LOS HECHOS DE LOS APOSTOLES PARTE 5
CAPÍTULO VEINTIUNO
Y después de habernos alejado de ellos nos hicimos al mar
en dirección a Cos, y al día siguiente seguimos hasta Rodas y de allí hasta
Pátara. 2 y
encontrando un barco que navegaría hasta Fenicia, nos subimos a bordo y
zarpamos. 3 Cuando avistamos Chipre
dimos la vuelta hacia la izquierda y navegamos a Siria, y arribamos en Tiro:
pues allí debía el barco descargar el bagaje. 4 Y hallando a los discípulos, permanecimos con ellos allí siete días,
los cuales le dijeron a Pablo por el Espíritu: ¡No subas a Jerusalén! 5 Y cuando acabaron esos días, nos levantamos
para seguir nuestro camino; y todos nos acompañaron con las esposas e hijos
hasta las afueras de la ciudad, y nos arrodillamos en la arena de la playa y
oramos. 6 Y después de habernos
abrazado el uno al otro, embarcamos; y ellos se volvieron para sus casas. (Hechos
21:1-6).
Leyendo el
previo discurso a los ancianos Efesios pudimos ver que Pablo tenía una cierta
urgencia en llegar a Jerusalén, pues llevaba consigo la colecta de las iglesias
Gentiles para entregársela a los líderes de Jerusalén y a ser distribuida entre
los santos necesitados, y esto estaba de acuerdo con la voluntad del Espíritu
Santo. Su viaje misionero estuvo siempre bajo la guía del Espíritu. Había sido
“apartado” por el Espíritu Santo, y había sido enviado por el Espíritu Santo, y
algunas veces la guía del Espíritu le había precavido de tomar ciertas vías.
Todo había sido decidido para él por Dios y él estaba listo para ir a donde el
Señor le indicase, tanto si tuviera que enfrentar dificultades como si no. Su
único objetivo era acabar la carrera y completar la obra que Dios le había
encomendado. Esto es igual que cuando el Señor dijo: Mi comida es hacer la voluntad de Aquel que me envió, y que acabe Su
obra, y al cierre de Su ministerio dijo también: He acabado la obra que Tú me diste hacer (A.V.)
Pablo
sabía que las tribulaciones y la prisión le aguardaban delante, porque el
Espíritu Santo ya se lo había estado avisando, pero él estaba listo para eso.
Aquí llegamos el último tramo del fiel viaje hasta Jerusalén. De Mileto tomaron
un barco y navegaron hasta Cos, una de las islas Dodecaneso, y al día siguiente
llegaron a Rodas. De allí se fueron a Pátara y encontraron un barco zarpando
para Siria y Palestina. Después arribaron en Tiro. Una vez que todo esto se
hizo navegando por mar en vez de a pie y por tierra, el viaje se acortó
considerablemente. En el camino avistaron Chipre, y cuando llegaron a Tiro
tuvieron que quedarse allí durante siete días hasta que el barco acabase de
descargar sus mercancías. Durante ese periodo visitaron a los creyentes
locales, pues había una iglesia en Tiro, y tuvieron un tiempo de feliz comunión
con los creyentes que había. Algunos que tenían espíritu de profecía anunciaron
los peligros que aguardaban a Pablo en Jerusalén, por eso intentaron
persuadirle a que mudara de planes y no subiera. El apóstol, sin embargo,
conocía bien cuál era la guía del Señor e interpretó las palabras del Espíritu
más bien como una predicción, y no una prohibición, tal como la que recibirá
posteriormente a través de Agabo (vers.10, 11).
Era natural que sus amigos intentasen por todos los medios que no
sufriera, sin embargo el apóstol, al igual que su Maestro, estaba listo y firme con sus ojos yendo a Jerusalén (A.V.). Al fin
de la semana todos los discípulos en Tiro, con sus esposas e hijos, acompañaron
a Pablo hasta la playa donde estaba el barco, allí se arrodillaron y oraron, y
habiéndose calurosamente abrazado despidiéndose el uno del otro, se metieron en
el barco que zarpó luego después para seguir su viaje.
7 Nosotros seguimos viaje desde Tiro y
arribamos en Tolemaida, donde calurosamente nos recibieron los hermanos y
permanecimos con ellos un día entero. 8 Saliendo al día siguiente, llegamos a Cesárea y estuvimos en la casa de
Felipe el evangelista, uno de los Siete. 9 Tenía él cuatro hijas solteras que profetizaban.
10 Después de haber permanecido allí algunos
días, un profeta llamado Agabo descendió de Judea. 11 Y acercándose a nosotros, tomó el cinto de Pablo, se ató a sí mismo de
manos y pies con él y dijo: ¡Así dice el Espíritu Santo!: ¡De esta manera
atarán los Judíos de Jerusalén al dueño de este cinto y le pondrán en manos de
Gentiles!
12 Cuando oímos decir esto, tanto nosotros
como el pueblo reunido le imploramos a Pablo que no subiera a Jerusalén. 13
Entonces Pablo respondió: ¿¡Por qué
estáis llorando y quebrantándome el corazón!? ¡Yo estoy listo no solo a ser encarcelado, sino además a morir en
Jerusalén por el Nombre del Señor Jesús! 14 Cuando vimos que no le podríamos persuadir, cesamos diciendo, ¡Sea
hecha la voluntad de Dios! (Hechos 21:7-14).
Llegaron a
Tolemaida, alrededor de 48 quilómetros al sur de Tiro, que se conoce hoy en día
por Accra. Solo estuvieron un día allí, en el cual contactaron algunos de los
hermanos y después fueron a Cesárea, que era la capital política de Judea bajo
jurisdicción de Roma, donde el procurador vivía. Era una ciudad importante y
tenía una magnifico puerto de abrigo. Esta es la tercera vez que vemos a Pablo
en Cesárea. Pablo y sus amigos estaban buscando a Felipe el evangelista. Felipe
fue uno de los siete oficiales indicados en los tempranos días de la iglesia de
Jerusalén para gestionar la ayuda del fondo común para los necesitados. Su obra
evangelista siguió a la muerte de Esteban, en Samaria y Palestina, teniendo su
casa en Cesárea. Es llamado Felipe el evangelista para distinguirlo de Felipe
el apóstol, uno de los Doce.
Pablo y
sus amigos debieron haber disfrutado un muy agradable y provechoso tiempo con
Felipe. Habían pasado unos veinte años desde los días de Esteban, y se debió
hablar largo y tendido acerca del testimonio del Señor habido durante ese
tiempo. Lucas nos dice que Felipe tenía cuatro hijas solteras a quienes se les
había dado el don Pentecostal de profecía, que relata a la proclamación de la
verdad, no necesariamente tratando con el futuro, aunque este pueda estar
incluido.
El profeta
Agabo proveniente de Judea se juntó con ellos. Poco antes había predicho el
hambre del 46 d. C., y ahora predice el arresto de Pablo y su puesta en la
cárcel, y lo hizo del mismo modo que lo habían hecho los Cristianos de Tiro,
pero eso no quiere decir que el apóstol no debiese continuar su viaje hasta
Jerusalén. Agabo adoptó la forma de actuar de algunos profetas del Antiguo
Testamento que reforzaban su profecía con una representación. Sedequías se hizo
de cuernos de hierro para ilustrar su profecía. Isaías se paseó desnudo y descalzo para representar que
los egipcios serían hechos cautivos por los asirios.
Del mismo
modo Agabo predijo el encarcelamiento de Pablo atándose a sí propio con el
cinto de Pablo (vers.11). Pero el apóstol, aunque le pesaba verlos llorando y
que se apenasen tanto por su causa, les dijo una vez más que debía seguir los
pasos de la obediencia hacia el Señor, cualquiera que fuese el precio. Y cuando
se dieron cuenta que su corazón estaba firmemente resuelto, cesaron, orando
para que la voluntad del Señor se llevase entonces a cabo (vers.12-14).
15 Después de esto, nos preparamos y subimos a
Jerusalén. 16 Algunos de los
discípulos de Cesárea nos acompañaron y nos llevaron a casa de Mnasón, donde
teníamos que permanecer. Este era un varón de Chipre y uno de los primeros
discípulos. (Hechos 21:15, 16).
La A.V.
por “nos preparamos” traduce retomamos
nuestro carruaje, lo cual es una expresión inglesa para seguimos a lo nuestro, y continuaron la
última etapa del viaje de 100 quilómetros más hasta Jerusalén. Allí se
hospedaron en la casa de un tal Mnasón, que era natural de Chipre, y que fue
uno de los primeros miembros de la iglesia de Jerusalén.
17 Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos
nos recibieron calurosamente. 18 Al
día siguiente Pablo y el resto de nosotros fuimos a ver a Jacobo (Santiago), y
todos los ancianos estuvieron presentes. 19 Y cuando Pablo lo hubo saludado, le declaró con particularidad las
cosas que Dios había ido haciendo entre los Gentiles por su ministerio.
20 Cuando oyeron estas cosas, alabaron a Dios.
Entonces le dijeron a Pablo: ¡Mira, hermano!: ¡Cuántos son los miles de Judíos
que hayan creído, y todos ellos son
celosos de la ley! 21 Han sido
informados que estás enseñando a todos los Judíos que viven entre los Gentiles
a que abandonen a Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni acaten
nuestras costumbres. 22 ¿Qué vamos a
hacer? Con toda seguridad sabrán que estáis aquí, 23 así que qué mira, esto es lo que vas a hacer: Hay cuatro hombres con
nosotros que han hecho un voto. 24 Toma
estos varones, júntate con ellos en sus ritos de purificación y paga sus
gastos, para que puedan rapar sus cabezas. Entonces vendrán a saber todos que
no es verdad lo que se dice de ti, sino que tú propio estás viviendo en
obediencia a la ley. 25 En cuanto a
los creyentes Gentiles, nosotros les hemos escrito nuestra decisión de que se
deben abstener de alimento sacrificado a los ídolos, de sangre, de carne de
animales ahogados y de inmoralidad sexual.
26 Al día siguiente Pablo tomó a los varones y
se purificó a si propio junto con ellos. Entonces se metió en el Templo para
señalar el cumplimiento de los días de la purificación, y la ofrenda que debía
entregarse por cada uno de ellos. (Hechos 21:17-26).
Al
principio fueron recibidos calurosamente por los creyentes de Jerusalén y un
cierto número de ellos habían sido amigos personales de Pablo. Al día siguiente
visitaron a Jacobo y todos los ancianos estuvieron presentes. No se nos dice
nada de Pedro ni de Juan, quienes deberían estar probablemente fuera en viajes
misioneros. Jacobo estaba obviamente al cargo del testimonio en Jerusalén.
Tanto a él como a lo demás, les dio Pablo un informe detallado de la
maravillosa obra que Dios había estado haciendo a través de su ministerio en
Éfeso, Filipos, Galacia y por todas partes. Por este motivo alabaron al Señor.
Pero Pablo tuvo serias dudas concernientes a su recepción en Jerusalén, las
cuales expresa cuando escribió su carta a los Romanos, pues les pide para oren
por él, para que pueda ser librado de los incrédulos en Judea y para que el
donativo monetario que traía pudiera ser acepte
de los santos (A.V.). Debió quedarse admirado viendo cuán pronto sus
temores se estaba comenzando a concretizar, cuando los creyentes de Jerusalén
le dijeron:
Ya ves, hermano, cuántos muchos miles de Judíos han
creído, y todos ellos son celosos de la ley. Han sido informados que tú enseñas
a todos los Judíos que viven entre los Gentiles a que abandonen a Moisés,
diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni vivan de acuerdo a nuestras
costumbres (21:20-21)
Esa declaración no era cierta.
Así que de
nuevo comenzaron los problemas, y como siempre, procedían de los de su propia
nación. Sin embargo, los creyentes tenían un plano en acción y querían que
Pablo lo llevase a cabo, pues pensaban que eso removería el prejuicio que
algunos se habían forjado contra el apóstol. Sucedió que había cuatro varones
jóvenes en número que se habían puesto debajo de un voto Nazarita. Habían
evidentemente cometido una profanación ceremonial y tuvieron que pasar por el
rito de purificación en el Templo, el cual envolvía el sacrificio de animales,
cereales y ofrendas libadas que concluían una semana. El apóstol fue avisado a
juntarse con ellos en todo y que pagase los gastos de sus ofrendas, y entonces
todos sabrían que no eran verdad los rumores que estaban circulando (vers.23,
24).
Al día
siguiente, Pablo llevó a pecho sus avisos y se purificó a sí mismo con los
demás. Estaba poniendo en práctica lo que había declarado: que a los Judíos me llego a hacer Judío, para
ganar a los Judíos. Y aquellos bajo la ley me hago como si estuviera bajo la
ley (aunque yo mismo no esté bajo la ley), para ver si pueda bajo la ley ganar
alguno. Lo que él no permitía ni toleraba era que la ley de Moisés fuese el
ancla de salvación ni para un Judío ni para un Gentil. El lector debe observar
leyendo el vers.18 que el tal “nosotros” en la narrativa es descontinuado en
ciertos puntos, pero eso no quiere decir que Lucas estuviese ausente de todos
los incidentes que suceden, sino simplemente que no participó en los mismos.
27 Cuando los siete días estuvieron a punto de
cumplirse, algunos Judíos de la provincia de Asia vieron a Pablo en el Templo.
Levantaron los ánimos de toda la multitud y le echaron mano, 28 gritando: ¡Varones de Israel, ayudadnos!
¡Este es el hombre que enseña a todos en todas partes contra nuestro pueblo y
nuestra ley y este lugar! ¡Y además, ha introducido a Griegos en el Templo y
han profanado este santo lugar! 29 (habían
antes visto a Trófimo el Efesio en la ciudad con Pablo y asumieron que Pablo le
había metido en el Templo)
30 Toda la ciudad se alborotó, y el pueblo
vino corriendo de todas las direcciones. Empujando a Pablo, lo expulsaron
violentamente del Templo, e inmediatamente se cerraron las puertas. 31 Mientras procuraban matarlo, la noticia
llegó a oídos del comandante de las tropas romanas diciéndole que la ciudad
entera de Jerusalén se hallaba revuelta. 32 Y rápidamente tomó consigo oficiales y soldados y se apresuró yendo
hacia la multitud. Cuando los amotinados vieron al comandante y sus soldados,
cesaron de golpear a Pablo.
33 Llegando el comandante le arrestó y ordenó
que fuese atado con dos cadenas. Y entonces le preguntó quién era y qué es lo
que había hecho. 34 Unos entre la
multitud gritaban una cosa, y otros otra, y como el comandante no podía llegar
a saber la verdad cierta del caso debido a la confusión reinante, ordenó que
Pablo fuese llevado a la fortaleza. 35 Cuando
Pablo llegó a la escalera, la violencia de la turba era tan grande que tuvo que
ser llevado a cuesta hasta la fortaleza por los soldados. 36 La multitud que los seguía siguió gritando:
¡Muera! (Hechos 21:27-36).
Cuando
algunos de los enemigos de Pablo, Judíos de Asia, le vieron en el recinto del
Templo, se dieron cuenta de que su oportunidad se había presentado para echarle
mano y matarlo si les fuera posible. Observe que no eran los Judaizantes los
que estaban causando problemas, sino los violentos Judíos que habían ido
siguiendo a Pablo de sitio en sitio como hemos visto previamente. Algunos
expositores piensan que Pablo hizo algo estúpido tomando el voto en el Templo,
sin embargo, como ya hemos señalado, los sediciosos no eran de los Judaizantes;
y la peligrosa turba que se formó bien pudo haberse juntado aparte de este
incidente, pero hizo con que fuera hecho prisionero durante cinco años.
Habiendo visto a Pablo con Trófimo (un Gentil) en Jerusalén, y sabiendo además
que Pablo estaba en el recinto del Templo de Israel, acabando el obligatorio
ritual en conexión con el voto, asumieron que Pablo había introducido con él a
Trófimo en la parte del Templo que estaba reservada para los Judíos solamente.
Cualquier Gentil que se hallase allí era punido con la muerte. Han sido
descubiertas por arqueólogos dos inscripciones dando este aviso. Para un Judío,
esta era la ofensa más grave que podría hacerse, y ciertamente haría con que la
ciudad entera se enfureciera contra Pablo. Los Judíos enemigos de Asia lo
sabían y por eso se pusieron a gritar diciendo que Pablo había profanado el
Templo.
Súbitamente
se formó la turba y la multitud echó mano del apóstol, y le sacaron empujándole
desde el recinto interior bajando los peldaños hasta el patio exterior. La
policía del Templo, viendo el peligro, cerró las puertas entre los dos recintos
para prevenir que se pudieran volver a meter dentro. Pablo, en el otro recinto
externo, estaba a ser fieramente atacado y vapuleado por la multitud, y su vida
fue salva solamente por la llegada a tiempo de los soldados romanos de la fortaleza
de Antonia, situada muy próximamente al noroeste del Templo y conectada con él
por dos lances de escaleras. Estaba así dispuesta para que pudiese intervenir
rápidamente la guardia si se diera una sedición. Habían evidentemente recibido
un informe diciendo que los tumultos se estaban extendiendo, así que un
destacamento de soldados fue enviado inmediatamente por el tribuno en cargo, y
el número de los cuales sería de 200 o más soldados con sus centuriones.
Descendiendo a correr por las escaleras, rescataron a Pablo justo a tiempo de
entre las manos de sus enemigos Judíos.
Le arrestaron, y el comandante ordenó que
fuera atado con dos cadenas. Naturalmente debió pensar que sería un criminal,
pero no podía permitir que fuese linchado por los sediciosos. Tenía que actuar
con legalidad. El comandante no pudo llegar a averiguar cuáles eran las
acusaciones debido a que la multitud estaba gritando como loca cosas distintas,
y la confusión era enorme para reunir los detalles. Así que ordenó a los
soldados que pusiesen a Pablo en la fortaleza. La violencia de la turba era tan
grande que tuvieron que cargar a espaldas con él. Entre tanto seguían gritando
y vociferando: ¡Muera! ¡Muera!
37 Cuando los soldados hubieron introducido a
Pablo en la fortaleza, le preguntó al comandante: ¿¡Puedo decirte una cosa!?:
¿¡Hablas la lengua
griega?! Le replicó - 38 ¿¡No eres tu aquel egipcio que levantó una
revuelta y sacó al desierto a cuatro mil terroristas hace algún tiempo?!
39 Y Pablo
le respondió: ¡Yo soy Judío, de Tarso en Cilicia, un ciudadano de no poca
importancia! ¡Por favor te pido que me dejes hablar al pueblo!
40 Y habiendo obtenido autorización del
comandante, Pablo se puso en pie y llamó la atención de la multitud. Cuando por
fin se hizo silencio, les dijo en lengua aramea: (Hechos 21:37-40).
El
comandante militar, queriendo saber quién era Pablo, le preguntó si no sería un
egipcio rebelde que había levantado una previa revuelta que envolvió 4.000
terroristas, y se debió quedar muy sorprendido cuando Pablo se dirigió
hablándole en un refinado griego y le pidió permiso para hablarle a la furiosa
multitud. El apóstol le aseguró que no era egipcio, sino un ciudadano de la
gran ciudad universal de Tarso y nacido Judío. El comandante le dio entonces
permiso para hablar, y así Pablo, en uno de los más peligrosos momentos de su
vida, se puso valientemente en pie y, apoyándose enteramente en el Señor,
comenzó a hablar a sus enemigos en lengua aramea, que no solo era la lengua
vernácula de los Judíos de Palestina, sino la manera de hablar común de los que
no hablaban griego procedentes de la parte oeste de Asia y la del este, más
allá del Éufrates.
CAPÍTULO VEINTIDOS
¡Varones hermanos y padres, escuchad mi defensa!
2 (cuando le oyeron que les hablaba en arameo,
se quedaron muy callados, y entonces les dijo Pablo):
3 ¡Yo soy Judío, nacido en Tarso de Cilicia!
Pero educado aquí en esta ciudad a los pies de Gamaliel: por él fui entrenado
de acuerdo a la perfecta manera de la ley de los padres, y llegué a ser más
celoso por Dios que todos vosotros los que aquí estáis. 4 Y perseguí este Camino hasta la muerte,
atando y metiendo en prisión tanto a hombres como mujeres. 5 Tanto el sumo sacerdote como todo el
Concilio pueden testificarlo. Yo obtuve autorización y cartas de representación
dirigidas por ellos a sus hermanos Judíos en Damasco, y fui enviado por ellos
en misión hasta allí, para traer a esta gente como prisioneros a Jerusalén y
ser punidos.
6 Al caer la
tarde, y cuando me aproximaba de Damasco, de repente una brillante luz del
cielo me rodeó. 7 Me hizo caer en
tierra y escuché una voz diciéndome: ¡Saulo! ¡Saulo! ¡¿Por qué me persigues?!
8 ¡¿Quién eres, Señor?! Pregunté yo.
¡Yo soy Jesús de
Nazaret, a Quien tú persigues! Replicó Él. 9 Mis compañeros vieron la luz, pero no
comprendían la voz de Aquel que me hablaba. 10 ¡¿Qué debo de hacer?! Pregunté.
¡Levántate! Le dijo el Señor, ¡y entra en Damasco! ¡Allí
se te dirá lo que tienes que hacer! 11 Y mis compañeros me llevaron por la mano y
me metieron en Damasco, pues el brillo de la luz había cegado mis ojos.
12 Un hombre llamado Ananías vino a verme. Era
un devoto observador de la ley y altamente respetado por todos los Judíos que
allí vivían. 13 Se me acercó y me
dijo: ¡Hermano Saulo, recibe tu vista! Y al instante se me devolvió mi vista y
le vi.
14 Entonces él dijo: El Dios de nuestros
padres te ha escogido para que conozcas Su voluntad y para que veas al Justo
Único y para que escuches palabras de Su boca. 15 Tú serás Su testigo para todos los hombres de todo cuanto veas y oigas.
16 Y ahora ¿a qué esperas?
¡Levántate, se bautizado, y lava tus pecados invocando el nombre del Señor!
17 Cuando volví a Jerusalén y me hallaba
orando en el Templo, me vi en un trance 18 y vi al Señor hablando: ¡Rápido! Me dijo Él. ¡Levántate y sal de
Jerusalén inmediatamente! ¡Pues no van a aceptar tu testimonio a Mi respecto!
19 ¡Señor! Respondí ¡Estos hombres saben que fui de
sinagoga en sinagoga encarcelando y azotando a los que en ti creían! Y además,
cuando se estaba derramando la sangre de Tu siervo mártir Esteban, saben que yo
estaba presente dando mi voto y guardando las vestiduras de aquel que irían a
asesinar!
21 Entonces el Señor siguió repitiendo: ¡Vete,
porque desde ahora Yo te enviaré a los Gentiles! (Hechos 22:1-21).
El hecho
de que Pablo se dirigiera a la rebelde multitud en su propia lengua, el arameo,
tuvo un efecto sedativo sobre ellos: les hizo escuchar con mucha atención lo
que les dijo. Comenzó describiendo sus antecedentes como Judío ortodoxo, su
conversión en Damasco y su comisión para evangelizar al mundo Gentil. Esta es
la segunda vez que tenemos un recuento resumido de la conversión del apóstol,
siendo que el primero lo hizo Lucas en el cap.9. Señaló Pablo que había nacido
y crecido en Tarso, y después, bajo la instrucción de Gamaliel, fue
intensamente entrenado en la Ley de Moisés. Declaró que era más celoso por Dios
que los presentes que estaban reunidos oyéndole, tanto, que persiguió a los
seguidores del Camino porque juzgó que las nuevas ideas Cristianas no tenían en
cuenta la enseñanza de Dios. Nada le hacía parar arrastrando hombres y mujeres
y poniéndolos en prisión, con la pena de muerte pendiente. Él se dirigía a
Damasco para echar mano de estos seguidores del credo Cristiano y llevarlos con
él de vuelta a Jerusalén para ser castigados, cuando de repente una luz
brillante le rodeó y escuchó una voz diciéndole: ¡Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?! ¡Yo soy Jesús de Nazaret, a Quien
tú persigues! Y en respuesta, el apóstol solo pudo decir: ¡¿Quién eres, Señor?! Y ¡¿Qué debo hacer, Señor?!
El Señor
le contestó diciendo que entrase en Damasco y allí sabría lo que tendría que
hacer. Tuvo que ser llevado por la mano, debido a la ceguera que le produjo el
resplandor de la luz.
Pablo a
seguir describe su encuentro con Ananías, a quien describe como a un devoto observador de la ley y altamente
respetado por todos los Judíos allí residentes. De su parte recibió su
vista de vuelta y el informe de que había visto al Cristo resucitado y oído Sus
palabras, escogiéndole para ser un testigo de todo lo que vería y escucharía, y
le instruyó a ser bautizado.
Pablo aquí
añade palabras que no se dan en el capítulo nueve, de lo ocurrido después
mientras estaba orando en el Templo, cuando el Señor le aparece de nuevo,
avisándole a salir de Jerusalén rápidamente, pues su testimonio acerca de
Cristo iría a ser repudiado. Pablo afirma y demuestra diciendo que todos
conocen bien su anterior antipatía y odio hacia Cristo, y la parte de
responsabilidad que le cabía en el apedreamiento de Esteban, y eso debería
hacerles creer que su conversión se fundamentaba en un suelo firme. Sin embargo
el Señor insistió con él diciendo que debía salir cuanto antes, pues ahora y de
aquí en adelante la esfera del testimonio se extendería a los Gentiles.
Hasta este
punto la multitud le había estado escuchando con mucha atención, pero así que
se refirió a su misión para con los Gentiles, toda la oponente furia de la
turba volvió a encenderse, y con ella solo demostraron lo mucho que le odiaban
a muerte. Pero hay que recordar que Pablo les había vuelto a referir a los
Judíos sus opositores en Corinto, que ellos habían sido escogidos por Dios para ser luz de los Gentiles y que
deberían ser para salvación hasta los
confines de la tierra (A.V.). Es casi increíble pensar que esta nación
hubiera ido cayendo así, cada vez más y más bajo, en las tinieblas y en una
incredulidad tan profunda, resultando
finalmente en su repudio por parte de Dios hacia ellos (Hechos 28).
22 La turba escuchó a Pablo hasta que refirió
los Gentiles. Entonces se pusieron a grita como locos diciendo: ¡Mátalo y
quítalo de esta tierra! ¡No es digno que viva!
23 Y mientras gritaban y se rasgaban sus
vestiduras echándose polvo encima, 24 el
comandante en jefe ordenó que Pablo fuese guardado en la fortaleza. Ordenó que
fuese flagelado y le inquirió para descubrir por qué la turba le estaba
gritando de aquella manera. 25 Y
como la turba le estaba incitando
para que siguiera castigándole, Pablo le dijo al centurión en aquel momento:
¡¿Es lícito que tú azotes a un ciudadano romano que ni tan siquiera ha sido
hallado culpable?!
26 Y cuando el centurión escuchó esta
sentencia, se fue al comandante y le dio este mismo informe, diciéndole: ¡¿Qué
vas a hacer?! Le inquirió: ¡Este hombre es ciudadano de Roma!
27 El comandante entonces se precipitó en ver
a Pablo y le preguntó: ¡Dime una cosa, ¿eres tú ciudadano Romano?!
Y Pablo le respondió: ¡Sí, yo soy!
28 Entonces el
comandante le dijo: ¡Yo solo adquirí esa mi ciudadanía a cambio de un alto
precio!
¡Sin embargo yo la tengo por nacimiento! Replicó Pablo.
29 Y entonces se espantaron de él los que
estaban azotándole y pararon súbitamente. El propio comandante se quedó
alarmado cuando se dio cuenta de que había puesto a Pablo, un ciudadano de
Roma, encadenado. (Hechos 22:22-29).
Los
opositores se iban quedando cada vez más excitados, echándose polvo encima y
rasgando sus vestidos.
El oficial
militar romano evidentemente se quedó desesperado queriendo saber el cierne del
tumulto, por eso había ordenado que Pablo fuese atado y azotado: para poder
sacarle la verdad por su boca. Esta experiencia tan horrible conducía a la
muerte muchas veces de la víctima. Pablo declara haber sido flagelado tres
veces con espinos por los Romanos y cinco veces a manos de las autoridades
Judías. Es difícil imaginarnos el estado en que debió quedar el cuerpo del
apóstol después de semejantes tratos, y es que solo podremos explicarlo si al
mismo tiempo que con él se hallaba el Todopoderoso Salvador y Señor, Quien a
pesar de todo el peligro que se le presentaba le preservaría y guardaría hasta
que su obra para Dios fuese finalizada.
En el
momento en que estaban dándole una tremenda paliza, Pablo le preguntó al
centurión en cargo si es que le fuera legal
azotar a un ciudadano Romano sin haber sido hallado culpable, (vers.25).
Así que el centurión escucho eso, se lo comunicó enseguida al comandante,
diciéndole: ¿Qué vas a hacer? - ¡Este hombre es ciudadano de Roma! Y el
comandante se apresuró cuando lo oyó en ir al encuentro de Pablo y volvió a
preguntarle: ¿Eres de verdad ciudadano Romano? Y Pablo le respondió que sí, que
lo era. El oficial, evidentemente intentando impresionar al apóstol, le dijo: Yo tuve que pagar una alta suma de dinero
para obtener esa ciudanía. La compra de la ciudadanía Romana era un acto
vigente entonces. Fue instaurado por los emperadores como un medio de recaudar
los impuestos del tesoro. Pero Pablo le contesta simple y calmamente con mucha
dignidad: yo lo soy por nacimiento. Este
comentario hizo sonar la alarma del comandante, puesto que era absolutamente
ilegal tratar a un ciudadano romano de esa manera, y él propio recordó que
sería severamente castigado al haber actuado así por sus superiores. Se vio
forzado a abordar la situación por los medios legales pertinentes, averiguando
la causa cierta de estos peligrosos desacatos siguiendo la ley, por eso al día
siguiente ordenó que los Judíos del Sanedrín se reunieran y que trajeran a
Pablo ante ellos.
30 Al día siguiente, queriendo el comandante
averiguar exactamente del motivo por el cual acusaban a Pablo los Judíos, le
dio rienda suelta y ordenó que los principales sacerdotes y todo el Sanedrín se
reuniera. Entonces trajo a Pablo y le puso cara a cara con ellos. (Hechos
22:30).
Si las
acusaciones y cargos contra Pablo dijesen respecto a cualquier asunto de la ley
Judía: entonces el Sanedrín debía presentarlos.
CAPÍTULO VEINTITRES
Entonces Pablo mirando fijamente a todo el Concilio,
dijo: ¡Varones y hermanos: Yo he vivido en toda buena conciencia delante de
Dios hasta el día de hoy. 2 Y el sumo sacerdote Ananías ordenó al que estaba al lado de Pablo que
le abofetease la boca. 3 Entonces le
dijo Pablo: ¡Dios te abofeteará a ti, sepulcro blanqueado! ¿¡Te sientas tú a
juzgarme por la ley, y ordenas azotarme, siendo contrario a la ley?!
4 Y los que
estaban a su lado le dijeron: ¡¿Qué haces tú reprendiendo al sumo sacerdote de
Dios!?
5 Y Pablo replicó: ¡Yo no sabía, hermanos,
que fuese el sumo sacerdote! pues escrito está: ¡NO HABLARÁS MAL DEL GOBERNADOR DE TU PUEBLO!
6 Entonces Pablo, al darse cuenta que una
parte de la asistencia eran Saduceos, y la otra Farisea, alzo la voz en el
Concilio diciendo: ¡Varones y hermanos, yo soy Fariseo, y el hijo de un
Fariseo: y soy inquirido acerca de la esperanza y de la resurrección de la
muerte. 7 Y cuando hubo dicho esto,
se levantó una disensión entre los Fariseos y los Saduceos; y la multitud se
quedó dividida. 8 (Porque los
Saduceos dicen que no hay resurrección, ni tampoco ángel, ni espíritu; sin
embargo los Fariseos confiesan todo eso).
9 Y se levantó un gran tumulto; y los
escribas de la parte Farisea se levantaron y empezaron a decir vigorosamente:
¡No encontramos nada malo que decir de este hombre! ¡Si un ángel del cielo o si
espíritu alguno le haya hablado, allá con él! ¡No sea que vengamos a ser vistos
luchando contra Dios!
Y la gran discusión llegó a ser tan violenta que el jefe
y capitán temió que Pablo fuese hecho en pedazos por sus manos. Así que ordenó
a sus tropas que descendiesen y que le tomasen por la fuerza y lo introdujesen
en la fortaleza (Hechos 23:1-10).
Habiendo
sido traído al tribunal delante de los Judíos, el apóstol toma la iniciativa de
dirigirse a aquel cuerpo en su defensa. Bien podía decir y con verdad que en el
pasado había vivido en toda buena conciencia
a los ojos de Dios, justo igual que escribió después a los Filipenses,
diciéndoles que con respecto a la
justicia que es por la ley, él era irreprensible. Él no dice “sin pecado”,
sino que andaba en conformidad con los
mandamientos de Dios. Un poco de tiempo después le aseguró al procurador
Félix que su constante deseo era mantener una clara conciencia delante de Dios
y del hombre.
Pero no
pudo seguir por estos hilos de pensamiento más lejos, porque el sumo Sacerdote
Ananías se enfureció crujiendo contra él sus dientes cuando escuchaba los
clamores de Pablo, y les dijo a los que estaban alrededor que le golpeasen la
boca. Eso era ilegal y particularmente ofensivo para un Judío. Este sumo
sacerdote había sido nominado así por Herodes, el rey de Cholsis, que era
hermano de Herodes Agripa I. Fue uno de los peores sumos sacerdotes que profanó
el oficio sagrado. Josefo nos dice que se adueñó de la orden de sacerdocio
robando sus diezmos. El Talmud le describe como ave de rapiña, glotón y
degradado. Debió ser para Pablo provocador en extremo que tuviera que ser
juzgado por alguien tan hipócrita, y podemos comprender cómo su paciencia se
agota cuando dice: ¡Dios te golpeará a
ti, sepulcro blanqueado! Te sientas ahí para juzgarme conforme a la
ley, y sin embargo tú propio quiebras la ley ordenando que me golpeen! Las
palabras sepulcros blanqueados ya las
había pronunciado el Señor describiendo a los mismos hipócritas Fariseos de su
día, aquí es la misma expresión (A.V.).
Prácticamente,
todo lo que le dijo Pablo a Ananías fue profético, pues es cierto que muere de
manera ignominiosa: murió a manos de asesinos y fue debido a su falta de
carácter; aun y así, el apóstol admite que él propio era culpable de
irreverencia contra el oficio del sumo sacerdote (vers.5). El Señor Jesús,
cuando lo llevaron al matadero, no amenazó, aunque protestó el acto. Pablo
todavía no había sido acusado formalmente ni hallado culpable después de
juzgado.
Ahora
dejemos de lado a los que critican a Pablo en este escenario, y consideremos
qué es lo que hubiéramos hecho en circunstancias similares a esta. Debemos
acordarnos de su aviso en Gálatas 6:1: considerándote
a ti propio, que tú también puedes ser tentado.
No solo
critican al apóstol en su actitud hacia el sumo sacerdote, sino que además no
hesitan en criticar su paso siguiente, en su defensa, cuando declaró que estaba
a ser juzgado debido a su esperanza en la
resurrección de la muerte (vers.6), sabiendo perfectamente que los Fariseos
y los Saduceos discrepaban totalmente en esta materia entre sí. Los Saduceos
repudian la resurrección y la realidad de ángeles y espíritus, mientras que los
Fariseos creen firmemente ambas doctrinas, y esto era la discrepancia o
diferencia más grande que había entre ellos.
Pero es
que no se dan cuenta que, la
resurrección, era el eje central de la doctrina de Pablo y del evangelio.
Sin eso no hay fundamento para la fe Cristiana, y la salvación es una grosería.
La esperanza Cristiana se hallaba totalmente ligada con la doctrina de la
resurrección. Esto nos demuestra que no fue una mera trampa puesta por Pablo
para dividir al Sanedrín, como algunos sostienen, sino que ciertamente hizo lo
hizo así (vers.9, 10) porque así tenía que hacerlo.
De nuevo se levanta una revuelta, y la disputa
llega a ser tan violenta que el comandante, para salvar la vida de Pablo, les
ordena a las tropas que desciendan y tomen a Pablo por la fuerza y que lo
pongan a salvo dentro de la fortaleza.
11 A la noche siguiente el Señor se acercó de
Pablo y le dijo: ¡Ten coraje! Porque así como has testificado de Mí en
Jerusalén, así debes además testificar en Roma.
12 Y cuando se hizo de día, ciertos Judíos se
confabularon y se comprometieron bajo maldición diciendo que no comerían ni
beberían hasta que no hubiesen dado muerte a Pablo. 13 Y habían sido más de cuarenta los que habían contraído compromiso en
esta conspiración. 14 Y vinieron al
sumo sacerdote y los ancianos, y dijeron: ¡Nosotros nos hemos comprometido bajo
una gran maldición a no comer nada hasta que hallamos asesinado a Pablo! 15
Ahora, por tanto, con todo el concilio
hazle tú saber al comandante bajo el pretexto de que os gustaría discutir
algunos asuntos con Pablo más detalladamente, que te lo traiga mañana al
tribunal. Nosotros estaremos escondidos y listos para matarle antes de que
llegue hasta aquí.
16 Pero el sobrino de Pablo escuchó la trama
del caso, y se introdujo en la fortaleza y le dio aviso a Pablo.
17 Pablo entonces llamó a uno de los
centuriones y le dijo: ¡Toma contigo a este joven y llévale al comandante!
Porque tiene algo que contarle 18 Así
que lo tomó, y lo llevó al comandante, y dijo el centurión: ¡El prisionero
Pablo me llamó y me pidió que trajera este joven ante ti, que tiene algo que
decirte!
19 El comandante tomó al joven por la mano y
le llevo consigo aparte, y le preguntó: ¿¡Qué tienes qué decirme!?
20 Él dijo: “Los Judíos se han confabulado
para pedirte que lleves a Pablo al Concilio mañana bajo el pretexto de
averiguar más al detalle información a su respecto. 21 ¡Pero tú no les des atención! Porque más de cuarenta estarán aguardando
al acecho para matarlo. Se han comprometido bajo juramento a no comer ni beber
hasta que lo hayan matado. Ya están dispuestos, aguardando tu consentimiento a
su pedido.
22 El comandante disuadió al joven y le
precavió diciendo: ¡No le cuentes a nadie lo que me has dicho!
23 Entonces llamó
a dos de sus centuriones y les ordenó: ¡Preparaos un destacamento de doscientos
soldados, setenta de a caballo y doscientos batidores para ir a Cesárea a las
nueve de esta noche! 24 ¡Proveed de
montería para Pablo para que pueda llegar a salvo al Gobernador Félix! (Hechos
23:11-24).
Pablo
debió ser consciente de que sus previos temores de lo que iría a suceder si
subiera a Jerusalén eran reales y se estaban cumpliendo. Este debió ser un
tiempo en el cual precisaba de coraje y fortalecimiento, y fue lo que recibió
con una nueva aparición del Señor junto a él, tal y como le había ocurrido en
tiempos críticos anteriores. Y el Señor le dijo:
¡Ten coraje! ¡De la manera que has testificado de Mí en
Jerusalén, así debes además testificar en Roma (vers.11).
Este
divino momento debió ser delicioso para él, pues le confirmo y demostró sin
duda alguna que había tomado la decisión correcta yendo a Jerusalén, aunque
estuviera siempre acompañado por severas pruebas y persecuciones. Además podría finalmente alcanzar su divino deseo de llegar a Roma,
que había planeado en su viaje a España, aunque se estuviera realizando por
una vía la cual él no se esperaba.
Lucas entonces
nos da el registro del extremo fanatismo de los enemigos de Pablo. El único
deseo que les ardía en sus corazones era echar mano de Pablo y asesinarle. Pero
hasta ahora todos sus planes habían fracasado. Más de cuarenta de estos
enemigos se confabularon, haciendo un juramento a no comer ni beber hasta que
hubieran dado muerte al apóstol. Confesaron secretamente al sumo sacerdote y a
los ancianos sus ardiles planos, y consistía en pedirle al comandante que le
trajera a Pablo al Sanedrín con el pretexto de averiguar unos asuntos con más
detalle de su persona. Los asesinos estarían escondidos y se abalanzarían
matando a Pablo antes que llegara a responder (vers.12-15). Pero el Dios
Todopoderoso se hallaba siempre en todo operando en protección de Su siervo. No
se nos dice la manera por la cual escuchó el sobrino de Pablo la trama, pero lo
cierto es que avisó a Pablo inmediatamente. Pablo se apresuró entonces a llamar
al centurión y le pidió que llevase al joven en presencia del comandante, y,
cuando el oficial vino a saber el plano del asesinato, tomó medidas drásticas
para contrarrestarla, viendo muy claro que Pablo no estaba seguro en Jerusalén.
Sería mejor enviarle bajo una guardia más poderosa a Cesárea y allí estaría
bajo la responsabilidad del procurador de Judea. Y para el efecto le ordenó a
dos centuriones que tuvieran listo un gran batallón de infantería y tropas
armadas también de a caballo. Uno de estos caballos debía providenciarse a
Pablo para que los cerca de 100 quilómetros hasta Cesárea pudieran ser
recorridos en el menor tiempo posible.
25 Y escribió una carta en estos términos:
26 Claudio Lisias
Al más excelente
gobernador Félix
Mando saludos.
27 Este hombre fue rescatado de los Judíos
cuando iba a ser asesinado por ellos, entonces llegué yo con un ejército y se
lo quitamos de sus manos, habiendo sabido que era un Romano. 28 Quise averiguar la razón de su acusación,
para lo cual lo llevé a su Sanedrín (Concilio). 29 viniendo a saber que la acusación tenía que ver con cuestiones acerca
de su ley, pero no hallé cargo alguno contra él que mereciera la muerte ni la
prisión siquiera. 30 Cuando me
informé que había una conspiración planeada contra este hombre, lo envié
inmediatamente bajo tu guardia. También le ordené a sus acusadores que te presenten
sus acusaciones contra él.
31 Por eso los soldados, obedeciendo sus
órdenes recibidas, tomaron a Pablo con ellos durante la noche hasta Antípatris.
32 Al día siguiente siguió la
caballería con él, mientras que los soldados se volvieron a la fortaleza. 33
Cuando la caballería llegó a Cesárea, le
entregaron la carta al gobernador y le entregaron a Pablo a su cargo. 34 El gobernador leyó entonces la carta y le
preguntó de qué provincia era. Y oyendo que era de Cilicia, 35 le dijo: ¡Ya te oiré cuando lleguen tus
acusadores! Y ordenó que Pablo fuese custodiado en el palacio de Herodes. (Hechos
23:25-35).
Además de
todo aquel ejército el comandante romano envió con ellos una carta al
Gobernador Félix (25-30) explicándole la situación. Fue escrita con mucha
habilidad manifestando su buena relación a Félix, su oficial superior. Revirtió
el orden de los acontecimientos cuando dijo que, al saber que era ciudadano
romano, le rescató. De hecho los acontecimientos sucedieron de otra guisa, y
obviamente le escondió a Félix su orden de azotarle, ya que eso le hubiera
puesto en entredicho su actuación. Mismo así, se ve que el comandante poseía un
instinto protector hacia un compañero ciudadano romano. A su parecer, dedujo
que Pablo debía ser libertado, pues no existían cargos contra él que merecieran
la muerte o la cárcel siquiera.
Por todos
y cada uno de los magistrados que Pablo pasó, fue siempre declarado inocente:
Gayo, Lisia el comandante, Félix y Festo. No sabemos lo que ocurrió con los
cuarenta confabulados. No se escucha hablar nada más de ellos durante los cinco
largos años que Pablo en Cesárea y Roma llegaría a estar aprisionado.
La carta
enviada a Félix, al decir fue de este tipo (A.V.) (o como la Reina
Valera: en estos términos), nos
demuestra que Lucas no la reproduce verbalmente, sino que nos da sus líneas
generales.
Los soldados, llevando a cabo sus órdenes,
tomaron con ellos a Pablo durante la noche hasta Antípatris. Al día siguiente
la caballería lo custodió hasta Cesárea, entregaron la carta en mano a Félix, y
dejaron a Pablo a su custodia. Félix le preguntó de qué provincia era. Y
viniendo a saber que era de Cilicia, una provincia romana, decidió que trataría
del caso personalmente, y le dijo a Pablo que estuviera preparado, porque le
seguiría escuchando cuando llegasen sus acusadores.
Antonio
Félix fue procurador de Judea desde el año 52 al 59 después de Cristo. Fue un
esclavo destacado para un puesto honorífico por motivo de la influencia que
ejercía su hermano Palas en el tribunal imperial bajo el mando de Claudio. Su
tiempo oficiando fue marcado por muchos problemas y sediciones que sometió de
manera implacable e impiedosa, haciéndose así un enemigo de los Judíos
moderados.
Tácito
hace un retrato de su persona diciendo: ejercitaba
el poder de un rey con la mente y a la manera de un esclavo ¡no se puede
decir que fuese un cumplimiento!
Y ordenó
que Pablo fuese puesto bajo guarda en el palacio de Herodes.
CAPÍTULO VEINTICUATRO
Cinco días después el sumo sacerdote Ananías descendió a
Cesárea con algunos de los ancianos y un abogado llamado Tértulo, y presentaron
sus acusaciones contra Pablo delante del gobernador. 2 Cuando Pablo fue
llamado, Tértulo presentó así el suyo delante de Félix: ¡Hemos disfrutado un
largo periodo de paz bajo tu mando, y tus antecedentes han hecho grandes
reformas en esta nación. 3 En todas
partes y en toda manera de hacer te has mostrado excelente, y te lo reconocemos
con profunda gratitud! 4 ¡Pero para no serte gravoso y no extenderme
demasiado, te ruego humildemente me escuches brevemente!:
5 ¡Hemos hallado que este hombre es agitador
y que levanta muchos problemas, encendiendo revueltas entre los Judíos por todo
el mundo. Es el cabecilla de la secta del Nazareno 6 y aún tiene la osadía de pisotear profanando al Templo; por eso le
echamos mano!
9 Y Los
Judíos unieron sus voces con las acusaciones, afirmando y dando a ver que estas
cosas eran así (Hechos 24:1-9).
Cinco días
después, un cierto número del Sanedrín, liderado por el sumo sacerdote, vino a
Cesárea para presentar su caso contra Pablo. Trajeron además con ellos a un
abogado Romano, llamado Tértulo, y era necesario que así lo hicieran, una vez
que los Judíos no estaban familiarizados con el proceder legal Romano, así que eso era lo que se acostumbraba hacer
en las provincias. El abogado comenzó intentando alagar lo más posible a Félix para
caer en su gracia y serle simpático al gobernador. Lo que dijo estaba muy lejos
de ser cierto, pero a los oídos de Félix sonaba muy bien su alabanza guardando
tan hábilmente la paz en la provincia, especialmente, cuando Tértulo siguió
acusando a Pablo de ser un agitador de la
paz. Es obviamente solo un sumario del discurso que Tértulo hizo, pero
suficiente para dejarnos ver claro su incumbencia.
Los tres
cargos o acusaciones que fueron imputados a Pablo fueron:
(1) Era una peste pública, y promotor de sediciones entre
todos los Judíos por todo el Imperio.
(2) Era el cabecilla de la secta de los Nazarenos.
(3) Había atentado profanando al Templo.
Esto
implicaba que el apóstol había cometido ofensa tanto contra los Romanos como
contra la ley Judía. La palabra traducida “peste” (A.V.) o “plaga” (en la Reina
Valera) es muy fuerte. Tal como A.T. Robertson dice: ¡imaginemos al más grande predicador de todas las edades siendo
considerado como una peste y plaga por un asalariado abogado de nuestros días
actuales! No es preciso decir que
estos cargos estaban completamente falseados, siendo que el tercero era el más
mentiroso.
10 Cuando el gobernador le dio señal para que
hablase, Pablo respondió: ¡Yo sé bien que desde hace ya un buen número de años
vienes siendo juez sobre esta nación; así que gratamente presentaré mi defensa!
11 ¡Fácilmente podrás verificar que
no hace más de doce días atrás, subí a Jerusalén a adorar. 12 Mis acusadores no pudieron hallarme
argumentando con nadie en el Templo, o
soliviantando una multitud en la sinagoga ni en parte alguna en la ciudad. 13
Y ninguno podrá probarte las acusaciones
que ahora están tejiendo contra mí. 14 Sin
embargo, si admito que adoro al Dios de nuestros padres como seguidor del
Camino que soy, al cual llaman ellos de secta. Yo creo todo lo que concuerda
con la Ley y lo que está escrito en los Profetas, 15, y tengo la misma esperanza en Dios que estos hombres: que tiene que
haber una resurrección tanto de justos como de perversos injustos. 16 Así que siempre trato de guardar mi
conciencia limpia delante de Dios y de los hombres!
17 ¡Después de una ausencia de varios años, me
acerqué a Jerusalén para entregarle a mi pueblo los donativos para los pobres y
para presentar ofrendas. 18 Me
hallaba ceremonialmente limpio cuando me hallaron en el Templo. Y no había
ninguna multitud conmigo, ni estábamos envueltos en cualquier disturbio. 19
Pero hay algunos Judíos de la provincia
de Asia que deberían estar aquí presentándote sus acusaciones, si prueba alguna
tuvieran contra mí. 20 O al menos,
que alguno de los que están aquí te diga claramente cuál sea el crimen que
cometí cuando fui llevado delante del Sanedrín – 21 a menos que tenga que ver con lo que dije en su presencia: ¡Es por causa de la resurrección de la
muerte que estoy siendo juzgado delante de vosotros hoy! (Hechos
24:10-21).
Pablo
ahora es convidado a presentar su caso. Comienza cumplimentando con un saludo,
que en su caso era verdadero, y a seguir dijo que no hacía más de doce días que
había subido a Jerusalén para adorar. Los días fueron siendo ocupados de la
siguiente manera:
El primer
día: Llegada a Jerusalén.
El segundo
día: Entrevista con Jacobo y etc.
El tercer
día: Purificación en el Templo.
AL SÉPTIMO
DÍA se dio casi por cumplida la purificación y
se dio el arresto de Pablo.
Al octavo
día: Presente ante el Sanedrín.
Al noveno
día: Se revela la conspiración.
Al décimo
día: Se llega a Cesárea.
Al onceavo
día y al doce: En custodia.
Al
treceavo día: el juicio ante Félix.
El apóstol
siguió demostrando que nada tenía que ver con la turba ni había causado una
revuelta asamblea, porque no discutió con nadie en la ciudad, en el Templo, ni
en la Sinagoga, y por eso no había ni una sola acusación que pudieran probarle
de manera sustancial.
Pero era cierto que él adoraba al Dios de
Israel y creía de todo corazón en las Escrituras del Antiguo Testamento, tanto
en la ley como en los profetas, y que abrazaba la esperanza de la resurrección.
Dejó claro que habría una resurrección de dos clases, de los justos (los
justificados por fe tal como su carta a los Romanos declara), y de los injustos
(los injustos que nada sabían de una tal justificación). Lo que no hace es
enseñar que ambas clases refieran a los creyentes: aquellos que andan en el
espíritu como los que andan en la carne. Esto es totalmente opuesto y
contradictorio en el empleo de las palabras “justicia” y “justificación”, aquí
y en Romanos. Ningún creyente, cualquiera que sea su conducta diaria, es jamás
nombrado “injusto”, sino que es llamado “carnal” si es que ande conforme a su
vieja natura pecaminosa: la carne. En Romanos y Gálatas “carne” y “espíritu”
están las dos en oposición relativa a los creyentes. Pablo acabó señalando que
los Judíos Asiáticos que le habían acusado no estaban presentes, y que si
hubiesen tenido algo de verdad en sus acusaciones, deberían estar allí en ese
momento como sus prosectores. El único desacuerdo que podían señalarle tenía
que ver con la resurrección, y eso con toda certeza que no era un crimen.
22 Entonces Félix, que estaba bien al
corriente con el Camino, suspendió para más tarde el proceso, y dijo: ¡Cuando
el comandante Lisias venga, decidiré que hacer en tu caso! 23 Y Ordenó
que Pablo fuese puesto bajo custodia, pero que le concedieran ciertos
privilegios como ser visitado de sus amigos o que le suplieran de lo que
precisase.
24 Varios días después se presentó Félix con
su mujer Drusila, que era Judía. Entonces mandaron a buscar a Pablo y le oían
de buena gana hablar de la fe en Cristo Jesús. 25 Pero cuando Pablo se refirió sobre la justificación, el dominio propio
y el juicio venidero, Félix tuvo miedo y dijo: ¡Ya basta por ahora! ¡Ahora vete. Cuando lo vea
conveniente te llamaré de nuevo! 26 Y al mismo tiempo también esperaba que le
diese algún dinero.
27 Cuando
hubieron pasado dos años, Félix fue sustituido por Porcio Festo, pero debido a
que Félix buscara granjearse el favor de los Judíos, mantuvo a Pablo en la
prisión. (Hechos 24:22-27).
Es evidente que Félix pudo ver bien que Pablo estaba
inocente de los cargos hechos contra él, pero la actitud de Félix fue que ya
tenía demasiados problemas con los Judíos y no deseaba que se ofendieran más.
Félix tenía algún conocimiento del Cristianismo en este tiempo (probablemente
asistido por su esposa Drusila, que era Judía), y así que Pablo se puso a
hablar acerca de la fe en Cristo Jesús, y tocó el tema de la justificación, del
dominio propio y del juicio venidero, comenzó a temblar de miedo y rápidamente
acabó con la conversación. Y además, esperaba que Pablo intentara sobornarle
con una cierta suma de dinero, por eso envió sucesivas veces a llamarlo, y esto
se fue alargando durante dos años, a seguir a los cuales, fue Félix sustituido
por Porcio Festo. Pero dejó a Pablo en prisión, en parte por despique no habiendo
obtenido su deseo cumplido, y en parte por querer agradar a los Judíos
(vers.24-27).
Tal vez debamos observar de paso que, la esposa de Félix
proviniera de una terrible familia. Ella era una de las tres hijas de Herodes
Agripa I. Su padre asesinó a Jacobo, su tío abuelo, Herodes Antipas, decapitó a
Juan el Bautista, y su abuelo, Herodes el Grande, asesino a los niños de Belén.
¡Vaya un registro!
CAPÍTULO VEINTICINCO
Tres días después de haber llegado a la provincia, Festo
subió desde Cesárea hasta Jerusalén, 2 donde tanto el sumo sacerdote como los
líderes Judíos aparecieron ante él y presentaron las acusaciones contra Pablo. 3
Con urgencia le pidieron a Festo, como
un favor hacia ellos, que transfiriese a Pablo a Jerusalén, pues habían
preparado una emboscada para asesinarle en el camino. 4 Y Festo respondió: ¡Pablo está siendo
mantenido en Cesárea, y yo propio me acercaré allí en breve. 5 Dejad que algunos de entre vuestros líderes
vengan conmigo y presenten los cargos contra el varón que esta allí, si es que
mal alguno haya hecho. (Hechos 25:1-5).
Tres días
de su llegada a Cesárea, Festo se fue a Jerusalén para reunirse con el Sanedrín
y otros líderes Judíos, lo cual era la norma vigente para un nuevo procurador
llevar a cabo.
Los Judíos
enemigos de Pablo en Jerusalén se deben haber congratulado sabiendo que Félix
había dejado a Pablo prisionero en Cesárea. Ahora esperaban que Festo les
favoreciese enviando órdenes a Cesárea para que trajeran a Pablo a Jerusalén, y
de camino llevarían a cabo un atentado más para asesinarle.
Festo, sin
embargo, no ve necesidad alguna para eso, y sin duda el Señor estaba
supervisándolo todo. Decidió que, una vez que el volvería en breve para
Cesárea, podría acompañarle una diputación responsable de parte de los líderes
Judíos, y allí podrían acusarle cara a cara.
6 Después de pasar ocho o diez días con
ellos, descendió a Cesárea, y al día siguiente reunió la corte y ordenó que
Pablo fuese traído delante de él. 7 Cuando
Pablo apareció, los Judíos que habían descendido desde Jerusalén le rodearon,
trayendo con ellos muy graves acusaciones contra él, las cuales no podían
probar.
8 Entonces Pablo
elaboró su defensa: ¡Yo no he hecho nada malo contra la ley de los Judíos ni
tampoco contra el Templo, y menos contra el Cesar!
9 Y Festo,
deseando ponerse del lado de los Judíos, le dijo a Pablo: ¡¿Estás dispuesto a subir a Jerusalén y a ser
juzgado delante de mí allí sobre estas acusaciones?!
10 Y Pablo respondió: ¡Yo me hallo ahora mismo
delante del tribunal del Cesar, en el lugar donde es propi que venga a ser
juzgado! ¡Yo no he hecho nada errado a los Judíos, como bien puedes averiguar
por ti mismo. 11 Sin embargo, si se
halla que sea culpable de hacer cualquier cosa que merezca la muerte, yo no me
recuso a morir. Pero si las acusaciones contra mí por estos Judíos no son
ciertas, ninguno tiene el derecho de entregarme en sus manos! ¡Al Cesar apelo!
12 Y después que Festo hubiese conferenciado con
su Concilio, declaró: ¡Al Cesar has apelado – al Cesar irás! (Hechos
25:6-12).
Eso
significaba que el caso contra el apóstol se mantenía en abierto todavía, lo
cual no hubiera sucedido si Félix hubiese ejercido su deber en darle la razón
descargando sus acusaciones.
Después de
una semana en Jerusalén, Festo se volvió a Cesárea con la diputación del
Sanedrín. El día siguiente ordenó que Pablo fuese presente en el tribunal y,
tomando su asiento como juez, les dio la oportunidad a los Judíos de relatar sus
cargos contra él. Eso fue lo que hicieron y , aunque eran muchos, ninguno de
ellos pudo probarlos.
Pablo respondió que él nada había hecho de
equivocado contra los Judíos, o el Templo, o el Cesar. Pero Festo, tomando la
misma actitud que Félix, quiso congratularse con los Judíos, y por eso le
preguntó a Pablo si estaba listo para ir a Jerusalén y enfrentar un tribunal en
su presencia allí.
Por muy razonable que esto pueda parecernos a
simple vista, a Pablo no le parecería así. ¿Para qué verse en dificultades una
vez más? Si Festo comenzase su gobierno intentando pacificar a estos Judíos,
podría posteriormente obtener de él algunas concesiones que podían ser aún más
peligrosas. Solo había una puerta de escape para Pablo, como ciudadano Romano
de pleno derecho: libertarse por sí mismo de esta difícil situación: ¡Permitir
que la justicia Romana decida!
Como
ciudadano Romano que era podía apelar al Cesar y al soberano tribunal en Roma.
Sin duda alguna Festo oyó la decisión de Pablo con alguna atención – pues él
propio también se hallaba en una mala posición. Y al reunirse con sus consejo
vio que se libraría de todo este problema si Pablo fuese a Roma, por eso
respondió a Pablo y le dijo ¡Al Cesar irás!
13 Unos pocos días después el Rey Agripa y
Berenice llegaron a Cesárea para presentar sus debidos respetos a Festo. 14
Y habiendo pasado muchos días allí, Festo
discutió el caso de Pablo con el rey, y dijo: ¡Hay un hombre aquí que Félix
dejó prisionero. 15 Cuando fui a
Jerusalén, el sumo sacerdote y los ancianos de los Judíos presentaron los
cargos contra él, y le pidieron que le condenase!
16 ¡Yo les dije que no es costumbre Romana
entregar a nadie antes de que haya podido enfrentar a sus acusadores y hubiese
tenido la oportunidad para defenderse a sí propio contra sus acusaciones.
17 Cuando vinieron hasta aquí conmigo,
no tarde en abrir el caso, sino que convoqué al tribunal el día siguiente y
ordené que trajeran al hombre en persona. 18 Cuando sus acusadores se pusieron a hablar, no le acusaron con ninguno
de los crímenes que yo esperaba. 19 En
vez de eso, no son sino disputas que tienen entre ellos con él acerca de su
propia religión y sobre un hombre muerto de nombre Jesús a quien Pablo proclama
que estaba vivo. 20 Yo no veía bien
cómo iría a investigar tales asuntos; por eso le pregunté si estaría dispuesto
a ir a Jerusalén y enfrentar allí el tribunal sobre estas acusaciones. 21 Y cuando Pablo hizo su apelo para ser
supervisado por decisión Imperial, ordené
que fuese custodiado hasta que pudiera mandarle al Cesar.
22 Entonces Agripa le dijo a Festo: ¡Me
gustaría escuchar a este hombre por mis oídos!
Ý él replicó: ¡Mañana sin falta le oirás! (Hechos 25:13-22).
Afortunadamente
para Festo, otra mudanza de acontecimientos vino en su ayuda. El noroeste de su
provincia era un reino gobernado por Herodes Agripa II. Era el hijo de Herodes
Agripa I, Rey de Judea desde el año 41al 44 después de Cristo. Recibió un reino
pequeño entre el Líbano y Anti Líbano en sucesión a su tío. En el año 53
entregó su reino a cambio por uno más grande y este fue aumentado tres años
después por Nerón, que le anexó un número de ciudades y pueblos alrededor del
Lago de Galilea.
Herodes
Agripa II estaba en este tiempo en Palestina presentando sus respectivos
saludos al nuevo representante imperial – Festo, cuya jurisdicción se hallaba
sobre la provincia adjunta a su reino.
Este
Agripa apodado “el joven” tenía la reputación de ser una autoridad en el
Judaísmo, y por eso decidió Festo que Agripa podría ayudarle a elaborar el
informe que debía acompañar al apelo de Pablo al emperador.
Para el
efecto se dispuso a aprovechar la oportunidad de poner al tanto a Agripa con lo
que estaba sucediendo con respecto a Pablo, a quien Félix había dejado en
prisión. Los sacerdotes y ancianos de los Judíos habían presentado sus
acusaciones contra él y querían que Festo le condenase. Festo le había
preguntado si estaba dispuesto a ser interrogado en Jerusalén, pero Pablo había
recusado e hizo su apelo al Emperador; así que fue custodiado hasta que pudiera
ser enviado al César. Y Agripa respondió a Festo diciendo: ¡A mí me también me
gustaría mucho poder escuchar a este hombre! A lo que Festo le replicó diciendo
que, al día siguiente, sin duda se lo presentaría y podría hacerlo a su deseo.
23 El siguiente día Agripa y Berenice vinieron
con gran pompa e hicieron aparición en la sala de audiencia con los oficiales
de alto rango y los líderes de la ciudad. Y a mandato de Festo, trajeron a
Pablo. 24 Y Festo dijo: ¡Rey Agripa,
y todos los que estáis presentes con nosotros. Vosotros veis bien a este
hombre! ¡La comunidad entera Judía me había pedido acerca de él tanto en
Jerusalén como aquí en Cesárea, a gritos que no era él digno de que viviera ni
más un día! 25 ¡Pero viendo yo que
no había nada que hubiera hecho que mereciera su muerte, no pude soltarle
porque apeló al Emperador y decidí antes enviarle a Roma. 26 Pero es que no tengo nada que escribir en
cuanto al informe para Su Majestad sobre él. Por tanto, yo os lo pongo delante
de todos vosotros, y especialmente delante de ti, Rey Agripa, para que en
resultado de esta investigación pueda yo tener algo que escribir. 27 Pues juzgo irrazonable enviar un prisionero
sin especificar las acusaciones contra él. (Hechos 25:23-27).
Al día
siguiente Agripa y su esposa se juntaron con el cuerpo de procuradores y los
ciudadanos principales de Cesárea. Entonces fue traído Pablo y Festo les dijo
que no había podido hallar nada sustancial en las acusaciones principales que
sus enemigos habían presentado contra él, pero que apreciaba la colaboración de
Agripa en el asunto del informe que debía enviar a Roma. Por eso le entregó el
caso de Pablo al Rey. Esto no iría a ser un tribunal, sino una examinación para
ayudar a Festo a superar un problema.
CAPÍTULO VEINTISÉIS
Entonces Agripa le dijo a Pablo: ¡Tienes permiso para
hablar por ti mismo!
Así que Pablo hizo señal con su mano y comenzó su
defensa: 2 ¡Rey
Agripa, me siento afortunado de estar ante ti hoy día para hacer mi defensa
contra las acusaciones de los Judíos. 3 Especialmente porque tú estás bien al corriente con los hábitos y
asuntos Judíos. Por tanto, te ruego que me escuches pacientemente.
4 Todos los Judíos saben bien la manera en
que he vivido siempre desde que era niño: desde el principio de mi vida en mi
propia nación, y también en Jerusalén. 5 Todos me conocen desde hace mucho tiempo y pueden testificar, si
quisiesen, que de acuerdo a la estricta secta de nuestra religión, he vivido
como un Fariseo. 6 Y ahora estoy
aquí siendo examinado debido a mi esperanza en lo que Dios ha prometido a
nuestros padres. 7 Es decir, la
promesa a nuestras doce tribus que aguardo ver cumplidas y por las cuales sirvo
a Dios de día y de noche. ¡Oh Rey! ¡Se debe a esta esperanza que los Judíos me
acusen! 8 Pero, ¿qué os hace pensar a cualquiera que estáis
aquí que sea imposible que Dios levante a los muertos?
9 Yo propio además, antes, estaba convencido
que era necesario hacer todo lo posible para oponerse al Nombre de Jesús de
Nazaret. 10Y es justamente eso mismo
lo que hacía en Jerusalén: Bajo la autoridad del sumo sacerdote metía a muchos
de los santos en prisión, y cuando eran llevados a la muerte, mi voto era
contra ellos. 11 Muchas veces me
dirigí de sinagoga en sinagoga para castigarlos y forzarlos a blasfemar. Y en
mi obsesión contra ellos, llegué mismo a ir a ciudades extranjeras para
perseguirlos.
12 En uno de esos viajes estaba dirigiéndome
hacia Damasco con la autoridad y comisión del sumo sacerdote. 13 Y a eso del caer la tarde, Oh Rey, yendo en
camino, vi una luz del cielo, más brillante que el sol, inundándonos a mí y a
mis compañeros alrededor. 14 Todos
caímos al suelo y yo oí una voz diciéndome en Arameo: ¡Saulo, Saulo: ¿Por qué
me persigues?! ¡Duro para ti es darte coces en el aguijón!
15 Entonces pregunté: ¡¿Quién eres, Señor?!
¡Yo soy Jesús, a Quien tú persigues! Replicó el Señor. 16 ¡Levántate y
ponte de pie! - ¡Mira! - Me aparezco a
ti para apartarte como un siervo y como un testigo de cuanto has visto de Mí y
de todo lo que te mostraré. 17 Te
rescataré de tu propio pueblo, y de los Gentiles, a los cuales ahora te envío: 18
para que abras sus ojos y los conviertas
de las tinieblas a la luz admirable, y del poder de Satanás a Dios, para que
puedan recibir perdón de los pecados y sean contados entre los que son
santificados por la fe en Mí.
19 Así, pues, Rey Agripa, como ves, no he sido
desobediente a la visión del cielo. 20 En
primer lugar a los que se hallaban en Damasco, después a los de Jerusalén y en
toda Judea, y además a los Gentiles, a todos les he predicado que deberían
arrepentirse y volverse para Dios, y a probar su genuino arrepentimiento por
sus obras. 21 Eso es por lo que los
Judíos me echaron mano en los recintos del Templo y procuraron matarme. 22 Pero he tenido siempre conmigo a Dios de mi
lado ayudando hasta el día de hoy, y así he llegado hasta aquí testificando a
chicos y a grandes: ¡Nada estoy diciendo que vaya más allá de lo que los
profetas y Moisés han dicho que sucedería! 23 Que el Cristo habría de padecer
y, al pasar a ser el primero a levantarse de la muerte, proclamaría la luz a Su
propio pueblo y a los Gentiles. (Hechos 26:1-23).
La defensa
de Pablo ante Agripa es la plenitud de todo cuanto se registra. Ya no se
hallaba bajo examen sino que se auto evalúa a sí propio y aprovecha esta
oportunidad para testificar por Cristo y dar un recuento completo de todo
cuanto había sucedido: En el Señor había sido avisado Ananías que Pablo
portaría Su Nombre delante de los Gentiles, reyes, y el pueblo de Israel. Así
que Pablo cumple ese testimonio delante del rey agripa. Y fue una obra maestra
de testimonio concerniente a Su Señor y a la parte que le había tocado a él
hasta este punto. Le dijo a Agripa que se sentía grato de poder elaborar su
defensa delante de él, pues era una autoridad en cuanto a las costumbres Judías
y sus discusiones, y este era un hecho indudable.
El apóstol
comienza volviendo al asunto ya cubierto por Hechos 9 y Hechos 22 – su vida más
temprana, su celosa persecución, y la visión del Señor Jesús en el camino a
Damasco. En el vers. 16, trilla nuevos caminos. La Verdad hasta ahora no
registrada se da a revelar ahora, y esto es de vital importancia para nosotros,
pues nos dar un entendimiento en cuanto al propósito de Dios que se hallaba por
descubrir.
Aquí se
nos dice por primera vez lo que el Señor
le dijo a Pablo en el camino a Damasco. Esto puede ser puesto en cuestión,
pero si vamos a Hechos 9 encontraremos que en el primer y segundo versículos
hay un registro del viaje a Damasco. Los versículos 3 y 4 registran la visión y
la voz. El 5 revela que es el Señor Quien habla. El 6 dice que Pablo vaya a la
ciudad y aguarde por instrucciones. Los vers.15 y 16 registran lo que el Señor le dijo a Ananías acerca de Pablo, pero eso es todo.
Está
claro, por tanto, que todo lo que Cristo
le dijo a Pablo no se halla registrado en Hechos 9 y estos es cierto que
sucede además en Hechos 22: Este capítulo registra las palabras de Ananías
(vers.13-15), y nosotros aprendimos que Pablo vendría a ser un testigo de todo cuanto había visto y oído. ¡Pero es
a Hechos 26 que tenemos que llegar hasta descubrir por primera vez lo que el Señor Jesús le dijo a Pablo
actualmente, en su conversión y comisión. Aquí damos los versículos 15 a 18
en la A.V.:
…Yo soy Jesús a
quien tú persigues. Pero levántate, y ponte en pie: porque me he aparecido a ti
para este propósito: para hacerte un ministro y un testigo tanto de
estas cosas que tú has visto, como de aquellas cosas en las cuales me iré
apareciendo a ti; Deliberándote a ti del pueblo, y de los Gentiles, para los cuales te envío: A que abras sus
ojos, y a que los conviertas de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás
a Dios, para que puedan recibir el perdón de los pecados, y heredad entre los
que han sido hechos santificados por la fe que está en Mí.
“Tanto” sin duda que se refiere a dos cosas: su presente
ministerio que vuelve a referir en los versículos 19-23, y un futuro
aparecimiento del Señor en el cual Pablo sería enviado a los Gentiles, para
convertirlos de las tinieblas a la luz, y para librarlos de la ceguera del
poder de Satanás, y así pudieran venir a recibir el perdón de los pecados y una
herencia entre los santificados. Cristo ya le había revelado que le aguardaban
cárceles y prisiones.
Y esto es
exactamente lo que sucedió. Vino a ser un prisionero en Roma y recibió la
revelación de un nuevo llamamiento, la creación de un “nuevo hombre” (de entre
Judío y Gentil) que había sido seleccionado por el Padre antes de la creación.
Esta parte del propósito de Dios había sido un secreto (misterio) escondido en
Dios Mismo (R.V.), pero ya no sería más secreto alguno, sino una verdad que
Dios quería que fuera proclamada y dada a conocer.
Sucede
durante esta, su misión en la prisión, que Pablo escriba la epístola a los
Efesios, Filipenses, Colosenses, 2ª Timoteo y Filemón; y una lectura con este
entendimiento demostrará cómo el testamento del Señor se cumple plenamente en
ellas:
Primero la abolición de las tinieblas por la
luz: los ojos de tu entendimiento han
sido iluminados (A.V.). El Padre nos
ha librado del poder del poder de las tinieblas (A.V.), para convertirles de las tinieblas a la luz. Sus
pecados son completamente perdonados debido al derramamiento de sangre del
Señor, la ofrenda de Sí Mismo sobre la cruz del Calvario. Estos poseen una
herencia celestial, han sido juntados
para ser partícipes de la herencia de los santos en (la) luz (A.V.). Y los
tales se hallan sentados en los lugares celestiales en Cristo, y son por tanto
avisados para que no pongan sus ojos en las cosas terrenales, sino en aquellas cosas que son de arriba, donde
se sienta Cristo a la mano derecha de Dios (A.V.).
Todo esto
hace parte del ministerio encomendado a Pablo en la promesa del Señor: aquellas cosas en las cuales te he
aparecido. Fue de hecho un ministerio en prisión donde Pablo era el prisionero de Cristo Jesús por causa de
vosotros Gentiles, y estos estaban en la mente del Señor: …Gentiles, a quienes ahora te envío. En
todo lo que desde aquí al resto de los Hechos concierne, era el evangelio de la
gracia que tenía que dar a los alejados Gentiles, pero de aquí en adelante
sería dada la plena revelación con el descubrimiento del Gran Secreto que Dios
había estado escondiendo en Sí Mimo desde hacía largo tiempo, y ahora sería
especialmente revelado y declarado en las cartas de Pablo en la prisión.
Estos
Gentiles habían estado en una condición sin ayuda y sin esperanza, alejados de
Dios, pero en este nuevo llamamiento han sido hechos cercanos y unidos al Señor
Jesús, el Cual es el Centro y Cabeza de esta nueva compañía de creyentes (al
margen: Cristo entre vosotros A.V.).
Pablo siguió su propio testamento declarando su obediente respuesta a la visión
celestial predicando las buenas nuevas ofrecidas a él por parte del Señor, y
debido a eso mismo, y a su referencia a los despreciados Gentiles, los Judíos
le echaron mano en los recintos del Templo y procuraron asesinarle; y sin
embargo el apóstol siguió insistiendo que no había revelado nada para allá de
lo que los profetas y Moisés habían declarado y dado a conocer.
Esto es
extremamente valioso como ayuda, pues nos ofrece la esencia del ministerio
hasta aquí de Pablo y lo limita al reino Mesiánico del Antiguo Testamento, el
cual, como ya hemos visto, era el tema dominante de todos los profetas; y
además las buenas nuevas del reino del ministerio terrenal del Señor, y aquel
periodo cubierto por los Hechos de los Apóstoles. Así que si aquí intentamos
forzosamente introducir una verdad que vendría a ser solo revelada
posteriormente por Pablo, siendo el prisionero para los Gentiles, y después que
Israel viniera a ser repudiada en incredulidad al final de los Hechos, tan solo
nos causará graves problemas y obstáculos, y deberíamos no hacerlo, porque:
¡Eso contradice lo que Pablo acaba de decir!
24 En este punto Festo interrumpió la defensa
de Pablo, y gritó diciendo: ¡Tu mucho saber te está volviendo loco!
25 Y Pablo replicó:
¡Yo no estoy loco, mi más que excelente Festo
- sino que lo digo es verdad y muy razonable! 26 El Rey sabe bien estos asuntos, y yo puedo
hablarle libremente. Y estoy plenamente persuadido que a nadie entre los
presentes le resulta extraño, pues no es algo que se halla hecho a las
escondidas. 27 ¡Rey Agripa - ¿Crees
en los profetas?! ¡Yo sé bien que crees!
28 Entonces Agripa le dijo a Pablo: ¡¿Juzgas
que en tan poco tiempo hayas podido persuadirme a ser un Cristiano?!
29 Y Pablo replicó: ¡O por corto o largo
tiempo – oro a Dios para que no solo tú sino además todos los que me están
escuchando vinieseis a ser igual que yo, excepto estas cadenas!
30 El rey se levantó, y con él, el gobernador
y Berenice, y además aquellos que se sentaban con ellos. 31 Abandonaron la habitación, y mientras
hablaban el uno con el otro, decían: ¡Este hombre bien podría haber sido
liberado de no haber apelado al Cesar! (Hechos 26:24-32).
En este
punto del discurso Festo interrumpió diciendo: ¡Pablo, tú estás insano de mente
– tu mucho saber te vuelve loco! Y Pablo respondió: ¡Lo que yo digo es verdad y
razonable! Y a seguir desafía al rey preguntando: ¡Rey Agripa - ¿crees en los
profetas?! ¡Yo sé que crees! Este proceder debió sorprender mucho a Agripa
poniéndole en entredicho. No podía confesar que desacreditaba a los profetas
del Antiguo Testamento. ¿Cómo podría verse libre de esta encrucijada? Sintió
que la única manera sería desafiando por su vez a Pablo, por eso le respondió:
¡¿Crees que en tan poco tiempo has podido convencerme a ser un Cristiano?!
Hay
divergencia de opiniones entre los escolares con respecto a la traducción: La
traducción que hace la Autorizada es imposible…en oligoi no significa “casi”, y así lo señala el profesor A.T.
Robertson. Debe referirse al tiempo (en
un poco tiempo) o un corto lapso. Su significado más parecido sería “en tan
poco corto, estás intentando hacer de mí un Cristiano” Y Agripa estamos
seguros que no estaba respondiendo de esta manera. Él dijo: este hombre podría haber sido
liberado si no hubiese apelado al Cesar.
Así que una vez más la inocencia del apóstol fue
confirmada. Pero es que Pablo apeló al Cesar solamente después de que Festo
intentara llevarle de vuelta a Jerusalén. Esto no habría sido necesario si
Festo hubiese actuado noblemente y liberado a Pablo después de declarar su
inocencia a los ojos de la ley Romana. Así que Pablo debió ser enviado a Roma.
CAPÍTULO VEINTISIETE
Cuando se decidió que navegaríamos para Italia, Pablo y
algunos prisioneros más fueron entregados a un centurión llamado Julio, que
pertenecía al Regimiento Imperial. 2 Nos embarcamos en un barco de Adramitena
que estaba a punto de salir navegando por los puertos a lo largo de la costa de
la provincia de Asia, y nos hicimos a la mar: Aristarco, un Macedonio de
Tesalónica, se hallaba con nosotros.
3 El día siguiente hicimos tierra en Sidón; y
Julio, en un acto de bondad con Pablo, le permitió que fuera a sus amigos para
que pudieran suplir sus necesidades. 4 De
allí nos hicimos al mar de nuevo y a sotavento de Chipre, pues los vientos
soplaban adversos. 5 Y navegando a
mar abierto al frente de la costa de Cilicia y Panfilia, arribamos en Mira,
ciudad de Licia. Allí el centurión halló una nave Alejandrina que navegaría
hasta Italia y nos puso a bordo. 7 Se
nos hizo penoso avanzar durante muchos días y con mucha dificultad alcanzamos
ver las costas de Gnido, pues el viento nos lo impedía. Cuando vimos que el
viento no nos permitiría alcanzar nuestro objetivo, navegamos hasta la costa de
Chipre en frente a Salmón. 8 Con
mucha dificultad fuimos yendo a lo largo de la costa y llegamos a un lugar
llamado Buenos Puertos (Buenos Cielos en
otras muchas Versiones), cercano a la ciudad de Lasea.
9 Y habiendo perdido mucho tiempo, y porque
la navegación se estaba volviendo peligrosa, pues ya se había pasado el Ayuno,
por eso Pablo les avisó: 10 ¡Varones,
bien veo que nuestro viaje se está inclinando al desastre y que debe traer
grandes pérdidas tanto para el barco como para la mercancía que transporta, y
además para nuestras vidas! 11 Pero
el centurión, en vez de hacer caso a lo que Pablo dijo, siguió antes el aviso
del piloto y dueño del barco. 12 Una
vez que el puerto era desapropiado para invernar allí, la mayoría decidió que
deberíamos seguir navegando, con la mira de alcanzar Fenice e invernar allí.
Este era un puerto de Creta, que mira al sudeste y al noroeste.
13 Cuando sopló un gentil viento del sur,
ellos pensaron que habían obtenido lo que querían; así que soltaron anclas y
navegaron a lo largo de la costa de Creta. 14 No mucho tiempo después, apareció un viento huracanado de mucha fuerza,
llamado “Euroclidón”. 15 El barco
quedó a merced de la tormenta y no pudo poner proa al viento; así que lo
dejamos irse a la deriva y nos dejamos llevar. 16 Y estando yendo a Sotavento en dirección a una pequeña isla llamada
Clauda, con dificultad pudimos recoger el bote salvavidas. 17 Cuando los hombres lo hubieron subido abordo,
tuvieron que emplear refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de encallar
contra las rocosas costas del Sirte, arriaron la vela y dejaron al barco a la
deriva. 18 Pero fuimos tan
violentamente castigados por una tormenta, que al día siguiente tuvieron que
alijar la nave. 19 Y al tercer día,
con nuestras propias manos, tuvimos también que arrogar los pertrechos del
barco por la borda fuera. 20 Y no
apareciendo ni sol ni estrellas durante muchos días y la tormenta continuó
retumbando; así que llegamos a perder toda esperanza de venir a ser salvos.
21 Después de un gran periodo sin haber comido
nada las personas, Pablo se puso en pie delante de ellos y dijo: ¡Varones: Debíais haber atendido mi aviso a
no navegar desde Creta; y así os habríais ahorrado tantas penas y pérdidas. 22
Pero ahora os imploro que os animéis,
porque ni uno solo de vosotros perecerá; solamente la nave será destruida! 23
La noche pasada un ángel del Dios al
cual sirvo y a Quien pertenezco se me acercó 24 y dijo: ¡No tengas temor, Pablo. Tú debes presentarte ante el Cesar; y
Dios graciosamente te ha concedido la vida de todos estos que navegan
contigo! 25 ¡Así que tened coraje, varones, pues estoy convencido de que todo
acabará como me ha dicho! 26 ¡Con
todo, es necesario que demos sobre una isla!
27 A la décimo cuarta noche
todavía estábamos yendo a la deriva a través del Mar Adriático, cuando a eso de
la media noche los marineros sintieron que estaban acercándose de tierra 28
Echaron sondas y hallaron que el agua tenía ciento y veinte pies de hondo. Y un
poco tiempo después volvieron a sondar de nuevo y hallaron que estaba a noventa
pies. 29 Así que temiendo ser
encallados contra las rocas, echaron al mar las cuatro áncoras y aguardamos
ansiosos a que se hiciera de día. 30 En
un intento de huida del barco por parte de los marineros, estos descendieron al
mar el bote salvavidas, fingiendo que estaban a bajar algunas velas del barco. 31
Entonces Pablo le dijo al Centurión y a
los soldados: ¡A menos que estos hombres permanezcan con el barco, no podréis
salvaros! 32 Así que los soldados
cortaron las amarras del bote salvavidas y lo dejaron a la deriva.
33 Cuando comenzó a amanecer, Pablo les urgía
a que comieran, y les dijo: ¡Durante los últimos catorce días, habéis estado en
constante desasosiego y habéis permanecido sin comer – nada habiendo digerido! 34
¡Ahora os ruego que toméis un sustancial alimento,
pues lo precisáis para sobrevivir. Ninguno de vosotros perderá un solo cabellos
de su cabeza! 35 Después de decir esto, tomó del pan y le
dio gracias a Dios en frente de todos ellos. Entonces lo partió y comenzó a
comer. 36 Y todos fueron consolados
y de buena gana comenzaron también a comer. 37 Y al total estábamos 276 almas a bordo. 38 Y cuando hubieron comido hasta hartarse, aligeraron el barco echando el
cereal por la borda fuera al mar.
39 Cuando
llegó el amanecer, no reconocían la tierra, pero vieron una bahía con playa de
arena, donde decidieron hacer encallar la nave si pudieran. 40 Y recogiendo las velas de dirección las sustituyeron izando la
vela de proa, enfilando con ella hasta la playa. 41 Y así navegaron hasta dar en un lugar de dos aguas haciendo encallar la
nave en las rocas sumergidas, y entonces
la popa comenzó a resquebrajarse con la violencia de las olas.
42 Los
soldados por eso planearon matar a los prisioneros, para prevenir que alguno de
ellos escapase nadando. 43 Pero el
centurión quiso proteger la vida de Pablo y les prohibió de llevar a cabo su
deseo. Ordenó que aquellos que sabían nadar saltasen del barco primero y se
hicieran a tierra. 44 El resto
tendría que hacer la travesía sobre planchas o sobre objetos de madera del
barco. Y de esta manera alcanzaron tierra, y todos fueron salvos. (Hechos
27:1-44).
Este capítulo, que cuenta la historia del viaje y naufragio
de Pablo, es una maravillosa pieza descriptiva literaria, y muy probablemente
no sea ultrapasada en ninguna otra parte de Escritura a ese respecto. Lucas,
que acompaña a Pablo en el viaje, ofrece un vivo e inolvidable retrato
escritural de lo que vio y oyó cada día. La sección del pronombre “nosotros” se
halla ahora resumida, habiendo aparecido desde al 21:18. Uno de los más
apropiados libros para el estudio de este capítulo será sin duda el de James
Smith Los Viajes y Naufragios de S. Pablo
y sin embargo es prácticamente desconocido por los escolares que intenta
exponer este descriptivo capítulo. La primera edición data de 1848 y ha quedado
de fuera de imprenta desde su cuarta edición de 1880. James Smith fue un
marinero de grandes experiencias y un escolar. La parte del Mediterráneo en la
cual se realiza este viaje le fue muy familiar, y señala la gran exactitud de
Lucas escribiendo cada periodo del viaje.
No estamos tan al tanto ni podemos profundar mucho
sus técnicas náuticas, pero procuraremos ayuda por los escritos de un número de
peritos autores, y vamos a comentar acerca de los versículos.
27: 1, 2. No solo Lucas estaba con Pablo, sino
además Aristarco de Tesalónica. Había venido con el apóstol desde Tesalónica a
Jerusalén. Las autoridades romanas entregaron a Pablo a un centurión llamado
Julio que fue el responsable por la salvaguarda entrega del apóstol y de otros
prisioneros cuando llegasen a Roma. Es probable que Lucas acompañase a Pablo en
el papel de su médico. Aristarco debió ser tratado como siervo de Pablo, pues
no podrían haberlos de otra manera dejado embarcar acompañando a Pablo como
amigos. La narrativa de Lucas muestra que Julio trataba con respeto y bondad a
Pablo, y eso debió haber facilitado un tanto las cosas para el apóstol. Es
obvio que Julio tenía en buena consideración a Pablo.
No se nos
dice dónde embarcaron, pero probablemente fuese en Cesárea. Allí encontraron
una nave encostada Adramitena, que es un puerto de Misia al Sur de Troas en
Asia Menor. El curso de este barco tocaba a los puertos a lo largo de la costa
de Asia en ruta a su puerto de abrigo.
3 el primer puerto arribado fue el de Sidón de
Fenicia. Julio, el centurión, trató al apóstol con bondad y respeto y le dio
permiso para desembarcar mientras la nave estuvo descargando sus mercancías, y
además para visitar a sus amigos que formaban la comunidad Cristiana en aquella
ciudad.
4, 5. A seguir a los meses de verano, soplaron
vientos del oeste, y el barco navegaba entre Chipre y la costa continental en
vez de directamente a favor del viento. Ahora, por tanto, fue necesario
alejarse de la costa y navegar a través de mar abierto al sudoeste de Cilicia y
Panfilia. Mira de Licia era un puerto de atraque para barcos de grande porte navegando
entre Egipto y Roma, que se vio ser imposible de alcanzar directamente a favor
del mar debido a los vientos del nordeste.
6. En Mira mudaron de barco, tomando uno que
transportaba cereales y que hacía su viaje desde Alejandría hasta Italia.
Egipto era el principal productor de cereales para Roma.
7. El viaje desde Mira encarando los vientos del
oeste estaba pasando por dificultades, pero aun así y después de fatigantes
días llegaron a Gnido, en la punta o extremo suroeste de la provincia de Asia
Menor. Desde aquí habían tomado la decisión de aguardar, o bien por un viento
más favorable y salir directamente para el Oeste, o entonces hacia el sur
aproximándonos de Creta. Una vez que el
viento no nos permitía mantener nuestro curso (A.V.), dice Lucas, se
decidieron por la última alternativa y navegaron hacia el sur en torno a Salomé
en el extremo oriente de Creta y después navegaron a lo largo de la costa oeste
bajo la isla.
8. Fueron avanzando a lo largo de la costa con mucha
dificultad hasta llegar a un puerto llamado Buenos
Cielos (A.V. donde la Reina Valera trad. “Buenos Puertos”), a medio camino
a lo largo de la isla. Al oeste de este puerto de Creta doblaron abruptamente
hacia el norte, y aquí el barco habría estado expuesto completamente a los vientos
del noroeste. Los barcos empleados en el mundo antiguo Mediterráneo no tenían
la suficiente longitud ni fuerza para enfrentar los vientos tormentosos del
invierno. La peligrosa estación para navegar comenzaba alrededor del 14 de
Septiembre; y después del 11 de Noviembre, todas las embarcaciones tenían que
recogerse a puerto y resguardarse para el invierno.
9. Lucas refiere un “Ayuno” (que se hacía el Día de
la Expiación) que ocurría a finales de Septiembre o a principios de octubre.
10, 11. Pablo nos dice que fue náufrago tres veces. Con su experiencia viajando, les avisó de
la adversidad que sería seguir navegando en esta estación del año para pérdida
de vidas y mercancías. Pero este aviso fue contradicho por el capitán, el cual
llevaba el timón del barco y era de él su dueño. El centurión Julio siguió el
aviso del maestro de barco en vez del de Pablo y decidió no quedarse en Buenos Cielos.
12. No era un puerto demasiado apropiado para pasar
el invierno debido a su exposición. La mayoría en el barco prefirió zarpar
desde Buenos Cielos esperando que pudieran alcanzar el puerto de Fenice, que se
sitúa en el extremo oeste en Creta, mirando tanto a suroeste como a noroeste.
13. Al principio fueron favorecidos con un viento
suave del sur y pudieron ir navegando a lo largo de la zona costera de la isla.
14 De repente, sin embargo, este viento suave dio
lugar a un viento tempestuoso soplando por el noroeste. Era denominado Euroclidón, significando “nordestino”,
una palabra híbrida mitad Griega y mitad Latina.
15 En este punto ya no estaban lejos de su destino –
Fenice, pero como el barco no pudo poner la proa al viento debido a su
violencia, tuvieron que rendirse al mar y que dejarse llevar por él.
16. Y al ir a la deriva en sotavento hacia una
pequeña isla que se llama Clauda, vieron ser necesario izar el bote salvavidas
que arrastraba por su popa el barco. Pues podían partirse sus amarras.
17. Después pasaron cuerdas por debajo del barco
para apretarlo y fortalecerlo. El barco ahora estaba siendo llevado a la deriva
hacia el suroeste en dirección de Cirene. Y próximo al puerto Africano había un
roquedo muy peligroso llamado Sirte. Así que echaron áncoras para aminorar la
marcha y no encallar en esas bandas rocosas.
18, 19. La tormenta no estaba aminorando de fuerza
al día siguiente, así que se vieron obligados a arrojar parte del bagaje por la
borda afuera y echaron también materiales extras y adornos: los pertrechos del
barco.
20. Los
marineros estaban siempre pendientes del sol y las estrellas para navegar, y
cuando estas no se vieron durante varios días seguidos, perdieron toda la
esperanza de salir de allí vivos a salvo.
21-26. Las severas condiciones que ya habían
experimentado les habían causado un periodo prolongado sin ingerir alimentos y
se encontraban todos muy débiles, por eso Pablo les anima diciéndoles que había
tenido una visión de Dios la cual le aseguraba que todos escaparían del peligro
en que estaban y se presentarían sin duda ante el Cesar. El apóstol les aseguró
que Dios haría exactamente lo que había dicho que haría, y que él estaba
plenamente persuadido de eso. ¡Qué gran y apropiado testimonio de la real fe!
27. Fueron yendo a la deriva por el Mar de Adrià. Pero este no es bien el Mar Adriático, sino
que es un término que se empleaba de todo el Este Mediterráneo. Los marineros
comenzaron a pensar que se estaban aproximando de tierra. Es probable que
escuchasen algún ruido viniendo a través de la niebla y se imaginaron que
habría tierra no muy lejana.
28. Hay sonidos que indican que el agua debajo está
perdiendo gradualmente profundidad.
29. Por eso lanzaron cuatro áncoras (velas de dirección) (algunas versiones
dicen recogieron las cuatro velas de
dirección y los entendidos en náutica piensan ser esta mejor traducción-
las anclas hubieran hecho parar el barco) para no hacer chocar al barco contra
las rocas.
30-32. Algunos de los marineros, para evitar el
riesgo de naufragar sobre las rocas, decidieron escaparse del barco. Pablo se
dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y avisó al centurión, y este por su vez
frustró los planos mandando a soldados que cortasen las amarras del bote
salvavidas y lo dejasen ir a la deriva.
33-38. Al amanecer Pablo avisó a la tripulación y a
los pasajeros que ingiriesen alimento para fortalecerlos, y volvió a asegurarles
que ninguno de ellos perecería en el desembarque que les aguardaba delante. Así
que dio el ejemplo dando gracias a Dios e ingiriendo una sustancial cantidad de
comida (¡bien podemos decir definitivamente que no estaba celebrando la
comunión del Señor partiendo el pan, ni nada parecido!). Y todos se animaron, y
después que hubieron comido, arrojaron el resto del bagaje de cereales al mar
para alijar más la nave, preparándose para llegar a tierra.
39-40. Cuando llegó la luz del día y vieron la tierra
no la reconocían, pero descubrieron buscando una bahía con una playa de arena y
decidieron llegar hasta ella. Por eso recogiendo
las velas de dirección, y se dejaron ir a la deriva en el mar (esta tal vez
sea mejor traducción que la A.V.) y cortaron también las amarras del
timón. Existían dos largas velas de
dirección en cada lado del barco que debieron ser recogidas durante la
tormenta. Estas fueron sustituidas por una vela de proa y enfilaron la nave al
sabor de la corriente hacia la playa.
41 Sin embargo, el barco encalló en unas rocas
sumergidas separando dos aguas y se quedó allí inmóvil e hincado de proa, y
ahora la violencia de las olas iba abriendo brechas cada vez mayores en el
barco.
42 - 44. Los soldados que guardaban los prisioneros
quisieron seguir la tradicional disciplina Romana y matar a los prisioneros
antes que estos pudieran venir a escaparse. Pero Julio, el centurión, había
nutrido una especial disposición hacia Pablo y no quería ver su muerte. Así que
ordenó a todos que abandonasen la nave, o bien nadando o bien agarrándose de
objetos flotantes y piezas en madera del barco. Y de esta manera llegaron todos
a tierra a salvo.
Así nos muestra Lucas en esta tremenda narrativa
cómo la promesa de Dios a Pablo llega a cumplirse, un maravilloso ejemplo de la
providencia y el cuidado de nuestro Dios por toda Su gente.
CAPÍTULO VEINTIOCHO
Una vez a salvo, supimos que la
isla se llamaba Malta. 2 Los habitantes de la isla mostraron una
cordialidad poco usual. Habían estado haciendo una hoguera y con ella nos
dieron la bienvenida, pues estaba lloviendo y hacía frío. 3 Pablo recogió una cierta cantidad de leña
y la puso en el fuego, y una víbora, saliendo de entre las astillas, le mordió
y se quedó balanceando de su mano. 4 Cuando
los insulares vieron a la culebra perdurada de su mano, se dijeron el uno al
otro: ¡Este hombre debe ser un asesino; que habiendo escapado del naufragio por
mar, la Justicia no le permite que viva! 5 Pero Pablo sacudió la serpiente al fuego y no sufrió cualquiera de
sus nocivos efectos. 6 La gente
estaba aguardando que se desmayara o muriese, pero después de esperar por mucho
tiempo y viendo que nada anormal se produjese con él, mudaron sus ideas y
dijeron que era un dios.
7 Había una
estancia cercana que pertenecía a Publio, el jefe oficial de la isla. Éste nos
dio la bienvenida en su casa y durante tres días nos ofreció su hospitalidad. 8
Su padre se hallaba enfermo en cama, sufriendo de fiebre y de disentería. Y entrando Pablo a verle, orando, puso sus manos en él y le sanó. 9
Cuando vieron esto, el resto de los
enfermos de la isla vinieron y fueron también curados. 10 Nos honraron de muchas maneras y cuando
estuvimos listos para salir navegando, nos fornecieron con todo lo que
precisamos.
11 Después de
tres meses nos hicimos a la mar en un barco que había invernado en la isla. Era
una nave Alejandrina que portaba en su proa un ídolo de los dioses gemelos
Castor y Pólux. 12 Nos pusimos con
él en Siracusa y permanecimos allí tres días. 13 Desde allí navegamos y llegamos a Regio. Al día siguiente nos llegó un
viento del sur, y al otro después alcanzamos Puteoli. 14 Allí encontramos algunos hermanos que nos
invitaron a pasar una semana con ellos. Y después llegamos a Roma. 15 Y como los hermanos allí, habían oído que estábamos en camino, se acercaron a recibirnos hasta el Foro de
Apio y la Tres Tabernas. Y cuando Pablo avistó a estos varones le dio gracias a
Dios y se animó en gran manera. 16 Cuando
entramos en Roma, a Pablo se le permitió vivir aparte, con un soldado por
custodia. (Hechos 28:1-16).
Cuando vinieron a estar salvos, descubrieron que la
isla se llamaba Malta. Se hallaba habitada por gente proveniente de Fenicia, a
unas 160 quilómetros al sur de Sicilia. Desde el punto de vista de Roma y de
Grecia todos los que hablaban una lengua distinta eran denominados bárbaros.
Gente Bárbara (A.V.) no se refiere a la fiereza de carácter o de cultura
primitiva. Meramente indica que su lenguaje no sea ni Griego ni Latín.
Caía una fría lluvia matinal y los hombres del barco
debían estar empapados y tiritando de frío. ¡Qué bien les debe haber hecho
sentir la hoguera y la calurosa recepción que recibieron de parte de los
Malteses!
Pablo, como usualmente hacía, rápidamente se dispuso
a ayudar reuniendo leña para recalentar más el fuego. Malta es una palabra
Canaanita que significa “refugio”, dado por los marineros fenicios, y todos
aquellos que habían naufragado probaron ser cierto este nombre otorgado.
Así que el apóstol depositó la leña en el fuego, una
víbora saltó del calor y se colgó mordiendo la mano de Pablo. Pero Pablo
sencillamente sacudió la culebra en la hoguera y no sufrió sus venenosos
efectos.
Al principio
los Malteses pensaron que Pablo sería un criminal a quien la Justicia Divina
había así castigado, pero cuando vieron que no estaba herido mudaron sus ideas
y comenzaron a murmurar que debía tratarse de un dios.
Lucas ahora registra otro caso de sanidad milagroso.
El oficial principal o alcalde de la isla llamado Publio, vivía en las
proximidades. Su padre estaba seriamente enfermo con fiebre disentería. Pablo
fue a verle, y después de orar le sanó. Cuando esta sanidad se produjo se
corrió la voz por toda la isla, y entonces trajeron a la presencia del apóstol
y de sus amigos a todos cuantos en la isla padecían enfermedades y todos fueron
sanados, cualquiera que fuera su enfermedad. Las sanidades milagrosas eran uno
de los dones relativos al reino terrenal que ocurrieron a través del periodo de
los Evangelios hasta el final de los Hechos.
A seguir, luego después del periodo de los Hechos,
nos quedaremos sorprendidos al ver que Pablo ya no puede sanar a nadie. Los
valerosos compañeros y colaboradores Epafrodito y Trófimo vinieron a estar
gravemente enfermos, y sin embargo Pablo nada pudo hacer para sanarlos, cuando,
anteriormente, hasta mismo un trozo de sus pañales podía a sanar a distancia.
Tan solo hay una respuesta satisfactoria para eso: Después del final de los
Hechos aparece una nueva dispensación con nuevas condiciones. Este punto iremos
a tratarlo después.
Durante los tres meses que permaneció en Malta,
Pablo y sus amigos fueron evidentemente tratados con muchos honores, y un barco
de Alejandría fue lleno con cada una de sus necesidades para el viaje restante.
El naufragio tuvo lugar en Noviembre. Tres meses
después, a la mitad de Febrero, habría sido considerado algo temprano para
navegar, pero parece que tuvieron una primavera anticipada y hallaron un barco
que navegaba desde Alejandría hacia Italia que había permanecido atracado para
pasar el invierno en la isla. Este barco tenía por figura de proa El Dioscuri, significando los dos hijos de Zeus, Castor y
Pólux, y esos serían las deidades patronales de los marineros (vers.11).
Navegando
hacia el norte llegaron a Siracusa, la importante ciudad de Sicilia, localizada
en la cara sureste de la isla. Allí aguardaron por vientos favorables y eso
sucedió al día siguiente, pues se levantó un viento sur y pudieron alcanzar el
puerto de Puteoli en la bahía de Nápoles, donde regularmente tenía lugar el
desembarque de los cereales que provenían de Alejandría.
Pablo y sus amigos tuvieron permiso para visitar
allí a sus colegas cristianos y por fin, a seguir, llegaron a su destino – Roma.
Los hermanos Cristianos descendieron la Vía Apia para recibir a Pablo, a Lucas
y Aristarco, y los acompañaron hasta la ciudad. El Foro de Apia distaba a unos
65 quilómetros de Roma, y las Tres Tabernas como a unos 15. Ambos locales
servían de posada donde los viajeros podían descansar. Encontrar a los hermanos
debió alegrar mucho a Pablo, y, cuando llegaron a Roma, a Pablo se le permitió
vivir por su cuenta con un soldado por custodia.
17 Tres días después mandó reunir a los
líderes de los Judíos. Cuando se hubieron juntado, Pablo les dijo: ¡Hermanos
míos, aunque yo no había hecho nada en contra de nuestro pueblo ni contra las
costumbres de nuestros antepasados, fui arrestado y entregue a los Romanos. 18
Y cuando estos me examinaron quisieron
soltarme, pues yo no era culpable de ningún crimen que mereciese la muerte. 19
Pero como los Judíos siguieron
porfiando, me vi obligado a apelar al Cesar – no porque tenga cargo alguno
pendiente que yo traiga contra mi propio pueblo. 20 Así que por esta razón pedí para veros y hablar con vosotros. Yo estoy
preso por estas cadenas debido a la esperanza de Israel.
21 Entonces contestaron: ¡Nosotros no hemos
recibido carta alguna de Judea sobre tu caso, y ninguno de los hermanos que han
venido desde allí nos ha contado o dicho de ti nada malo. 22 Pero queríamos oír cuáles sean tus puntos
de vista, porque lo que sí sabemos es que por todas partes se está hablando en
contra de esta secta.
23 Y al combinar con él un día para reunirse,
se acercaron en gran número al local donde se hallaba morando. Y desde que el
sol nacía hasta que se ponía les abría las Escrituras y les testificaba el
Reino de Dios, persuadiéndoles concerniente a Jesús, tanto por la ley de Moisés
como de los profetas. 24 Y algunos
creyeron las cosas que fueron dichas, y otros no. 25 Y no habiendo acuerdo entre ellos, se largaron después que Pablo les
hubo pronunciado una Palabra: ¡Bien habló el Espíritu Santo por el profeta Isaías a nuestros padres,
diciendo:
CON VUESTROS OÍDOS OIRÉIS, Y NO ENTENDERÉIS; Y VIENDO
VERÉIS, Y NO PERCIBIRÉIS:
PORQUE EL CORAZÓN DE ESTE PUEBLO SE HA ENGROSADO, Y SUS
OÍDOS SON DUROS DE OIR, Y SUS OJOS TIENEN CEGADOS, PARA QUE NO PUEDAN VER CON
SUS OJOS, Y ESCUCHAR CON SUS OÍDOS, Y ENTIENDAN COS SUS CORAZONES, Y SEAN
CONVERTIDOS, Y YO LOS SANE.
28 POR TANTO QUIERO QUE SEPÁIS QUE LA
SALVACIÓN DE DIOS HA SIDO AHORA ENVIADA A LOS GENTILES, Y ELLOS OIRÁN.
29 Y cuando Pablo hubo dicho estas palabras,
los Judíos salieron.
30 Y Pablo permaneció por espacio de dos
enteros años en su propia casa alquilada, y recibía a todo aquel que se le
acercase, 31predicando el Reino de
Dios, y enseñando aquellos asuntos que conciernen al Señor Jesucristo con total
confianza, sin que hombre alguno se lo prohibiese. (Hechos 28:17-31).
Pablo aquí
no se dirigió a la sinagoga como era su
costumbre, sino que fue custodiado por un soldado romano. Así que invitó a
los Judíos a venir a su casa. Quiso tener una oportunidad más para dar a
conocer la gran paciencia de Dios para con la nación de Israel y las maravillas
del Reino de Dios, así como el mensaje del Evangelio. Estaba seguro de que los
malos rumores habían llegado a Roma sobre lo sucedido y estaba empeñado en que
estos líderes Judíos supiesen toda la verdad. Esto explica sus palabras de
apertura que les dirige (vers.17-19). Pero este su gran deseo y propósito no
para por aquí, sino que en el vers.20 les dice:
Por esta razón he pedido veros y hablar con vosotros: Por
causa de la Esperanza de Israel estoy atado con estas cadenas.
¿Qué
significado tiene la esperanza de Israel? Podremos deducirlo sin temor a
equivocarnos observando cuidadosamente el contexto. El apóstol ya antes había
referido esta misma esperanza al Rey Agripa: le dijo: Es debido a mi esperanza en lo que Dios ha prometido a nuestros padres
que hoy estoy siendo juzgado: Esta es la promesa que nuestras doce tribus están
aguardando para ver cumplida y para la cual sirvo con todas mis fuerzas de día
y de noche. El lector observará que Pablo dice las doce tribus tal como Santiago (Jacobo) lo hizo en su epístola. La
invención de las diez tribus perdidas
es totalmente desconocida para las Escrituras.
La esperanza mencionada por Pablo, y a la
cual él denomina la esperanza de Israel en
Hechos 28:20, se refiere a la que Dios le
había prometido a los padres (Abraham, Isaac y Jacob) y eso era algo que
aún no se había cumplido para Israel. Esto demuestra que Israel no había sido
desgajada (o cortada) al tiempo de la cruz, pues las doce tribus todavía estaba
aguardándola. Cuando combinaron otro día para reunirse (vers.23), Lucas nos
dice que Pablo se pasó el día entero con el tema del reino de Dios tal como se
daba a conocer en Moisés y los Profetas, así como además a la relación de
Cristo hacia la promesa que en Él contiene. El reino de Dios es un extenso
título para el final gobierno de Dios sobre toda Su creación y tiene que
incluir los cielos así como la tierra, por eso aparece en la última de las
epístolas escritas en prisión tal como en el periodo cubierto por el ministerio
terrenal del Señor hacia Israel y su continuación en los Hechos. Cuando los
propósitos de Dios vengan por fin a cumplirse y alcanzar una triunfante
conclusión, el gobierno de Dios a través de Cristo no puede excluir ninguna
parte del nuevo universo de un nuevo cielo y tierra, o de otra manera ese tal
gobierno no sería completo.
Esto no
significa que las regiones terrenales y las celestiales estén mezcladas y que
no puedan ser bien distinguidas en la Escritura. La confusión la hacemos
nosotros cuando no observamos cuidadosamente las palabras y frases que Dios en
ellas emplea.
En el contexto que estamos tratando, Pablo
asocia el reino de Dios y la esperanza de Israel con las promesas que Dios
había hecho a los padres de Israel, Abraham, Isaac y Jacob, así como además a
David.
Hay un
cierto número de promesas divinas dadas a conocer en la Escritura, y las tres
primeras pueden verse en Génesis. Las promesas pueden ser de dos tipos:
condicionales e incondicionales, pero las promesas que son fundamentales para
los grandes propósitos de reino de Dios son todas INCONDICIONALES, y por tanto tienen una base segura, firme, e
inamovible.
Dios hizo tres pactos incondicionales con
Abraham, Isaac y Jacob respectivamente, que envolvían la simiente, sus descendientes, y el territorio. Dios le dijo a Abraham: Todas las personas en la tierra serán benditas a través de ti.
En aquel día el Señor hizo un pacto con Abraham y dijo:
¡A tus descendientes doy este territorio, desde el rio de Egipto (el Nilo)
hasta el gran rio, el Éufrates…”
Observe,
además, que posteriormente, vuelve a confirmar esta profecía.
Y la
profecía vuelve a repetirse a Isaac:
3 Permanece en esta tierra, y Yo estaré
contigo y te bendeciré. Porque a ti y a tú descendencia ofreceré este
territorio y confirmaré el pacto que juré a tu padre Abraham. 4 Haré que tu descendencia sea tan numerosa
como las estrellas en el cielo y les daré
todos estos territorios, y a través de tu simiente serán benditas todas las
naciones de la tierra.
Y
nuevamente se repite, de esta vez a Jacob:
10 Jacob dejó Beersheva y salió para
Harán…él…se tumbó para dormir. 12 Y
tuvo un sueño en el cual vio él una escalera apoyada en la tierra, cuya cima
alcanzaba al cielo…13 Allí encima
estaba el Señor, y le dijo: ¡Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abraham y el
Dios de Isaac. A ti te daré y a tú descendencia el territorio en el cual estás
ahora. 14 Tus descendientes vendrán
a ser como el polvo de la tierra, y te extenderás hacia el oeste y hacia el
este, al norte y al sur. Todos los
pueblos sobre la tierra serán benditos a través de ti y de tu descendencia.
Dios hizo
esta promesa de manera todavía más enfática haciendo sobre ella un juramento,
lo que demuestra en cuanta importancia y consideración tiene Dios a estas
promesas incondicionales o pactos. Son hechas concernientes a los descendientes
de Abrahán, su simiente, que tal como establece, proviene de Isaac y dice
respecto a la nación de Israel. Así que tienen que incluir a Cristo, pues como
se nos dice, Él es el Hijo de David, el
Hijo de Abraham y todas las promesas de Dios se centran en Él.
El
territorio con sus fronteras geográficas se describe en Génesis 15, y es una
gran porción del Medio Oriente que Israel todavía no ha llegado a poseer
plenamente. En los más triunfantes del reinado de Salomón, una gran parte
estuvo debajo de su gobierno, pero no la totalidad, y en cualquier caso, Israel
se limitaba a Palestina, así que esto no puede tomarse como un cumplimiento de
esta promesa respectiva al territorio.
Aquí, por tanto, tenemos una doble maravillosa
e incondicional promesa hecha por Dios concerniente a Israel, la cual envuelve
tanto a ellos como a su territorio, por tanto debe hacer parte de la esperanza de Israel. Nadie puede reducirla
tan solamente a la bendición Gentil a través de Israel y, de hecho, en cada uno
de estos pactos a Abraham, Isaac y Jacob, Dios declara que a través de su
simiente todos los pueblos sobre la
tierra irían a ser benditos. Esto ciertamente visa al futuro, al
establecimiento del reino terrenal de Dios que finalmente venga a ser mundial,
cuando el conocimiento de la gloria de Dios cubra toda la tierra y Cristo venga
a ser el Rey sobre toda la tierra y su gobierno universal.
Este es el
reino prometido por todos los profetas;
y los escritores del Antiguo Testamento dan su maravillosa descripción de este
bendito y feliz periodo. Este periodo no podemos ahora verlo en sus detalles.
Es un tema demasiado amplio en sí mismo y hasta ahora no ha sido tratado en
toda su plenitud. Estaba cercano y a la
mano cuando el Mesías y Rey estaba aquí en la carne, aguardando que Israel
le recibiera como tal. Él propio declaró que este reino todavía era futuro,
pues la oración del Señor declara que
el reino vendrá o venga, y si ya hubiera estado presente,
esa parte de la oración no habría sido necesaria. Bien podría haber llegado en
aquella altura, si Israel no hubiese repudiado y asesinado a su Salvador y Rey,
y una vez más en los Hechos les fue ofrecido y volvieron a repudiarle. Ahora
está en suspense, aguardando la Segunda Venida Suya, en poder y gran gloria
como lo prometió Quien es Rey de reyes y
Señor de señores. Entonces tomará en Sus manos los reinos de gobierno e
introducirá un gobierno de justicia sobre toda la tierra. Este será además el
tiempo de la salvación nacional de Israel, cuando finalmente puedan ocupar su
lugar como los más grandes misioneros, y este acontecimiento se halla
enteramente basado sobre el Nuevo Pacto de gracia como iremos a ver más adelante.
La
esperanza de Israel no puede entenderse separada del Antiguo Testamento.
Intentar limitarla a la predicación del evangelio de gracia en el Nuevo
Testamento, como algunos lo hacen, es ocultar y negar la mayor parte de sus
puntos esenciales. La salvación, por supuesto, es la base del Reino de Dios,
pero su esperanza incluye que las promesas a los padres sean tenidas en
consideración. Otros en cambio ven la preminencia de Israel en el Antiguo
Testamento y están en lo cierto, pero al mismo tiempo debemos ser conscientes
que era CONDICIONAL. Dios introdujo una “condición”…Si os volvéis a Mí, e Israel fracasó a la hora de guardar la
condición de Dios. Por eso se asume que no hay futuro para Israel en los
propósitos del reino de Dios. Pero eso no es cierto, aunque el Nuevo Pacto de
Dios de gracia que les concierne haya ahora sido dejado en suspense. Debemos
estudiar bien este asunto, porque ahora Israel ya no es primero.
31 ¡El tiempo viene! Dice el Señor, ¡Cuando Yo
haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32 No será como el pacto que hice con sus
padres cuando los tomé de la mano y los saqué fuera de Egipto, porque ellos
quebraron Mi pacto, aunque Yo era un marido para ellos! Dice el Señor. 33 Este es el pacto que Yo haré con la casa de
Israel después de ese tiempo, dice el Señor: Pondré Mi ley en su mente y la
escribiré en sus corazones. Y Yo seré Su Dios, y ellos serán Mi pueblo. 34 Nunca más el hombre enseñará a su prójimo,
o un hombre a su hermano, diciendo: ¡Conoce al Señor!, porque todos Me
conocerán, desde el menor de ellos hasta el más grande, dice el Señor: Porque Yo perdonaré sus perversiones y no me
acordaré ya más de sus pecados.
35 Esto es lo que dice el Señor:
Aquel que manda al sol brillar por el día, Quien decreta
que la luna y estrellas brillen por la noche, Quien encrespa el mar para que
sus ondas rujan – El Señor Todopoderoso es Su nombre; 36 si estos decretos pudieran quitase de Mi memoria, dice el Señor, entonces los descendientes de Israel
cesarían de ser una nación delante de Mí.
37 Esto es lo que dice el Señor:
Si los
cielos encima pudieran ser pesados y las fundaciones de la tierra abajo
pudieran investigarse, entonces Yo repudiaría a todos los descendientes de
Israel a causa de todo lo que han hecho, dice el Señor.
Estos
versículos han sido durante tanto tiempo interpretados como hablando de los
creyentes Gentiles, que Israel se ha quedado del todo en el olvido. Pero es que
estos versículos son dados a esta nación en primacía. El Dios de Israel es un
Dios de gracia tal como estos maravillosos versículos muestran. No solamente
olvida Dios los pecados de Israel, sino que además los perdona (vers.34). Y
Dios lanza aquí un desafío: ¡Él nunca
abandonará a Israel a menos que alguno pueda abolir la creación del sol, la
luna y las estrellas; solo entonces dejaría Israel de estar en Mi memoria como
nación eternamente (vers.35, 36). O
si los cielos arriba puedan ser pesados y las fundaciones de la tierra
descubiertas – solo si estas cosas pasaran repudiaría Dios a la nación de
Israel por causa de lo que hayan hecho (vers.37) Los términos no podrían haber sido más fuertes
para probar que a pesar del fracaso de Israel no dejarán de ser o existir, sino
que volverán a ser Su pueblo otra vez, pues es el Propio Dios Quien escriba Su
ley y Su verdad en sus mentes y corazones. En otras palabras: vendrán a ser de
nuevo empleados por Dios a pesar de todos sus pecados y fracasos.
Pablo
declara lo mismo: Dios no ha abandonado a
Su pueblo que primero conoció. Viene un tiempo para su salvación como una
nación. Su ceguera y dureza de corazón son temporarias. Tan solo durarán hasta que haya entrado la totalidad de los
Gentiles, y entonces todo Israel vendrá a ser salvo. (vers.26). El apóstol por tanto se refiere a la Segunda
Venida de Cristo, cuando esto venga a suceder, y el Señor dice: este es Mi pacto con ellos cuando Yo haya
quitado sus pecados, una directa referencia al Nuevo Pacto. En ese tiempo,
como la A.V. dice: Tu pueblo (Israel)
también será todo él justo: heredarán el territorio para siempre.
La
restauración de Israel es un amplio tema que ocupa una gran posición en el
Antiguo Testamento. Todos los creyentes deberían estar al tanto de sus
detalles. Tenemos el territorio…dado a
Jacob… donde tus padres habitaron (el territorio que ya hemos estudiado),
en el cual Israel habitará para siempre (vers.25); tenemos además el pacto eterno de paz hecho con ellos,
y el santuario de Dios establecido entre
ellos eternamente (vers.26-28).
Estas
palabras muestran claramente que son profecías concernientes a Israel que
todavía nunca se han llegado a cumplir en la historia pasada, pero vendrán a
serlo en el futuro, porque Dios no puede quebrantar Su palabra. Tratan con la
restauración final de Israel al tiempo de la Segunda Venida de Cristo.
Pero ya
hemos observado que los Hechos de los Apóstoles comenzaron con la restauración.
Después de 40 días de ser instruidos por el Señor Jesucristo concerniente al
reino de Dios, los apóstoles le preguntaron algo referente a estas semanas de
estudio cuando dijeron: Señor,
¿restaurarás el Reino a Israel en este tiempo? Y Su respuesta no es una
corrección cuando dijo: no os toca a
vosotros saber los tiempos o las sazones que el Padre puso en Su sola potestad.
No es una corrección como algunos piensan, sino que Él no podía revelarles
el tiempo de la restauración, puesto que Él sabía que Israel podría caer
completamente en incredulidad y desobedecer el mandamiento de Dios a
arrepentirse y volverse para Dios, y si así fuera el Reino vendría a ser
pospuesto para más más tarde. Ya habían repudiado el reino que había sido
proclamado por su Mesías y Rey, y de haber revelado el posterior repudio hecho
por Israel en los Hechos, eso vendría a servir para ellos como una excusa para
haberlo hecho, diciendo que, al fin y al cabo, ¡ya estaba escrito así!
Debemos
recordarle al lector que “restaurar” no es traer algo de nuevo, sino traer de
vuelta algo que ya había en existencia anteriormente. Este era el Reino que
había sido Tema Principal de la revelación a través de los profetas del Antiguo
Testamento, y Pedro asegura a sus oidores Judíos que: Dios restauraría todas las cosas como lo había prometido mucho tiempo
atrás por Sus santos profetas. Esa restauración del Reino pudo haber venido
a suceder entonces si Israel hubiera
recibido a su Mesías cuando vino en la carne; y a seguir, durante los
Hechos, volvieron a tener una segunda oportunidad para hacerlo así, y, si lo
hubieran hecho, Cristo habría retornado a ellos y el Reino habría venido a
establecerse entonces y en aquel lugar. El Señor había orado, diciendo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen, y Dios le responde esta petición imputando juicios sobre Israel a
través de todo el periodo de los Hechos.
Pero en el
primer discurso de Pablo en Antioquía les avisa a los Judíos:
Tened cuidado para que lo que han dicho los profetas no
os suceda a vosotros: ¡Mirad bien, vosotros burladores, maravillaos y pereced,
porque Yo voy a hacer algo en vuestros días que sería increíble, si es que
alguno os la contara. Pero Israel no hizo
caso del aviso. Constantemente se opusieron a todo lo que Pablo les estaba
testificando – el evangelio de la gracia y las maravillas del Reino de Dios –
hasta que la paciencia de Dios tocó a Su fin y cayeron sobre ellos los juicios
en el año 70 después de Cristo.
Los líderes
Judíos en Roma combinaron un encuentro con Pablo en un cierto día, y el apóstol
se pasó el día entero exponiendo el Reino desde Moisés y los Profetas,
demostrando cómo el Mesías y Rey ocupaba la parte central en este gobierno de
Dios. Pero respondieron de la misma manera. Algunos se quedaron convencidos,
pero otros se recusaron a creer, tal como lo habían hecho en todas las veces
anteriores. Entonces Pablo se vio obligado a pronunciar las terribles palabras
que componen Su sentencia, y las cuales el lector debe estudiar detalladamente.
Describen el Israel de los días actuales. Su ceguera y sordera se fue
extendiendo con tanta dureza en sus mentes y corazones que ni tan siquiera las
promesas en gracia de Dios les hicieron impresión. Esto fue un absoluto repudio
del Nuevo Pacto. Y sus descendientes, al tiempo que Pablo pronunció estas palabras, no vinieron a ser
mejores; también ellos han resistido siempre al Espíritu Santo. Pablo les dijo
(vers.28) que los Gentiles habían oído el evangelio y que continuarían
haciéndolo. Pero no sus conciudadanos, pues lo habían repudiado, y para ellos
no habría sino solo tinieblas de incredulidad. En esta condición los dejó Dios
de parte, donde han estado permaneciendo durante cerca de dos milenios, pues
aun mismo al día de hoy, sigue el Judío ortodoxo repudiando al Señor Jesucristo
como Su Mesías.
La palabra
traducida salieron es apoluo, que en buen sentido significa “soltar libre” o “dejar libre”, pero
que en un mal sentido también significa “divorciarse” una mujer (la cual es la
primera de las cuatro ocurrencias del verbo en el Nuevo Testamento). Debemos
recordar que la relación de Israel hacia el Señor había sido realizada en
términos de un matrimonio, pero ellos probaron ser una infiel esposa, y ahora
había llegado el momento de la separación. Este estado permanecerá hasta la
Segunda Venida del Señor, cuando vean a
Aquel que traspasaron y repudiaron viniendo en las nubes y por fin se
arrepientan y vengan a ser restaurados y perdonados.
Los
versículos que cierran los Hechos nos dicen que Pablo permaneció en su casa
alquilada durante dos años y que gratamente recibía a todos los que venían a
verlo. Aquí y ahora ya no tiene obstáculo alguno y era capaz de exponer
abiertamente el reino de Dios, especialmente lo relacionado a su aspecto
celestial tal como sus últimas cartas en prisión muestran. Efesios, Colosenses,
Filipenses y Filemón fueron evidentemente escritas durante estos dos años con
el soldado por custodia y prisionero, y en ellas el apóstol da la revelación que
tenía de Cristo concerniente a la verdad que el Señor había mantenido en
secreto, escondida en Sí Mismo – pero ahora revelada en toda su plenitud y
maravilla. Esta concernía al gobierno de
Dios en el más alto de los cielos y la creación del nuevo hombre de Efesios 2:15, culminado en el santo Templo
edificado por Dios como Casa eterna para Sí Propio. El más grande deseo de
Pablo era dar a conocer todo lo
relativo a los escogidos en Cristo desde
antes de la fundación del mundo, es decir, antes de la creación, como hubo
sido el deseo de Dios. Las epístolas que Pablo escribió durante el periodo de
los Hechos, dadas por su orden cronológico, son: Gálatas, 1ª y 2ª
Tesalonicenses, 1ª y 2ª Corintios y Romanos. Parece estar claro que Pablo fue
libertado a seguir a sus dos años de detención, y entonces, probablemente en el
año 64 después de nuestra era, fuese de nuevo preso y poco después su martirio.
Antes que eso tuviera lugar, debió escribir 2ª Timoteo, su última carta, en la
cual apremia a Timoteo que viniera a verlo en cuanto le fuese posible, pues
sabía que le quedaba poco tiempo de vida. Con esto concuerda la tradición
citada por Eusebio (Historia Eclesiástica
II, s22) que después de su propia defensa
el apóstol fue de nuevo enviado en su ministerio de predicar y vino por segunda
vez a la ciudad (Roma), sufriendo el martirio a manos de Nerón. Durante
este tiempo libre debió entonces escribir 1ª Timoteo y Tito y realizar un
cierto número de viajes, pero a lo cierto no sabemos si consiguió su objetivo
de alcanzar España como él menciona en su epístola a los Romanos.
Hay
algunos escolares que creen que una o más de estas epístolas posteriores fueron
escritas desde Éfeso o Cesárea, pero no pueden probarlo. Las tres Epístolas
Pastorales muestran a un ministro viajando y predicando que no puede ubicarse
en los Hechos. Algunos escolares hablan del súbito final de los Hechos, pero
eso no es necesario si alguno tiene en cuenta la fuerte posibilidad de que
Lucas escribiera los Hechos durante los dos años en que Pablo estaba prisionero.
Por Filemón sabemos que Lucas estaba con Pablo durante este intervalo en Roma.
Lucas pudo haber reunido el material para su narrativa durante los dos años de
detención de Pablo en Cesárea y compuesto los Hechos durante los dos años en
Roma.
Si esto es así, y además es lo más probable, entonces los
Hechos de los Apóstoles acaban porque al tiempo ya no había nada más por
registrar. No sigue haciendo el recuento de los acontecimientos
posteriores porque aún no había ido más
allá de lo que hubo escrito.
EL TIEMPO POSTERIOR
Antes de
acabar el estudio de este maravilloso libro hay uno o dos detalles importantes
a mencionar. Como ya hemos visto, la posición dada a Israel en el Antiguo
Testamento con primacía entre las naciones se toma y representa algunas veces
como si no fuera más que un crudo y nacional poder que capacitaría a Israel
para dominar sobre todas las demás naciones, y cuando los apóstoles le
preguntaron al Señor acerca de la restauración del Reino a Israel (en el
capítulo uno), muchos juzgan que sería este tipo de poder que tendrían en
mente. Pero el Antiguo Testamento desconoce un tal reino así, porque
básicamente es un reino espiritual que tiene como objetivo; si bien que, cuando
sea establecido en el futuro, también es cierto que vendrá a ejercitar un
efecto práctico sobre el mundo entero.
En Moisés se le dijo a Israel:
…Esto es…lo que dirás al pueblo de Israel:
Tú has visto con tus propios ojos lo que hice a Egipto, y cómo os llevé en las
alas del águila y os atraje hacia Mí. Ahora, si Me obedecéis plenamente y
guardáis Mi pacto, entonces de entre todas las naciones seréis Mi especial
tesoro por posesión. Aunque bien es cierto que toda la tierra sea Mía, vosotros
seréis para Mí un Reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las
palabras que les dirás a los Israelitas.
Este espiritual sacerdocio era el sentido en el cual
Israel debía mantener la primacía como nación en la tierra. Nunca había habido
un tal reino sacerdotal sobre la tierra; y en completo control y gobierno sobre
ellos, en la plenitud del tiempo, estaría el Rey Sacerdote, el Señor
Jesucristo, que sería rey sobre Su trono. Esta primacía de Cristo con ellos era
algo esencial si es que alguna vez viniera a ser establecido un reino de Dios
sobre la tierra. Siendo así Sacerdote, podría muy bien tratar con el pecado. Y
en cuanto a ser sin pecado y todopoderoso Rey, bien podría gobernar con
justicia y así la justicia de Dios podría expandirse y ser mantenida en el
mundo entero.
Es bien
probable que algunos de los líderes Judíos, hartos de estar bajo el dominio de
un poder Gentil, Roma, no tuviesen en mente sino un mero concepto terrenal del
reino del Mesías, pero ese no es el Reino de las Escrituras y no debería
deducirse que eso mismo fuera lo que los apóstoles visaban cuando cuestionaron
al Señor acerca del tiempo de la restauración de este Reino a Israel.
Una vez
que nos damos cuenta del lugar de Israel en el libro de los Hechos y la ofrenda siendo repetida de este reino para
ellos, a ser seguida por el retorno de Cristo, nos libertamos del gran problema
que resulta para nuestro entendimiento el pensar en la promesa de este retorno
tan próximo de Cristo en la altura, que
no llegó a suceder. Como ya hemos demostrado, viendo el Revelado Propósito de
Dios, todas las tempranas epístolas de Pablo, y también las de Pedro, Santiago
y Juan, dejan ver claramente que la esperanza de los creyentes era el inminente
retorno del Salvador. ¡Es cierto que 2000 años después todavía no se ha
producido ese retorno! Pero es que deberíamos tener en cuenta que, la
maravillosa promesa del retorno del Señor dada a través de labios de Padre, era
condicional,
y que tan solo se haría realidad al tiempo si Israel hubiese obedecido el
divino mandamiento a arrepentirse y volverse a Dios.
Tal como
nuestro estudio en los Hechos demuestra, Israel no se arrepintió y resistió al Espíritu Santo, y por eso en
Hechos 28 fueron dejados de lado en incredulidad, y el reino terrenal fue de
nuevo pospuesto. Así que no es una cuestión de que los apóstoles o Cristo
hubiesen cometido un error haciendo estos cálculos estando a la mano.
Nos
encontramos las terribles palabras que utilizó el Señor Jesús en un crítico
momento de Su ministerio terrenal a Israel, en las cuales el Señor comienza
denunciando las ciudades en donde las mayores y más grandes obras y milagros
habían sido realizadas. Estos milagros, como ya hemos visto, habían sido
predichos en el Antiguo Testamento concernientes al Mesías cuando viniera a la
tierra. Al principio de los Hechos Pedro declaró: Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios entre vosotros por
milagros, maravillas y señales, las cuales Dios hizo entre vosotros a través de
Él, y esto es lo mismo que se señala diciendo …esta salvación, que fue primeramente anunciada por el Señor, nos fue
confirmada por todos los que le oyeron. Testificando también Dios por señales,
maravillas y varios milagros. Los milagros realizados por el Señor Jesús no
sucedieron con el fin de dejar espantadas a las personas cuando le veían
realizarlas, sino que servían de confirmación
de Dios hacia Su ministerio para Israel. Fueron una confirmación para los que
creyeron, y un divino testimonio contra aquellos que no creyeron.
Cuando nos
damos cuenta de esto, podemos entonces comprender mejor la denuncia del Señor
de las ciudades donde la mayoría de estas señales se produjeron, y el terrible
juicio de Dios que caería sobre ellas. En Mateos capítulo 12 Cristo se presenta
como siendo más grande que el Templo (el
Sacerdote); más grande que Jonás (el
Profeta); más grande que Salomón (el
Rey); y vino a ser repudiado por los líderes de Israel en estas tres
categorías. El Señor, en el siguiente capítulo de Mateo, se refiere a esto
mismo citando las solemnes palabras que aplicó sobre estos líderes y al pueblo
que le seguía. Ellos cerraron deliberadamente sus ojos y taparon sus oídos a
través de sus mentes incrédulas y por el repudio de la verdad.
Cuando la
fe de Juan el Bautista estaba siendo zarandeada y dudaba si Cristo fuese el
Mesías verdadero que vendría después de él, el Señor se refirió a sus enviados
estos evidentes milagros para reafirmarle y fortalecerle:
Cuando Juan oyó en prisión lo que Cristo estaba haciendo,
envió a sus discípulos para preguntarle: ¿Eres tú el Cristo que debía de venir
o esperaremos por otro? Y Jesús respondió: Volveos y decidle a Juan lo que oís
y veis: Los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos son curados,
los sordos oyen, los muertos son levantados, y las buenas nuevas se predican a
los pobres. Bendito el varón que en Mí no tenga tropiezo.
Debemos
recordar que estos Judíos, viviendo en el territorio de Palestina, eran tan
solo una parte de la nación de Israel. Muchos millares vivían en el extranjero
y eran conocidos técnicamente como la Dispersión. Para ser perfectamente
equitativos debían tener la misma oportunidad de escuchar el reino prometido de
salvación y restauración que los Judíos palestinos habían tenido. Por eso el
ministerio de Pedro y de Pablo durante los Hechos pone a Israel en primacía,
siendo que su esfera se ensanchase por todo el Imperio Romano, donde la
Dispersión se hallaba.
Cuando
Pablo escribió su última epístola en el periodo de los Hechos hizo la siguiente
pregunta: …antes bien… ¿No han (Israel)
oído? Y la respuesta con verdad fue: Si
han oído, sin embargo eso no podría haberse dicho con verdad al final del
ministerio terrenal del Señor, pues él trató simplemente con los Israelitas que
vivían en Palestina. Ahora todo Israel había tenido la oportunidad de
arrepentirse y volverse para Dios, pero el veredicto del Espíritu Santo en
Hechos 28 fue que la nación en su totalidad se había inundado en las tinieblas
de incredulidad y el repudio, y en ese estado se volvieron inútiles para los
propósitos del Señor. Ahora bien, en ninguna parte del Antiguo Testamento fue
revelado lo que sucedería posteriormente si es que Israel fracasase por esta
vía. Ni tampoco podría haberlo revelado el Antiguo Testamento, porque eso
concernía a un Secreto guardado en Dios. Pero Dios no se quedó sorprendido
cuanto esto sucedió, y, cuando ocurrió, entonces Él dio a conocer el gran
Secreto (Misterio) en las posteriores epístolas de Pablo (Efesios y Colosenses)
desde su prisión en Roma y después de los Hechos. Aquí aparece la creación de
una nueva compañía de redimidos – un nuevo
hombre, con una nueva esfera o ámbito de bendición donde Cristo está
sentado a la diestra del Padre. Y es allí donde esta compañía es bendita, pues
son vistos sentados con su Cabeza, el Señor Jesús, en la más alta gloria. No es
de admirar que tengan que procurar las
cosas de arriba donde Cristo se halla ahora entronado, y no las cosas de la
tierra, pues esta tierra no vendrá a ser su eterna morada.
Los cielos
de la Escritura son mucho más maravillosos de lo que generalmente se reconoce
por los creyentes. La gran mayoría parece pensar que el cielo es simplemente un
extenso lugar en el cual los redimidos son puestos. Sin embargo ¿qué es lo que
Pablo querría decir cuando se refirió a que fue
transportado al tercer cielo?
Esto no puede ser explicado diciendo que estas palabras
sean de concepción Judías. Y ¿a qué se referirá cuando se nos dice que Cristo ascendió por encima de todos los cielos?
¿Cuántos cielos hay entonces?
Cuando el
Señor Jesús se refirió a estos cielos, dijo figurativamente: en la casa de Mi Padre hay muchas
moradas…voy a preparar lugar para vosotros. Muchas moradas es algo muy
diferente de “una gran morada”, que es como la mayor parte de los creyentes ve
al cielo. La palabra es, por supuesto, utilizada algunas veces en el singular,
pero cuando es así evidentemente hace la vez de un título explicativo.
Debido a
que nuestras mentes tienen un poder de comprensión muy limitado, todos tenemos
una tendencia para rebajar los más
grandes maravillosos y todopoderosos propósitos de Dios. La tradición y las
costumbres son fuerzas muy poderosas que pueden mantenernos en esclavitud e
ignorancia. Debemos tener el deseo de no ir más allá de lo que la Palabra de
Dios nos revela, porque si lo hacemos, entonces nos encontraremos en el medio
de nuestra propia imaginación y limitada comprensión. Por otra parte, seríamos
muy poco sabios si no fuéramos haciendo todo el camino que las Santas
Escrituras nos van revelando. Y ya ha revelado al menos tres esferas de
bendición para los redimidos en el futuro:
(1) El Señor Jesús estableció: benditos son los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Está
citando del Salmo 37, donde esta frase aparece cuatro veces (vers.11, 22, 29,
34), y “territorio” y “tierra” son traducciones de la misma palabra Hebrea).
(2) La ciudad
celestial, la Nueva Jerusalén que Juan
describe de manera tan viva en
Apocalipsis 21, que es celestial en carácter, pero su final destino no
permanece en el cielo, sino que por fin lo deja y desciende a la nueva tierra. Entre otras cosas se nos
dice que los reyes de la tierra depositan
su honor y gloria en ella (24 A.V.). Esta es la gloriosa ciudad que Abraham
y los vencedores de Hebreos 11 procuraban delante por la fe, y a la que iglesia
del periodo de los Hechos miraba como nuestra
madre. Figurativamente se asemeja a una novia;
es también denominada por Pablo un
remanente escogido a la elección de la gracia (A.V.), porque aún mismo en
los peores tiempos de la apostasía, Dios nunca se dejó a Sí Mismo sin
testimonio. Esta compañía consistía de los fieles Judíos que respondieron
activa y positivamente a las buenas nuevas en los cuatro Evangelios y en los
Hechos, junto con los creyentes Gentiles, los cuales son injertados a Israel
para compartir con ellos su pacto bendito, tal como un olivo silvestre se
injerta en un olivo natural o verdadero. El verdadero olivo era la nación de
Israel.
(3) El llamamiento y esperanza del creado nuevo hombre, es, tan cercano y próximo
a Cristo, que es visto y denominado como Su
Cuerpo,
El
llamamiento y esperanza del recién creado hombre
nuevo es tan cercano a Cristo que es denominado como Su Cuerpo, Siendo que
Él propio sea la Cabeza. Sus miembros son vistos en el más alto de los cielos, sentados junto donde Cristo se halla
ahora exaltado, y por eso se les avisa a poner sus pensamientos constantemente
donde Cristo está ahora entronado, y no en las cosas terrenales.
Ahora
bien, si estas tres esferas de bendición significan la misma cosa, entonces las
palabras son inútiles para el propósito de la revelación y lo mejor que
podremos hacer será “cerrar el Libro”.
Debemos además recordar las Palabras de Pablo
cuando nos dice que ahora solo conocemos
en parte, Ahora, vemos como si fuese
un pobre reflejo por espejo, pero posteriormente, en la gloriosa
resurrección, veremos todo cara a cara. Nuestro conocimiento actual ahora y en el
mejor de los casos es solo parcial, pero entonces, por fin conoceremos
plenamente. Al momento presente, ningún
ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha concebido lo que Dios
ha preparado para aquellos que le aman; pero parte de eso ha revelado ya
Dios, y es un prenuncio de toda la gloria venidera del Cristo ascendido, y con
Él, de todo Su Cuerpo. Y aquí recordamos parte del himno de F.W. Faber: Almas de hombres: ¿Por qué estáis dispersos
como una multitud de ovejas atemorizadas? Y los versos siguientes:
Hay una amplitud en la misericordia de Dios
como la amplitud
extensa del mar
Hay una plena bondad en Su Justicia
que es más grande
que la libertad-
Pues el amor de Dios es más extenso
que las medidas
del corazón humano
Y el corazón del Eterno es
de especie más
maravillosa aún
Hay rebosante redención
en la sangre que
ha sido derramada
Hay gran regocijo para todos los miembros
en los pesares de
la Cabeza.
Si nuestro amor fuera más sencillo
le tomaríamos en
Su Palabra
Y nuestras vidas repletas estarían con gratitud,
desde la presencia
del Señor.
No puede haber duda alguna de que las epístolas en
prisión de Pablo a seguir al periodo de los Hechos contienen una sobreexcedente
cantidad de riquezas aguardando ser exploradas por la fe. Si en verdad somos
creyentes ¿a qué esperamos para poseer
nuestra posesión? Nada importa lo que otras personas puedan pensar o decir
de nosotros. Es el veredicto de Cristo lo único que cuenta y debemos
considerar, y si le somos agradables a Él, eso es lo único que de verdad
importa.
Y ahora
concluimos dando las ocho ocurrencias donde la palabra riquezas aparece en las Epístolas en prisión de Pablo.
En Él (Cristo) tenemos redención por Su sangre, el perdón
de nuestros traspasos, de acuerdo a las
riquezas de Su gracia que hizo sobreabundar sobre nosotros.
…Para que sepáis…cuáles son las riquezas de Su gloriosa
herencia en los santos.
…Para que en las edades venideras pueda mostrar las inconmensurables riquezas de Su gracia
en Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
A mí (Pablo), que soy el más pequeño de todos los santos,
me fue dada esta gracia de predicar a los Gentiles las insondables riquezas de Cristo.
…Para que de acuerdo a las riquezas de Su gloria pueda Él fortaleceros con poder a través
de Su Espíritu en el hombre interior.
Y mi Dios suplirá todas vuestras necesidades de acuerdo a
Sus riquezas en gloria en Cristo
Jesús.
A los que Dios escogió para darles a conocer cuán grandes
entre los Gentiles sean las riquezas de
la gloria de este misterio (secreto)…
…obtener todas las
riquezas del seguro entendimiento y el conocimiento del misterio (secreto)
de Cristo, en Quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del
conocimiento.
Pidamos,
por tanto, al Espíritu Santo, el gran Revelador de la Verdad, que nos abra los
ojos de nuestro entendimiento para que podamos llegar a conocer este más alto llamamiento de Dios en Cristo
Jesús, y así hallar la gracia y el fortalecimiento que podamos (también de
gracia) pasar a otros que Dios nos acerque.
Pablo
consideraba toda esta maravillosa revelación como la sagrada verdad de Dios que
le había sido encomendada. Fielmente la enseñó a quien debía secundarle, a
Timoteo, y le avisó a que guardara el
buen depósito que le había sido encomendado, y por su vez él tendría que confiar a hombres apropiados todo lo que
había escuchado en la enseñanza de Pablo; y así estos hombres fieles debían
estar capacitados para enseñar también a
otros, para que esta preciosa verdad pudiera ser transmitida y preservada y
que otros la recibieran y pusieran en práctica. A través del poder y propósito
de Cristo, esta gloriosa enseñanza ha llegado hasta nosotros, y ahora nosotros
somos con ella afirmados. ¿Hemos puesto en práctica esta enseñanza?
¡Tenemos
en el futuro que enfrentar el veredicto proveniente del trono de juicio del
Señor! Y deberíamos constantemente mantener este escenario en mente.
Hemos
llegado al final de la maravillosa narrativa de Lucas. Ciertamente Sir William
Ramsey no estaba muy equivocado cuando describió a Lucas como siendo el más
grande de todos los historiadores.
Este fiel
ministerio suyo es un claro ejemplo de lo que la vida y el servicio de un
creyente en Cristo debería ser. Alabamos a Dios por haber levantado a un hombre
así contribuyendo a las Escrituras de la verdad, preparándonos para recibir por
fe la revelación del gran Secreto de Dios, escondido en Sí Mismo, y por tanto
completamente desconocido hasta el tiempo en el cual Él Propio escogió
revelarlo. Esta revelación no fue dada hasta que Israel viniera a fracasar del todo al final de los Hechos. Israel había
dominado la escena dese los días de los hijos de Jacob. Ahora, en el completo
fracaso de Israel, son puestos de lado por el Señor y el ascendido Cristo hace
conocida la gran revelación a Pablo en su prisión, encomendándole a enseñársela
a los creyentes de su tiempo. Eso es lo que hizo escribiendo en la prisión las
cartas de Efesios y Colosenses.
El
tremendo Secreto concerniente al hogar eterno de Dios está ahora siendo
edificado por Él Mismo en la más alta gloria. La figura de un Cuerpo en Efesios
uno se muda para un Templo santo en el capítulo dos, y cada creyente en él es
semejante a una piedra que está siendo perfectamente pulida y ubicada en su
perfecta posición por el gran Arquitecto y Constructor, y cuando el último de
ellos sea puesto en el justo lugar y el edificio quede completo, vendrá a ser
UN HOGAR PARA DIOS (vers.22) en el cual habitará y llenará Él con el resplandor
de Su gloria por toda la eternidad.
¿Podría
algún ser humano disfrutar de un más alto honor que hacer parte en este más
alto edificio?
¡Esto es
lo que la Palabra de Dios afirma delante de los creyentes en Cristo para su fe
y responsabilidad!
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