Las Epístolas Desde la Prisión
5º Parte
CAPÍTULO CINCO DE LA EPÍSTOLA A LOS EFESIOS
Continuación del andar digno
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados, y
andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por
nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. (5:1, 2).
No sería necesario aquí señalar que tan solo un creyente en Cristo pueda imitar
a Dios. Un falso evangelio de obras bien puede inclinar al creyente a
intentar ser como Jesús, pero eso resultaría fatal como un medio de salvación,
y totalmente imposible de lograr. Solamente el verdaderamente salvo que ha sido
vivificado puede andar espiritualmente en los pasos del Salvador (1ª Pedro
2:21), y cuando seamos consciente de los beneficios que esto nos trae, producirá
una diligencia en nuestras vidas que con toda seguridad nos mantendrá
plenamente ocupados. Andar en amor es probable que no signifique casi
nada para la mente humana, pero aquí no hay duda alguna para nosotros, una vez
que se nos explica prácticamente como la manera en que Cristo nos amó y se
entregó a Sí Mismo por nosotros. Aquí se nos muestra una vida con una total
carencia de orgullo y renuncia de uno propio, y esto, dijo el Apóstol, debería
caracterizar el andar diario cristiano. Algo menos que esto, no sería digno del
alto llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Esta ofrenda de Cristo, la entrega de Sí propio por nosotros, se describe
en los términos Levíticos como siendo un sacrificio de olor fragante, puesto
que las dos palabras griegas empleadas aquí (“ofrenda” y “sacrificio”) se
utilizan en el griego del Antiguo Testamento para la ofrenda de alimento o
cereales, así como para la ofrenda de paz. Estas eran unas ofrendas que contenían
un olor fragante y representaban, no tanto al pecado y a la incapacidad,
sino una respuesta voluntaria de todo corazón en servicio a Dios que fuese para
Él fragante y agradable. Ahora debemos pararnos y formular una pregunta: ¿son
fragantes nuestras vidas para el Señor? ¿Le agrada y tiene placer en nuestros
pensamientos y actos diarios? Esto es lo que está por detrás del contexto en
Efesios, y bien podemos encontrar todo esto muy desafiante. Los creyentes
Filipenses demostraron su práctico amor por el Señor y por Pablo enviándole un
regalo que regocijó su corazón en su prisión en Roma. Esto, nos dice él, fue olor
fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios (Filip.4:18). ¡Así quiera
Dios que toda nuestra vida y nuestros actos le sean tan fragantes y atractivos
como esto!
Hay un elemento sagrado en todo lo que damos de valor perdurable. Dar lo que
poco nos cuesta es de poco valor. David dice: Porque no ofreceré a Jehová mi
Dios holocaustos que no me cuesten nada (2ª Samuel 24:24).
Esta clase de ofrenda es la que realmente evidencia nuestro andar en amor,
y al hacerlo así llegamos a ser imitadores de Dios, Quien constantemente nos
está dando de Su plenitud a nosotros Sus hijos.
Lo completamente contrario a esto y que tiene que ser abolido es una tripla
impureza en actos y palabras:
Pero fornicación y toda inmundicia o avaricia, ni aun
se nombre entre vosotros, como conviene a santos, ni palabras deshonestas, ni
necedades, ni truhanerías que no convienen, sino antes bien acciones de
gracias. (5:3, 4).
En los círculos paganos se toma de manera liviana a la impureza. Pero
aquellos que han sido salvos y han venido por la gracia a formar parte del
Cuerpo de Cristo deben recordar que han sido trasladados a una esfera
completamente diferente, al reino de Su amado Hijo (Col.1:13), donde una tal
conducta sería completamente extraña. Nosotros difícilmente asociaríamos la
avaricia con la fornicación, pero es que los pensamientos de Dios son muy
distintos de los nuestros. Las palabras deshonestas y necias del versículo
cuatro no tienen que ver nada con el humor sano, sino al tipo siniestro de
lenguaje que conlleva un doble sentido. Un gran antídoto es un corazón
agradecido hacia el Señor (vers.4). Las mentes que así están ocupadas no se
entregarán a nada ni en pensamientos ni actos que deshonren al Señor. La ira de
Dios se dirige contra tales conductas en los hijos de desobediencia, y los
creyentes que no sean conscientes de esto y sean partícipes con ellos
sufrirán la pérdida de cualquiera de los premios en el Reino de Cristo (vers. 5
y 6).
Pablo ahora está describiendo esto, tal como Juan lo hace algunas veces, en
términos de la luz y las tinieblas. Los creyentes han sido rescatados del
poder de las tinieblas (Col.1:13) y han sido puestos en contacto próximo
con Aquel que es la Luz
de este mundo (Juan 8:12). En un tiempo no tan solo estaban en tinieblas,
sino que ellos mismos eran tinieblas. Ahora han pasado a ser luz en Él y deben
andar como hijos de luz (vers.8). El andar práctico cristiano se
equipara al fruto (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia
y verdad) (vers.9). La bondad, la justicia y la verdad son la concreta
expresión de lo que la luz significa, y esto está en directa oposición a las
tinieblas del paganismo. La lección también está escrita en la naturaleza, el
fruto es imposible sin el efecto de la luz. Tan solo cuando andemos en la luz
seremos capaces de producir el fruto espiritual y podremos comprobar lo que
sea agradable para el Señor (vers.10), y agradarle a Él debería ser el
principal objetivo del creyente. Esto significaría la no participación con
las obras infructuosas de las tinieblas, y de nuevo Pablo vuelve a fijarse
en los pasos de los caminos paganos. La luz de Dios nos muestra lo que estas
obras realmente son (vers.13):
Por lo cual dice: Despiértate, tu que duermes, y levántate
de los muertos, y te alumbrará Cristo (vers.14).
El Apóstol no está citando un pasaje definitivo del Antiguo Testamento,
sino dando el sentido de unos cuantos, tales como Isaías 60:1 y Malaquías 4:2,
y aplicándolos al creyente individual en vez de a Israel, como muchos contextos
del Antiguo Testamento lo hacen:
Mirad, pues, con diligencia como andéis, no como
necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos
(vers.
15, 16).
El Apóstol nos avisa a que andemos con cuidado debido a los muchos peligros
que nos rodean, donde una actitud descuidada nos llevaría al descalabro, no
solo afectando a uno mismo sino también a otros. Aquí, nos dice, precisamos de
la sabiduría Divina, y si volvemos a observar su oración en el capítulo uno,
recordaremos que la primera cosa que requiere para los creyentes Efesios es el
espíritu de sabiduría (1:17). Andando como lo hacemos en un mundo de
tinieblas espirituales que no sabe nada del Salvador ni de la verdad ¡Cuán
sabios precisamos de ser! La manera de andar de algunos cristianos puede que no
sea actualmente pecaminosa, pero pueden estar muy desprovistos de sabiduría, y
son causantes de graves problemas: Andad sabiamente para con los de fuera nos
avisa y urge Pablo en Colosenses 4:5.
Y no solo eso, sino que, además, tenemos que redimir el tiempo, o más
comprensiblemente hablando: aprovechar la oportunidad para el testimonio
cristiano, porque los días son malos y este es el único antídoto eficaz
y adecuado. Eso significa estar despiertos y sobre alerta en todo momento para
no perder las oportunidades que se nos presentan por sí mismas. ¡Qué triste es
cuando tan solo reconocemos una oportunidad para testificar en su respaldo! Los
tiempos actuales claman a viva voz por aquellos que sean suficientemente
valientes para mostrar quienes son y a Quien sirven. Si lo llevamos a cabo
entonces seremos ciertamente contados entre los que describe el versículo
diecisiete como entendidos de cuál sea la voluntad del Señor, siendo ésta
la llave de una vida cristiana repleta de frutos.
El Apóstol continúa, diciendo:
No os embriaguéis en vino, en lo cual hay disolución;
antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con
himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros
corazones (5:18,
19).
La sobre indulgencia en el vino que nos lleva a la embriaguez hay que
combatirla. Antes que llenarnos con aquello que nos intoxique, seamos llenos
por el Espíritu de Dios. La última frase a menudo se malentiende y se
malinterpreta con la idea de que esto sea la repetición de Pentecostés con
todos sus dones milagrosos en evidencia. El pasaje paralelo a este en
Colosenses nos muestra claramente con lo que el creyente se rellena: La
palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos
unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor
(Colo.3:16). El Señor Jesús dijo concerniente al Espíritu Santo: Él me
glorificará: porque tomará de lo Mío y os lo hará saber (Juan 16:14). No
cabe duda de que cuando el creyente esté lleno de todo lo perteneciente al
Cristo ascendido, esto se cumple a través de la obra del Consolador que
rellena, el Espíritu Santo, y que debería ser una experiencia permanente, tal
como el presente continuo del verbo que se emplea nos muestra. El texto
original no dice: Sed llenos del Espíritu, tal como algunos piensan.
Rotherham lo traduce literalmente: Pero siendo rellenos en Espíritu, y la Versión Revisada
pone al margen: en espíritu en vez de con el Espíritu, lo cual no
describe una gran modificación en los sentidos, sino una edificación de Cristo
como Salvador, Señor y Cabeza en la mente renovada del creyente a través de la
operación del Espíritu de Dios, llevando a la alabanza descrita en el versículo
diecinueve: salmos, himnos, y cánticos espirituales. Los salmos señalan
realmente al Salterio del Antiguo Testamento, pero la dificultad para un cierto
número de gente del Señor se haya en encontrar un aceptable y sencillo camino
de cantar la prosa de las Versiones Autorizada y la Revisada. El cántico
Anglicano cuando se utiliza apropiadamente sería lo más aproximado con esto. La
versión métrica, como se emplea en Escocia, generalmente se aleja demasiado del
original como para poder venir a emplearse como una traducción, y no pasa de
ser sino una paráfrasis del Hebreo. No es fácil identificar los himnos y cánticos
espirituales. Hay evidencias de que, en los tempranos siglos, los
cristianos alababan a Dios en cánticos, pero no tenemos un preciso conocimiento
de las formas que tenían. Tenemos un registro del propio Pablo cantando himnos
y haciéndolo además en la más inadecuada de las circunstancias, después de
haber sido cruelmente azotado en la cárcel Filipense (Hechos 16:23-25).
Un corazón lleno de alabanza será muy fácil de obtener cuando
constantemente nos acordemos de lo mucho que le debemos al Señor por Su gran
amor redentor y providencial bondad:
Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el
nombre de nuestro Señor Jesucristo (5:20).
Siempre dando gracias por todo se extiende a “todo tiempo”
y a toda experiencia para el creyente que está relleno y cubierto por la
voluntad del Señor (vea también Colos.3:17). Algunas veces podemos no saber cómo
o por lo qué orar ¡pero siempre podemos alabar sin por eso llegar a cansar al
Señor! Y no solo esto, sino que tendrá un efecto de preservación sobre
nosotros, pues no podemos realmente alabar y errar al mismo tiempo.
Someteos unos a otros en el temor de Dios (5:21).
El temor del Señor es el principio de la sabiduría asegura el Antiguo
Testamento (Prov.1:7), y esta respetuosa actitud está vigente en esta
dispensación actual según dice este versículo. La Versión Estándar
Revisada traduce: Someteos unos a otros debido al respeto por Cristo. Esto
nos guía a darle a Él Su debido lugar como Señor y Controlador de todo lo que
tenemos y somos, y a darle, además, el debido lugar a otros creyentes. Esto lo
llevaremos a cabo procurando servirles por cualquiera de las vías que podamos,
manteniendo siempre en mente el ejemplo del gran Siervo de todos, nuestro
Salvador, Quien se ciñó con una toalla y se rebajó a Sí Mismo para que, aun
siendo Señor de todo, viniese a realizar el más bajo de los servicios por cada
uno de Sus discípulos (Juan 13:4, 5).
El versículo veintiuno cierra la sección, y ahora el Apóstol se vuelve para
la vida diaria en el hogar. Aquí es donde la verdad en la práctica comienza, y
esto es lo que tantos creyentes olvidan. Algunas veces es más fácil brillar por
Cristo en el mundo que en el hogar, pero es en el hogar que la fragancia de
Cristo debería ser en primera instancia experimentada.
El hogar cristiano y el efecto de la Verdad
Maridos y Esposas
Debemos recordar que en el primer siglo no había edificios especiales para
la adoración cristiana. Los hijos de Dios se reunían en los hogares, de ahí la
importancia del efecto práctico de la verdad aquí. Es por esta razón que los líderes
(obispos y diáconos) tenían que tener calificaciones domésticas específicas (1ª
Tim.3:1-5), pues está claro que un hogar desgobernado, o que de alguna manera
tuviese hábitos no cristianos, debía ser el lugar menos apropiado de reunión
para los creyentes.
El Apóstol trata primero con los maridos y esposas cristianos, avisando a
las esposas para que asuman la relación hacia sus maridos que Cristo había
ordenado. La palabra “sujeción” no conlleva consigo ninguna idea abyecta de
esclavitud. En 5:2 había mostrado que era la voluntad del Señor por lo que
deberían sujetarse unos a otros en el temor de Cristo. La idea básica es
tomar el lugar asignado por Dios. Hay una posición divinamente ordenada de la
relación entre hombres y mujeres en la creación; pero eso no significa que
exista inferioridad, ni en lo natural ni en lo espiritual, de la mujer hacia el
marido. En 1ª Cor.11:3 Pablo había escrito:
La cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la
mujer es el marido; y la cabeza de Cristo es Dios.
Así, pues, tenemos una divina relación ascendente desde la mujer a través
del marido, y a través de Cristo a Dios. Si la cabeza de la mujer es el marido,
y la Cabeza de
la Iglesia es
Cristo, entonces tenemos una analogía entre la relación de la esposa hacia su
esposo y la relación de la
Iglesia hacia Cristo. Una vez que somos conscientes de esto,
el concepto de que los hombres sean mejores que las mujeres, o que de las
mujeres se espere que le rindan a sus maridos una obediencia esclava,
desaparece por completo. El marido tiene una tremenda responsabilidad, pues
prefigura a Cristo como la
Cabeza del Cuerpo y Salvador, y está sujeto a amar a su
esposa así como Cristo también amó a la iglesia, y se entregó a Sí Mismo por
ella (vers.25). Esto va más allá que la simple atracción o afecto físico, y
envuelve su incesante cometido en pro de su bien estar, salvaguardando así su
dignidad y felicidad. Y cuando las esposas reciban constantemente esta clase de
consideración, ¿experimentarán alguna dificultad en estar en sujeción a un tal
marido? Con toda seguridad este respeto será el efecto natural resultante de
una tan alta relación.
Pero el Apóstol deja ahora la relación del esposo y la esposa para atrás,
pues continúa estableciendo que, el Señor no solo se entregó a Sí Mismo por la
iglesia que Su Cuerpo, sino que lo hizo además para santificarlo, habiéndole
purificado en el lavamiento del agua por la palabra (vers.26). Aquí tenemos
una doble figura para el lavamiento del agua y la Palabra de Dios. La
primera nos recuerda inmediatamente a Ezequiel 36:25-27 cuando, en la futura
reunificación de Israel, Dios dice:
Esparciré sobre vosotros agua limpia y seréis
limpiados de todas vuestras inmundicias, y de todos vuestros ídolos os limpiaré
Está claro que aquí no se trata del agua literal. El lavamiento no es el
del cuerpo, sino el de la mente: Os daré corazón nuevo, y podré espíritu nuevo
dentro de vosotros (vers.26). Posteriormente, en el Nuevo Testamento,
encontramos al Señor diciendo: Ya vosotros estáis limpios por la palabra que
os he hablado (Juan 15:3). Los ritualistas bien pueden esforzarse
intentando hacer con que Efesios 5:26 se refiera al bautismo con agua. Si Pablo
hubiese querido dar a entender eso, la frase por la Palabra habría sido
omitida. De cualquier manera, como ya hemos visto, el ÚNICO bautismo de 4:5
excluye e imposibilita aquel del tipo y sombra del agua literal, y hace con que
deba referirse a la realidad espiritual inherente, la obra del propio Espíritu
Santo. La única ocurrencia de la palabra traducida “lavamiento” está en Tito
3:5, donde tenemos el lavamiento de la regeneración, y una vez más está
claro que no alude al agua litera, y esto nos guía en la interpretación de
Efesios 5:26.
Este divino lavamiento tiene por finalidad:
Presentársela (a la Iglesia del Cuerpo) a Sí
Mismo: una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino que fuese santa y sin mancha. (5:27).
Este gran día de la presentación se olvida casi totalmente por los
creyentes. La gloria futura para el Cuerpo no debe ser vista exclusivamente
como la realización de la esperanza de cada miembro. No olvidemos de lo que
aquel día representa para el Señor también – el recibimiento para Él Propio de
Su completo y perfecto Cuerpo. Esto es lo que el Padre tenía en mente cuando
escogió esta compañía en Cristo antes de la fundación del mundo para que
fuese santa y sin mancha delante de Él en amor (1:4) y es tan solamente a
través de la obra redentora del Hijo, providenciando esta santidad, que este
gran objetivo pueda ser realizado.
Pablo ahora vuelve a retomar la relación matrimonial: Así también los
maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos (vers.28). Desde
el punto de vista de la
Palabra , la esposa del creyente es una extensión de sí mismo
y nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida (vers.29),
y esto es una ilustración más de la relación entre Cristo y la iglesia, Su
Cuerpo (vers.30). ¡Cuán extraño resulta que, estando tan claro el argumento
expreso, algunos persistan en enseñar por este pasaje que la iglesia sea la Esposa ! El Apóstol regresa
al Edén para reforzar la unidad de Adán y Eva, donde Adán considera a Eva, no
tanto como su esposa, sino como hueso de mis huesos, y carne de mi carne (Gén.2:23):
Por esta causa dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y los dos serán una sola carne (vers.31). La enseñanza de estos versículos
está perfectamente clara. Los maridos tienen que amar a sus esposas como a sus
propios cuerpos, tal como Cristo amó a la iglesia, Su Cuerpo. Aquí hay un
perfecto balance en el argumento que se desequilibra si se introduce la idea de
la iglesia en la Esposa ,
y Pablo es muy cuidadoso para no hacer tal cosa. Los símbolos y las figuras se
utilizan con precisión y exactitud por el Espíritu Santo, y ciertamente que Él
no “mezcla Sus metáforas”, tal como muchos hacen de Él, confundiendo estos dos
llamamientos de la familia de redimidos del Señor.
El pensamiento de Pablo regresa ahora al gran Secreto revelado (el
Misterio) del capítulo tres. Es perfectamente cierto que existe una verdad
sobrentendida en la relación del matrimonio. Mas (observe la
disyuntiva – Pablo ahora no se está refiriendo al marido y a la mujer) yo
digo esto respecto a Cristo y de la iglesia (vers.32). Este es el Gran
Secreto que tuvo el privilegio de recibir del Señor por revelación y que le fue
encargado dar a conocer desde su prisión (Efesios tres y Colosenses uno). Por
lo demás (concluye) cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí
mismo (vers.33), y la idea todavía persiste en que el marido tiene que amar
a su mujer, no porque ella sea su esposa, sino porque ella es parte de sí
mismo, tal como la iglesia, el Cuerpo, es para la Cabeza , el Señor
Jesucristo. Y la mujer respete a su marido.
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