Las Epístolas Desde la Prisión
10º Parte  


CAPÍTULO CUATRO DE LA EPÍSTOLA A LOS COLOSENSES

El Apóstol Pablo ahora expone sus instrucciones finales. Resalta la importancia de la intercesión, un ministerio en sí mismo de gran importancia como ya vimos cuando estudiamos la sección paralela en Efesios (6:18). No hay duda que la oración siguiendo las directrices del Señor cumplirá muchas cosas, y el creyente que no la tenga en cuenta sufrirá una gran pérdida espiritual:

Perseverad en la oración, velando en ello con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la Palabra, a fin de dar a conocer el Misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar. (Col.4:1, 2).

El pronombre plural “nosotros” sin duda incluye a los colaboradores amigos de Pablo que estaban libres, tales como Epafras y Timoteo. La idea de “una puerta abierta” es característica de Pablo (1ª Cor.16:9; 2ª Cor.2:12), e implica una nueva oportunidad ofrecida por el Señor que surja para testificar. En Efesios seis tiene por objetivo dar a conocer las buenas nuevas concernientes al Misterio, el gran secreto revelado en los primeros capítulos. Aquí es el secreto concerniente a Cristo y a Su exaltación, lo cual así se enfatiza en esta epístola como siendo el antídoto para el error que estaba propagándose en Colosas. Ambos secretos son enfatizados en Efesios tres y ambos son precisos para poder obtener una visión equilibrada del ministerio en prisión del Apóstol Pablo para nosotros los Gentiles. Antes de nada, debemos tener nuestros ojos abiertos y nuestras mentes ensanchadas para lograr entender la grandeza de la exaltación del Señor “por encima de todo” en los lugares celestiales (Efesios 1). Solamente entonces podremos comenzar a apreciar lo que significa pertenecer a una compañía nuevamente creada proveniente del Judío y el Gentil juntamente, asociados aquí en el mismo lugar con Él (Efesios 2:6). Con una tan grande mayordomía de Verdad, no es de admirar que el Apóstol pida por oraciones, para que pudiera hacerlo manifiesto, pues, de acuerdo a Colosenses 1:27, Dios quiso revelar la grandeza de este secreto a Su pueblo, y en primer lugar empleando a Pablo como medio o canal para llevarlo a cabo (Efes.3:3, 8, 9).

El Apóstol continúa exhortando a los creyentes a andar cuidadosamente teniendo en cuenta los de “fuera”, es decir, los que no son cristianos, pues el mundo incrédulo poco o nada tiene en cuenta la doctrina cristiana o el ritual, pero observa cuidadosamente las palabras y los hechos de aquellos que profesan o confiesan el nombre de Cristo. Tenemos que ser epístolas “conocidas y leídas de todos los hombres” (2ª Cor.3:2), especialmente para aquellos que no leen la Biblia y, como epístolas vivas, debemos “redimir el tiempo” (Colos.4:5), en nuestro testimonio para con aquellos que no conocen al Salvador. Kairos no es la palabra habitual para “tiempo”, sino que significa una oportunidad especial que puede desaparecer rápidamente, “Compradla al vuelo”, dice el Apóstol, “mientras sea tiempo”, y todos aquellos que tengan consideración por Cristo y la mayordomía del “buen depósito” que Pablo estaba ministrando, serán voluntariosos y vigilantes para aprovechar cada oportunidad que se presente para testificar. La manera de hablar de estos fieles deberá ser con gracia, y un antídoto contra la maldad y el error, tal como el efecto de la sal produce sobre la comida (Col.4:6). En otras palabras, el creyente que desee ser fiel y llevar frutos debe, no solamente ser oportuno con respecto al tiempo, sino también hablar apropiadamente a la persona que concierna, y aquí la sabiduría celestial será necesaria para averiguar la mejor manera de tratar con cada persona que se nos acerque, pues cada una tiene sus particulares necesidades.

Pablo ahora refiere a sus asociados y mensajeros, y expone a Tiquico, quien era el portador de la carta de la carta a los Efesios también, y además, probablemente, de otra escrita a los de Laodicea (Efesios 6:21). Se menciona dos veces en las Epístolas Pastorales (2ª Tim.4:12; Tito 3:12) y es designado por el Apóstol como siendo un fiel amigo y colaborador que les declararía a todos estos creyentes las nuevas acerca de sus circunstancias. Onésimo, el esclavo huido, que en la providencia de Dios había venido a entrar en contacto con Pablo en Roma y pasó a ser un creyente, es el tema de la carta a Filemón. Aunque en otro tiempo no fuese otra cosa sino un esclavo incrédulo, había pasado a ser “uno de vosotros”, y, desde un punto de vista espiritual, en igualdad con los demás miembros de la iglesia de Colosas. Tiquico y Onésimo estarían capacitados para darles un informe del Apóstol y de las circunstancias que le rodeaban como el “prisionero del Señor” en Roma.

El Apóstol a seguir envía sus saludos a seis creyentes que estuvieron con él al tiempo de los escritos, tres de ellos Judíos y tres Gentiles. Aristarco estaba asociado con Pablo en el disturbio de las multitudes de Éfeso (Hechos 19:29) y posteriormente se dirigió a Jerusalén como uno de los dos delegados enviados desde Tesalónica. Además, junto con Lucas, acompañó al Apóstol cuando se embarcó desde Cesárea hasta Roma (Hechos 27:2). Pablo le describe como su “compañero de prisiones” lo cual probablemente signifique que participó del encarcelamiento del Apóstol de manera voluntaria.

Marcos también se asocia en los saludos (vers.10). Es descrito como el primo de Bernabé (R.Y.), lo cual explicaría el vínculo entre su persona y Bernabé en los Hechos (15:37), ocasionando la disputa habida entre Pablo y Bernabé cuando decidió apartarse y abandonarlos, aparentemente no siendo capaz de soportar y de mantenerse firme en los rigores del viaje. Ahora, al tiempo de escribir la carta Colosense, ya había redimido su reputación. Parece que los Colosenses habían recibido algún tipo de comunicado con respecto a Marcos (vers.10) estando prohibidos de recibirle si fuese a visitarlos.

De Jesús, por sobrenombre Justo, no sabemos nada aparte de esta referencia. Jesús es la forma griega de Joshua y Justo un nombre latino muy común. “Son los únicos de la circuncisión que me ayudan en el reino de Dios” declaró el Apóstol. Ya hemos visto anteriormente que la idea del Reino de Dios se expone tanto en las Epístolas en Prisión a seguir a Hechos veintiocho como en las anteriores, y que por tanto es un error intentar limitarlo a un Reino del pueblo de Israel. Es tan solo la esfera del tal Reino la que sea distinta antes de los Hechos, y después, así como la tierra sea distinta del cielo.

No hay parte alguna del propósito redentor de Dios (afectando tanto al cielo como a la tierra) que no esté bajo la soberanía de Dios. Aún mismo la idea contenida casi al final de su última carta es la declaración de que, el Señor, le preservaría o salvaguardaría para Su reino celestial (2ª Tim.4:18). Estos Judíos Cristianos habían sido un consuelo y soporte para el Apóstol encarcelado.

Y continúa nombrando otros tres creyentes más. Gentiles por nacimiento. Epafras, como ya hemos visto, era el vínculo humano entre Pablo y la iglesia Colosense, y el capítulo uno resalta su fidelidad y celo por los cristianos en Colosas. Su vida de efectiva intercesión por ellos se resume en el versículo doce:

Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere.

Esta era una vital intercesión, complementaria con la del Apóstol, tal como el capítulo uno deja claramente ver. Ambos estaban contendiendo por ellos en oración, lo cual nos muestra que la verdadera oración o intercesión no es algo que sea meramente agradable o fácil. Es una obra incesante que tiene su coste, pero ¡cuán re compensador puede ser! Todos aquellos que profesen regocijarse en el hecho de que estén completos, o llenos a capacidad en Cristo (2:10) deberían saber algo de esto, tanto en experiencia como en servicio por los demás.

Lucas y Demas completan la lista de los que envían sus saludos. Aquí se nos dice que Lucas era el médico amado. El Señor le dio con él a Pablo un fiel amigo que permaneció y le asistió hasta el final de su carrera (2ª Tim.4:11), cuidando de sus físicas necesidades tanto como de las espirituales y temporales. Lucas probablemente sea un diminutivo de Lucius, un nombre muy común Gentil a través de todo el Imperio Romano. Nosotros no vemos detalle alguno intentando establecer, tal como algunos han intentado hacerlo, que Lucas fuese un Judío. ¡Un Judío no era apropiado que portase con él un nombre Gentil!

Y por fin llegamos a Demas, y observe que Pablo no hace ningún comentario sobre él. Posteriormente dejará registrado con tristeza que Demas le había desamparado amando este mundo (2ª Tim.4:10). ¿Podría ser que ya entonces cuando escribía la epístola Colosenses se estuviera dando cuenta de estos trazos aparentes en Demas? Si es así, eso explicaría el silencio concerniente hacia su persona. ¡Qué efecto tan poderoso puede tener el amor, tanto para lo bueno como para lo malo! Está claro que debemos tener un gran cuidado concerniente a los asuntos y a las personas que profesamos amar, una vez que estos pueden alterar el curso de nuestras vidas, tanto de una manera como de otra.

Al cierre de la epístola el Apóstol pide que se trasmita después de haber sido leída con la iglesia reunida a la iglesia de los Colosenses a los de Laodicea. Y no solo eso, sino que los Colosenses también deberían hacer una pública lectura de la epístola que él había escrito a los de la Laodicea. Han surgido muchas discusiones acerca de esta carta, pero no podemos estar seguros de sus contenidos. Algunos sugieren que ha debido perderse. Si esto es cierto, entonces no forma parte de la Escritura inspirada, pues, ¿quién podría cuestionar la capacidad del Señor para preservar las partes de Su propia Palabra y la supervisión reuniéndolas juntas en un solo volumen? Lo que sabemos bien es que Pablo escribió cartas que no forman parte de los Santos Escritos (por ejemplo, a la Iglesia Corintia, adicional a las que tenemos).

Por otro lado, algunos escolares sugieren que la carta Laodicea sea nuestra epístola a los Efesios, la cual, como ya hemos visto, no estaba dirigida a ninguna iglesia en particular, sino que sería para ser difundida de manera alargada. Si Colosenses fue escrita antes que Efesios, como algunos piensan, eso sería una insoluble dificultad. Sin embargo, bien podría haber sido al contrario y J.B. Lightfoot y A. Harnack y otros tantos tendrían razón en cuanto a la teoría de la carta Efesia que hemos mencionado. Lo cierto es que no lo sabemos con seguridad, por lo tanto, no sería sabio que dogmaticemos. En una fecha posterior apareció una carta apócrifa titulada “La Epístola de Pablo a los Laodicenses”, pero nos llegó en la categoría de la literatura apócrifa que vino a ser tan prominente en los primeros siglos, tal como el Libro de Jasher y otros denominados “libros perdidos” estimulando la idea de que habría otros escritores produciendo composiciones que portarían estos títulos.

Pablo acaba con un mensaje personal a uno de los miembros de la iglesia:

Decid a Arquipo: Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor (vers.17).

Arquipo es mencionado en Filemón dos, donde el Apóstol lo describe como su compañero de milicias, y parece que sería un miembro de la casa de Filemón, y posiblemente su hijo. Aquello que el ministerio envolviese no lo sabemos, pero sería sin duda lo suficientemente importante para Pablo haberle enviado este estimulante mensaje, y debió además haber sido de lo más efectivo, pues debió haber sido leído delante de toda la iglesia. Arquipo pudo haberse quedado espiritualmente dormido y precisase ser recordado de su responsabilidad llevando a cabo su ministerio ofrecido por Dios (“cumpla” literalmente es “llene”, un pensamiento típico Colosense).

Pablo ahora separa la pluma de los amanuenses y concluye el manuscrito él propio, con lo cual se nos da una garantía de la autenticidad de la carta:

La salutación de mi propia mano, de Pablo, Acordaos de mis prisiones. La gracia sea con vosotros. Amén.

Debemos observar que el último pensamiento estaba repleto de sentimiento. No os olvidéis de mis prisiones. Aunque se regocijase siendo, no el prisionero de Nerón, sino de Cristo Jesús por nosotros los Gentiles, aun así no dejaría de ser a despensa personal que tendría que pagarlo, y sería bueno que todos recordásemos a qué precio, aun mismo desde un punto de vista humano, nos ha llegado hasta nosotros la Palabra de Dios, antes que nada a través del fiel Apóstol de los Gentiles, y después a través de sus leales seguidores, muchos de los cuales ofrecieron gratamente sus vidas por el Señor Jesús.

Así termina esta epístola de exaltación a Cristo que, junto con Colosenses, afecta la altura y la profundidad de la doctrina y la revelación de manera sin igual en el resto de la Escritura. En ellas se revelan tanto la suprema exaltación del Señor Jesucristo como el propósito de Dios concerniente a la iglesia, Su Cuerpo en su redención, llamamiento y unificación con Él en los lugares celestiales, por encima de todo; y su divino destino viniendo a ser un lugar de habitación para Dios en el más santo de todos los santos cielos.

Y además también revelan el “andar digno” que va mano a mano con un tal maravilloso llamamiento por gracia, y este andar condigno debería ser nuestro constante empeño día tras día.

 

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