El Reino de Dios CAPÍTULO 4
El Reino de Dios
En el Cielo y Sobre la Tierra
Un Estudio del
Reino de Dios
A través de la Biblia
STUART ALLEN
Trad. Juan Luis Molina
Capítulo 4
Si las incondicionales
promesas de Dios que le fueron hechas a los patriarcas van a cumplirse
concerniente a una semilla eterna y un territorio eterno, entonces está
claro que la actual condición de Israel, todavía esparcido por todo el mundo
como se halla, debe ser alterada y la nación plenamente reunida de vuelta a su
territorio. El mismo Dios que avisó a Israel de este esparcimiento mundial
teniendo lugar en caso de continuar sus caminos de rebelión e idolatría, es el
Dios que prometió reunirlos de nuevo; y esto es absolutamente vital para que Su
propuesto reino terrenal venga a suceder como hemos detallado en los capítulos
previos. Tal como la dispersión en juicio fue literal, y ninguna cantidad de
espiritualización puede alterar este hecho, así también la reconducción de la
nación a una gran parte del Medio Oriente como está detallada en Génesis 15
debe ser literal. “El que esparció a Israel lo reunirá y guardará” (Jer.31:10).
El testimonio de la Palabra de Dios en este
punto es tan claro y amplio que cualquiera se sorprende viendo que los amantes
de la Biblia
lo desconozcan e ignoren. Damos aquí algunas de las referencias. En Isaías
11:11, 12 Dios le dice a Israel:
“Así mismo acontecerá en
aquel tiempo que Jehová alzará otra vez Su mano para recobrar el remanente de
Su pueblo…y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de
Judá de los cuatro confines de la tierra.”
“No temas porque Yo
estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré.
Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos Mis hijos y Mis
hijas de los confines de la tierra; todos los llamados de Mi nombre para
gloria Mía los he creado, los formé y los hice” (Isaías 43:5-7).
“Porque pondré Mis ojos
sobre ellos para bien, y los volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los
destruiré; los plantaré y no los arrancaré. Y les daré corazón para que me
conozcan que Yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y Yo les seré a ellos por
Dios; porque se volverán a Mí de todo su corazón” (Jer.24:6, 7).
“Como incienso agradable
os aceptaré, cuando os haya sacado de entre los pueblos, y os haya congregado
de entre las tierras en que estáis esparcidos; y seré santificado en vosotros a
los ojos de las naciones. Y sabréis que Yo soy Jehová, cuando os haya traído
a la tierra de Israel, la tierra por la cual alcé Mi mano jurando que la daría
a vuestros padres” (Ezeq.20:41, 42).
“Así ha dicho Jehová el
Señor: Cuando recoja a la casa de Israel de los pueblos entre los cuales
está esparcida, entonces me santificaré en ellos ante los ojos de las
naciones y habitarán en su tierra, la cual di a Mi siervo Jacob. Y
habitarán en ella seguros…y vivirán confiadamente…y sabrán que Yo soy Jehová Su
Dios” (Ezeq.28:25, 26).
“He aquí vienen días,
dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas
al que lleve la simiente…y traeré del cautiverio a Mi pueblo Israel, y
edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y
beberán del vino de ellas, y harán huertos, y comerán del fruto de ellos. Pues
los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que Yo
les di, ha dicho Jehová Dios tuyo” (Amós 9:13-15).
La totalidad de Miqueas
4:1-8 debe ser leído. Vamos aquí a citar solo los versículos de 6 a 8:
“…juntaré a la que
cojea, y recogeré a la descarriada y a la que afligí; y pondré a la coja como
remanente, y a la descarriada como nación robusta; y Jehová reinará sobre
ellos en el monte de Sion desde ahora para siempre…hasta ti vendrá el señorío
primero…”
“He aquí, en aquel
tiempo Yo apremiaré a todos tus opresores; …y recogeré la descarriada; y os
pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra. En aquel tiempo Yo os
traeré, en aquel tiempo os reuniré Yo; pues os pondré para renombre y para
alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando levante vuestro
cautiverio delante de vuestros ojos, dice Jehová” (Sofonías 3:19, 20).
No puede haber duda
alguna que la reunificación del pueblo de Israel ocupa un lugar importante en
el testimonio de los profetas del Antiguo Testamento y que predijeron un tiempo
como nunca antes ha tenido lugar en la historia pasada de esta nación. Una
preparación para el cumplimiento de estas Escrituras ya ha tenido lugar en el
establecimiento del estado de Israel en 1948 y un representativo número de
ellos ya se haya en Palestina. Pero nadie debe pensar con esto que ya se haya
cumplido la divina promesa hecha en los anteriores versículos. Los Judíos
ocupan actualmente una pequeña porción de Palestina (Canaán), y como ya hemos
visto, el don incondicional original hecho a Abraham y a su simiente se
extiende desde el Nilo hasta el Éufrates (Gén.15:18) y todavía permanecen
millones de Israelitas esparcidos por toda la tierra. La reunificación final,
como ya hemos señalado, sucederá después de la Segunda Venida de
Cristo a la tierra tal como se predijo en Mat.24:
“E inmediatamente después
de la tribulación de aquellos días (la gran tribulación de los vers.21 y
22)… aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo…y verán al Hijo del
Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará
sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a Sus escogidos, de los
cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (vers.29-31).
La regeneración
espiritual de Israel, tan necesaria si es que vengan a ser un reino de
sacerdotes como Dios entiende, ya la hemos estado viendo cuando estudiamos el
Nuevo Pacto de gracia. El Apóstol Pablo la resume en Romanos 11:25-29:
“…Ha acontecido a Israel
endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. Y
luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el libertador
que apartará de Jacob la impiedad. Y este será Mi pacto con ellos cuando Yo
quite sus pecados…Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios”
(Mudanza de pensamientos de Su parte).
No sucederá hasta
entonces que Israel esté dispuesto a llevar el conocimiento del Señor hasta los
confines de la tierra, para que “el conocimiento del Señor cubra la tierra
como las aguas cubren al mar” y el propósito del reino del Señor para el
mundo alcance su cumplimiento. Está claro que en la edad del milenio, no
solamente será restaurada y convertida Israel para ser la nación principal,
sino que además Jerusalén será la capital principal de la tierra. Las grandes
ciudades del mundo tendrán entonces que tomar un lugar secundario. Jerusalén es
la ciudad de Dios y desde donde se irradiará la luz y la bendición:
“Acontecerá en lo
postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová
como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él
todas las naciones…Porque de Sion (Jerusalén) saldrá la ley, y de Jerusalén la Palabra de Jehová…no
alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”
(Isaías 2:2-4).
“En aquellos días Judá
será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará Jehová justicia
nuestra” (Jer.33:16).
“Y Jehová rugirá desde
Sion, y dará Su voz desde Jerusalén, y temblarán los cielos y la tierra; pero
Jehová será la esperanza de Su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel. Y
conoceréis que Yo soy Jehová vuestro Dios, que habito en Sion Mi santo monte; y
Jerusalén será santa, y extraños no pasarán más por ella” o una mejor
traducción: “nunca más será invadida por extranjeros” (Joel 3:16, 17).
“Así dice Jehová: Yo he
restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén será llamada
Ciudad de la Verdad ;
y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad…Y vendrán muchos
pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a
implorar el favor de Jehová” (Zac.8:3, 22).
Por estas proféticas Escrituras
podemos ver que el Señor proclamará a Jerusalén como Su propia ciudad, la
limpiará y santificará para que “las ollas de las casas de Jehová sean como los
tazones del altar, y toda olla en Jerusalén y Judá sea consagrada a Jehová de
los ejércitos” (Zac.14:20, 21) y esta ciudad, tan a menudo devastada en el
pasado viva segura permanentemente y sea el centro de la adoración mundial.
Pero no solo esto, sino
que la palabra de profecía señala además que será la ciudad principal de la
tierra desde el punto de vista comercial. Es importante observar que, al tiempo
de la Segunda Venida ,
la topografía de Palestina, especialmente alrededor de Jerusalén, vendrá a ser
alterada por el Creador por causa de un gran terremoto que dividirá en dos
partes el Monte de los Olivos. El último capítulo de Zacarías nos da en detalle
este físico acontecimiento que vendrá a suceder cuando el retornado Señor
llegue al Monte de los Olivos (14:4), el lugar desde el cual se produjo Su
ascensión en Su primera venida. El valle que así vendrá a formarse servirá como
vía de escape para la Israel
perseguida en este punto de tiempo. Y además, el profeta predice que un rio de
aguas Vivas brotará desde la
Jerusalén dividido y fluyendo hasta el Mar Muerto en el este,
y la otra mitad hacia el oeste, el Mediterráneo (vers.8). Este rio
milagrosamente erradicará la sal contenida en el Mar Muerto que posteriormente
y en consecuencia de eso se llenará de lujuriante vegetación y en él vivirán
una gran cantidad de peces. Ezequiel 47 describe al por menor estas “aguas
vivas” y también se expone en el Salmo 46:4.
Zacarías 14 se extiende
dándonos además otras particulares alteraciones en la topografía de Sur de
Palestina. Daremos una versión más actual que nos ofrece el significado más
claramente que la Reina
y Varela:
“Toda la tierra se
volverá como el Arabah (el Valle del Jordán) desde Geba hasta Rimón al sur de
Jerusalén; pero Jerusalén será enaltecida, y habitará en su lugar, desde la
puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta primera, hasta la puerta del
Ángulo; desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey. Y morarán en
ella, y no sufrirá nunca más la destrucción, sino que Jerusalén será habitada
confiadamente” (Zac.14:10, 11 N.I.V).
La totalidad de los
montes del país serán rebajados, o mismo terraplenados; pero Jerusalén será
erguida o “enaltecida” y llegará a ocupar su lugar, y será edificada en un
monte elevado la casa del Señor, dándole una imponente posición en el país que
será visible a muchos quilómetros de distancia alrededor. Isaías refiere este
acontecimiento como ya hemos visto en el cap.2, versículo 2:
“Acontecerá en lo
postrero de los tiempos que será confirmado el monte de la casa de Jehová
como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados.
Miqueas 4:1 confirma este
versículo, y así Jerusalén y su templo exaltado pasará a ser el centro
gubernamental del mundo, y el lugar al cual “todas las naciones acudirán” para
ser instruidos y guiados. Todos los obstáculos físicos que ahora impiden fluir
a las “aguas vivas” en sus dos direcciones serán removidos y terraplenados.
No solo hallamos que
Dios vaya a remodelar de esta forma el territorio del sur de Jerusalén por
causa del efecto del terremoto, sino además también el golfo del rio Nilo y el
rio Éufrates. En Isaías 11:15, 16 leemos:
“Y secará Jehová la
lengua del mar de Egipto; y levantará Su mano con el poder de Su Espíritu sobre
el rio (Éufrates), y lo herirá en sus siete brazos, y hará que pasen en él con
sandalias. Y habrá camino para el remanente de Su pueblo, el que quedó de
Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de
Egipto” (N.I.V.).
Esta remodelación hecha
sobre el Éufrates facilitará el acceso a Jerusalén y el Templo mucho más
asequiblemente desde el este. Además con la sequedad del golfo del Nilo, el
Canal de Suez desaparecerá. Isaías 19:4-9 también predice la desertificación
del rio Nilo. También existen otros versículos significativos en Isaías
33:20-23:
“Mira a Sion, ciudad de
nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud,
tienda que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas, ni ninguna de
sus cuerdas será rota. Porque ciertamente allí será Jehová para con nosotros
fuerte, lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera
de remos, ni por él pasará gran nave…”.
No será preciso decir
que en ningún otro tiempo de la historia pasada se haya secado el Nilo, o que
el Éufrates se haya dividido en siete afluentes, ni que Jerusalén haya sido
local de arroyos o ríos. Estas profecías dicen respecto al final del tiempo del
retorno del Señor y el asentamiento del reino terrenal. Desnecesario además
será decir que “no andará galera de remos” ni “gran nave” pasará por ciudad
alguna si es que esta se halle a quilómetros de distancia del mar, y sin un rio
navegable.
Zacarías 14:4, 5 nos
dice que a causa del gran terremoto que divida el Monte de los Olivos surgirá
un muy grande valle que abarcará hasta Azal. Rollins, en su libro Ancient
History señala dos nombres muy próximos al lugar de Ashkelon, que son
Afcalon-Azol. Jeremías 47:6, 7 parece referirse a estos mismos. Azal
aparentemente es un nuevo local que tenga su nombre sobre la costa del
Mediterráneo. Cuando recordamos que el Mar Mediterráneo se halla a 1300 pies por encima del
Mar Muerto, podemos imaginarnos que es lo que ocurriría si un “muy grande
valle” se extendiese desde Azal en la costa hasta el Valle del Jordán en el
este. La súbita ascensión de agua en el Mar Muerto causaría que el Jordán
encontrase su lecho antiguo y descendiese hasta el Golfo de Akabah. Este
acontecimiento probablemente tornaría a Jerusalén en un puerto de mar;
ciertamente en el tal lugar de “ríos y de arroyos” de Isaías 33:21. ¿Será esta la
solución de Dios para el problema del Canal de Suez?
El golfo de Suez vendrá
a ser destruido y el territorio ligeramente erguido, y donde ahora existe el
delta del Nilo y el Canal de Suez, los hombres andarán de sandalias por lo
seco. Esto significa que la navegación debe pasar a través de Jerusalén
haciendo que esta ciudad gane más relevo e importancia. No solo será la Jerusalén futura el
centro espiritual de la tierra, sino que además pasará a ser también esta
ciudad el centro de comercio.
Es significativo además
que Ezequiel 5:5 nos diga:
“Así ha dicho Jehová el
Señor: Esta es Jerusalén; la puse en medio de las naciones y de las
tierras alrededor de ella”
Ezequiel 38:12 nos habla
de un poder viniendo contra “el pueblo (Israel) recogido entre las naciones,
que se hace de ganado y posesiones, que mora en la parte central de la tierra”.
Al margen la versión inglesa pone “el ombligo”. Así como el ombligo es el
centro del cuerpo, así también el Señor ha puesto en el “ombligo” o “centro” de
la tierra, para que geográfica, política y espiritualmente venga a ser la
ciudad más importante del mundo.
Zacarías acaba su
profecía resaltando la preeminencia espiritual de Jerusalén. Será obligatorio
para todas las naciones que sean representadas en la fiesta de los Tabernáculos
que tendrá lugar en esta ciudad cada año:
“Y todos los que
sobrevivieren de las naciones que vivieron contra Jerusalén, subirán de año en
año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de
los tabernáculos. Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no
subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos, no vendrá
sobre ellos lluvia…” (Zac.14:16-18).
Y aquí tenemos otro
ejemplo de la divina disciplina que habrá durante el milenio a través de la
cual Dios mantendrá el control sobre la tierra.
Antes de que pasemos a
considerar otro aspecto del reino será bueno que hagamos un comentario sobre el
frecuentemente citado pero poco comprendido versículo de Habacuc 2:14:
“Porque la tierra será
llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”.
Alguno podría preguntarse
por el significado de las aguas cubriendo el mar, pero podremos comprenderlo
cuando lo interpretamos de la edad del reino terrenal cuando las aguas vivas
fluyendo desde Jerusalén desciendan hasta el Mar Negro, lo cubran, y le
extingan su salinidad, “sanándolo,” de tal manera, que allí pueda abundar de
peces y vegetación. Por donde estas aguas corran surgirá la vida, y esto
es un retrato de lo que el conocimiento de Dios producirá en los habitantes de
la tierra trayéndoles vida en lugar de muerte espiritual.
Existen otras
características del reino de Dios que deben ser mencionados. La tierra
prometida experimentará un aumento significativo de productividad y fertilidad.
Las muchas Escrituras que nos muestran esta particularidad se pueden resumir en
la declaración de Amos 9:13. Entonces el que ara alcanzará al segador debido a
la rica respuesta de la tierra. El Señor restaurará la temprana (de primavera)
y la tardía (del otoño) lluvia sobre esta tierra sobre las cuales tanto depende
este país. La irrigación ya no será un problema a solucionar. La salud será
incrementada y debido a eso la vida prolongada:
“No habrá allí niño que
muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de
cien años, y el pecador de cien años será maldito” (Isaías 65:20).
No será por acaso que
muchos de los evidentes milagros que el Señor realizó en Su ministerio terrenal
fuesen dirigidos a la salud corporal y mental, y Hebreos 6:5 los
denomina “poderes (milagros) del siglo venidero” que es el milenio.
Y así podríamos
continuar retirando de las Escrituras proféticas las características del tiempo
cuando el Señor Jesús como Rey de reyes retorne a esta tierra, poniéndola bajo
Su divino control y trayendo la paz, la justicia, y por fin la prosperidad tanto
espiritual como material. Sin embargo, creemos que ya ha sido suficientemente
considerado como para mostrar que los 1000 años del reinado de Cristo no sea un
periodo de plena perfección (este estado aguarda la creación de un nuevo cielo
y tierra en las edades posteriores) puesto que en el milenio tanto el pecado
como la muerte todavía estarán vigentes. Pero bien podremos deducir aquí que
será el periodo más favorecido en el mundo conocido desde la caída de Adán.
Las palabras de G.H.N.
Peters en su libro El Reino Teocrático son muy pertinentes en este
punto:
“Los profetas, a una
sola voz, describen este reino único, así restaurado, en términos expresivos de
la más gloriosa abundancia. Predicen desde el Salmista hasta Malaquías una
restauración del idéntico reino derrocado junto con los más maravillosos
acontecimientos que vendrán a producir una tal bendición y gloria sin paralelo
en la historia del mundo…desde el derrocado reino Teocrático de David, estos
predichos eventos no han tenido lugar así como son delineados, y por tanto el
predicho reino pactado todavía no ha aparecido…Es el mismo reino derrocado que
recibe estas añadidas bendiciones, y ningún otro reino las recibirá, por eso es
que ningún profeso reino, por muy a viva voz que sea proclamado o enseñado,
podría, a excepción de este, ser acepte por nosotros…Estos incrementos son tan
grandes en su natura, tan sonantes en sus características, tan manifiestamente
embutidos de lo Sobrenatural, que nadie podrá venir a equivocarse con ellos
cuando el reino se restaure…Después de la caída del reino de David, los
profetas predijeron este reino como futuro (El Reino Teocrático 1:248).
Aunque muchas más cosas
puedan ser dichas concernientes a la presentación y al carácter del reino de
Dios como se retrata en el Antiguo Testamento, creemos que ya es suficiente lo
escrito como para mostrar su majestad y la gran bendición, espiritual y
material, que habrá sucediendo desde el retorno del Señor Jesucristo y la
inauguración de Su justo gobierno y control seguido por el mundial testimonio
de una restaurada y salva Israel. El hecho del largo periodo aguardando desde
el primer Adviento no es un obstáculo cuando recordamos la tremenda paciencia y
el largo sufrimiento de Dios “no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento” (2ª Pedro 3:9). Esta fue la razón dada por Pedro a
sus críticos que sarcásticamente le preguntaban “¿Dónde está la promesa de Su
Advenimiento?, porque…todas las cosas permanecen así como desde el principio de
la creación” (vers.4).
Y otra razón es la gran
obra del Señor en el llamamiento supremo, salvando y completando a la Iglesia , el Cuerpo de
Cristo que es la gran obra del tiempo presente cubriendo el periodo de la
ceguera de Israel y el repudio de Su Mesías. Trataremos en detalle este tema
cuando lleguemos al Nuevo Testamento. Entre tanto podemos regocijarnos en Aquel
que sigue “operando todas las cosas según el designio de Su voluntad” (Efesios
1:11) a pesar de toda la oposición de Satanás y los hombres.
El reino de Dios es seguro
y cierto. Su triunfo será completo y cuando se realice, todo y cada problema
actual del hombre será resuelto, y toda barrera contra Dios removida, y el
aguardado desde hace tanto tiempo reino prevalecerá eternamente.
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