¡¿Juzgas que en tan poco tiempo hayas podido persuadirme a ser un Cristiano?!

29 Y Pablo replicó: ¡O por corto o largo tiempo – oro a Dios para que no solo tú sino además todos los que me están escuchando vinieseis a ser igual que yo, excepto estas cadenas!

30 El rey se levantó, y con él, el gobernador y Berenice, y además aquellos que se sentaban con ellos. 31 Abandonaron la habitación, y mientras hablaban el uno con el otro, decían: ¡Este hombre bien podría haber sido liberado de no haber apelado al Cesar! (Hechos 26:24-32).

En este punto del discurso Festo interrumpió diciendo: ¡Pablo, tú estás insano de mente – tu mucho saber te vuelve loco! Y Pablo respondió: ¡Lo que yo digo es verdad y razonable! Y a seguir desafía al rey preguntando: ¡Rey Agripa - ¿crees en los profetas?! ¡Yo sé que crees! Este proceder debió sorprender mucho a Agripa poniéndole en entredicho. No podía confesar que desacreditaba a los profetas del Antiguo Testamento. ¿Cómo podría verse libre de esta encrucijada? Sintió que la única manera sería desafiando por su vez a Pablo, por eso le respondió: ¡¿Crees que en tan poco tiempo has podido convencerme a ser un Cristiano?!

Hay divergencia de opiniones entre los escolares con respecto a la traducción: La traducción que hace la Autorizada es imposible…en oligoi no significa “casi”, y así lo señala el profesor A.T. Robertson. Debe referirse al tiempo (en un poco tiempo) o un corto lapso. Su significado más parecido sería “en tan poco corto, estás  intentando  hacer de mí un Cristiano” Y Agripa estamos seguros que no estaba respondiendo de esta manera.  Él dijo: este hombre podría haber sido liberado si no hubiese apelado al Cesar.

 Así que una vez más la inocencia del apóstol fue confirmada. Pero es que Pablo apeló al Cesar solamente después de que Festo intentara llevarle de vuelta a Jerusalén. Esto no habría sido necesario si Festo hubiese actuado noblemente y liberado a Pablo después de declarar su inocencia a los ojos de la ley Romana. Así que Pablo debió ser enviado a Roma.

 

 

CAPÍTULO VEINTISIETE

 

Cuando se decidió que navegaríamos para Italia, Pablo y algunos prisioneros más fueron entregados a un centurión llamado Julio, que pertenecía al Regimiento Imperial. 2 Nos embarcamos en un barco de Adramitena que estaba a punto de salir navegando por los puertos a lo largo de la costa de la provincia de Asia, y nos hicimos a la mar: Aristarco, un Macedonio de Tesalónica, se hallaba con nosotros. 

3 El día siguiente hicimos tierra en Sidón; y Julio, en un acto de bondad con Pablo, le permitió que fuera a sus amigos para que pudieran suplir sus necesidades. 4 De allí nos hicimos al mar de nuevo y a sotavento de Chipre, pues los vientos soplaban adversos. 5 Y navegando a mar abierto al frente de la costa de Cilicia y Panfilia, arribamos en Mira, ciudad de Licia. Allí el centurión halló una nave Alejandrina que navegaría hasta Italia y nos puso a bordo. 7 Se nos hizo penoso avanzar durante muchos días y con mucha dificultad alcanzamos ver las costas de Gnido, pues el viento nos lo impedía. Cuando vimos que el viento no nos permitiría alcanzar nuestro objetivo, navegamos hasta la costa de Chipre en frente a Salmón. 8 Con mucha dificultad fuimos yendo a lo largo de la costa y llegamos a un lugar llamado Buenos Puertos (Buenos Cielos en otras muchas Versiones), cercano a la ciudad de Lasea.

9 Y habiendo perdido mucho tiempo, y porque la navegación se estaba volviendo peligrosa, pues ya se había pasado el Ayuno, por eso Pablo les avisó: 10 ¡Varones, bien veo que nuestro viaje se está inclinando al desastre y que debe traer grandes pérdidas tanto para el barco como para la mercancía que transporta, y además para nuestras vidas! 11 Pero el centurión, en vez de hacer caso a lo que Pablo dijo, siguió antes el aviso del piloto y dueño del barco. 12 Una vez que el puerto era desapropiado para invernar allí, la mayoría decidió que deberíamos seguir navegando, con la mira de alcanzar Fenice e invernar allí. Este era un puerto de Creta, que mira al sudeste y al noroeste.

13 Cuando sopló un gentil viento del sur, ellos pensaron que habían obtenido lo que querían; así que soltaron anclas y navegaron a lo largo de la costa de Creta. 14 No mucho tiempo después, apareció un viento huracanado de mucha fuerza, llamado “Euroclidón”. 15 El barco quedó a merced de la tormenta y no pudo poner proa al viento; así que lo dejamos irse a la deriva y nos dejamos llevar. 16 Y estando yendo a Sotavento en dirección a una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el bote salvavidas. 17 Cuando los hombres lo hubieron subido abordo, tuvieron que emplear refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de encallar contra las rocosas costas del Sirte, arriaron la vela y dejaron al barco a la deriva. 18 Pero fuimos tan violentamente castigados por una tormenta, que al día siguiente tuvieron que alijar la nave. 19 Y al tercer día, con nuestras propias manos, tuvimos también que arrogar los pertrechos del barco por la borda fuera. 20 Y no apareciendo ni sol ni estrellas durante muchos días y la tormenta continuó retumbando; así que llegamos a perder toda esperanza de venir a ser salvos.

21 Después de un gran periodo sin haber comido nada las personas, Pablo se puso en pie delante de ellos y dijo: ¡Varones: Debíais haber atendido mi aviso a no navegar desde Creta; y así os habríais ahorrado tantas penas y pérdidas. 22 Pero ahora os imploro que os animéis, porque ni uno solo de vosotros perecerá; solamente la nave será destruida! 23 La noche pasada un ángel del Dios al cual sirvo y a Quien pertenezco se me acercó 24 y dijo: ¡No tengas temor, Pablo. Tú debes presentarte ante el Cesar; y Dios graciosamente te ha concedido la vida de todos estos que navegan contigo!  25 ¡Así que tened coraje, varones, pues estoy convencido de que todo acabará como me ha dicho! 26 ¡Con todo, es necesario que demos sobre una isla!

27 A la décimo cuarta noche todavía estábamos yendo a la deriva a través del Mar Adriático, cuando a eso de la media noche los marineros sintieron que estaban acercándose de tierra 28 Echaron sondas y hallaron que el agua tenía ciento y veinte pies de hondo. Y un poco tiempo después volvieron a sondar de nuevo y hallaron que estaba a noventa pies. 29 Así que temiendo ser encallados contra las rocas, echaron al mar las cuatro áncoras y aguardamos ansiosos a que se hiciera de día. 30 En un intento de huida del barco por parte de los marineros, estos descendieron al mar el bote salvavidas, fingiendo que estaban a bajar algunas velas del barco. 31 Entonces Pablo le dijo al Centurión y a los soldados: ¡A menos que estos hombres permanezcan con el barco, no podréis salvaros! 32 Así que los soldados cortaron las amarras del bote salvavidas y lo dejaron a la deriva.

33 Cuando comenzó a amanecer, Pablo les urgía a que comieran, y les dijo: ¡Durante los últimos catorce días, habéis estado en constante desasosiego y habéis permanecido sin comer – nada habiendo digerido! 34 ¡Ahora os ruego que toméis un sustancial alimento, pues lo precisáis para sobrevivir. Ninguno de vosotros perderá un solo cabellos de su cabeza! 35 Después de decir esto, tomó del pan y le dio gracias a Dios en frente de todos ellos. Entonces lo partió y comenzó a comer. 36 Y todos fueron consolados y de buena gana comenzaron también a comer. 37 Y al total estábamos 276 almas a bordo. 38 Y cuando hubieron comido hasta hartarse, aligeraron el barco echando el cereal por la borda fuera al mar.

39 Cuando llegó el amanecer, no reconocían la tierra, pero vieron una bahía con playa de arena, donde decidieron hacer encallar la nave si pudieran. 40 Y recogiendo las  velas de dirección las sustituyeron izando la vela de proa, enfilando con ella hasta la playa. 41 Y así navegaron hasta dar en un lugar de dos aguas haciendo encallar la nave en las rocas sumergidas,  y entonces la popa comenzó a resquebrajarse con la violencia de las olas.

42 Los soldados por eso planearon matar a los prisioneros, para prevenir que alguno de ellos escapase nadando. 43 Pero el centurión quiso proteger la vida de Pablo y les prohibió de llevar a cabo su deseo. Ordenó que aquellos que sabían nadar saltasen del barco primero y se hicieran a tierra. 44 El resto tendría que hacer la travesía sobre planchas o sobre objetos de madera del barco. Y de esta manera alcanzaron tierra, y todos fueron salvos. (Hechos 27:1-44).

Este capítulo, que cuenta la historia del viaje y naufragio de Pablo, es una maravillosa pieza descriptiva literaria, y muy probablemente no sea ultrapasada en ninguna otra parte de Escritura a ese respecto. Lucas, que acompaña a Pablo en el viaje, ofrece un vivo e inolvidable retrato escritural de lo que vio y oyó cada día. La sección del pronombre “nosotros” se halla ahora resumida, habiendo aparecido desde al 21:18. Uno de los más apropiados libros para el estudio de este capítulo será sin duda el de James Smith Los Viajes y Naufragios de S. Pablo y sin embargo es prácticamente desconocido por los escolares que intenta exponer este descriptivo capítulo. La primera edición data de 1848 y ha quedado de fuera de imprenta desde su cuarta edición de 1880. James Smith fue un marinero de grandes experiencias y un escolar. La parte del Mediterráneo en la cual se realiza este viaje le fue muy familiar, y señala la gran exactitud de Lucas escribiendo cada periodo del viaje.

No estamos tan al tanto ni podemos profundar mucho sus técnicas náuticas, pero procuraremos ayuda por los escritos de un número de peritos autores, y vamos a comentar acerca de los versículos.

27: 1, 2. No solo Lucas estaba con Pablo, sino además Aristarco de Tesalónica. Había venido con el apóstol desde Tesalónica a Jerusalén. Las autoridades romanas entregaron a Pablo a un centurión llamado Julio que fue el responsable por la salvaguarda entrega del apóstol y de otros prisioneros cuando llegasen a Roma. Es probable que Lucas acompañase a Pablo en el papel de su médico. Aristarco debió ser tratado como siervo de Pablo, pues no podrían haberlos de otra manera dejado embarcar acompañando a Pablo como amigos. La narrativa de Lucas muestra que Julio trataba con respeto y bondad a Pablo, y eso debió haber facilitado un tanto las cosas para el apóstol. Es obvio que Julio tenía en buena consideración a Pablo.

 No se nos dice dónde embarcaron, pero probablemente fuese en Cesárea. Allí encontraron una nave encostada Adramitena, que es un puerto de Misia al Sur de Troas en Asia Menor. El curso de este barco tocaba a los puertos a lo largo de la costa de Asia en ruta a su puerto de abrigo.

3 el primer puerto arribado fue el de Sidón de Fenicia. Julio, el centurión, trató al apóstol con bondad y respeto y le dio permiso para desembarcar mientras la nave estuvo descargando sus mercancías, y además para visitar a sus amigos que formaban la comunidad Cristiana en aquella ciudad.

4, 5. A seguir a los meses de verano, soplaron vientos del oeste, y el barco navegaba entre Chipre y la costa continental en vez de directamente a favor del viento. Ahora, por tanto, fue necesario alejarse de la costa y navegar a través de mar abierto al sudoeste de Cilicia y Panfilia. Mira de Licia era un puerto de atraque para barcos de grande porte navegando entre Egipto y Roma, que se vio ser imposible de alcanzar directamente a favor del mar debido a los vientos del nordeste.

6. En Mira mudaron de barco, tomando uno que transportaba cereales y que hacía su viaje desde Alejandría hasta Italia. Egipto era el principal productor de cereales para Roma.

7. El viaje desde Mira encarando los vientos del oeste estaba pasando por dificultades, pero aun así y después de fatigantes días llegaron a Gnido, en la punta o extremo suroeste de la provincia de Asia Menor. Desde aquí habían tomado la decisión de aguardar, o bien por un viento más favorable y salir directamente para el Oeste, o entonces hacia el sur aproximándonos de Creta. Una vez que el viento no nos permitía mantener nuestro curso (A.V.), dice Lucas, se decidieron por la última alternativa y navegaron hacia el sur en torno a Salomé en el extremo oriente de Creta y después navegaron a lo largo de la costa oeste bajo la isla.

8. Fueron avanzando a lo largo de la costa con mucha dificultad hasta llegar a un puerto llamado Buenos Cielos (A.V. donde la Reina Valera trad. “Buenos Puertos”), a medio camino a lo largo de la isla. Al oeste de este puerto de Creta doblaron abruptamente hacia el norte, y aquí el barco habría estado expuesto completamente a los vientos del noroeste. Los barcos empleados en el mundo antiguo Mediterráneo no tenían la suficiente longitud ni fuerza para enfrentar los vientos tormentosos del invierno. La peligrosa estación para navegar comenzaba alrededor del 14 de Septiembre; y después del 11 de Noviembre, todas las embarcaciones tenían que recogerse a puerto y resguardarse para el invierno.

9. Lucas refiere un “Ayuno” (que se hacía el Día de la Expiación) que ocurría a finales de Septiembre o a principios de octubre.

10, 11. Pablo nos dice que fue náufrago tres veces. Con su experiencia viajando, les avisó de la adversidad que sería seguir navegando en esta estación del año para pérdida de vidas y mercancías. Pero este aviso fue contradicho por el capitán, el cual llevaba el timón del barco y era de él su dueño. El centurión Julio siguió el aviso del maestro de barco en vez del de Pablo y decidió no quedarse en Buenos Cielos.

12. No era un puerto demasiado apropiado para pasar el invierno debido a su exposición. La mayoría en el barco prefirió zarpar desde Buenos Cielos esperando que pudieran alcanzar el puerto de Fenice, que se sitúa en el extremo oeste en Creta, mirando tanto a suroeste como a noroeste.

13. Al principio fueron favorecidos con un viento suave del sur y pudieron ir navegando a lo largo de la zona costera de la isla.

14 De repente, sin embargo, este viento suave dio lugar a un viento tempestuoso soplando por el noroeste. Era denominado Euroclidón, significando “nordestino”, una palabra híbrida mitad Griega y mitad Latina.

15 En este punto ya no estaban lejos de su destino – Fenice, pero como el barco no pudo poner la proa al viento debido a su violencia, tuvieron que rendirse al mar y que dejarse llevar por él.

16. Y al ir a la deriva en sotavento hacia una pequeña isla que se llama Clauda, vieron ser necesario izar el bote salvavidas que arrastraba por su popa el barco. Pues podían partirse sus amarras.

17. Después pasaron cuerdas por debajo del barco para apretarlo y fortalecerlo. El barco ahora estaba siendo llevado a la deriva hacia el suroeste en dirección de Cirene. Y próximo al puerto Africano había un roquedo muy peligroso llamado Sirte. Así que echaron áncoras para aminorar la marcha y no encallar en esas bandas rocosas.

18, 19. La tormenta no estaba aminorando de fuerza al día siguiente, así que se vieron obligados a arrojar parte del bagaje por la borda afuera y echaron también materiales extras y adornos: los pertrechos del barco.

20.  Los marineros estaban siempre pendientes del sol y las estrellas para navegar, y cuando estas no se vieron durante varios días seguidos, perdieron toda la esperanza de salir de allí vivos a salvo.

21-26. Las severas condiciones que ya habían experimentado les habían causado un periodo prolongado sin ingerir alimentos y se encontraban todos muy débiles, por eso Pablo les anima diciéndoles que había tenido una visión de Dios la cual le aseguraba que todos escaparían del peligro en que estaban y se presentarían sin duda ante el Cesar. El apóstol les aseguró que Dios haría exactamente lo que había dicho que haría, y que él estaba plenamente persuadido de eso. ¡Qué gran y apropiado testimonio de la real fe!

27. Fueron yendo a la deriva por el Mar de Adrià. Pero este no es bien el Mar Adriático, sino que es un término que se empleaba de todo el Este Mediterráneo. Los marineros comenzaron a pensar que se estaban aproximando de tierra. Es probable que escuchasen algún ruido viniendo a través de la niebla y se imaginaron que habría tierra no muy lejana.

28. Hay sonidos que indican que el agua debajo está perdiendo gradualmente profundidad.

29. Por eso lanzaron cuatro áncoras (velas de dirección) (algunas versiones dicen recogieron las cuatro velas de dirección y los entendidos en náutica piensan ser esta mejor traducción- las anclas hubieran hecho parar el barco) para no hacer chocar al barco contra las rocas.

30-32. Algunos de los marineros, para evitar el riesgo de naufragar sobre las rocas, decidieron escaparse del barco. Pablo se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y avisó al centurión, y este por su vez frustró los planos mandando a soldados que cortasen las amarras del bote salvavidas y lo dejasen ir a la deriva.

33-38. Al amanecer Pablo avisó a la tripulación y a los pasajeros que ingiriesen alimento para fortalecerlos, y volvió a asegurarles que ninguno de ellos perecería en el desembarque que les aguardaba delante. Así que dio el ejemplo dando gracias a Dios e ingiriendo una sustancial cantidad de comida (¡bien podemos decir definitivamente que no estaba celebrando la comunión del Señor partiendo el pan, ni nada parecido!). Y todos se animaron, y después que hubieron comido, arrojaron el resto del bagaje de cereales al mar para alijar más la nave, preparándose para llegar a tierra.

39-40. Cuando llegó la luz del día y vieron la tierra no la reconocían, pero descubrieron buscando una bahía con una playa de arena y decidieron llegar hasta ella. Por eso recogiendo las velas de dirección, y se dejaron ir a la deriva en el mar (esta tal vez sea mejor traducción que la A.V.) y cortaron también las amarras del timón.  Existían dos largas velas de dirección en cada lado del barco que debieron ser recogidas durante la tormenta. Estas fueron sustituidas por una vela de proa y enfilaron la nave al sabor de la corriente hacia la playa.

41 Sin embargo, el barco encalló en unas rocas sumergidas separando dos aguas y se quedó allí inmóvil e hincado de proa, y ahora la violencia de las olas iba abriendo brechas cada vez mayores en el barco.

42 - 44. Los soldados que guardaban los prisioneros quisieron seguir la tradicional disciplina Romana y matar a los prisioneros antes que estos pudieran venir a escaparse. Pero Julio, el centurión, había nutrido una especial disposición hacia Pablo y no quería ver su muerte. Así que ordenó a todos que abandonasen la nave, o bien nadando o bien agarrándose de objetos flotantes y piezas en madera del barco. Y de esta manera llegaron todos a tierra a salvo.

Así nos muestra Lucas en esta tremenda narrativa cómo la promesa de Dios a Pablo llega a cumplirse, un maravilloso ejemplo de la providencia y el cuidado de nuestro Dios por toda Su gente.

 

 

CAPÍTULO VEINTIOCHO

Una vez a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta. 2 Los habitantes de la isla mostraron una cordialidad poco usual. Habían estado haciendo una hoguera y con ella nos dieron la bienvenida, pues estaba lloviendo y hacía frío. 3 Pablo recogió una cierta cantidad de leña y la puso en el fuego, y una víbora, saliendo de entre las astillas, le mordió y se quedó balanceando de su mano. 4 Cuando los insulares vieron a la culebra perdurada de su mano, se dijeron el uno al otro: ¡Este hombre debe ser un asesino; que habiendo escapado del naufragio por mar, la Justicia no le permite que viva! 5 Pero Pablo sacudió la serpiente al fuego y no sufrió cualquiera de sus nocivos efectos. 6 La gente estaba aguardando que se desmayara o muriese, pero después de esperar por mucho tiempo y viendo que nada anormal se produjese con él, mudaron sus ideas y dijeron que era un dios.

7 Había una estancia cercana que pertenecía a Publio, el jefe oficial de la isla. Éste nos dio la bienvenida en su casa y durante tres días nos ofreció su hospitalidad. 8 Su padre se hallaba enfermo en cama, sufriendo de fiebre  y de disentería. Y entrando Pablo a verle, orando, puso sus manos en él y le sanó. 9 Cuando vieron esto, el resto de los enfermos de la isla vinieron y fueron también curados. 10 Nos honraron de muchas maneras y cuando estuvimos listos para salir navegando, nos fornecieron con todo lo que precisamos.

11 Después de tres meses nos hicimos a la mar en un barco que había invernado en la isla. Era una nave Alejandrina que portaba en su proa un ídolo de los dioses gemelos Castor y Pólux. 12 Nos pusimos con él en Siracusa y permanecimos allí tres días. 13 Desde allí navegamos y llegamos a Regio. Al día siguiente nos llegó un viento del sur, y al otro después alcanzamos Puteoli. 14 Allí encontramos algunos hermanos que nos invitaron a pasar una semana con ellos. Y después llegamos a Roma. 15 Y como los hermanos allí, habían oído que estábamos en camino,  se acercaron a recibirnos hasta el Foro de Apio y la Tres Tabernas. Y cuando Pablo avistó a estos varones le dio gracias a Dios y se animó en gran manera. 16 Cuando entramos en Roma, a Pablo se le permitió vivir aparte, con un soldado por custodia. (Hechos 28:1-16).

Cuando vinieron a estar salvos, descubrieron que la isla se llamaba Malta. Se hallaba habitada por gente proveniente de Fenicia, a unas 160 quilómetros al sur de Sicilia. Desde el punto de vista de Roma y de Grecia todos los que hablaban una lengua distinta eran denominados bárbaros. Gente Bárbara (A.V.) no se refiere a la fiereza de carácter o de cultura primitiva. Meramente indica que su lenguaje no sea ni Griego ni Latín.

Caía una fría lluvia matinal y los hombres del barco debían estar empapados y tiritando de frío. ¡Qué bien les debe haber hecho sentir la hoguera y la calurosa recepción que recibieron de parte de los Malteses!

Pablo, como usualmente hacía, rápidamente se dispuso a ayudar reuniendo leña para recalentar más el fuego. Malta es una palabra Canaanita que significa “refugio”, dado por los marineros fenicios, y todos aquellos que habían naufragado probaron ser cierto este nombre otorgado.

Así que el apóstol depositó la leña en el fuego, una víbora saltó del calor y se colgó mordiendo la mano de Pablo. Pero Pablo sencillamente sacudió la culebra en la hoguera y no sufrió sus venenosos efectos.

 Al principio los Malteses pensaron que Pablo sería un criminal a quien la Justicia Divina había así castigado, pero cuando vieron que no estaba herido mudaron sus ideas y comenzaron a murmurar que debía tratarse de un dios.

Lucas ahora registra otro caso de sanidad milagroso. El oficial principal o alcalde de la isla llamado Publio, vivía en las proximidades. Su padre estaba seriamente enfermo con fiebre disentería. Pablo fue a verle, y después de orar le sanó. Cuando esta sanidad se produjo se corrió la voz por toda la isla, y entonces trajeron a la presencia del apóstol y de sus amigos a todos cuantos en la isla padecían enfermedades y todos fueron sanados, cualquiera que fuera su enfermedad. Las sanidades milagrosas eran uno de los dones relativos al reino terrenal que ocurrieron a través del periodo de los Evangelios hasta el final de los Hechos.

A seguir, luego después del periodo de los Hechos, nos quedaremos sorprendidos al ver que Pablo ya no puede sanar a nadie. Los valerosos compañeros y colaboradores Epafrodito y Trófimo vinieron a estar gravemente enfermos, y sin embargo Pablo nada pudo hacer para sanarlos, cuando, anteriormente, hasta mismo un trozo de sus pañales podía a sanar a distancia. Tan solo hay una respuesta satisfactoria para eso: Después del final de los Hechos aparece una nueva dispensación con nuevas condiciones. Este punto iremos a tratarlo después.

Durante los tres meses que permaneció en Malta, Pablo y sus amigos fueron evidentemente tratados con muchos honores, y un barco de Alejandría fue lleno con cada una de sus necesidades para el viaje restante.

El naufragio tuvo lugar en Noviembre. Tres meses después, a la mitad de Febrero, habría sido considerado algo temprano para navegar, pero parece que tuvieron una primavera anticipada y hallaron un barco que navegaba desde Alejandría hacia Italia que había permanecido atracado para pasar el invierno en la isla. Este barco tenía por figura de proa El Dioscuri,  significando los dos hijos de Zeus, Castor y Pólux, y esos serían las deidades patronales de los marineros (vers.11).

 Navegando hacia el norte llegaron a Siracusa, la importante ciudad de Sicilia, localizada en la cara sureste de la isla. Allí aguardaron por vientos favorables y eso sucedió al día siguiente, pues se levantó un viento sur y pudieron alcanzar el puerto de Puteoli en la bahía de Nápoles, donde regularmente tenía lugar el desembarque de los cereales que provenían de Alejandría.

Pablo y sus amigos tuvieron permiso para visitar allí a sus colegas cristianos y por fin, a seguir, llegaron a su destino – Roma. Los hermanos Cristianos descendieron la Vía Apia para recibir a Pablo, a Lucas y Aristarco, y los acompañaron hasta la ciudad. El Foro de Apia distaba a unos 65 quilómetros de Roma, y las Tres Tabernas como a unos 15. Ambos locales servían de posada donde los viajeros podían descansar. Encontrar a los hermanos debió alegrar mucho a Pablo, y, cuando llegaron a Roma, a Pablo se le permitió vivir por su cuenta con un soldado por custodia.    

17 Tres días después mandó reunir a los líderes de los Judíos. Cuando se hubieron juntado, Pablo les dijo: ¡Hermanos míos, aunque yo no había hecho nada en contra de nuestro pueblo ni contra las costumbres de nuestros antepasados, fui arrestado y entregue a los Romanos. 18 Y cuando estos me examinaron quisieron soltarme, pues yo no era culpable de ningún crimen que mereciese la muerte. 19 Pero como los Judíos siguieron porfiando, me vi obligado a apelar al Cesar – no porque tenga cargo alguno pendiente que yo traiga contra mi propio pueblo. 20 Así que por esta razón pedí para veros y hablar con vosotros. Yo estoy preso por estas cadenas debido a la esperanza de Israel.

21 Entonces contestaron: ¡Nosotros no hemos recibido carta alguna de Judea sobre tu caso, y ninguno de los hermanos que han venido desde allí nos ha contado o dicho de ti nada malo. 22 Pero queríamos oír cuáles sean tus puntos de vista, porque lo que sí sabemos es que por todas partes se está hablando en contra de esta secta.

23 Y al combinar con él un día para reunirse, se acercaron en gran número al local donde se hallaba morando. Y desde que el sol nacía hasta que se ponía les abría las Escrituras y les testificaba el Reino de Dios, persuadiéndoles concerniente a Jesús, tanto por la ley de Moisés como de los profetas. 24 Y algunos creyeron las cosas que fueron dichas, y otros no. 25 Y no habiendo acuerdo entre ellos, se largaron después que Pablo les hubo pronunciado una Palabra: ¡Bien habló el Espíritu Santo por  el profeta Isaías a nuestros padres, diciendo:

CON VUESTROS OÍDOS OIRÉIS, Y NO ENTENDERÉIS; Y VIENDO VERÉIS, Y NO PERCIBIRÉIS:

PORQUE EL CORAZÓN DE ESTE PUEBLO SE HA ENGROSADO, Y SUS OÍDOS SON DUROS DE OIR, Y SUS OJOS TIENEN CEGADOS, PARA QUE NO PUEDAN VER CON SUS OJOS, Y ESCUCHAR CON SUS OÍDOS, Y ENTIENDAN COS SUS CORAZONES, Y SEAN CONVERTIDOS, Y YO LOS SANE.

28 POR TANTO QUIERO QUE SEPÁIS QUE LA SALVACIÓN DE DIOS HA SIDO AHORA ENVIADA A LOS GENTILES, Y ELLOS OIRÁN.

29 Y cuando Pablo hubo dicho estas palabras, los Judíos salieron.

30 Y Pablo permaneció por espacio de dos enteros años en su propia casa alquilada, y recibía a todo aquel que se le acercase, 31predicando el Reino de Dios, y enseñando aquellos asuntos que conciernen al Señor Jesucristo con total confianza, sin que hombre alguno se lo prohibiese. (Hechos 28:17-31).

Pablo aquí no se dirigió a la sinagoga como era su costumbre, sino que fue custodiado por un soldado romano. Así que invitó a los Judíos a venir a su casa. Quiso tener una oportunidad más para dar a conocer la gran paciencia de Dios para con la nación de Israel y las maravillas del Reino de Dios, así como el mensaje del Evangelio. Estaba seguro de que los malos rumores habían llegado a Roma sobre lo sucedido y estaba empeñado en que estos líderes Judíos supiesen toda la verdad. Esto explica sus palabras de apertura que les dirige (vers.17-19). Pero este su gran deseo y propósito no para por aquí, sino que en el vers.20 les dice:

Por esta razón he pedido veros y hablar con vosotros: Por causa de la Esperanza de Israel estoy atado con estas cadenas.

¿Qué significado tiene la esperanza de Israel? Podremos deducirlo sin temor a equivocarnos observando cuidadosamente el contexto. El apóstol ya antes había referido esta misma esperanza al Rey Agripa: le dijo: Es debido a mi esperanza en lo que Dios ha prometido a nuestros padres que hoy estoy siendo juzgado: Esta es la promesa que nuestras doce tribus están aguardando para ver cumplida y para la cual sirvo con todas mis fuerzas de día y de noche. El lector observará que Pablo dice las doce tribus tal como Santiago (Jacobo) lo hizo en su epístola. La invención de las diez tribus perdidas es totalmente desconocida para las Escrituras.

La esperanza mencionada por Pablo, y a la cual él denomina la esperanza de Israel en Hechos 28:20, se refiere a la que Dios le había prometido a los padres (Abraham, Isaac y Jacob) y eso era algo que aún no se había cumplido para Israel. Esto demuestra que Israel no había sido desgajada (o cortada) al tiempo de la cruz, pues las doce tribus todavía estaba aguardándola. Cuando combinaron otro día para reunirse (vers.23), Lucas nos dice que Pablo se pasó el día entero con el tema del reino de Dios tal como se daba a conocer en Moisés y los Profetas, así como además a la relación de Cristo hacia la promesa que en Él contiene. El reino de Dios es un extenso título para el final gobierno de Dios sobre toda Su creación y tiene que incluir los cielos así como la tierra, por eso aparece en la última de las epístolas escritas en prisión tal como en el periodo cubierto por el ministerio terrenal del Señor hacia Israel y su continuación en los Hechos. Cuando los propósitos de Dios vengan por fin a cumplirse y alcanzar una triunfante conclusión, el gobierno de Dios a través de Cristo no puede excluir ninguna parte del nuevo universo de un nuevo cielo y tierra, o de otra manera ese tal gobierno no sería completo.

Esto no significa que las regiones terrenales y las celestiales estén mezcladas y que no puedan ser bien distinguidas en la Escritura. La confusión la hacemos nosotros cuando no observamos cuidadosamente las palabras y frases que Dios en ellas emplea.

 En el contexto que estamos tratando, Pablo asocia el reino de Dios y la esperanza de Israel con las promesas que Dios había hecho a los padres de Israel, Abraham, Isaac y Jacob, así como además a David.

Hay un cierto número de promesas divinas dadas a conocer en la Escritura, y las tres primeras pueden verse en Génesis. Las promesas pueden ser de dos tipos: condicionales e incondicionales, pero las promesas que son fundamentales para los grandes propósitos de reino de Dios son todas INCONDICIONALES, y por tanto tienen una base segura, firme, e inamovible.

 Dios hizo tres pactos incondicionales con Abraham, Isaac y Jacob respectivamente, que envolvían la simiente, sus descendientes, y el territorio. Dios le dijo a Abraham: Todas las personas en la tierra serán benditas a través de ti.

En aquel día el Señor hizo un pacto con Abraham y dijo: ¡A tus descendientes doy este territorio, desde el rio de Egipto (el Nilo) hasta el gran rio, el Éufrates…”  

Observe, además, que posteriormente, vuelve a confirmar esta profecía.

Y la profecía vuelve a repetirse a Isaac:

3 Permanece en esta tierra, y Yo estaré contigo y te bendeciré. Porque a ti y a tú descendencia ofreceré este territorio y confirmaré el pacto que juré a tu padre Abraham. 4 Haré que tu descendencia sea tan numerosa como las estrellas en el cielo y les daré todos estos territorios, y a través de tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra.

Y nuevamente se repite, de esta vez a Jacob:

10 Jacob dejó Beersheva y salió para Harán…él…se tumbó para dormir. 12 Y tuvo un sueño en el cual vio él una escalera apoyada en la tierra, cuya cima alcanzaba al cielo…13 Allí encima estaba el Señor, y le dijo: ¡Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. A ti te daré y a tú descendencia el territorio en el cual estás ahora. 14 Tus descendientes vendrán a ser como el polvo de la tierra, y te extenderás hacia el oeste y hacia el este, al norte y al sur. Todos los pueblos sobre la tierra serán benditos a través de ti y de tu descendencia.

Dios hizo esta promesa de manera todavía más enfática haciendo sobre ella un juramento, lo que demuestra en cuanta importancia y consideración tiene Dios a estas promesas incondicionales o pactos. Son hechas concernientes a los descendientes de Abrahán, su simiente, que tal como establece, proviene de Isaac y dice respecto a la nación de Israel. Así que tienen que incluir a Cristo, pues como se nos dice, Él es el Hijo de David, el Hijo de Abraham y todas las promesas de Dios se centran en Él.

El territorio con sus fronteras geográficas se describe en Génesis 15, y es una gran porción del Medio Oriente que Israel todavía no ha llegado a poseer plenamente. En los más triunfantes del reinado de Salomón, una gran parte estuvo debajo de su gobierno, pero no la totalidad, y en cualquier caso, Israel se limitaba a Palestina, así que esto no puede tomarse como un cumplimiento de esta promesa respectiva al territorio.

 Aquí, por tanto, tenemos una doble maravillosa e incondicional promesa hecha por Dios concerniente a Israel, la cual envuelve tanto a ellos como a su territorio, por tanto debe hacer parte de la esperanza de Israel. Nadie puede reducirla tan solamente a la bendición Gentil a través de Israel y, de hecho, en cada uno de estos pactos a Abraham, Isaac y Jacob, Dios declara que a través de su simiente todos los pueblos sobre la tierra irían a ser benditos. Esto ciertamente visa al futuro, al establecimiento del reino terrenal de Dios que finalmente venga a ser mundial, cuando el conocimiento de la gloria de Dios cubra toda la tierra y Cristo venga a ser el Rey sobre toda la tierra y su gobierno universal.

Este es el reino prometido por todos los profetas; y los escritores del Antiguo Testamento dan su maravillosa descripción de este bendito y feliz periodo. Este periodo no podemos ahora verlo en sus detalles. Es un tema demasiado amplio en sí mismo y hasta ahora no ha sido tratado en toda su plenitud. Estaba cercano y a la mano cuando el Mesías y Rey estaba aquí en la carne, aguardando que Israel le recibiera como tal. Él propio declaró que este reino todavía era futuro, pues la oración del Señor declara que el reino vendrá o venga, y si ya hubiera estado presente, esa parte de la oración no habría sido necesaria. Bien podría haber llegado en aquella altura, si Israel no hubiese repudiado y asesinado a su Salvador y Rey, y una vez más en los Hechos les fue ofrecido y volvieron a repudiarle. Ahora está en suspense, aguardando la Segunda Venida Suya, en poder y gran gloria como lo prometió Quien es Rey de reyes y Señor de señores. Entonces tomará en Sus manos los reinos de gobierno e introducirá un gobierno de justicia sobre toda la tierra. Este será además el tiempo de la salvación nacional de Israel, cuando finalmente puedan ocupar su lugar como los más grandes misioneros, y este acontecimiento se halla enteramente basado sobre el Nuevo Pacto de gracia como iremos a ver  más adelante.

La esperanza de Israel no puede entenderse separada del Antiguo Testamento. Intentar limitarla a la predicación del evangelio de gracia en el Nuevo Testamento, como algunos lo hacen, es ocultar y negar la mayor parte de sus puntos esenciales. La salvación, por supuesto, es la base del Reino de Dios, pero su esperanza incluye que las promesas a los padres sean tenidas en consideración. Otros en cambio ven la preminencia de Israel en el Antiguo Testamento y están en lo cierto, pero al mismo tiempo debemos ser conscientes que era CONDICIONAL. Dios introdujo una “condición”…Si os volvéis a Mí, e Israel fracasó a la hora de guardar la condición de Dios. Por eso se asume que no hay futuro para Israel en los propósitos del reino de Dios. Pero eso no es cierto, aunque el Nuevo Pacto de Dios de gracia que les concierne haya ahora sido dejado en suspense. Debemos estudiar bien este asunto, porque ahora Israel ya no es primero.             

31 ¡El tiempo viene! Dice el Señor, ¡Cuando Yo haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32 No será como el pacto que hice con sus padres cuando los tomé de la mano y los saqué fuera de Egipto, porque ellos quebraron Mi pacto, aunque Yo era un marido para ellos! Dice el Señor. 33 Este es el pacto que Yo haré con la casa de Israel después de ese tiempo, dice el Señor: Pondré Mi ley en su mente y la escribiré en sus corazones. Y Yo seré Su Dios, y ellos serán Mi pueblo. 34 Nunca más el hombre enseñará a su prójimo, o un hombre a su hermano, diciendo: ¡Conoce al Señor!, porque todos Me conocerán, desde el menor de ellos hasta el más grande, dice el Señor: Porque Yo perdonaré sus perversiones y no me acordaré ya más de sus pecados.

35 Esto es lo que dice el Señor:

Aquel que manda al sol brillar por el día, Quien decreta que la luna y estrellas brillen por la noche, Quien encrespa el mar para que sus ondas rujan – El Señor Todopoderoso es Su nombre; 36 si estos decretos pudieran  quitase de Mi memoria, dice el Señor, entonces los descendientes de Israel cesarían de ser una nación delante de Mí.   

37 Esto es lo que dice el Señor:

Si los cielos encima pudieran ser pesados y las fundaciones de la tierra abajo pudieran investigarse, entonces Yo repudiaría a todos los descendientes de Israel a causa de todo lo que han hecho, dice el Señor.

Estos versículos han sido durante tanto tiempo interpretados como hablando de los creyentes Gentiles, que Israel se ha quedado del todo en el olvido. Pero es que estos versículos son dados a esta nación en primacía. El Dios de Israel es un Dios de gracia tal como estos maravillosos versículos muestran. No solamente olvida Dios los pecados de Israel, sino que además los perdona (vers.34). Y Dios lanza aquí un desafío: ¡Él nunca abandonará a Israel a menos que alguno pueda abolir la creación del sol, la luna y las estrellas; solo entonces dejaría Israel de estar en Mi memoria como nación eternamente (vers.35, 36). O si los cielos arriba puedan ser pesados y las fundaciones de la tierra descubiertas – solo si estas cosas pasaran repudiaría Dios a la nación de Israel por causa de lo que hayan hecho (vers.37)   Los términos no podrían haber sido más fuertes para probar que a pesar del fracaso de Israel no dejarán de ser o existir, sino que volverán a ser Su pueblo otra vez, pues es el Propio Dios Quien escriba Su ley y Su verdad en sus mentes y corazones. En otras palabras: vendrán a ser de nuevo empleados por Dios a pesar de todos sus pecados y fracasos.

Pablo declara lo mismo: Dios no ha abandonado a Su pueblo que primero conoció. Viene un tiempo para su salvación como una nación. Su ceguera y dureza de corazón son temporarias. Tan solo durarán hasta que haya entrado la totalidad de los Gentiles, y entonces todo Israel vendrá a ser salvo. (vers.26).  El apóstol por tanto se refiere a la Segunda Venida de Cristo, cuando esto venga a suceder, y el Señor dice: este es Mi pacto con ellos cuando Yo haya quitado sus pecados, una directa referencia al Nuevo Pacto. En ese tiempo, como la A.V. dice: Tu pueblo (Israel) también será todo él justo: heredarán el territorio para siempre.

La restauración de Israel es un amplio tema que ocupa una gran posición en el Antiguo Testamento. Todos los creyentes deberían estar al tanto de sus detalles. Tenemos el territorio…dado a Jacob… donde tus padres habitaron (el territorio que ya hemos estudiado), en el cual Israel habitará para siempre (vers.25); tenemos además el pacto eterno de paz hecho con ellos, y el santuario de Dios establecido entre ellos eternamente (vers.26-28).

Estas palabras muestran claramente que son profecías concernientes a Israel que todavía nunca se han llegado a cumplir en la historia pasada, pero vendrán a serlo en el futuro, porque Dios no puede quebrantar Su palabra. Tratan con la restauración final de Israel al tiempo de la Segunda Venida de Cristo.

Pero ya hemos observado que los Hechos de los Apóstoles comenzaron con la restauración. Después de 40 días de ser instruidos por el Señor Jesucristo concerniente al reino de Dios, los apóstoles le preguntaron algo referente a estas semanas de estudio cuando dijeron: Señor, ¿restaurarás el Reino a Israel en este tiempo? Y Su respuesta no es una corrección cuando dijo: no os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones que el Padre puso en Su sola potestad. No es una corrección como algunos piensan, sino que Él no podía revelarles el tiempo de la restauración, puesto que Él sabía que Israel podría caer completamente en incredulidad y desobedecer el mandamiento de Dios a arrepentirse y volverse para Dios, y si así fuera el Reino vendría a ser pospuesto para más más tarde. Ya habían repudiado el reino que había sido proclamado por su Mesías y Rey, y de haber revelado el posterior repudio hecho por Israel en los Hechos, eso vendría a servir para ellos como una excusa para haberlo hecho, diciendo que, al fin y al cabo, ¡ya estaba escrito así!

Debemos recordarle al lector que “restaurar” no es traer algo de nuevo, sino traer de vuelta algo que ya había en existencia anteriormente. Este era el Reino que había sido Tema Principal de la revelación a través de los profetas del Antiguo Testamento, y Pedro asegura a sus oidores Judíos que: Dios restauraría todas las cosas como lo había prometido mucho tiempo atrás por Sus santos profetas. Esa restauración del Reino pudo haber venido a suceder entonces si Israel hubiera recibido a su Mesías cuando vino en la carne; y a seguir, durante los Hechos, volvieron a tener una segunda oportunidad para hacerlo así, y, si lo hubieran hecho, Cristo habría retornado a ellos y el Reino habría venido a establecerse entonces y en aquel lugar. El Señor había orado, diciendo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen, y Dios le responde esta petición imputando juicios sobre Israel a través de todo el periodo de los Hechos. 

Pero en el primer discurso de Pablo en Antioquía les avisa a los Judíos:

Tened cuidado para que lo que han dicho los profetas no os suceda a vosotros: ¡Mirad bien, vosotros burladores, maravillaos y pereced, porque Yo voy a hacer algo en vuestros días que sería increíble, si es que alguno os la contara. Pero Israel no hizo caso del aviso. Constantemente se opusieron a todo lo que Pablo les estaba testificando – el evangelio de la gracia y las maravillas del Reino de Dios – hasta que la paciencia de Dios tocó a Su fin y cayeron sobre ellos los juicios en el año 70 después de Cristo.

Los líderes Judíos en Roma combinaron un encuentro con Pablo en un cierto día, y el apóstol se pasó el día entero exponiendo el Reino desde Moisés y los Profetas, demostrando cómo el Mesías y Rey ocupaba la parte central en este gobierno de Dios. Pero respondieron de la misma manera. Algunos se quedaron convencidos, pero otros se recusaron a creer, tal como lo habían hecho en todas las veces anteriores. Entonces Pablo se vio obligado a pronunciar las terribles palabras que componen Su sentencia, y las cuales el lector debe estudiar detalladamente. Describen el Israel de los días actuales. Su ceguera y sordera se fue extendiendo con tanta dureza en sus mentes y corazones que ni tan siquiera las promesas en gracia de Dios les hicieron impresión. Esto fue un absoluto repudio del Nuevo Pacto. Y sus descendientes, al tiempo que Pablo  pronunció estas palabras, no vinieron a ser mejores; también ellos han resistido siempre al Espíritu Santo. Pablo les dijo (vers.28) que los Gentiles habían oído el evangelio y que continuarían haciéndolo. Pero no sus conciudadanos, pues lo habían repudiado, y para ellos no habría sino solo tinieblas de incredulidad. En esta condición los dejó Dios de parte, donde han estado permaneciendo durante cerca de dos milenios, pues aun mismo al día de hoy, sigue el Judío ortodoxo repudiando al Señor Jesucristo como Su Mesías.

La palabra traducida salieron es apoluo, que en buen sentido significasoltar libre” o “dejar libre”, pero que en un mal sentido también significa “divorciarse” una mujer (la cual es la primera de las cuatro ocurrencias del verbo en el Nuevo Testamento). Debemos recordar que la relación de Israel hacia el Señor había sido realizada en términos de un matrimonio, pero ellos probaron ser una infiel esposa, y ahora había llegado el momento de la separación. Este estado permanecerá hasta la Segunda Venida del Señor, cuando vean a Aquel que traspasaron y repudiaron viniendo en las nubes y por fin se arrepientan y vengan a ser restaurados y perdonados.

Los versículos que cierran los Hechos nos dicen que Pablo permaneció en su casa alquilada durante dos años y que gratamente recibía a todos los que venían a verlo. Aquí y ahora ya no tiene obstáculo alguno y era capaz de exponer abiertamente el reino de Dios, especialmente lo relacionado a su aspecto celestial tal como sus últimas cartas en prisión muestran. Efesios, Colosenses, Filipenses y Filemón fueron evidentemente escritas durante estos dos años con el soldado por custodia y prisionero, y en ellas el apóstol da la revelación que tenía de Cristo concerniente a la verdad que el Señor había mantenido en secreto, escondida en Sí Mismo – pero ahora revelada en toda su plenitud y maravilla.  Esta concernía al gobierno de Dios en el más alto de los cielos y la creación del nuevo hombre de Efesios 2:15, culminado en el santo Templo edificado por Dios como Casa eterna para Sí Propio. El más grande deseo de Pablo era dar a conocer todo lo relativo a los escogidos en Cristo desde antes de la fundación del mundo, es decir, antes de la creación, como hubo sido el deseo de Dios. Las epístolas que Pablo escribió durante el periodo de los Hechos, dadas por su orden cronológico, son: Gálatas, 1ª y 2ª Tesalonicenses, 1ª y 2ª Corintios y Romanos. Parece estar claro que Pablo fue libertado a seguir a sus dos años de detención, y entonces, probablemente en el año 64 después de nuestra era, fuese de nuevo preso y poco después su martirio. Antes que eso tuviera lugar, debió escribir 2ª Timoteo, su última carta, en la cual apremia a Timoteo que viniera a verlo en cuanto le fuese posible, pues sabía que le quedaba poco tiempo de vida. Con esto concuerda la tradición citada por Eusebio (Historia Eclesiástica II, s22) que después de su propia defensa el apóstol fue de nuevo enviado en su ministerio de predicar y vino por segunda vez a la ciudad (Roma), sufriendo el martirio a manos de Nerón. Durante este tiempo libre debió entonces escribir 1ª Timoteo y Tito y realizar un cierto número de viajes, pero a lo cierto no sabemos si consiguió su objetivo de alcanzar España como él menciona en su epístola a los Romanos.

Hay algunos escolares que creen que una o más de estas epístolas posteriores fueron escritas desde Éfeso o Cesárea, pero no pueden probarlo. Las tres Epístolas Pastorales muestran a un ministro viajando y predicando que no puede ubicarse en los Hechos. Algunos escolares hablan del súbito final de los Hechos, pero eso no es necesario si alguno tiene en cuenta la fuerte posibilidad de que Lucas escribiera los Hechos durante los dos años en que Pablo estaba prisionero. Por Filemón sabemos que Lucas estaba con Pablo durante este intervalo en Roma. Lucas pudo haber reunido el material para su narrativa durante los dos años de detención de Pablo en Cesárea y compuesto los Hechos durante los dos años en Roma.

Si esto es así, y además es lo más probable, entonces los Hechos de los Apóstoles acaban porque al tiempo ya no había nada más por registrar. No sigue haciendo el recuento de los acontecimientos posteriores  porque aún no había ido más allá de lo que hubo escrito.        




EL TIEMPO POSTERIOR

 

Antes de acabar el estudio de este maravilloso libro hay uno o dos detalles importantes a mencionar. Como ya hemos visto, la posición dada a Israel en el Antiguo Testamento con primacía entre las naciones se toma y representa algunas veces como si no fuera más que un crudo y nacional poder que capacitaría a Israel para dominar sobre todas las demás naciones, y cuando los apóstoles le preguntaron al Señor acerca de la restauración del Reino a Israel (en el capítulo uno), muchos juzgan que sería este tipo de poder que tendrían en mente. Pero el Antiguo Testamento desconoce un tal reino así, porque básicamente es un reino espiritual que tiene como objetivo; si bien que, cuando sea establecido en el futuro, también es cierto que vendrá a ejercitar un efecto práctico sobre el mundo entero.

 En Moisés se le dijo a Israel:

Esto es…lo que dirás al pueblo de Israel: Tú has visto con tus propios ojos lo que hice a Egipto, y cómo os llevé en las alas del águila y os atraje hacia Mí. Ahora, si Me obedecéis plenamente y guardáis Mi pacto, entonces de entre todas las naciones seréis Mi especial tesoro por posesión. Aunque bien es cierto que toda la tierra sea Mía, vosotros seréis para Mí un Reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que les dirás a los Israelitas.

 Este espiritual sacerdocio era el sentido en el cual Israel debía mantener la primacía como nación en la tierra. Nunca había habido un tal reino sacerdotal sobre la tierra; y en completo control y gobierno sobre ellos, en la plenitud del tiempo, estaría el Rey Sacerdote, el Señor Jesucristo, que sería rey sobre Su trono. Esta primacía de Cristo con ellos era algo esencial si es que alguna vez viniera a ser establecido un reino de Dios sobre la tierra. Siendo así Sacerdote, podría muy bien tratar con el pecado. Y en cuanto a ser sin pecado y todopoderoso Rey, bien podría gobernar con justicia y así la justicia de Dios podría expandirse y ser mantenida en el mundo entero.

Es bien probable que algunos de los líderes Judíos, hartos de estar bajo el dominio de un poder Gentil, Roma, no tuviesen en mente sino un mero concepto terrenal del reino del Mesías, pero ese no es el Reino de las Escrituras y no debería deducirse que eso mismo fuera lo que los apóstoles visaban cuando cuestionaron al Señor acerca del tiempo de la restauración de este Reino a Israel.

Una vez que nos damos cuenta del lugar de Israel en el libro de los Hechos y la  ofrenda siendo repetida de este reino para ellos, a ser seguida por el retorno de Cristo, nos libertamos del gran problema que resulta para nuestro entendimiento el pensar en la promesa de este retorno tan próximo de Cristo en la altura,  que no llegó a suceder. Como ya hemos demostrado, viendo el Revelado Propósito de Dios, todas las tempranas epístolas de Pablo, y también las de Pedro, Santiago y Juan, dejan ver claramente que la esperanza de los creyentes era el inminente retorno del Salvador. ¡Es cierto que 2000 años después todavía no se ha producido ese retorno! Pero es que deberíamos tener en cuenta que, la maravillosa promesa del retorno del Señor dada a través de labios de Padre, era condicional, y que tan solo se haría realidad al tiempo si Israel hubiese obedecido el divino mandamiento a arrepentirse y volverse a Dios.

Tal como nuestro estudio en los Hechos demuestra, Israel no se arrepintió y resistió al Espíritu Santo, y por eso en Hechos 28 fueron dejados de lado en incredulidad, y el reino terrenal fue de nuevo pospuesto. Así que no es una cuestión de que los apóstoles o Cristo hubiesen cometido un error haciendo estos cálculos estando a la mano.

Nos encontramos las terribles palabras que utilizó el Señor Jesús en un crítico momento de Su ministerio terrenal a Israel, en las cuales el Señor comienza denunciando las ciudades en donde las mayores y más grandes obras y milagros habían sido realizadas. Estos milagros, como ya hemos visto, habían sido predichos en el Antiguo Testamento concernientes al Mesías cuando viniera a la tierra. Al principio de los Hechos Pedro declaró: Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios entre vosotros por milagros, maravillas y señales, las cuales Dios hizo entre vosotros a través de Él, y esto es lo mismo que se señala diciendo …esta salvación, que fue primeramente anunciada por el Señor, nos fue confirmada por todos los que le oyeron. Testificando también Dios por señales, maravillas y varios milagros. Los milagros realizados por el Señor Jesús no sucedieron con el fin de dejar espantadas a las personas cuando le veían realizarlas, sino que servían de confirmación de Dios hacia Su ministerio para Israel. Fueron una confirmación para los que creyeron, y un divino testimonio contra aquellos que no creyeron.

Cuando nos damos cuenta de esto, podemos entonces comprender mejor la denuncia del Señor de las ciudades donde la mayoría de estas señales se produjeron, y el terrible juicio de Dios que caería sobre ellas. En Mateos capítulo 12 Cristo se presenta como siendo más grande que el Templo (el Sacerdote); más grande que Jonás (el Profeta); más grande que Salomón (el Rey); y vino a ser repudiado por los líderes de Israel en estas tres categorías. El Señor, en el siguiente capítulo de Mateo, se refiere a esto mismo citando las solemnes palabras que aplicó sobre estos líderes y al pueblo que le seguía. Ellos cerraron deliberadamente sus ojos y taparon sus oídos a través de sus mentes incrédulas y por el repudio de la verdad.

Cuando la fe de Juan el Bautista estaba siendo zarandeada y dudaba si Cristo fuese el Mesías verdadero que vendría después de él, el Señor se refirió a sus enviados estos evidentes milagros para reafirmarle y fortalecerle:

Cuando Juan oyó en prisión lo que Cristo estaba haciendo, envió a sus discípulos para preguntarle: ¿Eres tú el Cristo que debía de venir o esperaremos por otro? Y Jesús respondió: Volveos y decidle a Juan lo que oís y veis: Los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos son curados, los sordos oyen, los muertos son levantados, y las buenas nuevas se predican a los pobres. Bendito el varón que en Mí no tenga tropiezo.

Debemos recordar que estos Judíos, viviendo en el territorio de Palestina, eran tan solo una parte de la nación de Israel. Muchos millares vivían en el extranjero y eran conocidos técnicamente como la Dispersión. Para ser perfectamente equitativos debían tener la misma oportunidad de escuchar el reino prometido de salvación y restauración que los Judíos palestinos habían tenido. Por eso el ministerio de Pedro y de Pablo durante los Hechos pone a Israel en primacía, siendo que su esfera se ensanchase por todo el Imperio Romano, donde la Dispersión se hallaba.

Cuando Pablo escribió su última epístola en el periodo de los Hechos hizo la siguiente pregunta: …antes bien… ¿No han (Israel) oído? Y la respuesta con verdad fue: Si han oído, sin embargo eso no podría haberse dicho con verdad al final del ministerio terrenal del Señor, pues él trató simplemente con los Israelitas que vivían en Palestina. Ahora todo Israel había tenido la oportunidad de arrepentirse y volverse para Dios, pero el veredicto del Espíritu Santo en Hechos 28 fue que la nación en su totalidad se había inundado en las tinieblas de incredulidad y el repudio, y en ese estado se volvieron inútiles para los propósitos del Señor. Ahora bien, en ninguna parte del Antiguo Testamento fue revelado lo que sucedería posteriormente si es que Israel fracasase por esta vía. Ni tampoco podría haberlo revelado el Antiguo Testamento, porque eso concernía a un Secreto guardado en Dios. Pero Dios no se quedó sorprendido cuanto esto sucedió, y, cuando ocurrió, entonces Él dio a conocer el gran Secreto (Misterio) en las posteriores epístolas de Pablo (Efesios y Colosenses) desde su prisión en Roma y después de los Hechos. Aquí aparece la creación de una nueva compañía de redimidos – un nuevo hombre, con una nueva esfera o ámbito de bendición donde Cristo está sentado a la diestra del Padre. Y es allí donde esta compañía es bendita, pues son vistos sentados con su Cabeza, el Señor Jesús, en la más alta gloria. No es de admirar que tengan que procurar las cosas de arriba donde Cristo se halla ahora entronado, y no las cosas de la tierra, pues esta tierra no vendrá a ser su eterna morada.

Los cielos de la Escritura son mucho más maravillosos de lo que generalmente se reconoce por los creyentes. La gran mayoría parece pensar que el cielo es simplemente un extenso lugar en el cual los redimidos son puestos. Sin embargo ¿qué es lo que Pablo querría decir cuando se refirió a que fue transportado al tercer cielo?

 Esto no puede ser explicado diciendo que estas palabras sean de concepción Judías. Y ¿a qué se referirá cuando se nos dice que Cristo ascendió por encima de todos los cielos? ¿Cuántos cielos hay entonces?

Cuando el Señor Jesús se refirió a estos cielos, dijo figurativamente: en la casa de Mi Padre hay muchas moradas…voy a preparar lugar para vosotros. Muchas moradas es algo muy diferente de “una gran morada”, que es como la mayor parte de los creyentes ve al cielo. La palabra es, por supuesto, utilizada algunas veces en el singular, pero cuando es así evidentemente hace la vez de un título explicativo.

Debido a que nuestras mentes tienen un poder de comprensión muy limitado, todos tenemos una tendencia para rebajar los más grandes maravillosos y todopoderosos propósitos de Dios. La tradición y las costumbres son fuerzas muy poderosas que pueden mantenernos en esclavitud e ignorancia. Debemos tener el deseo de no ir más allá de lo que la Palabra de Dios nos revela, porque si lo hacemos, entonces nos encontraremos en el medio de nuestra propia imaginación y limitada comprensión. Por otra parte, seríamos muy poco sabios si no fuéramos haciendo todo el camino que las Santas Escrituras nos van revelando. Y ya ha revelado al menos tres esferas de bendición para los redimidos en el futuro:

(1)  El Señor Jesús estableció: benditos son los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Está citando del Salmo 37, donde esta frase aparece cuatro veces (vers.11, 22, 29, 34), y “territorio” y “tierra” son traducciones de la misma palabra Hebrea).

(2)  La ciudad celestial, la Nueva Jerusalén que Juan describe de manera tan viva en  Apocalipsis 21, que es celestial en carácter, pero su final destino no permanece en el cielo, sino que por fin lo deja y desciende a la nueva tierra. Entre otras cosas se nos dice que los reyes de la tierra depositan su honor y gloria en ella (24 A.V.). Esta es la gloriosa ciudad que Abraham y los vencedores de Hebreos 11 procuraban delante por la fe, y a la que iglesia del periodo de los Hechos miraba como nuestra madre. Figurativamente se asemeja a una novia; es también denominada por Pablo un remanente escogido a la elección de la gracia (A.V.), porque aún mismo en los peores tiempos de la apostasía, Dios nunca se dejó a Sí Mismo sin testimonio. Esta compañía consistía de los fieles Judíos que respondieron activa y positivamente a las buenas nuevas en los cuatro Evangelios y en los Hechos, junto con los creyentes Gentiles, los cuales son injertados a Israel para compartir con ellos su pacto bendito, tal como un olivo silvestre se injerta en un olivo natural o verdadero. El verdadero olivo era la nación de Israel.

(3)  El llamamiento y esperanza del creado nuevo hombre, es, tan cercano y próximo a Cristo, que es visto y denominado como Su Cuerpo,                

El llamamiento y esperanza del recién creado hombre nuevo es tan cercano a Cristo que es denominado como Su Cuerpo, Siendo que Él propio sea la Cabeza. Sus miembros son vistos en el más alto de los cielos, sentados junto donde Cristo se halla ahora exaltado, y por eso se les avisa a poner sus pensamientos constantemente donde Cristo está ahora entronado, y no en las cosas terrenales.

Ahora bien, si estas tres esferas de bendición significan la misma cosa, entonces las palabras son inútiles para el propósito de la revelación y lo mejor que podremos hacer será “cerrar el Libro”.

 Debemos además recordar las Palabras de Pablo cuando nos dice que ahora solo conocemos en parte, Ahora, vemos como si fuese un pobre reflejo por espejo, pero posteriormente, en la gloriosa resurrección, veremos todo cara a cara.  Nuestro conocimiento actual ahora y en el mejor de los casos es solo parcial, pero entonces, por fin conoceremos plenamente. Al momento presente, ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha concebido lo que Dios ha preparado para aquellos que le aman; pero parte de eso ha revelado ya Dios, y es un prenuncio de toda la gloria venidera del Cristo ascendido, y con Él, de todo Su Cuerpo. Y aquí recordamos parte del himno de F.W. Faber: Almas de hombres: ¿Por qué estáis dispersos como una multitud de ovejas atemorizadas? Y los versos siguientes:

 

Hay una amplitud en la misericordia de Dios

 como la amplitud extensa del mar

Hay una plena bondad en Su Justicia

 que es más grande que la libertad-

 

Pues el amor de Dios es más extenso

 que las medidas del corazón humano

Y el corazón del Eterno es

 de especie más maravillosa aún

 

Hay rebosante redención

 en la sangre que ha sido derramada

Hay gran regocijo para todos los miembros

 en los pesares de la Cabeza.

 

Si nuestro amor fuera más sencillo

 le tomaríamos en Su Palabra

Y nuestras vidas repletas estarían con gratitud,

 desde la presencia del Señor.

 

No puede haber duda alguna de que las epístolas en prisión de Pablo a seguir al periodo de los Hechos contienen una sobreexcedente cantidad de riquezas aguardando ser exploradas por la fe. Si en verdad somos creyentes ¿a qué esperamos para poseer nuestra posesión? Nada importa lo que otras personas puedan pensar o decir de nosotros. Es el veredicto de Cristo lo único que cuenta y debemos considerar, y si le somos agradables a Él, eso es lo único que de verdad importa. 

 

Y ahora concluimos dando las ocho ocurrencias donde la palabra riquezas aparece en las Epístolas en prisión de Pablo.

En Él (Cristo) tenemos redención por Su sangre, el perdón de nuestros traspasos, de acuerdo a las riquezas de Su gracia que hizo sobreabundar sobre nosotros.

…Para que sepáis…cuáles son las riquezas de Su gloriosa herencia en los santos.

…Para que en las edades venideras pueda mostrar las inconmensurables riquezas de Su gracia en Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

A mí (Pablo), que soy el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de predicar a los Gentiles las insondables riquezas de Cristo.

…Para que de acuerdo a las riquezas de Su gloria pueda Él fortaleceros con poder a través de Su Espíritu en el hombre interior.

Y mi Dios suplirá todas vuestras necesidades de acuerdo a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

A los que Dios escogió para darles a conocer cuán grandes entre los Gentiles sean las riquezas de la gloria de este misterio (secreto)…

…obtener todas las riquezas del seguro entendimiento y el conocimiento del misterio (secreto) de Cristo, en Quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.

Pidamos, por tanto, al Espíritu Santo, el gran Revelador de la Verdad, que nos abra los ojos de nuestro entendimiento para que podamos llegar a conocer este más alto llamamiento de Dios en Cristo Jesús, y así hallar la gracia y el fortalecimiento que podamos (también de gracia) pasar a otros que Dios nos acerque.

Pablo consideraba toda esta maravillosa revelación como la sagrada verdad de Dios que le había sido encomendada. Fielmente la enseñó a quien debía secundarle, a Timoteo, y le avisó a que guardara el buen depósito que le había sido encomendado, y por su vez él tendría que confiar a hombres apropiados todo lo que había escuchado en la enseñanza de Pablo; y así estos hombres fieles debían estar capacitados para enseñar también a otros, para que esta preciosa verdad pudiera ser transmitida y preservada y que otros la recibieran y pusieran en práctica. A través del poder y propósito de Cristo, esta gloriosa enseñanza ha llegado hasta nosotros, y ahora nosotros somos con ella afirmados. ¿Hemos puesto en práctica esta enseñanza?

¡Tenemos en el futuro que enfrentar el veredicto proveniente del trono de juicio del Señor! Y deberíamos constantemente mantener este escenario en mente.

Hemos llegado al final de la maravillosa narrativa de Lucas. Ciertamente Sir William Ramsey no estaba muy equivocado cuando describió a Lucas como siendo el más grande de todos los historiadores.

Este fiel ministerio suyo es un claro ejemplo de lo que la vida y el servicio de un creyente en Cristo debería ser. Alabamos a Dios por haber levantado a un hombre así contribuyendo a las Escrituras de la verdad, preparándonos para recibir por fe la revelación del gran Secreto de Dios, escondido en Sí Mismo, y por tanto completamente desconocido hasta el tiempo en el cual Él Propio escogió revelarlo. Esta revelación no fue dada hasta que Israel viniera a fracasar  del todo al final de los Hechos. Israel había dominado la escena dese los días de los hijos de Jacob. Ahora, en el completo fracaso de Israel, son puestos de lado por el Señor y el ascendido Cristo hace conocida la gran revelación a Pablo en su prisión, encomendándole a enseñársela a los creyentes de su tiempo. Eso es lo que hizo escribiendo en la prisión las cartas de Efesios y Colosenses.

El tremendo Secreto concerniente al hogar eterno de Dios está ahora siendo edificado por Él Mismo en la más alta gloria. La figura de un Cuerpo en Efesios uno se muda para un Templo santo en el capítulo dos, y cada creyente en él es semejante a una piedra que está siendo perfectamente pulida y ubicada en su perfecta posición por el gran Arquitecto y Constructor, y cuando el último de ellos sea puesto en el justo lugar y el edificio quede completo, vendrá a ser UN HOGAR PARA DIOS (vers.22) en el cual habitará y llenará Él con el resplandor de Su gloria por toda la eternidad.

¿Podría algún ser humano disfrutar de un más alto honor que hacer parte en este más alto edificio?

¡Esto es lo que la Palabra de Dios afirma delante de los creyentes en Cristo para su fe y responsabilidad! 
 
 

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