Las Condiciones del Mundo al final de "este siglo" Por; Stuart Allen
EL ESTADO DEL MUNDO EN LA
VENIDA DE CRISTO
Nota del
traductor;
Es
absolutamente sorprendente verificar la buena y agradable voluntad de nuestro
Dios y Padre dándonos a conocer con la unción del Santo todas Sus cosas. Hemos
sido muy tardos para aceptar esta sencillísima verdad, que nada provechoso hay
ni habrá jamás en la carne y que solo el Espíritu puede guiar a cada uno de los
que tengan hambre y sed de conocer a Dios a toda Su verdad. Hemos limitado a
Dios pensando que solo a través de "sus escogidos" podríamos
averiguar los asuntos espirituales, sin embargo esta es la vía por la cual en la Iglesia se de el caos de
"opiniones personales" y se desconoce Aquel Padre que hizo cada una
de Sus criaturas para tener una íntima comunión con Él. Las jerarquías de los
denominados "apóstoles y profetas" ha sido una barrera impresionante
entre Dios y el hombre, y aún aquellos que se han acercado a conocer las
Escrituras se han adjudicado para ellos la labor que solo la Unción del Santo puede
proporcionar. Los lobos rapaces y los anticristos se introdujeron en la Iglesia mucho antes de
ahora. En la 1a Epístola de Juan se describe a los que "salieron de
nosotros" y hoy en día todos aquellos que proclaman la sujección al lider
no son más que la extensión de aquel ministerio de iniquidad que ya entonces
tuvo su comienzo en los tempranos días de la Iglesia. Es un
regocijo tremendo el que nace en el alma de todo aquel que, haciendole caso a
Dios, ya no ponga sus ojos ni en "bernabés ni pablos", sino que
considerándose inútil y así considere a toda carne, dependa solo y
absolutamente del Dios Padre para que le enseñe toda Su verdad. En este
contexto, se da una gran liberación en todo aquel que crea a Dios y que sepa
con toda la certeza que no será Iglesia alguna la que venga a reconciliar al
mundo con Dios. Siendo así, los ojos espirituales del creyente se comienzan a
iluminar, y en vez de la afamada extensión de Cristo por la tierra y el mundo,
lo que contemplamos es precisamente lo que el Espíritu Santo con tanta claridad
dejó escrito para nuestro entendimiento: Que el mundo y el mundo de la Iglesia separándose de la Unción del Santo, se dirige
en todo a su autodestrucción. Es hora por tanto de caer en el
"REPOSO" que en Cristo nos ha ofrecido Dios, y aguardar pacientemente
que sucedan todas las cosas de acuerdo a lo que se nos promete. Esperar en Su
eterno poder y amor "por las cosas que en breve tienen que suceder".
Las Condiciones del Mundo
al final de "este
siglo"
Stuart Allen
Trad. Juan Luis Molina
Nota Preliminar
El
estado en el cual se halla hoy en día el mundo ha levantado un alto grado de
interés en los futuros acontecimientos, con el resultado de que muchos hayan
expresado el deseo de ver escrito algo fiable en esta materia.
El
introducirse de lleno en este asunto envolvería al lector en una gran cantidad
de detalles que requeriría un vasto y extenso volumen que haría imposible el
intento de tornar el tema lo más claro posible.
El
autor por ese motivo ha llevado por delante el arrojado proyecto ciñéndose
solamente a los futuros acontecimientos que están revelados en las Escrituras,
con la esperanza de proveer al lector con las bases suficientes sobre las
cuales pueda él propio edificar después, adentrándose en los detalles a través
de la subsecuente lectura y estudio de las Escrituras. En las palabras del
apóstol Pedro hay una luz que podrá disipar las tinieblas que circunda todo
este tema.
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en
estar atentos (como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el
día esclarezca y el lucero de la mañana salga) en vuestros corazones.
EL ESTADO DEL MUNDO Y EL FIN DE
LAS EDADES
No
hay duda alguna de que las presentes condiciones mundiales están causando un
alto grado de incerteza, ansiedad, y desasosiego. Donde quiera que nos volvamos
se amontonan los problemas que parecen insolubles. La pérdida de paz y de
estabilidad ha llegado a banalizarse y no importa si ponemos nuestros ojos en
el estado del mundo, el estado de nuestra nación o nuestros propios problemas
personales, porque la vida está llegando a ser más y más complicada a cada día
que pasa. No es de extrañar que muchos se hallen perdidos y hayan llegado a la
conclusión de que la única cosa que puedan hacer sea vivir en el presente y
olvidarse del futuro. Desafortunadamente, eso es como el avestruz que entierra
su cabeza en el suelo. No resuelve nada y los apremiantes problemas no
encuentran solución por simplemente ignorarlos.
El
grosero materialismo, la ambición y el ardiente deseo de poder levantan su
cabeza por todas partes. Los gobiernos poco más hacen que darle al pueblo la
esperanza de una vida más abundante, como si este objetivo, una vez alcanzado,
resolviese por sí todos los problemas y nos trajese un milenio de paz y
prosperidad. Ciertamente es más que obvio que los problemas que nos afligen no
nacen solo de las condiciones externas, sino que son el resultado de la caída
condición y consecuente corrupción mental de los hombres. Si tan solo
pudiéramos controlar eso, y el egoísmo y la avaricia se reemplazasen por el
genuino bien común, la situación del mundo actual podría ser transformada.
Pero
algunos dirán que eso es imposible e ingenuo pensar, así que ¿dónde está la
respuesta? ¿Será posible que la
Biblia , el Libro de Dios, contenga la solución? Viendo que la Biblia se haya ampliamente
desplazada de la sociedad, la persona que seriamente procure la salida haría
bien en volverse a sus páginas intentando descubrir lo que Dios diga del
futuro, y si es que tenga alguna real esperanza de sobrepasar y resolver el
colosal problema que nos asalta.
Todo
esto concierne a lo que los teólogos denominan escatología o la doctrina
de “los últimos acontecimientos”, y nos introduce en el medio de la profecía
Bíblica. Este es un tema muy amplio y de ningún modo fácil de alcanzar en todos
sus aspectos. Sin embargo, el apóstol Pedro nos hace una importante afirmación
con respecto a la profecía:
“Tenemos
también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos
(como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y
el lucero de la mañana salga) en vuestros corazones”.
La
profecía no ha sido dada para que nos volvamos profetas de segundo orden. La
palabra profética de Dios es un foco de luz que traspasa las tinieblas que nos
rodean y que capacita a quien la retiene para andar en luz y sin tropiezos.
Solo Dios sabe el futuro y es prácticamente inútil que nos volvamos a las obras
de los hombres para obtener la segura y cierta dirección en cuanto a las cosas
que van a suceder.
Una
vez más repetimos que, la profecía, no ha sido escrita para los simples
curiosos, pues, debemos reconocerlo, el saber lo que sucederá en el futuro
levanta una atracción en todos nosotros. Este es uno de los motivos por el cual
mucho de lo que se haya escrito se encuentre en un lenguaje simbólico difícil
de comprender. La profecía es una guía para los que aman a Dios, y no para los
que desprecian a Cristo y no tienen interés por los asuntos de Dios. Estamos
seguros de que el Espíritu Santo nos dará el entendimiento necesario en las
porciones proféticas de Su Palabra del mismo modo que de cualquier otra parte
de Su Escritura. “El sabio entenderá” (Daniel 12:10) y aquellos que sean
tenidos por sabios estarán preparados para procurar las Escrituras proféticas y
compararlas, y esperar recibir de Dios la necesaria iluminación y entendimiento
para obtener una clara idea de las cosas que van a suceder.
Nos
gustaría señalar que aunque los profetas del Antiguo Testamento traten en
alguna medida los eventos actuales emergentes, las partes proféticas más
sobresalientes se hayan no en tanto en la profecía de Daniel, y en el libro del
Apocalipsis del Nuevo Testamento. Las dos cosas deben mantenerse juntas porque
la una complementa la otra.
No
será posible dar una exposición demasiado detallada de estas partes de
Escritura, lo cual precisaría de un vasto volumen. Sin embargo, nos atreveremos
a dar las líneas generales del futuro que se indican en la Palabra de Dios.
Aquellos
que sean miembros de la
Iglesia que es el Cuerpo de Cristo tienen con ellos una
cierta y segura esperanza por la cual aguardan diariamente:
“Porque
la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,
enseñándonos…a vivir en este mundo sobria, justa y piadosamente; aguardando la
esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y
Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de
toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.”
(Tito 2:12, 13 y 14).
No
hay acontecimientos proféticos mencionados en la Epístolas en prisión que
tengan lugar antes de que esta bendita esperanza se realice, así que esta
expectativa debe mantenerse constantemente y a diario. No podemos detallar su
fecha, pero vendrá sin duda alguna a suceder cuando el Señor haya salvado y
reunido consigo al último miembro del Cuerpo, y entonces la congregación
completa será llevada a la gloria de los lugares celestiales “por encima de
todo”, donde ahora Cristo se halla entronado (Efesios 1:16-23; 2:4-9). Aquellos
que hayan muerto serán levantados de la muerte con un “cuerpo semejante al
cuerpo de Su gloria” (Filip.3:20, 21) y los que permanezcan vivos en ese
instante serán transformados en Su misma imagen.
El
camino estará entonces libre para Dios volver a retomar a Su pueblo terrenal,
la nación de Israel, aunque Su providencial cuidado se haya mantenido en su
“lo-ammi” o repudiada condición durante todo este tiempo. La ceguera Espiritual
que le sobrevino a esta nación debido a su constante repudio de Cristo tanto en
Su ministerio terrenal como en la oferta que se les hizo en Hechos 3:19-26.
Pero Romanos 11 nos instruye diciendo que esta ceguera se limita solo a un
determinado periodo de tiempo, porque los dones y el llamamiento de Dios son
arrepentimiento de Su parte (Rom.11:29). Tendrá su fin en la Segunda venida de Cristo a
la tierra (a Palestina) y entonces Israel “verá a Aquel a Quien ellos
traspasaron”, y serán salvos y convertidos (Rom.11:25-36; Zac.12:9-14).
¿Qué
nos enseñan las Escrituras acerca del fin de la presente edad? Nos ofrecen una
muy detallada y gráfica descripción, pero tenemos que encarar el hecho de que
la condición o estado del fin de esta edad para el mundo es tan oscuro y
lleno de tinieblas cuanto posible. No hay un solo pasaje de Escritura ni en
el Antiguo ni en el Nuevo Testamento que describa este tiempo como un periodo
de paz, bendición o estabilidad, sino antes bien todo lo contrario. El lector
deberá cuidadosamente leer aquí Mateo 24, porque en este capítulo el Señor
Jesús sorprendió a los discípulos diciéndoles que el magnífico Templo en
Jerusalén sería derribado, y ese acontecimiento tuvo lugar en el año setenta de
nuestra era. Los atónitos discípulos le preguntaron cuándo iría a suceder.
Asociaron el acontecimiento con Su Segunda Venida y a seguir le cuestionaron
acerca de cuáles serían las señales de esa Su Segunda Venida al final del
tiempo.
“Dinos,
¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del
siglo” (Mat.24:3)
Muchas
personas hoy en día, si es que de alguna manera se cuestionan acerca de estas
cosas, ubican la
Segunda Venida de Cristo en el último día, al final de todos
los tiempos – posiblemente miles de años adelante. Muchos cristianos también
sostienen esta creencia, en cuyo caso este gran acontecimiento carece de
importancia en nuestra vida actual o la situación en que nos encontramos. Pero
justo lo opuesto viene a ser el caso tal y como lo expone el Nuevo Testamento.
Observe que el Señor Jesús les responde a Sus discípulos tres cuestiones en
orden inverso. Trata con el fin del siglo en los versículos 32-42; la señal
de Su Venida en los versículos 25-31; ¿y cuándo responde a la pregunta? En los
versículos 32-42.
Hay
un asunto que no debe ser pasado por alto – el énfasis del Señor en el
engaño en los versículos 4, 5, 11, y 24. Muchos vendrán a ser engañados nos
avisa de antemano, y ese engaño en la mentira debe parecerse en gran escala con
la verdad para engañar a tantos y hacerla inútil. Este punto difícilmente
podremos dejar de enfatizarlo. El gran engañador mismo, Satanás, expandirá su
mentira en todo el mundo a través de sus engaños. El apóstol Pablo resalta este
acontecimiento en 2ª Tes.2:8-10, y Juan en Apoc.13:11-14. La totalidad de 2ª
Tesal.caps.1 y 2 debe ser leída ponderadamente, porque estos pasajes tratan
precisamente con el fin del tiempo y la Venida del Señor.
Las
características predominantes en el mundo se reflejan de manera muy clara en la
última de las epístolas de Pablo:
“Porque
habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios,
blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural,
implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno,
traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios,
que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos
evita.” (2ª Timoteo 3:2-5).
No
es un buen escenario, ¿verdad? Sin embargo es un retrato muy fiel del mundo
actual y presente. Algunas revisiones ponen los dos primeros atributos juntos y
dicen “No amarán nada sino a sí propios y al dinero”. El hombre, siempre
dispuesto para la idolatría cuando se olvida de Dios, adora con avidez al gran
dios del Materialismo, y esto es precisamente lo que vemos imperando a nuestro
alrededor. El valor de la vida parece resumirse al dinero y a las posesiones materiales.
Sin embargo el hombre con esto nunca acaba de estar satisfecho, porque este
dios acaba siempre cegando a sus adoradores y devotos en una gran esclavitud
mes tras mes y año tras año para que cada vez más violentamente obtengan más y
más riquezas. Al mismo tiempo, el verdadero contentamiento se les escapa de sus
manos.
“Por
haberse multiplicado la maldad, el amor (a Dios) de muchos se enfriará” dijo el
Señor Jesús (Mat.24:12) y como en los días de Noé, así serán aquellos días
(vers.37). Aquí se debe consultar entonces Génesis 6. En el vers.13 Dios
declara que la tierra se hallaba llena de violencia y que la destrucción
de la tierra se acercaba a su fin. ¡Cuán relevante es todo esto para los días
actuales en que vivimos! Cada vez hay menos respeto por las leyes y el orden,
la violencia y el crimen van creciendo de manera alarmante por todo el mundo.
Nuestras prisiones están repletas y sobrecargadas. Los hombres se recusan a
ser controlados, y todo esto solo puede desembocar en la anarquía y la
corrupción, pues el orden y la moral han desaparecido.
El
Señor posteriormente añadió que el fin del siglo alcanzaría un tal límite de
tribulación “cual no lo ha habido desde el principio del mundo hasta ahora,
ni lo habrá” (Mateo 24:21), y continúa diciendo que de no haber sido acortado
ese terrible tiempo habría acabado en la completa destrucción de toda la
humanidad (vers.22). Tengamos en cuenta que estas palabras fueron pronunciadas
por Aquel que dijo:
“Yo
soy el camino, LA VERDAD ,
y la vida” (Juan 14:6).
Así
que todo esto no puede ser exageración, sino un sobrio y terrible escenario de
tinieblas y oscuridad sobre el cual el mundo se va rápidamente extendiendo en
su alejamiento de Dios y de Sus normas esenciales. Cualquier deseo inmoral que
el hombre quiera alcanzar se considera justo y en su derecho, sin tener en
cuenta cuán depravado pueda ser. Todo esto está llevando a la más grande
crisis de la historia de la humanidad.
Se
acostumbra enseñar que Cristo no regresará a la tierra hasta que el evangelio
haya sido predicado en todas las naciones y ha sido acepte por todos. En otras
palabras, el cristiano en general piensa que Cristo no podrá venir hasta que la
humanidad esté lista para recibirlo. Pero la verdad es justamente lo
contrario. Será precisamente cuando el pecado del mundo haya llegado a su
límite de máxima depravación y el terrible peligro que produzca llegue a su
zenit, cuando Cristo aparecerá personalmente en poder y gran gloria como Él lo
prometió (Mateo 24:30) para acabar de repente con todo. Cuando Él tome el mando
de los asuntos del mundo e imponga Su reino de justicia para que todas las
cosas se conformen a Él y a Su voluntad.
Antes
que nada tendrá que gobernar con una vara de hierro, es decir, con
severidad y firmeza, hasta que las naciones aprendan cual sea la verdad de Dios
para llevar a la práctica. El Señor entonces tendrá el dominio “de mar a mar, y
desde el rio hasta los confines de la tierra” (Salmo 72:8; Zac.14:9), porque
los reinos del mundo pasarán a ser los reinos de nuestro Señor, y de Su Cristo,
y Él reinará por toda la eternidad (Apoc.11:15).
Entonces,
al final, el arsenal de armas de destrucción será destruida y las naciones
nunca más se adiestrarán para la guerra (Miqueas 4:3). Este estado se mantendrá
durante 1000 años (Apoc.20:4), de ahí el término “Milenio”, que significa un
millar. ¡Medite acerca del tremendo fardo financiero que será abolido sin que
se precise más dinero en armamento! Será un tiempo bendito en el cual tanto
Satán como el pecado se verán restringidos (Apoc.20:1-3) para que las naciones
no puedan ser engañadas, y será caracterizado por el incremento del fruto de la
tierra (Isaías 30:23) y la longevidad de vida (Isaías 65:20). Después que los
1000 años acaben, las edades completarán su curso y Dios creará una nueva
tierra y cielo que son perfectos y sin mancha como la primera creación antes de
que el pecado se introdujese, y estas esferas serán donde las personas vivan
como Sus hijos redimidos. Así se alcanza el propósito de todas las edades y
hasta aquí nos lleva Dios en Sus divinas revelaciones.
Pero
volviendo ahora sobre las condiciones y el estado del fin de este siglo o edad
tenemos que darnos cuenta que no hay solución humana posible para el terrible
desorden que el hombre ha ocasionado por sí propio. Bien pueden organizar sus
conferencias y hacer sus tratos y pactos entre sí, pero todo acabará al fin y
al cabo en el caos más absoluto, las tinieblas y la desesperanza.
El
centro al tiempo de la
Gran Tribulación en el fin del periodo será la nación de
Israel y la contienda entre Árabes y Judíos por el territorio de Palestina. El
problema del Medio Oriente sin duda alguna persistirá de ahora en adelante y no
habrá paz en toda la región hasta que Cristo vuelva y sea Quien trate
eficazmente y con justicia la situación, y lo hará de acuerdo a las directrices
expuestas con toda claridad de Sus propósitos terrenales tanto en el Antiguo
como en el Nuevo Testamento.
Una
lista general de los acontecimientos proféticos que van a suceder daremos a
seguir, aunque, como ya hemos afirmado anteriormente, no podamos expandirnos
plenamente en los pasajes Escriturales que tratan con este asunto porque ese
cometido requerirían un mucho más vasto volumen. Habrá una confederación de
diez reinos al final (simbolizados por los diez dedos de los pies de la imagen
de Nabucodonosor en Daniel 2). Tanto si sea el Mercado Común o una
confederación de naciones alrededor de Palestina que lleve a cabo esta labor
todavía no está muy claro (al tiempo del autor – Nota del traductor).
Lo
cierto es que el territorio de Israel será el centro geográfico de todas estas
profecías y punto de compás referido en relación a Palestina desde donde todo
se extenderá.
El
siguiente paso es la entrada en escena de un ser que Daniel describe como “un
pequeño cuerno” (Daniel 7:8, 24, 25), es decir, siendo casi insignificante y
desconocido en su principio, pero que rápidamente se ponga al frente de tres de
los diez reinos o poderes que tomen el control. Éste ser pasará a ser el gran
dictador del fin de la edad y será el más perverso tirano que el mundo haya
conocido jamás. Muchas profecías hay escritas sobre su persona, pero el
tremendo poder que detendrá le será otorgado por el propio Satanás, pues le
dará “su poder y su trono, y su gran autoridad” (Apoc.13:2). ¡Este será la
personificación del último atentado de Satanás para derrotar a Dios y obtener
el control completo y la adoración de toda la humanidad que por poco no se
dará! (Lea Apoc.13:3, 4, 8).
Nunca
olvide que, como ya hemos resaltado anteriormente, Satanás es un ser
religioso y en su deseo no quiere otra cosa sino ocupar el lugar de Dios y
la adoración de la creación. Fue este motivo que precipitó su caída y el centro
de toda su batalla espiritual que desde entonces tiene lugar. Él le ofreció
todos los reinos de la tierra al Señor con una sola condición – ¡que postrado
le adorase! (Mat.4:8-10). Aquello que Cristo no le concedió, finalmente
alcanzará en gran medida a través de su persona representante, el gran dictador
del fin de este siglo.
Este
perverso tirano obtendrá por fin el dominio del mundo, a un tal grado, que
controlará tanto el cielo como el mar a través de Satán, el príncipe de la
potestad del aire (Efesios 2:2) que le otorgará toda esta su capacidad
(Apoc.13:2, 7). Consecuentemente, toda la humanidad juzgará engañada que, a
través de él, la paz por fin reinará, pues “¿Quién podrá hacer guerra contra
él?” (Apoc.13:4). Sin embargo todo esto será de corta duración, puesto que 1ª
Tesal.5:2 y 3 nos dice que cuando digan “paz y seguridad, entonces vendrá sobre
ellos destrucción repentina” y eso sucederá por la gloriosa Venida y aparición
de Cristo en Su triunfante regreso a la tierra que será repentina, como un rayo
y sin previo aviso (Mateo 24:27-30; 2ª Tesal.1:7-10), como un tremendo choque
para la impía humanidad.
El
mundano dictador, a quien la
Biblia compara simbólicamente a una bestia salvaje, obtendrá
finalmente un tal control de toda la humanidad que vendrá a ser supremo en
todas las áreas, y todo aquel que se recuse adorarlo y obedecerle será asesinado
o martirizado hasta la muerte (Apoc.13:11-18). ¿Quién podrá dudar que el
presente estado de los asuntos mundanos y el mundo en su totalidad, con sus
emergentes concentraciones de poderes en manos de unas pocas naciones, y el
avance de su ateo comunismo totalitario no tenga ya asentado las bases para
este más grande acontecimiento?
El
Libro de Daniel capítulo 9, nos da la revelación de un periodo de tiempo,
consecuente a la oración de Daniel, de 70 semanas de años relativos a Israel y
Jerusalén, comenzando la fecha desde “la salida de la orden para restaurar y
edificar a Jerusalén” (después del juicio de los 70 años de cautividad en
Babilonia) hasta que sea quitado el pecado de Israel y el establecimiento del
reino terrenal por el Señor.
Es
obvio y está muy claro que el presente intervalo o era de gracia se excluye,
puesto que Israel se halla en incredulidad y bajo su ceguera durante todo este
tiempo – ahora “No es Mi pueblo” tal como Dios describe su condición en Hechos
28:24-27. El interés se enfoca en la última semana (Observe que los Judíos
pueden referirse tanto a una semana de años como a una semana de días) de siete
años los cuales tengan que cumplirse y que serán los últimos años de este
periodo. Este periodo final de siete años se divide a la mitad por la tal
críptica declaración como “por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo”
(Daniel 12:7; Apoc.12:14); “tiempo, y tiempos, y medio tiempo” (Daniel 7:25);
“1.260 días” (Apoc.12:6); “42 meses” (Apoc.11:2), (utilizando el recuento Judío
de 30 días para un mes). Todas estas expresiones significan un periodo de 3
años y medio. Daniel revela el hecho de que una de las primeras cosas que el
perverso tirano efectuará es hacer un pacto con los Judíos. Este acontecimiento
será el comienzo de este último periodo de siete años. A la mitad del tiempo (3
años y medio) quebrará este pacto (Dan.9:27) y erguirá una imagen suya para
adoración. A esto es a lo que Jesús se refirió en Mateo 24 cuando habló de “la
abominación desoladora de que habló el profeta Daniel en el lugar santo” (del
templo restaurado) (Mateo 24:15-22). Esta es la señal para el principio de la
“Gran Tribulación”, cuyo tiempo de terror y calamidad no tiene paralelo en toda
la historia de la humanidad según predijo el Señor. Nada se puede comparar con
anterioridad, y jamás volverá a repetirse nada igual (Mateo 24:21, 22), y si
Dios no hubiese acortado ese tiempo llevaría a la total aniquilación universal.
Aquellos que sean testigos de estas cosas se les avisa de que huyan a las
montañas tan rápidamente cuanto puedan, ni tan siquiera entreteniéndose para
llevarse con ellos provisión.
De
la misma manera describe este terrible tiempo Daniel:
“En
aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está delante de los
hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo
gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los
que se hallen escritos en el libro” (Daniel 12:1).
Israel
y el Medio Oriente es el punto central de todo esto. Es sobre todo un “tiempo de
angustia para Jacob” es decir, para la nación Judía (Jer.30:7), aunque el mundo
entero se halle envuelto en un desesperado último intento hecho por las
naciones para tomar el control procurando exterminar a los Judíos e Israel para
siempre. Las Escrituras proféticas revelan que todo esto sucederá en
“Armagedón” (el Monte de Meggido). Meggido se sitúa en Palestina. Ha sido un
importante palco en el Antiguo Testamento y se localiza en el Carmelo, a unos
30 Kms. al S.S.E. del moderno puerto de Haifa (Jueces 5:19; 2ª Reyes 23:29; 2ª
Cró.35:22-25; Zac.12:11). Será aquí que la última y terrible batalla tendrá
lugar (vea Apoc.16:13-16; 19:11-21; Zac.12:1-9; 14:1-7, 12-16). Pero Dios
desnudará Su brazo en esta batalla, porque el Señor Jesús regresará para salvar
a Su pueblo terrenal de la destrucción y para tomar venganza sobre sus
enemigos. Jerusalén será de nuevo destruida. Esta será la 28 aba vez que será
saqueada esta ciudad. La historia ya registra 27 ocasiones anteriores. Dos
terceras partes de Israel será masacrada, y una tercera parte preservada por
Dios (Zac.13:8, 9) y la plaga en las naciones será de hecho de terribles
proporciones (vea Zac.14:12), y observe la expresión en el vers.16 “Y todos los
que sobrevivieron de las naciones que vinieron contra Jerusalén”. Los
pasajes previamente citados en el libro del Apocalipsis – especialmente el
capítulo 19, también describen gráficamente esta matanza. El problema de la
sobre populación mundial se resolverá de manera muy diferente a la que los
hombres juzgan.
Como
ya hemos indicado anteriormente, estos terribles acontecimientos, como
horribles pesadillas nocturnas, acabarán por nada menos que el regreso personal
del propio Cristo, Quien salvará a Su pueblo de la destrucción y destruirá a
los ejércitos Gentiles que hayan invadido Palestino con el expreso objetivo de
aniquilar a los Judíos.
Entonces
este periodo llegará a su fin. De hecho un terrible drama sobre el cual muchos
rascándose la cabeza sin duda dirán que “es imposible” de suceder. Sin embargo
la verdad va muchas veces más lejos que la ficción y es ciertamente lo que
sucede aquí. Esto es lo que Dios nos deja entrever, lo que Su Palabra profética
nos revela acerca del futuro, para que Su gente pueda estar de sobre aviso y no
andar en las tinieblas de la incertidumbre ni ser engañada en el seguimiento y
adoración del gran dictador del fin de la edad. Aquellos que permanezcan fieles
tendrán que pagar un alto precio por ello – hasta el mismo martirio entregando
sus vidas, por eso no es de admirar que el Señor dé el mensaje en Apoc.2:10 –
“Se fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.
¡Qué
final tan horrible para la humanidad denominada progresista! Muchos suponen que
están envueltos en actos filantrópicos y la gran mayoría sigue juzgando todavía
que puedan operar, no solo su propia salvación, sino también la salvación del
mundo trayendo la Utopía
por la cual la humanidad aguarda y se afana desde su caída. Esta es una grosera
decepción y la Palabra
de Dios nos muestra fielmente lo que realmente sucede cuando los hombres se
olvidan de Dios, de Su Palabra y de Su posición.
A
este terrible fin se acerca la humanidad y precisamos destapar la venda de
nuestros ojos y darnos cuenta de cuán rápidamente se están degenerando todas
las cosas a nuestro alrededor en una escala mundial. Las señales inundan todo a
nuestro alrededor. El insoluble problema del Medio Oriente con Israel y los
Árabes; los problemas del mundo financiero; el creciente comunismo ateo por
todas las naciones; la práctica inutilidad de la democracia para mitigar estos
problemas; la terrible depravación en la moral y en la conducta humana, el
materialismo y la avaricia, el egoísmo y la anarquía desenfrenada; el
vandalismo y el peligro personal por todas partes (y todas estas cosas a nivel
global y mundial), claramente nos demuestra que vamos atravesando un periodo
sin paralelo de peligro y dificultad como el que el Señor Jesús describió.
¿Cuál
debe ser entonces la actitud del creyente? Esto tiene que quedarse muy claro.
Tenemos que seguir permitiendo que la luz de Dios nos siga iluminando en
nuestro entendimiento, palabra y actos, y dar un fiel testimonio al mundo
pagano que, en su mayor parte, ha repudiado y se ha alejado de Dios y de Su
posición. Tenemos el privilegio de andar a la luz de la Palabra de Dios. Todo lo
demás son tinieblas e incertidumbre donde no hay un término medio ni puede
haber “un lugar donde recostar la cabeza” si es que deseamos ser prácticos
Cristianos, dándole el honor a Dios y ser por Él bendecidos.
Con
tales acontecimientos delante de nosotros, debemos seriamente considerar dónde
nos hallamos en medio de todo esto, y volvernos a la Sagrada Escritura
“que puede hacernos sabios en cuanto a la salvación a través de la fe que
hay en Cristo Jesús” (2ª Tim.3:15-17). Aquí es donde todos debemos
comenzar, llegando a obtener un conocimiento personal Suyo como nuestro
Salvador y Señor a medida que confiamos plenamente en Él desde ahora y por toda
la eternidad. Hay millones y millones de creyentes que todavía no se han dado
cuenta de todo lo que Él ha cumplido ya sobre la cruz y la resurrección, y con
¡qué tremendo precio pagado por Él! ¿Qué debemos pensar de quien haya dado su
vida para rescatar a alguien del peligro, y que esa persona librada no se haya
nunca vuelto a su salvador para darle al menos las gracias o manifestarle el
más mínimo rasgo de gratitud? Antes de condenar una tal conducta como el colmo
de la ingratitud, asegurémonos de que no seamos culpables del mismo delito.
Cristo
“padeció una sola vez por los pecados, el Justo por los injustos, para
llevarnos a Dios” (1ª Pedro 3:18). “Quien llevó Él Mismo nuestros pecados en Su
cuerpo sobre el madero” (1ª Pedro 2:24). “A Su tiempo murió por los impíos”
(Rom.5:6) (Y nos guste o nos disguste esta es una descripción de todos nosotros)
Pero
¿Le estamos agradecidos de todo corazón? Si no es así, no dejemos que pase este
día antes de realmente hacerlo y de que lleguemos al conocimiento personal de
la salvación y el perdón de nuestros pecados porque:
“En
tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido” (2ª
Cor.6:2).
Y
este día de oportunidad debe ser aprovechado sin demoras, porque está llegando
el fin y un fin más próximo de lo que la gente se imagina.
Para
el creyente en Cristo el climax supremo de verdad se encuentra en las Epístolas
de Pablo en prisión, Efesios, Colosenses, Filipenses y 2ª Timoteo. Incontables
maravillas le aguardan al hijo de Dios que humildemente le pida al Señor por el
“espíritu de revelación” (Efesios 1:17, 18) y que diligentemente procure
en estas Epístolas creyendo todo lo que en ellas haya escrito. El Israel
de la antigüedad se perdió los mejores pensamientos de Dios debido a la
incredulidad. “No pudieron entrar (en la tierra prometida) debido a su
incredulidad” (Hebreos 3:19), y será este pariente pecado que les robará a los
creyentes lo mejor de Dios en la presente era de gracia también. Dios aguarda
pacientemente para revelarle a quien tenga sed de Él “las insondables riquezas
de Cristo” (Efesios 3:8). ¿Estamos listos para recibirlas? Es sorprendente
darnos cuenta de que haya tantos cristianos satisfechos conociendo tan poco de
la verdad, ¡cuando hay una tan amplia cantidad de riquezas espirituales
esperando a ser otorgadas por la simple fe!
El
último pensamiento que queremos dejar con nuestros lectores es que Aquel a
Quien Dios manifestó en forma humana, es la llave de todos nuestros problemas,
personales, nacionales, y mundiales. No es de admirar, manteniendo el fardo
actual del mundo en nuestros pensamientos, que casi las últimas palabras de la
verdad sean:
“Ciertamente
vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apoc.22:20).
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